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La victoria electoral de la ultraderecha en Madrid: una advertencia a la clase trabajadora

El resultado de las elecciones regionales madrileñas del martes es una advertencia a la clase trabajadora española y mundial. Ochenta y cinco años desde que un golpe fascista provocara la Guerra Civil española en 1936, los defensores de ese golpe están ocupando cargos en Madrid.

La candidata del partido ultraderechista español Vox a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Rocío Monasterio, dando un discurso en la sede de Vox en Madrid, España, el martes 4 de mayo de 2021. (Foto AP/Manu Fernandez)

La campaña electoral fue un espectáculo degradante, marcado por la violencia fascista. La presidenta saliente del derechista Partido Popular (PP) Isabel Diaz Ayuso hizo campaña con la consigna "Comunismo o libertad", oponiéndose a los confinamientos por el COVID-19 como "comunistas" y pidiendo la defensa de la "libertad" terminando la distancia social y permitiendo los contagios masivos. Se alió con el partido ultraderechista Vox, que aclama públicamente el golpe de Franco.

Amenazas de muerte fascistas con balas tomadas del arsenal del Estado español fueron enviadas a políticos del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), partido de las grandes empresas, y al principal candidato regional en Madrid de Podemos, Pablo Iglesias.

Sin embargo, incluso después de que las políticas de la Unión Europea (UE) para el COVID-19 llevaran a más de 100.000 muertes en España, la alianza PP-Vox ganó el 54 por ciento de los votos. De manera significativa, el PP extendió su apoyo más allá de su base tradicional en los barrios más ricos del norte de Madrid. Salió primero en 175 de las 179 localidades de la comunidad, hasta en las barriadas obreras del sur de la ciudad —conocidas tradicionalmente como el "cinturón rojo" por votar al PSOE o sus aliados y por oponerse al franquismo.

Fue una debacle para el gobierno nacional del PSOE y Podemos, y personalmente para Iglesias, quien dice que se retira de la política. Es por encima de todo una advertencia. Al perseguir despiadadamente los intereses del capital español y europeo, incluso implementando las políticas de reapertura de la UE en medio de la pandemia, los partidos de la pseudoizquierda de la clase media pudiente como Podemos están fortaleciendo las fuerzas fascistas.

Un millón de personas han muerto por el COVID-19 en Europa, y el virus sigue circulando masivamente. Ayer España registró 7.960 nuevos contagios y 160 muertes, con 2.074 contagios y 19 muertes en Madrid. Aun así, el PSOE y Podemos están poniendo fin al "estado de alarma" en España, que le permitía implementar medidas como confinamientos, toques de queda y uso obligatorio de la mascarilla. Ayuso planea terminar los toques de queda, reabrir los restaurantes, las corridas de toros, casas de culto, casinos y otros establecimientos este fin de semana en Madrid.

Mientras la UE busca poner fin a la distancia social a pesar de la ola del virus, para estimular las ganancias de los bancos y las empresas, la élite gobernante está barajando darle más poder a la extrema derecha. En Francia, donde la neofascista Marine Le Pen amenaza con desbancar potencialmente a Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales del año que viene, mandos militares también están amenazando con un golpe. El neofascista italiano Matteo Salvini, admirador del dictador fascista italiano Benito Mussolini, le dijo entusiasmado al diario socialdemócrata El País: "Tengo muchas afinidades con el Partido Popular de Ayuso".

El jueves, el expresidente del gobierno, José María Aznar, del PP, le pidió al PP que formara una "unión de fuerzas" con Vox. Esto desmiente los intentos de Ayuso de hacerse pasar por mujer demócrata del pueblo, como su tuit: "¿Cinturón rojo, cinturón morado? ¡No! ¡Gente libre del siglo XXI! Autónomos, empresarios, jóvenes, adultos, hombres y mujeres que están sacando adelante sus familias y sus negocios. Ese es el sur de Madrid".

En realidad, Ayuso aplica una política sanitaria de "asesinato social" y está estrechamente vinculada a las fuerzas franquistas del ejército que están planificando un golpe. Ayuso provocó protestas el otoño pasado exigiendo una política de regreso a las escuelas a pesar de la amplia circulación del virus, diciendo: "Es probable que prácticamente todos los niños, de una u otra manera, se contagien de coronavirus". También se enfrenta a querellas legales contra la decisión de su gobierno de negar ingresos en hospitales a pacientes de residencias de mayores positivos de COVID-19, de los cuales 5.000 murieron.

Ayuso también defiende sus vínculos con Vox, afirmando que las críticas a sus alianzas fascistas demuestran que está "del lado correcto de la historia". Esto sucede después de las revelaciones en diciembre pasado de que políticos de Vox están hablando con generales retirados que proclamaron su lealtad al fascismo y que hicieron un llamamiento a asesinar a "26 millones" de españoles después de que huelgas y paros de trabajadores exigieran una política de confinamiento domiciliario contra el COVID-19 en marzo del 2020.

