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Escuelas reabrirán en Brasil en medio de muertes infantiles récord por COVID-19

El regreso a las aulas en Brasil, 2021 (Wikimedia Commons)

La semana pasada, un informe de noticias de UOL reveló que el COVID-19 se convirtió en la principal causa de muerte entre los jóvenes de 10 a 19 años en Brasil. Solo en los primeros seis meses de 2021, 1.581 jóvenes de este grupo de edad murieron por COVID-19. En contraste, 1.406 murieron de cáncer en todo el año de 2019.

El número de muertes de niños más pequeños también es alarmante, con datos del Ministerio de Salud que muestran que 1.187 niños menores de 10 años murieron por COVID-19 en 2020. Sin embargo, los datos de Vital Strategies, que incluye el aumento en las muertes por síndrome respiratorio agudo severo (SARS), apunta a 3.129 vidas perdidas.

El epidemiólogo y profesor de la Universidad Federal de Sergipe Paulo Martins-Filho dijo que “este aumento en el número de hospitalizaciones y muertes por COVID-19, observado particularmente desde febrero y marzo, refleja la alta tasa de transmisión comunitaria y la circulación de variantes de preocupación en el territorio nacional”. Añadió que “para los niños, la pandemia también se asoció con profundos cambios educativos, sociales y psicológicos, inseguridad alimentaria ... que puede resultar en la muerte en las regiones más pobres”. Concluyó que “la enfermedad se convirtió en una nueva causa de muerte entre los niños de las comunidades pobres, como se observa en las regiones norte y nordeste de Brasil”.

En una entrevista con CNN Brasil, Ana Escobar, pediatra de la Universidad de São Paulo, dijo que la variante Gamma, que se originó y se convirtió en la variante dominante en Brasil en los primeros meses del año, fue una causa directa de la propagación de la enfermedad mortal entre gente joven. Explicó que es capaz de ingresar más fácilmente en las células del cuerpo, al tiempo que advierte del potencial de un nuevo aumento de muertes que no esquivará a los niños y adolescentes: “la variante Delta, que ya está en el país, es aún más efectiva en eso”.

En Brasil, la pandemia de COVID-19 sigue causando más de mil muertes cada día, mientras que el promedio móvil vuelve a subir, registrando 45.094 casos diarios. El domingo, se suspendieron la entrega de las primeras dosis en ocho capitales estatales, a la espera de la entrega de nuevos lotes de vacunas por parte del Gobierno federal.

Mientras tanto, los gobernadores estatales, incluidos los del Partido de los Trabajadores (PT) y el maoísta Partido Comunista de Brasil (PCdoB), están mostrando su apoyo a los intereses de lucro de la clase dominante promocionando la vacunación de pequeños porcentajes de la población mientras reabren escuelas y toda la economía.

El gobernador de Maranhão, Flávio Dino del PCdoB, anunció la semana pasada el inicio de las clases presenciales el 2 de agosto, junto con la reapertura total de teatros, iglesias, comercios y eventos masivos. Justificó sus medidas afirmando que “Tenemos las órdenes de uso de mascarillas y de distanciamiento social. Esto es tan crítico como la vacuna. Desde esta premisa ... estamos flexibilizando las actividades económicas”. Mientras tanto, el gobernador Rui Costa del PT siguió la misma línea, mientras amenazaba a los maestros del estado de Bahía con recortarles el salario si se negaban a ingresar en las escuelas.

Las reaperturas que están llevando a cabo el PT y el PCdoB muestran que estas organizaciones defienden los intereses capitalistas tan agresivamente como sus contrapartes abiertamente de derecha, promoviendo el regreso de los niños a escuelas inseguras y de sus padres a fábricas y lugares de trabajo inseguros. Actúan en tándem con la campaña abierta del presidente fascistizante de Brasil, Jair Bolsonaro, contra los confinamientos y a favor de la propagación del COVID-19 entre la población.

Hasta ahora, 12 estados ya han reabierto las escuelas públicas, mientras que se espera que la mayoría reabran en agosto. Algunas capitales, como Río de Janeiro, planean reabrir sus escuelas municipales en septiembre, mientras que las escuelas privadas ya están abiertas en 22 estados.

En São Paulo, donde hay 3,6 millones de estudiantes matriculados en el sistema escolar estatal, el gobernador João Doria del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) anunció planes el 16 de junio para aumentar la capacidad máxima en las escuelas del 35 por ciento al 100 por ciento. El miércoles, el gobernador afirmó que “las cosas están volviendo a la normalidad” y anunció el fin de todas las restricciones en los horarios y aforo de todas las actividades económicas el 17 de agosto, dos días después del inicio de la entrega de primeras dosis para los jóvenes de 18 años.

Con este anuncio, Doria pretende promover la entrega de una dosis para el 56 por ciento de la población del estado como una “inmunización” exitosa, usando como pretexto la caída en las tasas de hospitalización y muertes. El impulso para reabrir la economía a toda costa ignora la necesidad de completar las segundas dosis para toda la población. Solo el 19 por ciento está completamente inmunizado a nivel nacional, sin mencionar la necesidad de inmunizar a todos los jóvenes menores de 18 años.

Sin embargo, después de meses en que los padres y maestros se han opuesto a permitir que sus hijos ingresen a escuelas abarrotadas y en medio de protestas masivas en curso contra la respuesta criminal de Bolsonaro a la pandemia, Doria teme que su campaña de un año para reanudar las clases presenciales provoque un aumento de oposición no solo a la reapertura de escuelas sino a toda la élite política y su política pandémica. El gobernador anunció que a cada escuela se le permitirá decidir su capacidad máxima y declaró que las actividades presenciales seguirán siendo opcionales para los padres.

