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Perspectiva

Ucrania, Arabia Saudita y la hipocresía del imperialismo

Ninguna operación militar rusa en la invasión ucraniana ha sido excluida en la avalancha de denuncias del Gobierno de Biden y la prensa burguesa, que utilizan los términos más estridentes para presentar a Putin como un nuevo Hitler y al ejército ruso como la versión moderna de las hordas de Genghis Khan. Pero cuando un aliado estadounidense e importante proveedor de petróleo al capitalismo mundial lleva a cabo una masacre barbárica, Washington no pronuncia ni la mínima protesta.

El secretario de Defensa, James N. Mattis, se reúne con el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman bin Abdulaziz, en el Pentágono en Washington D.C., el 22 de marzo de 2018. (Foto del Departamento de Defensa de la Especialista en comunicación de masas de la Marina de primera clase, Kathryn E. Holm)

Ni la Casa Blanca ni el Departamento de Estado han emitido declaración alguna sobre la ejecución de 81 presos el sábado en Arabia Saudita, que fue ampliamente condenada por grupos de derechos humanos y exiliados saudíes. Incluso cuando la cuestión se planteó el lunes en la rueda de prensa habitual del Departamento de Estado, el portavoz Ned Price no dijo nada más que “seguimos planteando nuestra preocupación por las garantías de un juicio justo”, aunque dijo que “no puedo hablar del momento en que lo hicimos, pero hemos planteado estas preocupaciones”.

En lenguaje llano, esto significa que la Administración no ha dicho nada sobre las ejecuciones a la monarquía saudí y a su gobernante asesino, el príncipe heredero Mohamed bin Salman, que envió un escuadrón de asesinos para asesinar y desmembrar al disidente saudí Jamal Khashoggi dentro del consulado saudí en Turquía en 2018. El publicista del Departamento de Estado solo pudo señalar las declaraciones pasadas sobre dar a los prisioneros un “juicio justo” (después de haber sido brutalmente torturados y ser privados de un representante legal) antes de que el verdugo haga su sangriento trabajo.

La decapitación es el método estándar de ejecución en Arabia Saudita. La mayoría de las víctimas de esta barbarie medieval eran jóvenes de la región oriental del país, donde vive la mayoría de la población es chií, que es considerada herética por el clero suní wahabita que establece las normas de la vida cotidiana en el reino.

Según la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, 41 de las víctimas de la ejecución masiva habían participado en protestas antigubernamentales en 2011-2012. Otras siete eran yemeníes, supuestamente vinculadas a la rebelión de los hutíes en Yemen que derrocaron a un régimen respaldado por Arabia Saudita. “La ejecución de sentencias de muerte tras juicios que no ofrecen las garantías necesarias de un juicio justo está prohibida por el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho humanitario y puede constituir un crimen de guerra”, ha declarado.

No hace falta mucho esfuerzo para imaginar la reacción en Washington si el ejército ruso hubiera ejecutado a 81 prisioneros de guerra en Ucrania alegando que eran “terroristas”.

Toda la política de la monarquía saudí en Yemen es un crimen de guerra, atacando deliberadamente a la población civil de ese país, el más pobre del mundo árabe, sometiéndola con hambre y asesinándola. Según un informe publicado el lunes por la Clasificación Integrada de la Fase de la Seguridad Alimentaria, asociada al Fondo de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés), 538.000 niños en Yemen ya están gravemente desnutridos, y esa cifra aumentará a 2,2 millones a finales de este año.

Alrededor de 1,3 millones de mujeres embarazadas o en periodo de lactancia sufrirán desnutrición aguda a finales de año, mientras que 161.000 personas podrían sufrir hambrunas, la privación más aguda de alimentos, cinco veces más que la cifra actual. “Estas estremecedoras cifras confirman que estamos en una cuenta regresiva hacia una catástrofe en Yemen y que casi se nos ha acabado el tiempo para evitarla”, dijo David Beasley, director del Programa Mundial de Alimentos, añadiendo que era necesario actuar urgentemente para “evitar el desastre inminente y salvar a millones de personas”. Más de la mitad de la población de Yemen, 19 de los 30 millones, no podrá satisfacer las necesidades alimentarias mínimas durante el segundo semestre de este año, según el informe, frente a los 17,4 millones actuales.

