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La política de “inmunidad colectiva” empuja el sistema de salud europeo al borde del abismo

Las medidas limitadas anunciadas por varios gobiernos europeos tras un número récord de nuevos casos de coronavirus en varios países durante el fin de semana no pueden ocultar el desastre causado por su política prematura de reanudar el trabajo y reabrir las escuelas.

El domingo se batieron récords en Italia, Francia y Alemania. Se detectaron 21.273 casos de COVID-19 en Italia. Según los datos reportados por el Instituto Robert Koch (RKI) de Enfermedades Infecciosas, hubo 11.176 casos más en Alemania que el día anterior. Francia registró 52.010 casos, frente a los 45.000 del día anterior.

Trabajadores médicos atienden a un paciente de COVID-19 en el Nouvel Hopital Civil de Estrasburgo, este de Francia, 22 de octubre (AP Photo/Jean-Francois Badias)

En Francia, se ha superado el hito de un millón de casos desde el comienzo de la pandemia. El número de muertes atribuibles a la enfermedad llegó a 116 el domingo, lo que eleva el número total de muertes desde el inicio de la epidemia a 34.761. La tasa de positividad de pruebas sigue aumentando, alcanzando el 17 por ciento, frente al 16 por ciento del día anterior y solo el 4,5 por ciento a principios de septiembre.

España reportó más de 52.000 nuevos casos este fin de semana, y un total acumulado de 361,7 casos por cada 100.000 habitantes diagnosticados en los últimos 14 días. Los casos confirmados están aumentando en la península y las Islas Baleares. El viernes, se registraron 231 muertes adicionales, lo que eleva la cifra oficial de muertos a 34.752. La cifra real, según la prensa española, es de más de 55.000 muertos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció el sábado que había registrado un nuevo récord mundial de infecciones por coronavirus por tercer día consecutivo, siendo el hemisferio norte el más afectado. Según las estadísticas mundiales de la OMS, el sábado se confirmaron 465.319 casos, en comparación con 449.720 el viernes y 437.247 el jueves.

Ante la caótica situación sanitaria en Europa, se han tomado medidas en varios países. Italia cerrará cines, teatros, gimnasios y piscinas, mientras que los bares y restaurantes dejarán de servir después de las 6 p.m. Uno de los países más afectados, Bélgica, adelantó su toque de queda a las 10 p.m. Las actividades culturales y deportivas están prohibidas a partir del lunes.

En España, donde unas 4.500 aulas, o el 1,3 por ciento del total, están en cuarentena, el presidente Pedro Sánchez, ha impuesto un toque de queda en todo el país, excepto en las Islas Canarias. Se ha declarado el estado de emergencia sanitaria.

En un discurso tras reunirse con su gabinete, Sánchez dijo: “La realidad es que Europa y España están inmersos en una segunda ola de la pandemia. La situación que estamos viviendo es extrema”. Sin embargo, Sánchez aún descartó nuevas medidas de contención. “No habrá confinamiento domiciliario en este estado de emergencia, pero cuanto más nos quedemos en casa, más seguros estaremos”, dijo. “Todo el mundo sabe qué hacer”.

“Sabemos que hay muchas epidemias en el ámbito social, pero dudo que la mayoría sean de noche, sobre todo pasada la medianoche”, dijo Pedro Gullón, de la Sociedad Española de Epidemiología, burlándose del toque de queda nocturno en España, similar al de muchos otros países.

Gullón propuso en cambio un cierre y hacer que trabajar desde casa sea obligatorio cuando sea posible. En estas condiciones, explicó, “se evita mucha movilidad, cuando la gente no tiene que tomar el transporte público”, limitando la transmisión del virus.

En Francia, los cierres locales y nacionales todavía se están discutiendo dentro del gobierno, según un comunicado el domingo por Cédric O, el ministro de economía digital. Hablando con France Info, O respondió a una pregunta sobre una posible regreso a los cierres diciendo: “Todo es posible”. Macron celebrará dos reuniones del consejo de defensa hoy y mañana para discutir la respuesta a la pandemia.

