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Perspectiva

La pandemia más mortífera en EE.UU.: el COVID-19 eclipsa la gripe española

Este mes, el COVID-19 oficialmente se convirtió en el brote infeccioso más mortífero en la historia estadounidense, eclipsando la pandemia de la gripe española de 1918 que se cobró la vida de 675.000 estadounidenses a lo largo de dos años.

Este sombrío hito se produce cuando las muertes diarias se disparan por todo EE.UU. El miércoles, se registró la cifra impactante de 2.228 decesos de estadounidenses por COVID-19 después de que 2.152 fallecieran el martes. Para cuando se publique este artículo, la cifra total de muertes en EE.UU. habrá alcanzado 700.000 según Worldometers.info.

Visitantes entre banderillas blancas que son parte de la instalación de arte temporal “En EE.UU.: Recuerda” de larartista Suzanne Brennan Firstenberg para conmemorar a los estadounidenses que fallecieron por COVID-19 en el National Mall en Washington, 21 de septiembre de 2021 (AP Photo/Patrick Semansky)

La cifra oficial de muertes en EE.UU. es la más alta en el mundo. El país compone tan solo 4,2 por ciento de la población global pero representa el 14 por ciento de los casi 4,7 millones de decesos en todo el mundo, según las cifras oficiales.

El coste oculto de la pandemia sigue siendo mucho mayor que el reportado. Un estudio de enero d este año concluyó que el 35 por ciento de las muertes por COVID-19 no ha sido contado, lo que significa que la verdadera cifra de muertes en EEE.UU. supera el millón, una cifra consistente con un reciente estudio del Instituto de Métricas y Evaluación de Salud (IHME, por sus siglas en inglés).

Más de 9,1 millones de años de vida se han perdido por la pandemia de COVID-19 en EE.UU., según un estudio publicado esta semana en Annals of Internal Medicine. “Nuestros resultados demuestran que el COVID-19 no ha sido solo una pandemia para los viejos y los vulnerables, sino también para grupos más jóvenes y sanos”, indican los autores del estudio.

El catastrófico impacto de la gripe española, como el de la pandemia de COVID-19, fue el producto de la decisión consciente de la clase gobernante de subordinar la preservación de la vida humana a las ganancias.

La gripe española se originó en el estado de Kansas, pero se propagó por todo el mundo, infectando a una tercera parte de la población mundial. Se extendió en las trincheras de la Primera Guerra Mundial cuya falta de higiene y atención médicas eran notorias.

El propio nombre de la enfermedad, la “gripe española” reflejó los esfuerzos de las élites de EE.UU. y Europa de suprimir el conocimiento popular de la existencia de la enfermedad. La censura durante la guerra prohibía reportar seria y honestamente sobre la enfermedad pero la prensa en España sí reportó su propagación, lo que condujo al nombre incorrecto.

El presidente estadounidense Woodrow Wilson, quien estaba muy consciente de la naturaleza mortífera de la gripe, nunca pronunció ni una sola declaración pública sobre la epidemia. El historiador John M. Barry, autor de The Great Influenza, señaló: “En términos de gestionar una respuesta federal a la pandemia, no hubo ningún liderazgo ni guía del todo desde la Casa Blanca. Wilson quería que la concentración se mantuviera en la campaña de guerra. Se consideraba que cualquier cosa negativa dañaría la moral y dañaría la campaña de guerra”.

La gran pandemia de la gripe de 1918 estuvo íntimamente vinculada a la guerra, que llevó a legiones de tropas a cruzar océanos juntos para librar una guerra de conquista imperialista. Y a pesar de las cifras catastróficas de bajas por las balas, los obuses y las minas, el virus de la gripe se cobró aún más vidas.

Más de 100 años después de la pandemia de la gripe española, la sociedad humana se encuentra objetivamente mejor preparada para frenar y erradicar el COVID-19. En tan solo 10 meses, se desarrollaron vacunas altamente efectivas contra el COVID-19. Las revoluciones en las telecomunicaciones han hecho posible obtener un conocimiento detallado sobre las andanzas y contactos de las personas infectadas. La capacidad de tratar a pacientes con terapias efectivas y seguras está rápidamente disponible.

Sin embargo, las relaciones sociales del capitalismo han prevenido el uso racional de estas herramientas para salvar vidas y poner fin a la pandemia. Incluso en medio de un aumento masivo de muertes de COVID-19, la clase gobernante está intensificando sus esfuerzos para reabrir escuelas y lugares de trabajo, causando lo que los expertos advierten que será un recrudecimiento masivo de la pandemia.

En vez de utilizar estas herramientas para erradicar la pandemia, el capitalismo ha “normalizado” las muertes masivas.

Como escribió el World Socialist Web Site en diciembre de 2020:

La normalización de las muertes resulta de la decisión arraigada en intereses de clases de tratar la “salud de la economía” y la “vida humana” como fenómenos comparables, priorizando el primero sobre el segundo. No bien se acepta la legitimidad de la comparación y la priorización —como lo ha hecho toda la élite política, los oligarcas y la prensa— las muertes masivas son vistas como inevitables.

El hecho de que miles de personas están falleciendo a diario apenas se reporta en las noticias vespertinas y los principales medios de comunicación. Estas muertes, lejos de ser vistas como un derroche innecesario de vida humana, son tratadas como parte de la vida cotidiana.

Esto se debe a que toda la élite política estadounidense ha rechazado la respuesta socialmente necesaria y científicamente fundamentada al COVID-19: su erradicación total. La clase gobernante estadounidense ha exigido que la población “viva” con el virus.

¡La clase obrera debe rechazar y oponerse a una política de muertes masivas! Debe luchar por una estrategia de erradicación, basada en las políticas avanzadas por los más destacados epidemiólogos, virólogos y otros científicos. La pandemia necesita acabarse, pero esto exige la implementación globalmente coordinada de todas las armas en el arsenal de las medadas para combatir el COVID-19 para sofocar el virus de una vez y por todas: el cierre de las escuelas y la producción no esencial, pruebas masivas y rastreo de contactos, junto con las vacunaciones.

Como con la Primera Guerra Mundial, el contexto de la pandemia de la gripe española, acabar con la pandemia de COVID-19 requiere una intervención de la clase trabajadora, la única fuerza social capaz de librar una lucha por erradicar la mortal enfermedad.

(Publicado originalmente en inglés el 2 de septiembre de 2021)

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