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Perspectiva

Un programa de la clase trabajadora para combatir la inflación

El fuerte aumento en el costo de los alimentos, el combustible, la renta y otras necesidades básicas está afectando enormemente a los trabajadores de EE.UU. y todo el mundo, amenazando con sumir a millones en la miseria.

En EE.UU., los precios al consumidor aumentaron 8,5 por ciento en los 12 meses que finalizaron el 31 de marzo, según el reporte publicado el martes por el Buró de Estadísticas Laborales de EE.UU. Es el mayor aumento en el índice de precios al consumidor (IPC) desde 1981.

Los precios de los combustibles representan más de la mitad del aumento. La gasolina se disparó 18,3 por ciento el mes pasado, en un país donde millones se ven obligados a viajar 80 kilómetros o más para trabajar. Durante los últimos 12 meses, los precios de la gasolina aumentaron 48 por ciento. El costo de llenar el tanque promedio de un sedán saltó de $51,48 en marzo de 2021 a $76,14 el mes pasado, y de $74,36 a $110 para una camioneta SUV o picop.

Los otros precios energéticos también se han disparado. El precio del diésel aumentó 62 por ciento; el combustible para calefacción 58 por ciento; el gas natural 21,6 por ciento; y a electricidad 11,1 por ciento.

Los precios de la gasolina por encima de los cinco dólares por galón, el 28 de febrero de 2022, Los Ángeles (AP Photo/Marcio Jose Sanchez)

En el supermercado, se paga más y se sale con menos. El precio de los alimentos aumentó 1,5 por ciento más en marzo y un 10 por ciento anual. El índice para las carnes, volatería, pescado y huevos aumentó 13,7 por ciento el último año. La carne de res aumentó 16 por ciento y los lácteos 7 por ciento. La renta, los costos médicos, los seguros para automóviles y otros gastos básicos también aumentaron.

“Los precios de la gasolina y los alimentos son una locura”, le dijo una trabajadora automotriz de Detroit al WSWS. “Solo te queda ir a trabajar y volver a casa”, dijo y señaló que los trabajadores nuevos en su fábrica apenas llevan $600 semanales a casa. Esto significa que el incremento en los precios —que se estima que le costaron $327 adicionales el mes pasado o casi $4.000 anuales a un trabajador— equivale a un impactante 14 por ciento del ingreso de los nuevos trabajadores automotores.

El presidente Biden atribuyó la inflación a la invasión rusa de Ucrania, diciendo que son “los aumentos de precios de Putin”. Pero los precios ya estaban aumentando mucho antes de la guerra, y el 95 por ciento de la población rechaza las acusaciones de Biden, según las encuestas.

El aumento en los precios es el resultado de las políticas perseguidas tanto por los demócratas como los republicanos, particularmente desde el colapso financiero de 2008, de imprimir cantidades masivas de dinero para apuntalar los mercados financieros y aumentar las fortunas de los superricos. La inflación masiva de la Bolsa de Valores de Nueva York, que se ha ensanchado en 300 por ciento desde 2009, está desbordándose hacia toda la economía.

La guerra por delegación de EE.UU. y la OTAN contra Rusia y las sanciones económicas contra Moscú han agravado la inflación, así como la escasez de los alimentos y los combustibles. La clase gobernante está decidida a obligar a la clase obrera a pagar por los rescates de los ricos y el costo masivo de la guerra, la cual intensifican sin tregua.

Es urgente que la case obrera intervenga para defender sus niveles de vida. El Partido Socialista por la Igualdad llama a los trabajadores a formar organizaciones independientes de lucha de la clase obrera: comités de base en cada lugar de trabajo y barrio. Estos comités deben preparar huelgas, manifestaciones masivas y otras acciones de clase para ganar las siguientes demandas de emergencia:

Aumenten el salario base por hora 40 por ciento para contrarrestar la caída en los ingresos reales de los últimos cinco años. Dos tercios de los trabajadores estadounidenses están viviendo mes a mes. Los trabajadores han sufrido más de cuatro décadas en que sus ingresos reales se han estancado, con un aumento anual promedio de 0,7 por ciento en el salario real desde 1979.

Indexen todos los salarios inmediatamente al nivel actual de la inflación, introduciendo un ajuste al coste de vida (COLA, por sus siglas en inglés) mensual automático que se mantenga al paso de los incrementos en los gastos. Los ingresos reales promedio por hora cayeron 2,7 por ciento más entre marzo de 2021 y marzo de 2022. Se espera un aumento de 3,4 por ciento en los salarios este año debido a que continúa la alta demanda de mano de obra y esto ha llevado a llamados para que la Reserva Federal de EE.UU. realice varios aumentos en los tipos de interés y utilice el desempleo masivo que resultaría para sofocar la “inflación salarial”.