Si bien la actual aceleración de la pandemia está asolando el continente, O simplemente dijo: “No debemos descartar nada y veremos qué hacer de acuerdo con la evolución de la epidemia”.

De hecho, durante semanas Macron ha estado actuando como Nero mientras Francia arde. Un desastre amenaza a toda Europa. Más de un tercio de las camas de las unidades de cuidados intensivos en Francia, y más del 68 por ciento en la región de Ile-de-France que rodea París, están ocupadas por pacientes con COVID-19. El número de pacientes se duplica aproximadamente cada diez días. Incluso si se impusiera inmediatamente un cierre estricto y generalizado, el número de pacientes continuaría aumentando durante varias semanas, abrumando los hospitales.

Un médico de la unidad de cuidados intensivos le dijo al Parisian: “Hay 15 pacientes en los pasillos, no sabemos dónde ponerlos. Estamos de guardia hasta las 4 a.m. Si continuamos así, nos vamos a estrellar. Cuando descubrimos el titular de Les Echos donde el ministro decía que el hospital está más fuerte que en primavera, nos atragantamos. ¡Estábamos horrorizados!”.

Los beneficios de los cierres impuestos en marzo por los Estados europeos ya desvanecieron. Se implementaron estrictas medidas de contención en contra de los deseos de la élite gobernante debido a una serie de huelgas salvajes que paralizaron la industria italiana y se extendieron por toda Europa. Tras imponer un regreso prematuro al trabajo y a las aulas y levantar las restricciones, la clase dominante ha provocado un repunte del contagio que amenaza millones de vidas en Europa.

La oposición de los gobiernos y bancos a nuevos cierres revela su total desprecio por las vidas en riesgo. Los líderes han recurrido a toques de queda y otras medidas más o menos teátricas, principalmente por temor a un estallido de ira social, la cual está aumentando en todos los ámbitos contra la política de “vivir con el virus”. La pandemia y los cientos de miles de muertes han dejado al descubierto la bancarrota de la aristocracia financiera y su incapacidad para proteger vidas humanas.

Esta política criminal fue posible con la complicidad de los sindicatos y sus aliados políticos “populistas de izquierda”, quienes negociaron la desastrosa política de regreso al trabajo y la reapertura de escuelas. Estas fuerzas no solo fueron propagandistas a favor de la política de inmunidad colectiva. La implementaron.

En España, uno de los países más afectados por la pandemia, el gobierno es una alianza entre la socialdemocracia y el partido “populista de izquierda” de Podemos. Este partido puso en práctica la política de inmunidad colectiva de la UE y apoyó durante el verano el envío de policías a los confinados barrios obreros de Madrid. Ahora que la situación sanitaria en España vuelve a ser un desastre, el gobierno al que pertenece Podemos se niega a tomar medidas para controlar el virus para seguir extrayendo ganancias a instancias de los bancos y a costillas de los trabajadores.

Estos hechos reivindican el llamado del Comité Internacional de la Cuarta Internacional a que los trabajadores formen sus propios comités de salud y seguridad, independientes de los sindicatos, en las escuelas y otros lugares de trabajo. Estos comités garantizarían la protección de los trabajadores esenciales frente al virus y prepararían la lucha de los trabajadores para imponer cierres, el único método eficaz capaz de controlar la propagación del virus mortal.

Los trabajadores de los sectores no esenciales y los jóvenes deben poder quedarse en casa, y los miles de miles de millones de euros de los planes de estímulo deben usarse para permitir que los trabajadores se refugien en casa sin pérdidas de ingresos, no para rescatar los bancos. Para ello es necesaria la expropiación socialista de la aristocracia financiera. Esto significa una lucha por la toma del poder por parte de la clase trabajadora europea y la reorganización de la sociedad de acuerdo con las necesidades de la humanidad.

(Publicado originalmente en inglés el 27 de octubre de 2020)

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