Según otro comunicado de la UNICEF emitido el viernes 11 de marzo, la ONU ha verificado que al menos 10.200 niños han muerto o sufrido heridas desde que comenzó la intervención militar saudí en 2015. Casi todas las víctimas se deben a las bombas y misiles saudíes, la mayoría de ellos lanzados por aviones de guerra suministrados por Estados Unidos, utilizando información sobre objetivos proporcionada por especialistas estadounidenses.

Hay un elemento obvio de racismo en la indignación selectiva de los Gobiernos imperialistas y los medios de comunicación corporativos, que se refleja en el contraste de la cobertura masiva del sufrimiento del pueblo ucraniano y el silencio virtual sobre el sufrimiento igualmente terrible de la población de Yemen.

Esto se resumió en el comentario del corresponsal de CBS, Charlie D'Agata, quien afirmó que las víctimas que “se parecen a nosotros” tienen más probabilidades de evocar una respuesta comprensiva. Fue solo uno de los muchos comentarios similares. Daniel Hannan, del Daily Telegraph británico, comentó: “Se parecen tanto a nosotros. Eso es todo. Eso es lo que lo hace tan chocante. Ucrania es un país europeo. Sus habitantes ven Netflix y tienen cuentas de Instagram, votan en elecciones libres y leen periódicos sin censura. La guerra ya no es algo que se aplica a poblaciones empobrecidas y remotas”.

Los funcionarios del Gobierno siguieron su ejemplo. El fiscal general de Ucrania, David Sakvarelidze, declaró a la BBC: “Me conmueve mucho porque veo cómo matan a gente europea de ojos azules y pelo rubio, cómo matan a niños todos los días con los misiles de Putin”. Kiril Petkov, primer ministro de Bulgaria, dijo: “Estos no son los refugiados a los que estamos acostumbrados. Son europeos, inteligentes, educados, algunos son programadores informáticos... no es la habitual oleada de refugiados con un pasado desconocido. Ningún país europeo les tiene miedo”. El general británico retirado Richard Barrons, exjefe adjunto del Estado Mayor, declaró: “Creo que una de las cuestiones... es cómo reacciona la opinión pública del Reino Unido y de otros países al ver que se masacra a personas que se parecen y viven como nosotros”.

La Asociación de Periodistas Árabes y de Oriente Próximo (AMEJA, por sus siglas en inglés) emitió un comunicado en el que condenaba este doble rasero racista. “AMEJA se solidariza plenamente con todos los civiles bajo asalto militar en cualquier parte del mundo, y deploramos la diferencia en la cobertura informativa de las personas en un país y en otro”, dijo la organización. “Este tipo de comentarios refleja la mentalidad generalizada en el periodismo occidental de normalizar la tragedia en partes del mundo como Oriente Próximo, África, Asia del Sur y América Latina. Deshumaniza y convierte su experiencia con la guerra en algo normal y esperado...”.

La raza no es, por supuesto, el factor determinante. En los medios de comunicación imperialistas hubo lágrimas en abundancia por las víctimas sirias de la represión del régimen de Asad. La cuestión decisiva es si el Gobierno que lleva a cabo la matanza está aliado con el imperialismo estadounidense o no. De ahí el silencio sobre las atrocidades en Arabia Saudí, Colombia, India y Filipinas, por no hablar de los millones de víctimas del Pentágono y la CIA en Irak, Afganistán, Siria y en todo el norte de África, que contrasta con los titulares a gritos y la cobertura ininterrumpida de las víctimas de la invasión reaccionaria de Putin en Ucrania.

La clase obrera no debe dejarse influir por ninguna de las campañas de los medios de comunicación capitalistas, destinadas a movilizar a la opinión pública en apoyo de la política exterior del imperialismo estadounidense y sus aliados europeos.

(Publicado originalmente en inglés el 14 de marzo de 2022)

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