Si los gobernadores pueden presionar por la reapertura de las escuelas es porque cuentan con los sindicatos, que han aislado y reprimido las luchas de los maestros a cada paso.

Durante el mes de marzo, justo cuando comenzaba la segunda oleada de COVID-19, el sindicato de maestros del estado de São Paulo APEOESP y el sindicato de maestros municipales SINPEEM de la capital del estado se negaron a realizar un paro conjunto contra las reaperturas de escuelas, ni mucho menos a convocar a un paro nacional, en medio de protestas de profesores y otros sectores de la clase trabajadora en todo el país.

Ambos sindicatos están afiliados a la Confederación Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) controlada por el PT, que publicó un artículo el jueves en el que informaba de un estudio que mostraba que “las mascarillas mal usadas podrían elevar los casos de COVID-19 en un 1.000 por ciento”. En lugar de luchar contra la reapertura de las escuelas, los sindicatos ya están echándole la culpa de un aumento futuro en los casos de COVID-19 a los propios estudiantes.

El lunes, encubriendo los esfuerzos del gobernador Doria, el APEOESP publicó una supuesta defensa contra las actividades presenciales que en realidad sigue la línea del gobernador. Afirma que, “Para que se produzca el regreso a las escuelas, es necesario que todos los trabajadores de la educación hayan recibido su segunda dosis de la vacuna”. El sindicato deja sin mencionar los peligros de permitir que millones de niños ingresen a escuelas abarrotadas, que podrían convertirse en lugares de gran difusión.

En un artículo en Folha de S ã o Paulo, la legisladora estatal y presidenta de APEOESP, Maria Izabel Azevedo Noronha, sostuvo como ejemplar el hecho de que, “en Alemania, a los estudiantes se les hacen pruebas una vez a la semana y las aulas están limitadas a 15 estudiantes, con un mínimo de 2 metros distancia”. Continúa mencionando que Reino Unido, los Estados Unidos y Francia son otros ejemplos a seguir para las clases presenciales durante la pandemia.

El APEOESP está encubriendo el hecho de que la política pandémica del Gobierno británico, que incluye clases presenciales, provocó que la variante Delta se extendiera por todo el país, y que los niños representan actualmente el ocho por ciento de todas las hospitalizaciones.

Al permitir clases presenciales en agosto mientras menos de una cuarta parte de la población brasileña está vacunada, el sindicato de maestros da crédito a la mentira de que los niños no transmiten la enfermedad, algo que no solo fue promovido por los grandes medios de comunicación, los gobernadores, el Gobierno, el movimiento Escolas Abertas financiado por las empresas en Brasil, sino que también fue repetido por el presidente Biden en los EE.UU.

Los resultados mortales de tal política ya se están viendo en los estados que reabrieron las escuelas. En Rio Grande do Sul, donde las escuelas reabrieron en mayo, los datos recopilados hasta el 12 de julio muestran que solo en el sistema escolar estatal hubo 3.696 casos entre estudiantes, maestros y personal, de los cuales la mitad eran estudiantes. Solo 186.000 estudiantes están participando en actividades presenciales o el 20 por ciento, lo que muestra que una reapertura completa sería un factor importante en una tercera ola catastrófica.

Los trabajadores deben oponerse a la “nueva normalidad” que promueve la clase dominante, en la que ellos y sus hijos continúan ponen en riesgo sus vidas en lugares de trabajo y escuelas abarrotados.

Así como el virus desarrolló nuevas variantes cuando los Gobiernos levantaron los confinamientos y las restricciones, continuará desarrollando variantes nuevas y aún más mortales, sobre todo en regiones con bajas tasas de vacunación.

La lucha de los maestros contra la reapertura de las escuelas solo fue derrotada porque los sindicatos pudieron reprimir una lucha unificada en todo Brasil e internacionalmente.

La continuación aprobada de la huelga de los maestros estatales en el estado de Sergipe y las reuniones actuales entre el gobernador del PT, Rui Costa, y el sindicato en Bahía, se basan en la misma propuesta podrida de aceptar una reapertura completa a cambio de una segunda dosis para los maestros. Al igual que en São Paulo, los sindicatos SINTESE y APLB están maniobrando para abandonar la lucha de los maestros, manteniendo su lucha aislada.

Asimismo, a pesar de que los medios de comunicación y el Gobierno intentan promover la campaña nacional para inmunizar a la población brasileña como la solución definitiva a la pandemia, la propagación de la variante Gamma en toda la región ha demostrado que solo una respuesta internacional a la pandemia podrá detenerlo.

El Primero de Mayo, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) lanzó la Alianza Obrera Internacional de los Comités de Base (AOI-CB) para dar una expresión unificada y organizada a las luchas de los trabajadores.

Dar fin a las muertes masivas y prevenir que aparezcan nuevas variantes, potencialmente aún más transmisibles y mortales, exige frenar todos los sectores no esenciales de la economía a través de la movilización masiva de maestros y todos los demás sectores de la clase trabajadora. Solo a través de una lucha unificada de la clase obrera internacional se podrán orientar los recursos de la sociedad a garantizar la seguridad de todos los trabajadores, con estrictos protocolos de higiene y equipos de seguridad personal en los lugares de trabajo esenciales. En el caso de los docentes y sus alumnos, se debe proporcionar a todos computadoras e internet de alta velocidad para garantizar una educación a distancia de alta calidad.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de julio de 2021)

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