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Perú en cuarentena por el COVID-19 mientras la nueva variante brasileña expone la política homicida de la "inmunidad de grupo"

El gobierno de Perú impuso otro confinamiento de dos semanas el 31 de enero en un intento por contrarrestar un derrumbe renovado del sistema de atención sanitaria del país. Familiares de enfermos de COVID-19 han sido dejados a la espera en las calles por hasta tres días para llenar los cilindros de oxígeno que salvan vidas, y la cifra diaria de muertos ha subido a más de 180 en un país de solo 32 millones de habitantes. Las cifras de finales de enero muestran un exceso de 600 muertes en el país en comparación con enero de 2020, lo que señala a una enorme subestimación de la ya alarmante tasa de fallecimientos por COVID-19.

La nueva cuarentena implica una prohibición total de viajar por tierra y por avión entre 10 de las 26 regiones del país, incluyendo la capital, Lima. Se permite a cada persona salir de casa por apenas una hora al día. Antes de que la segunda ola de la pandemia se extendiera en el hemisferio norte con el mantenimiento homicida de una "economía abierta" durante las fiestas, Perú había registrado la peor tasa de mortalidad per capita del mundo, una situación que el renovado confinamiento admite de manera ambigua que se puede repetir en los próximos meses.

El cementerio Pargue Taruma en Manaos, Brasil. Fuente: Bruno Kelly

Hasta el momento Perú ha registrado más de 42.000 muertes oficiales por COVID-19 y cerca de 1,2 millones de casos. Entre los más afectados están los trabajadores sanitarios peruanos —casi 300 médicos han muerto por COVID-19 desde que empezara la pandemia, junto con más de 100 enfermeros.

El consenso médico es que el número real de contagiados y fallecidos es mucho mayor, dado que el país tiene una tasa de tests de solo 200.000 pruebas por millón de habitantes.

Esta tasa es solo un quinto de la de Estados Unidos, país que padeciera el sabotaje abierto de la administración Trump para esconder el alcance de la extensión de la pandemia. Al mismo tiempo, la tasa de tests peruana es mucho mayor que en países vecinos como Brasil y Argentina, donde está en solo 140.000 por millón, y México y Bolivia, donde la tasa está por debajo de los 50.000 por millón.

La capital del Amazonas peruano, Iquitos, no fue incluida en el confinamiento, después de que registrara casos de la nueva variante brasileña que se encontró primero en viajeros de Manaos. Se sospecha que esta nueva variante es uno de los factores principales del horrible colapso de la infraestructura sanitaria en la capital del Amazonas brasileño. Las autoridades están siendo obligadas a derivar desde Manaos a no menos de 1.500 pacientes para evitar más muertes por falta de oxígeno. El departamento peruano de Huánuco y la capital Lima también han registrado casos de la variante brasileña. En la vecina Bolivia, se subió el estatus de alerta por COVID-19 al máximo en más de 100 ciudades la semana pasada, pero aún no se ha anunciado ningún confinamiento.

Paralelamente al aumento de los casos en América Latina se da el aumento sin precedentes de la demanda de oxígeno medicinal, que ahora está en casi el triple de la tasa de producción y distribución en Manaos, y ha subido más del 700 por ciento en México desde el 20 de diciembre hasta el 20 de enero, según las autoridades locales. Tanto en México como en Perú, los especuladores de la pandemia han triplicado el precio de los cilindros de oxígeno.

Con una media escalonada de más de 1.000 muertes y 45.000 nuevos casos en Brasil desde hace ahora 18 días, la falta de oxígeno ya está amenazando a la ciudad más grande y rica de Brasil, San Pablo, que ha estado recibiendo pacientes de todo el país. El principal productor de oxígeno medicinal, White Martins, ha notificado a las autoridades locales de la ciudad que recuperará cilindros de oxígeno de 3.000 usuarios domésticos para evitar un colapso en la distribución a hospitales. De norte a sur en Brasil, nueve Estados tienen ocupado más del 80 por ciento de las UCIs dedicadas al COVID-19, mientras la capacidad de expansión es entorpecida por los hospitales que luchan por tratar a pacientes que evitaron o no pudieron encontrar atención médica durante la pandemia, lo que llevó a la aparición o el empeoramiento de otras enfermedades.

