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Los gobiernos de los Estados de Brasil presionan para reabrir las escuelas mientras las muertes por COVID-19 se acercan a las 200.000

Aunque la mayor parte de las escuelas brasileñas permanecieron cerradas durante la pandemia de COVID-19 el año pasado, los gobernadores de los Estados se están preparando para reabrirlas en febrero, cuando empiece el próximo año lectivo. Datos de UNICEF mostraron que solo el 3 por ciento de los estudiantes brasileños fueron a clases presenciales durante la segunda mitad del año pasado, lo que hizo del Brasil una excepción mundial en no reabrir sus escuelas.

Para octubre del año pasado, sin embargo, 11 de los 26 Estados brasileños habían permitido que las escuelas públicas reabrieran parcial o totalmente. Las escuelas privadas, por otro lado, debido a la enorme presión de las asociaciones que representan a los dueños de las escuelas, habían sido reabiertas en 16 Estados brasileños. A pesar del permiso de los Estados, la decisión final de reabrir las escuelas les correponde a los municipios. La vuelta a las escuelas también ha sido voluntaria, y muchos padres decidieron no enviar a sus hijos a las aulas por miedo a que se contagien el virus mortal.

Estudiante examinándose en Manaus. (Fuente: Divulgação/Seduc)

El impulso por reabrir las escuelas el año pasado no fue más generalizado porque se acercaba el fin del año escolar. Además, en noviembre fue la segunda vuelta de las elecciones municipales, y muchos alcaldes que se volvían a postular al cargo temían perder votos si la reapertura de las escuelas causaba más brotes de COVID-19 y muertes entre estudiantes y sus familias.

Sin embargo, después de la primera ronda de elecciones municipales, los medios corporativos brasileños empezaron una campaña de repetir el mantra de la élite gobernante mundial de que es seguro reabrir las escuelas durante la pandemia. Informaron ampliamente sobre una carta abierta de un grupo de pediatras, apodado "La ciencia por la educación", que exigía el regreso a las clases presenciales. Argumentaban que "los niños se contagian menos" y "transmiten menos", y concluían que "las escuelas ... no son los lugares para un gran contagio. La experiencia europea lo ha demostrado categóricamente".

A principios de diciembre, en un informe titulado "La mayoría de los países mantienen las escuelas abiertas incluso con nuevas cifras altas de casos", el principal diario de Brasil, Folha de S. Paulo, hacía de portavoz del presidente de la Asociación Brasileña de Escuelas Privadas, Arthur Fonseca hijo, para quien "La lógica en el resto del mundo es esta: la educación es una actividad esencial, así que tiene que volver", y para el presidente del más grande grupo de presión brasileño favorable a la educación corporativa, "Todos pela educação" ("Todos por la educación"), quien dijo, "Lo correcto es hacer como Europa, cerrar bares, cines y gimnasios para reducir la circulación del virus, y mantener las escuelas abiertas".

Escuela en Manaus, Brasil. (Fuente: Ione Moreno/Semcom)

Ya a principios de diciembre, Folha informaba de que seis Estados brasileños planeaban considerar, o ya lo habían hecho, la educación un servicio esencial y que las escuelas reabrieran incluso en la etapa "roja", cuando la pandemia se está intensificando y a los servicios no esenciales no se les permite abrir. Antes, esto solo podía pasar en la etapa "amarilla", con la pandemia bajo "control" y los servicios no esenciales funcionando bajo restricciones. El 17 de diciembre, el Estado de San Pablo, que tiene el distrito escolar más grande de Brasil y de América, proclamó servicio esencial a la educación, lo que ciertamente allanará el camino a que otros Estados hagan lo mismo.

Todas las afirmaciones de que es seguro reabrir las escuelas carecen de fundamento científico. La "experiencia europea" ha demostrado ser una catástrofe en las semanas recientes, donde Reino Unido y Alemania han informado de más de mil muertes diarias, y diciembre fue el mes más mortífero desde el estallido de la pandemia. Sin dudas, la decisión de las élites gobernantes de Gran Bretaña y de Alemania de mantener las escuelas abiertas contribuyó al recrudecimiento de la pandemia.

Aunque los estudios hayan demostrado que los niños son menos susceptibles al virus y que tienden a enfermarse de manera menos grave, son aún así un vector de la difusión del virus mortal. Los estudios también han demostrado que los adolescentes son tan susceptibles y grandes difusores como los adultos. Además, reabrir las escuelas implica poner en movimiento una red de transmisión dentro de un enorme porcentaje de la población, que incluye a estudiantes, padres, docentes y personal escolar, lo que inevitablemente aumentaría enormemente los casos y las muertes por COVID-19. Un estudio publicado en diciembre en la revista Science mostró que el cierre de escuelas y universidades redujo la difusión del coronavirus un 38 por ciento.

