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El destacado columnista alemán Heribert Prantl denuncia las medidas de cierres ante el coronavirus

Las profundas crisis sociales van acompañadas invariablemente de intensos giros políticos e ideológicos que, a su vez, anuncian feroces luchas entre clases. Las clases medias, que en períodos de calma sirven de amortiguador entre las dos principales clases sociales, se desintegran. Sobre todo, los elementos más ricos reaccionan a la radicalización cada vez mayor de la clase trabajadora moviéndose bruscamente hacia la derecha.

Es precisamente en ese contexto en el que se debe entender la aparición de Heribert Prantl, editor de asuntos nacionales para el diario Süddeutsche Zeitung, en el programa “Talk im Hangar 7” del canal privado austriaco Servus TV. Prantl, quien tiene un título en derecho, ha sido considerado durante mucho tiempo la voz de la democracia liberal en Alemania y ha recibido más de 20 premios y galardones por sus editoriales, comentarios y libros sobre este tema. Pero ahora está haciendo campaña en oposición a los cierres implementados por el Gobierno alemán ante el coronavirus, por medio de un canal de televisión notoriamente de derechas.

Servus TV pertenece al imperio corporativo Red Bull dirigido por el multimillonario austriaco Dietrich Mateschitz, quien también actúa como director ejecutivo de la estación y es políticamente cercano al Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) de extrema derecha. El programa “Talk im Hangar 7” invita regularmente a extremistas de derecha. Entre los invitados anteriores se encuentran el líder del Movimiento Identitario Austriaco, Martin Sellner, el ideólogo de la nueva derecha Götz Kubitschek y el historiador de extrema derecha Jörg Baberowski. Otros segmentos del canal, “Corona Quartet”, “Wegscheider”, están dedicados a minimizar las consecuencias de la pandemia. Incluso el Süddeutsche, para el que Prantl continúa escribiendo una columna regular, ha descrito a Servus TV como la “estación local del populismo de derecha austriaco”.

El título del programa de entrevistas del 21 de enero planteaba la pregunta: “¿La política está pasando por alto a la gente?”. En el contexto de una manifestación en Viena para protestar las medidas de cierres, a la que el presentador del programa, Michael Fleischhacker, se refiere positivamente, Prantl condenó las restricciones contra el coronavirus en Alemania como una violación de la Constitución. El encierro demuestra “una brutal falta de imaginación”, regañó. “Veremos un colapso empresarial inimaginable. Estamos vapuleando a muerte la vida social en este momento”.

Prantl fue apoyado en sus comentarios por el gerente de medios Helmut Thoma y la autora de la nueva derecha, Cora Stephan. Esta última escribe regularmente para el blog de extrema derecha “Achse des Guten” (Eje del bien). Stephan también fue una de las primeras signatarias de la “Declaración Conjunta de 2018” contra los refugiados, elaborada por la camarilla de extrema derecha en torno a Jörg Baberowski, Thilo Sarrazin, Matthias Mattusek, Vera Lengsfeld y el editor de Junge Freiheit, Dieter Stein. Thoma es el exdirector de la estación de la televisora alemana RTL, que ha reducido el nivel cultural del entretenimiento a un mínimo histórico.

A lo largo del programa, Prantl, Stephan y Thoma se animaron y apoyaron mutuamente. Incluso después de que Thoma explicara brutalmente las consecuencias asesinas de su línea de argumentación, Prantl, que generalmente busca hacerse pasar por una fuerza moral, permaneció imperturbable. El magnate de los medios de 82 años enalteció la política sueca de inmunidad colectiva contra el coronavirus y a su creador, Anders Tegnell, instando a la audiencia del programa a acostumbrarse a los millones de víctimas.

“Hemos tenido tantas epidemias en los últimos cien años”, dijo Thoma. “Hubo una gripe asiática con entre un millón y medio y dos millones de muertes, luego hubo una gripe de Hong Kong, que también mató a más de un millón de personas. Hay tantos otros, creo que solo el VIH causó 36 millones de muertes y nadie contempló cerrar todo. Nadie se molestó. Simplemente fue aceptado”. La economía, concluyó, debe dejarse en paz, de lo contrario el daño colateral sería demasiado grande.

Prantl condenó las restricciones asociadas con cierres durante la pandemia como un ataque a las libertades garantizadas constitucionalmente, como si el derecho a la vida y la protección contra el contagio no fueran derechos básicos. Criticó las contradicciones en la política del Gobierno por desestabilizar a la población y crear disturbios, pero no desde el punto de vista de defender medidas de cierres más consecuentes. Por el contrario, argumentó que las medidas actuales deberían derogarse en gran medida.

A raíz de las objeciones del profesor de Salzburgo, Christian Zeller, Prantl perdió cada vez más los estribos, le gritó a Zeller y explicó abiertamente la esencia social darwinista y anticientífica de su postura. Zeller apoya la petición “#ZeroCovid”, que aboga por un cierre europeo con medidas sociales complementarias para controlar la pandemia.

Cuando Zeller dijo que se había demostrado científicamente que los niños propagaban el virus, Prantl respondió con veneno: “No actúes como si tuvieras los estudios al lado tuyo”. Prantl argumentó que era necesario vivir con el virus. “Cero COVID significa cero derechos básicos”, afirmó, “¡Yo digo que no, que no funcionará!” Zeller asume que la salud significaba una ausencia total de enfermedad, continuó Prantl. “Esa es una definición que no toleraré. La salud también significa tener que vivir con la enfermedad. Tengo que aprender a vivir con enfermedades incluso en tiempos de COVID”.

