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Perspectiva

¡Cierren las escuelas y los negocios para detener las nuevas cepas del COVID-19!

Más de 3.000 personas han muerto a diario este mes en Estados Unidos por coronavirus, sumando 93.000 vidas humanas. A nivel internacional, la cifra de muertos para enero es de 386.000, a un ritmo de 12.800 muertes a diario.

Estas muertes masivas probablemente se aceleren en los próximos días y semanas. El viernes, Johnson & Johnson publicó un estudio que confirma lo que muchos habían temido ante la propagación descontrolada de la pandemia: que las mutaciones del SARS-CoV-2, el virus que causa el mal COVID-19, tienen el potencial de socavar la efectividad de las vacunas.

Una persona es llevada en una camilla al centro médico United Memorial de Houston, Texas, tras una prueba de COVID-19 (AP Photo/David J. Phillip)

Los científicos han advertido por meses que cuánto más se propague el virus, tanto más cambiará y aumentará la posibilidad de que evolucione volviéndose menos susceptible a las vacunas y, consecuentemente, más peligroso. La nueva cepa de Sudáfrica confirma esta advertencia: la vacuna de Johnson & Johnson, que tan solo necesita una dosis, tuvo una efectividad de tan solo 57 por ciento en prevenir casos moderados y severos de la enfermedad en Sudáfrica, comparado con su efectividad de 72 por ciento en Estados Unidos.

Novavax presentó datos similares el jueves, reportando que su vacuna es 90 por ciento efectiva en Reino Unido y solo 49 por ciento efectiva en Sudáfrica.

Estos hallazgos hacen aún más urgente que se tomen medidas de gran alcance para contener la pandemia. Las campañas masivas de vacunación deben combinarse con intervenciones no farmacéuticas, incluyendo el cierre completo de las escuelas y los negocios no esenciales.

Pero, en todo el mundo, está ocurriendo exactamente lo contrario. El martes, California comenzó a permitir comer en restaurantes e ir a gimnasios. La ciudad de Nueva York planea reabrir sus restaurantes a mediados de febrero. En Brasil, los restaurantes, bares, gimnasios, salones de belleza, cines y lugares de conciertos han estado abiertos por meses. Las mascarillas ya no son obligatorias en los supermercados y centros comerciales en Sídney, Australia.

La punta de lanza de la campaña para reabrir los negocios y obligar a los trabajadores a volver al trabajo es la demanda de reabrir las escuelas, la cual ha sido impulsada por el Gobierno entrante de Biden en EE.UU.

Chicago es donde los planes de reapertura están más avanzados, gracias al auspicio de la alcaldesa demócrata Lori Lightfoot. La ciudad está intentando abrir las escuelas completamente para el 1 de febrero, enfrentando a los educadores del sistema de escuelas públicas de Chicago directamente contra el aparato estatal, la prensa corporativa y los sindicatos. La lucha de los maestros y el personal contra la reanudación de las clases presenciales se ha vuelto un factor central en la lucha contra las reaperturas inseguras en todo el país e internacionalmente.

La situación en Chicago se está repitiendo en todo el país. En Alabama, el consejo de escuelas públicas de Montgomery anunció que no estará realizando clases completamente virtuales la próxima semana, algo que la administración había prometido hacer después de que fallecieran cuatro docentes de COVID-19. El personal de la escuela pública Beverley en Toronto hizo un paro el 25 de enero, rehusándose a trabajar en condiciones inseguras.

En Alemania, donde ha habido 20.000 muertes desde que inició el año, se planea reabrir las escuelas el 1 de febrero. En Reino Unido, donde las muertes han sido más de 100.000, el Gobierno de Boris Johnson planea reabrir las escuelas el 8 de marzo.

Estas campañas de reapertura han sido facilitadas por una avalancha mediática masiva. Todos los medios de comunicación han aprovechado el estudio de los científicos del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) publicado en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA), que afirma, “Ha habido poca evidencia de que las escuelas contribuyeran significativamente al aumento en la transmisión comunitaria”.

Algunos ejemplos de titulares son, “Las clases presenciales pueden ser seguras” de USA Today, “Los CDC argumentan a favor de reapertura escolar” de NPR, “Los CDC descubre poca propagación de coronavirus en escuelas” del Washington Post, y “Los oficiales de los CDC dicen que la evidencia indica que las escuelas pueden reabrir si se toman precauciones” del New York Times .

