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Detrás de la subida de Tesla parte 1:El valor de mercado de Tesla y la especulación de Wall Street

El fabricante estadounidense de vehículos eléctricos Tesla se ha convertido rápidamente en un actor dominante en la industria automovilística, al menos según los mercados bursátiles. A pesar de que el precio de sus acciones ha caído recientemente bajo el impacto de los temores a la inflación y la volatilidad del Bitcoin, Tesla conserva una capitalización de mercado superior a los $559.000 millones en el momento de escribir este artículo, mayor que la de los tres siguientes fabricantes de automóviles juntos (Toyota, Volkswagen y Daimler). El primer trimestre de 2021 fue el más lucrativo de Tesla hasta la fecha, con un beneficio de $438 millones.

El precio de las acciones de Tesla está construido sobre dos pilares podridos: la manía especulativa que se apodera de Wall Street y la brutal explotación de la mano de obra de Tesla.

A pesar de la reciente rentabilidad de Tesla, la empresa produce muchos menos vehículos que sus competidores. La compañía japonesa Toyota, con una capitalización de mercado de $211.000 millones, vendió 9,5 millones de vehículos en 2020, seguida de la alemana Volkswagen ($148.000 millones, 9,3 millones de vehículos), Daimler ($94.000 millones, 2,8 millones de vehículos) y la estadounidense General Motors ($80.000 millones, 2,5 millones de vehículos). Así, los cuatro mayores competidores de Tesla representaron más de 24 millones de vehículos en 2020, lo que supone más de 48 veces que los 500.000 vehículos que vendió Tesla.

La asombrosa valoración de Tesla ha sido justificada por algunos analistas financieros señalando una expectativa de rápido crecimiento de su cuota de mercado en la próxima década. Los vehículos eléctricos se ven cada vez más como un campo para ganar grandes sumas de dinero, y los fabricantes de automóviles tradicionales se apresuraron el año pasado a anunciar su prevista transición para abandonar los vehículos con motor de combustión interna en la próxima década o dos. General Motors ha prometido que todas las ventas de vehículos serán eléctricas en 2035. Daimler, cuyo homónimo inventó uno de los primeros automóviles, ha detenido toda la investigación y el desarrollo de la tecnología de motores de combustión interna. Volkswagen, Ford y BMW, entre otros, han anunciado nuevas ofertas de vehículos eléctricos para el próximo año.

Este cambio se debe, en parte, a los avances tecnológicos, sobre todo a la reducción de costes de las baterías de iones de litio, junto con el ahorro que se espera de las muchas menos piezas que requiere la producción de vehículos eléctricos. En algunos mercados, los vehículos eléctricos ligeros para pasajeros han alcanzado la paridad de costes con sus competidores de gasolina y diésel en términos de coste total de propiedad y se espera que alcancen la paridad en términos de coste de compra inicial en algún momento de esta década.

La compra de vehículos eléctricos se está fomentando cada vez más mediante normas de emisiones más estrictas y subvenciones fiscales en la Unión Europea, China y Estados Unidos. La previsión de los especuladores de Wall Street de un mayor apoyo estatal a los vehículos eléctricos es una causa parcial de la subida del valor de las acciones de fabricantes de vehículos eléctricos como Tesla (y, en menor medida, del fabricante chino BYD).

Por sí sola, la creciente promoción de los vehículos eléctricos es inadecuada para abordar el cambio climático global. Los principales gobiernos capitalistas, desgarrados por divisiones y conflictos nacionalistas, son completamente incapaces de desarrollar la solución internacional coordinada necesaria para reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero y evitar una catástrofe medioambiental.

En última instancia, el apoyo estatal a la producción de vehículos eléctricos no está impulsado por preocupaciones altruistas sobre el impacto del cambio climático y la contaminación, sino por la determinación de las potencias capitalistas que compiten entre sí para dominar la próxima fase de la industria del automóvil y fomentar el desarrollo de sus propios "campeones" de fabricación.

La subida de las acciones de Tesla y la riqueza de Elon Musk

El precio de las acciones de Tesla ha experimentado una subida asombrosa desde el inicio de la pandemia del coronavirus, desde un mínimo de unos $85 por acción durante el fondo del desplome del mercado en marzo de 2020, hasta un máximo de $880 por acción en enero de este año, antes de caer más recientemente a unos $560, lo que supone, sin embargo, un aumento del 650%. A modo de comparación, desde el 20 de marzo de 2020, el Promedio Industrial Dow Jones ha subido un 170 por ciento, de 19.173 a 33.819.

Lo que ha impulsado tanto la subida de las acciones de Tesla como la más "modesta" de los precios de otras acciones ha sido la manía especulativa que se apodera de Wall Street, alimentada por los billones de dinero de rescate de la Ley CARES y las acciones de la Reserva Federal para apuntalar los mercados, incluido el mantenimiento de los tipos de interés ultrabajos y la compra directa de bonos corporativos.