Aumenten los beneficios del seguro médico y las pensiones pagados por el patrón en línea con la inflación. El aumento en los costos de la atención sanitaria son otro factor detrás de la caída en los salarios reales. Para citar otro ejemplo, los trabajadores petroleros de Chevron en California que se encuentran en huelga vieron un aumento de 23 por ciento en sus costos médicos de bolsillo el año pasado y los jubilados frecuentemente tienen que decidir si utilizarán su pensión para comida o medicinas.

Aumenten significativamente los beneficios de los seguros médicos públicos Medicaid y Medicare y del Seguro Social para proteger a los trabajadores jubilados y sus parejas. El Wall Street Journal exigió recientemente a Biden y a los líderes de los países de la OTAN que gasten más en armas y menos en manteca, exigiendo recortes profundos a los programas gubernamentales para los adultos mayores.

Detengan la manipulación de precios de los monopolios energéticos y reduzcan los precios a los niveles de noviembre de 2020 a $1,15 por galón. Chevron, ExxonMobil, Marathon y otros gigantes energéticos obtuvieron $205 mil millones en ganancias en 2021 y ahora están ganando incluso más gracias a la guerra y a los pasos para eliminar el petróleo y gas rusos del mercado mundial. Estas ganancias masivas deben ser incautadas para satisfacer las necesidades sociales y la industria energética debe ser nacionalizada bajo propiedad pública y control democrático.

Llevar a cabo estas medidas exige un ataque frontal contra la riqueza de la élite gobernante capitalista. El empobrecimiento de las masas obreras es la otra cara del enorme enriquecimiento de la oligarquía corporativa y financiera.

La “Lista de Milmillonarios” anual número 36 de Forbes, publicada esta semana, muestra que las 2,668 personas más ricas del mundo tienen un patrimonio de $12,7 billones, un aumento de 58 por ciento desde marzo de 2020. Elon Musk, Jeff Bezos, Bill Gates, Warren Buffett y sus compañeros milmillonarios en EE.UU. aumentaron su riqueza neta en 62 por ciento desde el inicio de la pandemia.

Es necesario implementar un impuesto progresivo sobre la renta que coloque el mayor peso impositivo sobre los ricos mientras se reducen los impuestos para el grueso de la población. Las gigantes fortunas de los milmillonarios en EE.UU. deben ser expropiadas para financiar un fuerte aumento en los salarios de los trabajadores y financiar programas sociales vitales, como la educación pública, la salud y la protección de los trabajadores y sus familias frente al COVID-19.

El desarrollo de una contraofensiva de la clase obrera presenta tres cuestiones fundamentales.

En primer lugar, debe ser completamente independiente de los sindicatos proempresariales, que operan como una policía laboral para imponer los dictados de la patronal. Esto requiere la formación de comités de base para unir todas las secciones de la clase obrera en una lucha común.

Durante los últimos dos años, la burocracia sindical de la AFL-CIO impuso convenios laborales de cuatro o cinco años en Volvo Trucks, Dana, John Deere, Kaiser Permanente, la producción de filme y televisión, la industria petrolera, los distritos escolares e incontables lugares de trabajo más con aumentos salariales de 2 a 3 por ciento, sabiendo muy bien que esto dejaría a los trabajadores a merced de los estragos de la inflación. De hecho, los trabajadores sindicalizados recibieron un aumento anual promedio de tan solo 2,6 por ciento, incluso menos del 3,1 por ciento de los trabajadores no sindicalizados.

En segundo lugar, debe ser un movimiento internacional, uniendo a los trabajadores de todo el mundo que enfrentan las mismas condiciones y la misma crisis capitalista. En Reino Unido, la inflación alcanzó 7 por ciento en marzo y los estadistas del Gobierno predicen que los niveles de vida sufrirán su peor caída desde los años cincuenta. El aumento en los precios de los alimentos y la escasez de combustibles han provocado una ola de manifestaciones y huelgas masivas en Sri Lanka, India, Grecia, Líbano, Túnez y Perú.

El año pasado, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional inició la Alianza Internacional Obrera de los Comités de Base (AIO-CB) para unir a los trabajadores internacionalmente y de forma independiente a los sindicatos patronales, en oposición a la pandemia y al sacrificio de las vidas de los trabajadores.

En tercer lugar, la lógica de las luchas obreras suscita la necesidad de una ofensiva política de la clase obrera contra el Gobierno de Biden, los dos partidos corporativos y todos los Gobiernos capitalistas en el mundo. El empobrecimiento masivo, las muertes masivas por la pandemia de COVID-19 y el peligro cada vez mayor de una Tercera Guerra Mundial son todos los productos del sistema capitalista, que subordina las necesidades sociales al lucro privado y a la riqueza de la clase gobernante.

A ello se debe que la lucha por proteger los niveles de vida en la actualidad sea una lucha política, que solo puede resolverse a través de la toma del poder por parte de la clase obrera y la reorganización socialista de la economía mundial.

Para construir la dirección necesaria para esta lucha, urgimos a los trabajadores a que asistan al Mitin Internacional En línea del Primero de Mayo y se unan al Partido Socialista por la Igualdad.

(Publicado originalmente en inglés el 12 de abril de 2022)

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