Así como en el Gobierno de Trump, las afirmaciones de que las escuelas pueden reabrirse de forma segura son mentiras descaradas. Un gran número de estudios publicados tanto JAMA como otras publicaciones demuestra que los cierres escolares en marzo y abril salvaron decenas de miles de vidas. Una investigación revisada por pares en la revista Science y publicada en diciembre muestra que, en 41 países, los cierres escolares y universitarios fueron una de las medidas necesarias para reducir los casos comunitarios y que los cierres de escuelas fueron la medida con el mayor impacto en mitigar la pandemia.

El martes estos datos masivos obligaron al jefe de personal de la Casa Blanca, Ron Klain, a retractar levemente la posición del Gobierno, señalando que muchas escuelas no cuentan con “las inversiones para mantener a los estudiantes seguros” y puede que no reabran a tiempo. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, admitió el jueves que el estudio de los CDC se basó en datos de un área “más rural en Wisconsin” y que “para áreas más pobladas… se van a necesitar muchos pasos para que sea seguro reabrir las escuelas”.

La realidad es que la reapertura de escuelas durante una pandemia no es algo seguro. Incluso cuando menos del 40 por ciento de las escuelas están realizando clases presenciales, ya ha habido 511.000 casos reportados en recintos de prescolar a doceavo año y cientos de muertes. En parte del país, los casos diarios se multiplicaron por diez después de que las escuelas y universidades reabrieran en otoño pasado.

A pesar de los peligros claros y presentes, Biden sigue abogando por las reaperturas. Rechaza absolutamente los cierres y afirma que “no hay nada que podamos hacer” para detener las muertes masivas futuras. Su plan pandémico menciona las reaperturas 130 veces, algo que está en línea con su orden ejecutiva del 21 de enero llamada “Orden Ejecutiva sobre Apoyar la Reapertura y Continuar la Operación de las Escuelas y los Servicios de Educación Temprana”.

Esto está preparando otro gran resurgimiento del virus en Estados Unidos y el mundo. El Dr. Michael Osterholm, un miembro del consejo asesor de Biden sobre el COVID-19, le dijo a CNN el jueves, “Me preocupa que las próximas 6 a 14 semanas sean las semanas más oscuras de la pandemia”. También advirtió que, debido a las reaperturas, cualquier caída en marcha en los casos se verá eclipsada por otro devastador rebrote.

¡No se puede permitir que esto ocurra! Hay evidencia que los peligros presentados por la cepa sudafricana son solo el comienzo de una serie de nuevas cepas de la pandemia que posiblemente sean resistentes a las vacunas. Ya existen varias nuevas variantes del virus, incluyendo las que se descubrieron en Reino Unido, Brasil, Nigeria y EE.UU., algunas de las cuales se han propagado ya a docenas de países. Si bien las investigaciones iniciales sobre estas variantes han descubierto que las vacunas siguen siendo efectivas, los datos por ahora no son concluyentes.

Al mismo tiempo, la principal característica de las nuevas cepas es que generalmente son más infecciosas, lo que hace más posible la saturación de los sistemas de salud, y posiblemente más mortales, incluso cuando los hospitales no estén llenos.

El hecho de que ya existan cepas más letales del virus o estén en el horizonte hace más urgente implementar todas las medidas posibles para contener la pandemia. Hay que cerrar las escuelas, junto a los negocios y la producción no esenciales, con salarios completos para los afectados. No se les debe obligar a los trabajadores a elegir entre sacrificar su sustento o las vidas propias y de sus seres queridos.

Los cierres y las vacunaciones deben combinarse con la implementación de un programa de pruebas masivas para detectar el virus y un rastreo de contactos serio.

Los docentes de Chicago están mostrando el camino adelante. La fuerza social que pondrá fin a la pandemia no es el Gobierno de Biden, el cual sirve completamente al afán de lucro de Wall Street, sino la clase obrera, la cual está luchando para salvar vidas. La lucha de los maestros en Chicago y todas partes debe expandirse a todos los educadores y a todas las secciones de la clase obrera en cada país como parte de una lucha más amplia por la transformación revolucionaria socialista de la sociedad.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de enero de 2021)

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