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Frente a los brotes de COVID-19 y privatizaciones, los trabajadores petroleros paralizan refinerías en Brasil

La mortal combinación del empeoramiento de las condiciones laborales y la aceleración descontrolada de la pandemia de COVID-19 en Brasil ha provocado huelgas y paros laborales en las refinerías de Petrobras desde principios de marzo. El lunes, la huelga de cerca de 900 trabajadores petroleros en la Refinería Landulpho Alves (RLAM), en Bahía, llegó a su jornada 18. Se ha visto reforzada por un paro de sus compañeros de Petrobras en la Refinería Gabriel Passos (Regap), en Minas Gerais.

Ambas refinerías han sufrido graves brotes de COVID-19. En el RLAM, dos trabajadores petroleros murieron este mes luego de contagiarse con coronavirus: el técnico de operaciones Carlos Alberto, de 55 años, y el coordinador de turno, Wagner Plech, de 52 años. Además de estas muertes, más de 80 trabajadores dieron positivo al COVID-19 en la instalación, con ocho de ellos hospitalizados y tres ingresados en Unidades de Cuidados Intensivos.

Trabajadores en huelga en la Refinería Landulpho Alves (RLAM) en Bahía, Brasil (Twitter)

El brote de coronavirus en RLAM comenzó después de que la gerencia tomara medidas para evitar una huelga en febrero, cuando los trabajadores protestaban contra la venta de la refinería. “Los trabajadores informan que los casos de contaminación por el virus comenzaron a multiplicarse unos seis días después de la víspera de su huelga [programada para el 17 de febrero], cuando el gerente general del RLAM autorizó el ingreso a la instalación, sin ningún tipo de control de seguridad, de trabajadores contratados y subcontratados, colocando hasta tres equipos de operarios en las CCL [Casas de Control Local], donde dormían sobre colchones en el piso y en un ambiente cerrado”, informó el sindicato.

En Regap, la decisión de detener el trabajo se tomó después de que más de 200 trabajadores, incluidos los empleados contratados y subcontratados, dieran positivo al COVID-19 solo en marzo. Once de ellos tuvieron que ser hospitalizados por casos graves de COVID-19. Los casos en Regap se dispararon durante un “paro técnico”, un procedimiento periódico de revisión y mantenimiento de la estructura que requiere la presencia de hasta 2.000 trabajadores adicionales. El procedimiento se inició el 28 de febrero y se suponía que duraría unos 30 días.

El coronavirus también se está propagando sin control en las terminales y plataformas marítimas de Petrobras. Según un informe de Reuters, los trabajadores petroleros de la Cuenca de Campos en Río de Janeiro han presentado cargos en la Fiscalía Laboral exigiendo que Petrobras brinde aclaraciones sobre la propagación del coronavirus en las plataformas de petróleo y gas, luego de un aumento en los casos en marzo.

Considerados por el Gobierno como “esenciales”, los trabajadores petroleros están siendo obligados a trabajar en lugares con altas tasas de contagio para garantizar una alta producción de combustibles y derivados del petróleo y satisfacer la demanda de ganancias de Petrobras. Sometiendo a sus empleados a condiciones mortales, la compañía finalizó el 2020 con una ganancia neta de 7 mil millones de reales (US $1.270 millones).

Entre el inicio de la pandemia hasta mediados de febrero de 2021, ya habían muerto 60 trabajadores petroleros por COVID-19. Según el sitio web de la Federación de Trabajadores del Petróleo (FUP), “Más del 11 por ciento de los trabajadores de Petrobras ya se han contagiado. Esto es el doble del promedio nacional. Cada semana, más de 400 trabajadores se infectan y un promedio de 20 son hospitalizados”. Según la FUP, estas cifras están incompletas, porque “Petrobras insiste en no divulgar datos sobre trabajadores subcontratados”.

La propagación del COVID-19 en Brasil, que ha alcanzado el abrumador promedio de más de 2.000 muertes diarias, fue la gota que derramó el vaso para los trabajadores de Petrobras, quienes ya estaban al borde del agotamiento. En medio de un proceso de privatización en los últimos años, Petrobras ha reducido sustancialmente su fuerza laboral, obligando a los trabajadores a realizar turnos agotadores y exacerbando el riesgo de accidentes. Hoy día, en varias unidades, la mayoría de los trabajadores son subcontratados.

Este conjunto de condiciones ha llevado a una mayor movilización de los trabajadores. Además de la huelga en curso en las refinerías RLAM y Regap, se están produciendo frecuentes paros laborales en la Refinería de Manaus (Reman), en Amazonas, en la refinería Abreu & Lima y en la terminal de transporte de agua de Suape, en Pernambuco, así como en las instalaciones en Espírito Santo y São Paulo.

Aunque los sindicatos las presentan como “huelgas regionales”, con demandas específicas, estas movilizaciones expresan un pliego de demandas común de condiciones laborales seguras, más empleos y mejores salarios. También representan una continuación de la larga huelga que llevaron a cabo los trabajadores petroleros en 2020.

Al igual que con la huelga del año pasado, las recientes huelgas se han producido en medio de un aumento de los precios de los combustibles. A principios del mes, las protestas contra el aumento de los precios del combustible por parte de los camioneros, los repartidores y conductores de aplicaciones móviles estallaron en varias partes del país. Algunas de estas huelgas incluyeron manifestaciones fuera de las refinerías, señalando su poderosa unidad con los trabajadores petroleros.

La necesaria unificación de estos trabajadores, sin embargo, se enfrenta a la enconada resistencia de los sindicatos, que luchan por mantener a los trabajadores petroleros divididos entre sí, insistiendo en el carácter separado y particular de las luchas en cada refinería y, sobre todo, aisladas de la clase trabajadora en su conjunto.

A fin de responder a la política asesina de la clase dominante, que combina despidos masivos y recortes salariales con la exposición deliberada de los trabajadores al virus mortal, los trabajadores petroleros deben formar comités de base independientes de los sindicatos y unirse con sus hermanos y hermanas de clase y luchar por el cierre de todas las actividades económicas no esenciales, estableciendo el control de los trabajadores sobre los lugares de trabajo que continúen funcionando y exigiendo ingresos completos para todas las familias trabajadoras.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de marzo de 2021)

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