Contrariamente a las afirmaciones de la élite gobernante brasileña, la mayoría de la población brasileña está contra la reapertura de las escuelas. El 17 de diciembre, una encuesta del Instituto Datafolha mostró que el 66 por ciento de la población apoya el cierre de las escuelas para contener la pandemia, así como el cierre de servicios no esenciales como bares, tiendas y gimnasios.

La campaña por una amplia reapertura de las escuelas en Brasil se está produciendo mientras la pandemia de coronavirus se está saliendo de control en el país. En los últimos tres días de 2020 hubo más de 1.000 muertes diarias por COVID-19. El 30 de diciembre, Brasil registró 1.224 muertes por coronavirus, la cifra más alta desde el 20 de agosto.

Marcando el comienzo de la segunda ola de la pandemia en Brasil, diciembre presentó aumentos del 64 por ciento en muertes por COVID-19 y del 67 por ciento en casos. Fue además el mes con el mayor número de casos desde el principio de la pandemia. El COVID-19 ya es la mayor causa de muerte en Brasil que, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, puede que baje la esperanza de vida en el país hasta en dos años.

La situación catastrófica de la pandemia en Brasil puede empeorar más por los millones de brasileños que viajaron durante las vacaciones de Navidad y Año Nuevo, y por la negativa por parte de alcaldes y gobernadores de Estados a implementar medidas más restrictivas a los servicios no esenciales. Además, el 31 de diciembre, la nueva cepa de coronavirus identificada en el Reino Unido fue detectada en San Pablo. Se estima que es un 56 por ciento más contagiosa que las otras cepas de coronavirus ya identificadas, y que ha contribuido al inmenso aumento en el número de casos en Reino Unido desde el mes pasado.

El primero de enero, Brasil superó las 195.000 muertes por COVID-19, con un total de casi 7,7 millones de casos. Es el segundo país en el mundo en muertes por coronavirus, por detrás solo de los Estados Unidos, y el tercero en casos, superado solo por los EEUU y la India.

Sin embargo, estos números son una crasa subestimación de la sombría realidad. El 30 de diciembre, BBC Brasil informó de que el número de muertes excesivas indica que "hay por lo menos un 50 por ciento más de muertes por COVID-19 en Brasil de lo que indican los datos oficiales".

Desde que empezara la pandemia, Brasil ha sido uno de los países con menos tests de coronavirus en el mundo, sin ningún programa sistemático de rastreo de contactos para lograr un mínimo control de la pandemia. Solo se hicieron el 20 por ciento de los 24 millones de tests de RT-PCR que el Ministerio de Sanidad brasileño prometió para diciembre del año pasado. Desde agosto, después del pico de la pandemia, el número de tests ha bajado entre el 10 y el 15 por ciento cada mes.

Esto, combinado con el levantamiento de las pocas medidas de confinamiento que iban quedando y la total subestimación de la pandemia tanto por el presidente fascistizante Brasil Jair Bolsonaro como por los gobernadores de los Estados, significa que se está implementando una política de facto de inmunidad de grupo para dejar que el virus mortal se extienda libremente y que infecte a cuanta gente sea posible. Bajo estas condiciones, reabrir las escuelas aumentará más los casos de coronavirus, las hospitalizaciones y las muertes.

Docentes, personal escolar, padres y estudiantes deberían cobrar consciencia de que no es seguro reabrir las escuelas hasta que no esté bajo control la pandemia a escala mundial. Las afirmaciones oficiales de preocupación por el daño educativo hacia los estudiantes por los cierres de las escuelas son un fraude. Durante años, estos mismos gobernantes han estado recortando los presupuestos educativos e imponiendo políticas favorables a las corporaciones con objeto de privatizar la educación pública.

La principal preocupación de los sectores gobernantes corporativos y financieros de Brasil en promocionar la reapertura de las escuelas es darles a los padres un lugar donde dejar a sus hijos y que se vayan a trabajar sin ningún impedimento. Esta campaña tiene una clara lógica política y clasista: anteponer la ganancia a la vida humana.

Contra la política mortífera de las élites gobernantes, hay que exigir que todas las escuelas y todos los servicios no esenciales cierren inmediatamente hasta que la pandemia se haya erradicado. Al mismo tiempo, hay que brindar educación en línea de calidad a todos los estudiantes, junto con ingresos sustanciales garantizados para todos los que tengan que quedarse en casa. Para luchar por estos objetivos, los docentes y la clase trabajadora brasileña en su conjunto debe poner en pie comités de base independientes de los sindicatos patronales y luchar por expropiar a la élite gobernante capitalista, para usar los recursos que ha monopolizado para asegurar una educación de calidad durante la pandemia y después de esta.

(Publicado originalmente en inglés el 4 de enero de 2021)

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