La responsabilidad de la victoria de Ayuso la tiene pura y exclusivamente Podemos, cuyas políticas reaccionarias enfurecen y confunden a la clase trabajadora. Como otros partidos pseudoizquierdistas de Europa, Podemos trabajó con los sindicatos para aislar las huelgas que pedían una política de confinamiento domiciliario la primavera pasada, incluso enviando a la policía a atacar a los obreros del acero en huelga. Obligados a conceder un confinamiento estricto la primavera pasada, Podemos a partir de entonces apenas implementó "confinamientos" parciales, manteniendo a los trabajadores en trabajos no esenciales y a los jóvenes en las escuelas a lo largo del año pasado, aunque el virus estaba infectando a millones de personas.

Es más, Iglesias personalmente dirigió la operación por restar importancia a las amenazas golpistas que hicieron Vox y los generales españoles retirados. Mientras estallaba la ira en las redes sociales cuando afloraban estas noticias en diciembre, el gobierno del PSOE-Podemos lo envió a la televisión pública para adormecer al público diciendo: "Lo que digan estos señores, a su edad y ya jubilados, en un chat y con unas copas de más, no plantea ninguna amenaza".

Su decisión de participar en las elecciones madrileñas, supuestamente para librar una lucha total por la "democracia contra el fascismo", fue una maniobra electoral cínica. Cuando los simpatizantes de Vox marchaban por el barrio obrero madrileño de Vallecas, su gobierno mandó a la policía antidisturbios para protegerlos y pidió a los vecinos de Vallecas que no hicieran contramanifestaciones. Iglesias no estaba dirigiendo la lucha por defender la democracia, sino defendiendo al Estado capitalista español y sus esbirros ultraderechistas desmovilizando a la clase trabajadora.

Estos antecedentes repugnantes llevaron a Podemos a la derrota, hasta contra Ayuso. Ante la perspectiva de "confinamientos" parciales interminables que no detuvieron las muertes masivas, los trabajadores quedaron indiferentes ante su retórica hueca. Con amplias capas de trabajadores y pequeños empresarios cobrando poco o ningún ingreso, terminó ganando la retórica mentirosa, anticomunista, de Ayuso sobre la "libertad" y el regreso a la normalidad.

Se podría añadir que condiciones similares, que podrían producir resultados electorales similares, existen en casi todos los países europeos.

Después de los más de 100.000 muertos en España y la llegada del PP y de Vox al poder en Madrid, una cosa está clara, sin embargo: la amenaza de muertes masivas por COVID-19 y del gobierno autoritario ultraderechista es muy real. Estas elecciones son una exposición devastadora de las perspectivas antimarxistas y los cimientos teóricos postmodernistas de Podemos y partidos similares "populistas de izquierdas" de otras partes del mundo.

En su panfleto de 2018 Por un populismo de izquierdas, la principal escritora académica de Podemos, Chantal Mouffe, denunció a los que "atribuyen un privilegio ontológico a la clase trabajadora, presentada como vehículo de la revolución socialista". Como Iglesias este año, rechazó la lucha por el socialismo y en cambio pidió luchar por la democracia. Sentó las bases de lo que en España era la alianza del partido de las grandes empresas, el PSOE, Podemos, y varios grupos feministas o nacionalistas de clase media, basados en la política identitaria:

"Lo que se necesita con urgencia es una estrategia populista de izquierda con el objeto de construir un 'pueblo', que combine la variedad de resistencias democráticas contra la postdemocracia para establecer una formación hegemónica más democrática. ... Sostengo que no hace falta una ruptura 'revolucionaria' con el régimen democrático liberal".

Las elecciones madrileñas son una exposición mordaz del papel reaccionario de Podemos. Hay que aprender urgentemente la lección de los años '30. Podemos está repitiendo en buena medida el papel que desempeñaron en los '30 los estalinistas y los socialdemócratas, que se aliaron con una capa de la burguesía española en un Frente Popular y descartaron las políticas revolucionarias en la guerra contra Franco. El resultado fue el aplastamiento de la revolución socialista y la victoria de Franco.

Hoy, la lucha contra las políticas de la "inmunidad colectiva" y la tendencia hacia el régimen autoritario requiere la organización independiente y la movilización política revolucionaria de la clase trabajadora. Mientras el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) plantea el llamamiento a construir la Alianza Obrera Internacional de Comités de Base, para movilizar a la clase trabajadora internacional de manera independiente de los sindicatos nacionales fracasados, la tarea crítica es construir secciones del CICI en España y en el mundo, como la oposición socialista revolucionaria a la pseudoizquierda.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 7 de mayo de 2021)

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