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Perspectiva

Mientras Gobiernos europeos exigen que población “viva con” aumento de contagios por COVID-19, los trabajadores necesitan adoptar una estrategia socialista

La pandemia en Europa ya se cobró más de 1,1 millones de vidas y contagió a 50 millones de personas. Se espera que estas cifras empeorarán drásticamente debido a una nueva ola de contagios por COVID-19 en el continente.

La desenfrenada propagación del virus en Reino Unido presagia los eventos para el resto del continente. Han aparecido sombrías predicciones de que millones contraerán el virus en las próximas semanas, donde la variante Delta más infecciosa ya constituye casi todos los casos.

Conferencia de prensa en 2020 cuando la OMS declaró que la pandemia era una Emergencia de Salud Pública de Relevancia Internacional (crédito: Fabrice Coffrini)

Hasta el 3 de mayo, los casos diarios en Reino Unido habían caído a 1.597 y las muertes se habían reducido a dígitos únicos. Pero, la imprudente reapertura de casi toda la economía por parte del Gobierno conservador del primer ministro Boris Johnson el 17 de mayo permitió que el virus se propagara entre aquellos sin vacunas, particularmente los niños y los jóvenes, lo que propició un aumento en contagios diarios a 10.000 para el 18 de junio, 20.000 para el 29 de junio y 30.000 para el 7 de julio.

La política de “inmunidad colectiva” (de rebaño) de Reino Unido fue denunciada esta semana por el Dr. Mike Ryan, el titular de los programas de emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y por 122 científicos y doctores que escribieron una carta publicada en el Lancet, una de las revistas médicas más prominentes del mundo. Ryan afirmó: “…la lógica de que es mejor que se contagie la mayor cantidad de personas, considero que es una lógica que ya demostró su vacío moral y su estupidez epidemiológica”.

Oponiéndose a la propaganda de que las vacunaciones han “roto el vínculo entre los contagios y la mortalidad”, la carta del Lancet describió el levantamiento de las medidas anti-COVID el 19 de julio como “un experimento peligroso y antiético”. Luego, exigió que toda la población se vacune completamente, declarando, “El vínculo entre los contagios y las muertes quizás se debilitó, pero no se ha roto, y los contagios aún pueden causar una morbilidad importante tanto en forma de enfermedades graves como de largo plazo”.

Sin embargo, la inmunidad colectiva es la política de todos los Gobiernos europeos. En octubre pasado, Johnson insistió entre bastidores que no podía haber más confinamientos, afirmando, “Dejen que los cuerpos se apilen en los miles”. Pero este es ahora el lema no declarado de la élite gobernante en todas partes. A eso se refiere el presidente francés Emmanuel Macron y su calaña cuando dicen que todos deben “aprender a vivir con el virus”.

En todo el continente, el distanciamiento social y todas las otras medidas de seguridad están siendo abandonadas en lo que el Daily Mail británico celebró como una “hoguera de controles contra el coronavirus”, cuyo objetivo es liberar las operaciones de las grandes empresas. El impacto será devastador.

Se están registrando casi 100.000 contagios diarios en Europa. Durante la última semana, hubo 570.251 infecciones, un aumento de 40 por ciento comparado a la semana anterior. Casi 1.000 personas están muriendo a diario.

En Europa, los contagios también están siendo impulsados por la variante más transmisible Delta. El director regional de la OMS en Europa, Hans Kluge, predijo que la variante Delta dominará toda Europa en cuestión de semanas.

Si es diferente del todo, el aumento en contagios y muertes será aún más meteórico fuera de Reino Unido. Casi 70 por ciento de la población británica ha recibido al menos una dosis y más del 51 por ciento ya recibió las dos dosis requeridas. Por el contrario, el 63 por ciento de la población europea no ha recibido la primera dosis. La mitad de los adultos mayores y el 40 por ciento de los trabajadores de la salud siguen sin recibir vacunas.

La grave situación que amenaza a millones de personas no vacunadas se ha manifestado en Rusia. Si bien los casos diarios son aproximadamente una tercera parte de los de Reino Unido, las muertes han superado 700 en los últimos cuatro días dado que solo el 13 por ciento de la población está completamente vacunada.

En la primera semana del mes, los contagios se dispararon 10 por ciento en los 53 países que conforman la región europea de la OMS. Este salto es peor en los países donde los Gobiernos han permitido que el turismo se reanude. Según el Financial Times, la variante Delta representa el 30 por ciento de todos los casos en España y “está en camino a convertirse en la variante dominante alrededor del 17 de julio”. España reportó 32.607 nuevos casos el lunes y ya registró más casos de coronavirus este año que en todo 2020, golpeando mayormente a los jóvenes. En Portugal, donde la variante Delta ya abarca el 70 por ciento de los casos, se está registrando el mayor número de contagios desde febrero.