La nueva variante brasileña, llamada P.1 por la comunidad de expertos, comparte muchas características genéticas con la variante británica y especialmente con la sudafricana, que se cree que son más contagiosas que la cepa original de Wuhan. En el caso de la variante sudafricana, ensayos clínicos ya han encontrado una disminución dramática de la eficacia de dos de las nuevas vacunas, las de Novavax y Johnson & Johnson. La eficacia de la vacuna de Novavax se redujo del 89 por ciento en Reino Unido a solo el 50 por ciento en Sudáfrica, donde la nueva cepa ya es la dominante, mientras que la eficacia de la vacuna de Johnson & Johnson cayó del 72 por ciento en los EEUU a solo el 57 por ciento en Sudáfrica.

La variante P.1 se detectó originalmente en Japón, después de la secuenciación genética de muestras tomadas a portadores de SARS-CoV-2 que venían de Manaos. Las autoridades japonesas notificaron a sus homólogos extranjeros el 10 de enero, y para el 27 de enero, ocho países, incluidos Corea del Sur, los Estados Unidos y varios países europeos, ya habían registrado casos de la nueva variante. Investigadores brasileños han concluido que la nueva variante ahora representa por lo menos el 91 por ciento de los casos en Manaos, un 50 por ciento más que en diciembre.

El resurgir del COVID-19 en la región amazónica que conecta al Brasil con Perú es producto directo de las políticas homicidas de inmunidad colectiva que aplican las clases gobernantes en todo el mundo, y pone de relieve su rotundo fracaso. Manaos fue el escenario de algunas de las más aterradoras escenas en todo el mundo en la pandemia a mediados de 2020, cuando las imágenes de la excavación de cientos de tumbas frescas dieron la vuelta al mundo.

En septiembre, un estudio preliminar estimó que el 76 por ciento de la población de la ciudad ya había contraído el COVID-19. Las autoridades locales se jactaban de que la ciudad había logrado la "inmunidad colectiva", y utilizaron esto como excusa para reabrir las escuelas y enviar a 110.000 alumnos de nuevo a sus aulas —el 5 por ciento de la población de la ciudad. El estudio de Manaos fue aceptado para su publicación en la prestigiosa revista Science, pero apenas salió en enero, cuando la ciudad ya estaba experimentando un salto del 600 por ciento en muertes por COVID-19 desde diciembre.

El mismo número de Science del 15 de enero en el que salió el artículo sobre la tasa de contagio en Manaos, publicó una columna en la sección Perspectivas de comentarios de la revista escrito por los expertos británicos en sanidad Devi Sridhar y Deepti Gurdasani, que revisaba los datos de Manaos. Advirtieron tajantemente en su titular: "La inmunidad colectiva por contagio no es una opción".

Escribieron: "Lo que muestran definitivamente los hallazgos de Buss et al. es que aplicar la inmunidad colectiva a través del contagio ocurrido de manera natural no es una estrategia que pueda ser considerada. Lograr la inmunidad de grupo mediante el contagio será muy costoso en términos de mortalidad y morbilidad, con poca garantía de éxito". Concluía el artículo: "Incluso una estrategia de mitigación por la cual se permita al virus diseminarse por la población con el objetivo de mantener las altas justo por debajo del aforo de la atención sanitaria, como se hace con el virus de la gripe, es claramente equivocado para el SARS-CoV-2".

A la misma conclusión llegó casi en paralelo otro equipo de expertos brasileños que había publicado su trabajo en el Lancet el 27 de enero. Titulado "Resurgir del COVID-19 en Manaos, Brasil, a pesar de la alta seroprevalencia", el artículo también planteaba la posibilidad de que el repunte de Manaos pudiera estar relacionado con que las nuevas variantes hayan esquivado una inmunidad previamente adquirida. El artículo del Lancet también plantea el punto crucial de que la misma tasa de contagio —o "tasa de ataque", como la llaman los inmunólogos para diferenciarla de los contagios activos— se encontró en la capital amazónica peruana, Iquitos. En ese momento, la agencia de noticias española EFE publicó una noticia titulada "El caso extraño de la ciudad peruana donde el coronavirus ‘desapareció’", también planteando la perspectiva peligrosa e infundada de que se había alcanzado la "inmunidad colectiva" en la ciudad.