La valoración disparada de la empresa ha provocado una carrera alocada de inversores en busca del "próximo Tesla", inflando el precio de las acciones de una serie de empresas emergentes de vehículos eléctricos y otras relacionadas. Muchas de ellas ni siquiera han fabricado un producto, pero han utilizado el mecanismo de las "sociedades de adquisición con fines especiales" (SPAC), también conocidas como "sociedades de cheques en blanco", para salir a bolsa y recaudar cientos de millones, o miles de millones, de financiación. El carácter a menudo dudoso de estas empresas es cada vez más difícil de ocultar, sobre todo porque se convierten en objetivo de los vendedores en corto que apuestan por su eventual colapso, como en el caso de Lordstown Motors.

Tesla ha anunciado planes para aumentar su oferta y capacidad productiva, con planes para empezar a producir su camión eléctrico Tesla Semi de gran tonelaje en algún momento de este año, y ha dicho que empezará a producir su camioneta eléctrica Cybertruck en sus nuevas instalaciones de Austin, Texas, en algún momento no especificado del futuro. También se está construyendo una nueva "Gigafábrica" cerca de Berlín, en Alemania, cuya apertura está prevista para finales de 2021.

Sin embargo, estos aumentos previstos en la cuota de mercado de los vehículos eléctricos sólo explican parcialmente la enorme capitalización de mercado y la rentabilidad de Tesla.

La propia Tesla está participando en una actividad financiera especulativa a gran escala, con la compra de $1.500 millones en la criptomoneda Bitcoin, que no tiene prácticamente ningún valor aparte de ser un activo especulativo. Estas participaciones en Bitcoin representaron el 23 por ciento de los beneficios de Tesla en el primer trimestre de 2021, es decir, $101 millones. El 12 de mayo, el CEO de Tesla, Elon Musk, anunció que la compañía ya no aceptaría Bitcoin como forma de pago, nominalmente debido a la horrenda cantidad de energía requerida para el proceso computacionalmente intensivo de "minería de Bitcoin."

Musk ha utilizado su plataforma de medios sociales para manipular el valor de criptodivisas como Dogecoin, que a su vez fue creada como una broma. En diciembre de 2020, el valor de Dogecoin subió un 20 por ciento después de un respaldo en Twitter de Musk. Desde entonces, la criptodivisa se ha desplomado alrededor de un 25 por ciento después de que Musk se refiriera a ella como un "chanchullo".

Musk, que tiene 52,5 millones de seguidores en Twitter, ha recibido repetidos tirones de orejas por parte de los reguladores financieros, incluida la Comisión de Valores de EE.UU., por sus publicaciones en las redes sociales, en las que de forma regular e ilegal hace afirmaciones y promesas engañosas sobre las finanzas y el rendimiento actual y futuro de la empresa. Sin embargo, en el momento de escribir este artículo, Musk es el tercer hombre más rico del mundo, con un patrimonio neto de unos $147.000 millones, lo que, en Estados Unidos, le sitúa por encima de la ley.

Esta anarquía se puso de manifiesto en mayo de 2020, cuando Musk, denunciando los protocolos básicos de contención de la COVID-19, como el cierre de negocios no esenciales, como "fascista", desafió las órdenes de salud pública y reabrió la fábrica de Tesla en Fremont. Ya en abril de 2020, Musk promovía la política de asesinato en masa de la "inmunidad colectiva” (de rebaño") y pregonaba las desacreditadas teorías conspirativas de que la tasa de mortalidad por el virus era muy baja. Haciéndose eco de la retórica de Donald Trump, poco antes de anunciar su plan de reapertura homicida, Musk tuiteó "LIBEREN A AMÉRICA AHORA".

La reapertura de Musk fue recibida con todo el apoyo del propio presidente fascistizante Trump, que tuiteó antes de la reapertura de Tesla que "California debería dejar que Tesla y @elonmusk abran la planta, AHORA". Para no quedarse atrás en la demostración de su lealtad al milmillonario, el establishment del Partido Demócrata de California se inclinó por permitir la reapertura de Musk, con el gobernador Gavin Newsom expresando su "gran reverencia" por Musk.

Esta campaña para restar importancia al virus y reabrir la fábrica sin tener en cuenta los peligros muy reales a los que se enfrentan sus trabajadores está estrechamente ligada a la insaciable búsqueda de dinero de Musk. El 6 de mayo de 2020, sólo cinco días antes de reabrir la planta de Fremont, Musk cumplió un hito establecido por los patrocinadores de la compañía, recibiendo 1,69 millones de opciones sobre acciones de Tesla a cambio de mantener el valor medio de mercado de la empresa en $100.400 millones, apenas por encima de los $100.000 millones previstos para los seis meses anteriores. En ese momento, las opciones estaban valoradas en unos $730 millones.

En otras palabras, si Musk hubiera mantenido la fábrica cerrada de acuerdo con la práctica básica de salud pública, el valor de mercado de Tesla probablemente habría caído por debajo de esa marca de $100.000 millones, lo que le habría costado casi tres cuartos de $1 mil millones en ese momento, presumiblemente unas siete veces más ahora, ya que la valoración de la empresa se ha multiplicado casi por siete.

El Departamento de Salud Pública del Condado de Alameda admitió en mayo de 2021 que la reapertura provocó cientos de infecciones documentadas en las instalaciones de Tesla en Fremont solo en 2020, pero no proporcionó información sobre la gravedad de los casos ni el número de fallecidos.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de mayo de 2021)

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