Grecia ha visto un aumento de 200 por ciento en casos en tan solo la última semana.

Todos los Gobiernos europeos conocen los peligros de otra ola pandémica, pero no están coordinando ninguna respuesta para combatirla. Su única preocupación es reabrir las economías en todo el continente para que las ganancias sigan fluyendo a los cofres de las corporaciones y los bancos.

Los eventos superpropagadores masivos no solo son promovidos, sino celebrados como pruebas de un “regreso a la normalidad”. El atrasado campeonato de futbol de la Euro 2020 registró 1,4 millones de espectadores, con 24 equipos nacionales que jugaron en 11 ciudades diferentes de toda Europa. Eclipsando a los 66.000 espectadores en el estadio Wembley de Londres para la semifinal entre Inglaterra y Dinamarca, los centros de las ciudades se convirtieron en “zonas de fanáticos”, junto a tabernas y bares repletos.

La política de la clase gobernante significa la continuación de la pandemia y, junto a esto, muertes masivas y devastación social. La única fuerza social capaz de detener esta guerra contra la sociedad es la clase obrera internacional.

Al principio de la pandemia, fue la iniciativa de los trabajadores que realizaron paros en plantas importantes automotrices, de maquinaria y procesamiento de comida, en Italia y el resto de Europa, que obligó a los Gobiernos a imponer los cierres iniciales y aplicar planes de suspensiones de trabajo para aplacar la oposición social.

Hoy día, este repliegue forzado de la clase gobernante se ha finalizado. Está en marcha un impulso sistemático para minimizar los peligros que enfrenta la clase obrera, que incluye a los medios de comunicación masiva y la asistencia ávida de los sindicatos y los partidos socialdemócratas.

Sin embargo, no solo existe aún una gran oposición entre los trabajadores europeos, sino que puede estallar en la medida en que la ofensiva de la clase gobernante para destruir los empleos, los salarios y los servicios sociales y reclamar el costo de los rescates de varios billones de euros a las grandes empresas lleve las tensiones sociales y políticas a un punto de inflexión. Esto ya ha provocado un estallido de oposición obrera a nivel internacional, incluyendo protestas masivas en América Latina y las huelgas en Warrior Met Coal, Frito-Lay y Volvo Trucks en EE.UU., todos en desafío a los esfuerzos de la burocracia sindical para imponer contratos entreguistas. Esta semana, los trabajadores de Volvo en Gante, Bélgica, emprendieron una huelga salvaje contra una traición similar de su sindicato.

Todo depende ahora de que la clase obrera adopte un nuevo eje de lucha y construya la conducción necesaria para esto.

En septiembre del año pasado, las secciones europeas del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) el Sozialistische Gleichheitspartei (Alemania), el Socialist Equality Party (Reino Unido), el Parti d’égalité socialista (Francia) y su sección de simpatizantes en Turquía, Sosyalist Eşitlik, hicieron un llamado a una movilización continental de la clase obrera contra la agenda asesina de la clase gobernante. La declaración de las secciones europeas concluyó: “La tarea que ahora plantea la creciente movilización y radicalización política de la clase obrera en Europa es la lucha por tomar control de los recursos robados por la clase gobernante en los años de rescates obscenos, derrocar los Gobiernos de la Unión Europea, derrocar el sistema capitalista y reemplazar la reaccionaria UE con los Estados Unidos Socialistas de Europa”.

Esto exige la formación de comités de base en los lugares de trabajo que operen independientemente de los nacionalistas y procapitalistas sindicatos. Las secciones del CICI han estado trabajando para movilizar a sectores clave de trabajadores en la educación, el transporte, entre otros, y promoviendo acciones a través de las fronteras que unan a todos los trabajadores que están entrando en lucha, como las huelgas de los trabajadores de Volvo en EE.UU. y Bélgica.

La clase obrera necesita avanzar una contraofensiva común. Quítenles a los capitalistas y sus representantes políticos el control; anulen los rescates multibillonarios a las grandes empresas y redirijan los recursos financieros e industriales a combatir la pandemia y garantizar la seguridad de la población, protegiendo los trabajos y los servicios esenciales de su destrucción. Ante todo, construyan secciones del CICI en todos los países para librar la lucha necesaria por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 9 de julio de 2021)

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