Lucas Ferrante, el principal autor de un artículo de Nature Medicine del 7 de agosto, titulado, "Las políticas brasileñas condenan al Amazonas a una segunda ola de COVID-19", le dijo al Intercept el 3 de febrero que la nueva cepa brasileña podría hacer de Manaos el epicentro de una mortal tercera ola mundial de la pandemia. Expresando con la mayor claridad la comprensión científica de la dinámica de la creación de nuevas variantes, dijo que la nueva variante fue "causada por la segunda ola" de la que su equipo había advertido en agosto. Concluía: "O se impone ya un confinamiento, o el gobernador Wilson Lima y el presidente Bolsonaro serán responsables del impacto de más contagios y muertes en la república y en el mundo".

Incluso en este momento, las autoridades de Manaus están negándose a cerrar servicios no esenciales. El lunes, Ferrante hacía hincapié en Estado de S. Paulo: "Es impensable volver a la enseñanza presencial en cualquier parte de Brasil ahora mismo, para evitar una mayor diseminación de la nueva variante. También recomendamos el cierre de fábricas en el Distrito Industrial de Manaos", añadiendo que esto puede realizarse "sin recortes salariales a los trabajadores".

De hecho, la ciudad ha venido siendo un objetivo central de la política de inmunidad colectiva de Bolsonaro. El presidente y sus hijos —especialmente Eduardo, el jefe de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara brasileña que fuera invitado especial en la Casa Blanca de Trump en el período previo al golpe del 6 de enero— celebraron la "liberación" de la ciudad a finales de diciembre, cuando las autoridades decidieron "reabrir la economía". Esto siguió a una protesta pequeña y en gran medida escenificada contra las restricciones por parte de un puñado de fieles seguidores de Bolsonaro. Esto tuvo el mismo carácter que las protestas escenificadas contra los confinamientos a las que asistieron milicias ultraderechistas en Michigan y en otros Estados estadounidenses.

La reapertura de Manaos fue el acto más descarado en los que se ha descrito recientemente por parte de académicos del derecho en la Universidad de San Pablo (USP) como una "estrategia institucionalizada para la propagación del virus" por parte de la administración de Bolsonaro. Un equipo legal coordinado por la experta en Salud Global y Ética de la USP, Deisy Ventura, en colaboración con el grupo de presión Conectas, pudo documentar una agenda de acciones adoptadas por la administración Bolsonaro, incluyendo decretos federales, la promoción de curas de charlatán y el socavar cualquier medida que restringiera la economía.

Esta agenda, junto con la difusión incontenida por el mundo de nuevas variantes mortales de SARS-CoV-2 dan fe de la unidad esencial de las clases gobernantes de todo el mundo en la promoción de la difusión del virus en nombre de la "inmunidad colectiva", a pesar del lenguaje algo más cuidado de algunos dirigentes europeos, la reciente administración Biden o los rivales locales de Bolsonaro en Brasil. Contra los requisitos científicos claros, un Estado tras otro está presionando por reabrir las escuelas, y el gobierno de San Pablo se jacta de "dirigir" el impulso del regreso a las escuelas al obligar a los alumnos a volver ante una huelga docente.

Manaos se erige en el Guernica pandémico de Bolsonaro. Igual que el bombardeo punitivo del pequeño pueblo español por parte de los fascistas en 1937 prefiguró los horrores de la Segunda Guerra Mundial, la política homicida aplicada en la capital amazónica expone la crueldad de las clases gobernantes y la carnicería pandémica que está siendo desatada en todo el mundo.

Los trabajadores de todo el mundo deben tomar en sus propias manos la lucha contra la inmunidad colectiva, organizando un cierre de los servicios no esenciales con plena compensación para los trabajadores y pequeños emprendedores arruinados para parar la difusión del virus hasta que haya vacunas efectivas disponibles en todo el mundo.

(Publicado originalmente en inglés el 9 de febrero de 2021)

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