A la respuesta de Zeller, quien preguntó “¿Cuántas muertes estás dispuesto a aceptar?”, Stephan respondió: “Lo que me asusta es esta arrogancia inconcebible: podemos manejar todo esto, podemos hacer todo esto, con medidas y con un tirón de las riendas. Temo una arrogancia que declara: estamos salvando el clima, estamos protegiendo a las personas de un virus, lo que los humanos no han podido hacer en miles de años. El hecho es que tenemos que vivir con los virus, incluyendo el hecho de que mutan”.

Stephan acusó a los defensores de una política de cierres de utilizar la crisis para extender el pandemonio general, aplastar las industrias armamentísticas y automotrices y construir un “paraíso ecosocialista”. Ya no puede tolerar escuchar la palabra “solidaridad”, clamó. “El COVID como plataforma de lanzamiento para una reestructuración radical del sistema social”, agregó el moderador Fleischhacker en acuerdo con Stephan.

En un período anterior, Prantl había defendido en sus artículos y libros el derecho de asilo, la libertad de expresión y otros derechos democráticos básicos contra la intervención estatal excesiva. Mientras tanto, sin embargo, su invocación de los derechos básicos ha degenerado en frases huecas y mendaces que sirven para proteger los privilegios de una minoría rica y están dirigidos contra los derechos democráticos de la clase trabajadora. Al hacerlo, se alinea con extremistas islamofóbicos como Stephan, quien no oculta su simpatía por los movimientos autoritarios y se ha ganado los elogios del partido ultraderechista Alternativa para Alemania.

La política de coronavirus del Gobierno alemán se basa en el principio de que las ganancias son más importantes que las vidas humanas. Ha elevado los precios de las acciones a niveles récord al entregar miles de millones de euros a las grandes corporaciones y bancos, mientras que los hospitales y las escuelas carecen de las necesidades más básicas. Se niega estrictamente a cerrar por completo los negocios no esenciales, las escuelas y las guarderías, aunque los expertos dicen que esto es necesario con urgencia para controlar la pandemia. Los cierres actuales en Alemania son totalmente insuficientes: 55.000 personas han muerto en Alemania en el primer año de la pandemia.

Prantl, por su parte, ataca esta política desde la derecha. No le preocupan los derechos democráticos básicos de la población en general, que carecen de sentido sin el derecho a la vida y la protección contra una pandemia mortal. Le preocupa el “derecho” de las corporaciones a explotar a los trabajadores incluso en condiciones de pandemia, y los privilegios de una pequeña minoría que tiene suficiente dinero en sus cuentas bancarias para costear el mejor tratamiento médico en caso de una emergencia. Cuando se le preguntó qué derechos básicos tenía en mente, Prantl mencionó la libertad del comercio y la libertad de circulación.

En este sentido, fue el colmo del cinismo cuando, al final del programa, Prantl se hizo pasar por un defensor del personal de enfermería, quienes han sufrido más durante la pandemia y están sacrificando su salud e incluso su vida para ayudar a los demás. Prantl propuso que merecían su propio monumento y que se les pagara mejor en el futuro. Sus comentarios recordaron los de un pirómano que elogia a los bomberos por sus esfuerzos potencialmente mortales para apagar una casa que él mismo incendió.

La marcha de Prantl hacia la derecha comenzó hace mucho tiempo y tipifica un desarrollo social más amplio. En 2015, celebró la adopción por parte del Parlamento de un drástico dictado de medidas de austeridad para Grecia como un “buen día para la democracia parlamentaria”.

“Le es indiferente el hecho de que el nuevo paquete de austeridad para Grecia representa un hito en el camino hacia la abolición de los derechos democráticos y sociales en Europa”, comentamos en ese momento, y llegamos a la conclusión: “Esta no es una cuestión individual. La crisis del capitalismo europeo y la consiguiente polarización social entre ricos y pobres han alcanzado un nivel que ya no puede reconciliarse con las formas democráticas de gobierno. La democracia formal se ha degenerado en meras cortinas que esconden la dictadura desnuda del capital financiero. La defensa de los derechos democráticos es inseparable de la lucha por una sociedad socialista que no sirva al enriquecimiento de una pequeña minoría, sino que utilice todos los recursos y medios existentes para resolver los principales problemas sociales contemporáneos”.

Seis años más tarde y después de un año de pandemia, la crisis del capitalismo europeo y la consiguiente polarización social entre ricos y pobres está incomparablemente más avanzada, y Prantl ahora está haciendo causa común con los negadores de la pandemia y los extremistas de derecha.

Su giro a la derecha es un síntoma de los representantes de la clase media acomodada que dominan la dirección del partido La Izquierda, el Partido Socialdemócrata (SPD) y, sobre todo, los Verdes, por quienes Prantl ha albergado simpatías durante mucho tiempo. Solo recientemente, en su columna para Süddeutsche, elogió a los Verdes como un nuevo partido del “centro burgués” que podría formar una coalición de gobierno con el conservador CDU / CSU en el otoño “de acuerdo con el espíritu de la época”. Apuntando a la líder del Partido Verde, Katrin Göring-Eckardt, dijo Prantl, los Verdes también podrían proporcionar la próxima presidenta federal.

Los Verdes ya abandonaron sus palabras sobre el pacifismo y la democracia desde 1998, cuando ingresaron en un Gobierno federal por primera vez. En coalición con el SPD, organizaron las primeras intervenciones internacionales de posguerra del ejército alemán en Yugoslavia y Afganistán, e implementaron recortes sociales sin precedentes bajo la “Agenda 2010” de Gerhard Schröder.

Mientras tanto, el partido es el líder en la política alemana cuando se trata de defender un mayor militarismo y políticas agresivas de potencia mundial. Los mismos criterios se aplican a la defensa del partido de fortalecer la policía y censurar el Internet. La aparición de Prantl en Servus TV es una advertencia de qué esperar de tales fuerzas sociales.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 1 de febrero de 2021)

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