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Perspectiva

Otra vez al borde del abismo: 60 años desde la crisis de misiles en Cuba

Este último fin de semana marcó un aniversario crucial. El 22 de octubre de 1962, hace sesenta años, el presidente estadounidense John F. Kennedy anunció en un discurso televisado a nivel nacional que la Unión Soviética había desplegado misiles nucleares en Cuba, a tan solo 145 kilómetros de Los Cayos de la Florida.

Durante la semana siguiente, el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear. Se ha escrito mucho sobre los acontecimientos del 22-28 de octubre de 1962, poniendo al descubierto los hechos que demuestran lo cerca que estuvo el mundo de una catástrofe que hubiera acabado con la civilización.

El presidente John F. Kennedy da un discurso televisado a nivel nacional en Washington D.C., 22 de octubre de 1962 [AP Photo]

Tanto Kennedy como el líder soviético Nikita Jrushchov estaban muy conscientes que, como lo indicó Robert Kennedy, si bien los líderes “habían desencadenado el curso de acontecimientos”, ellos “ya no tenían control sobre los mismos”.

El 27 de octubre, tan solo cinco días después del discurso de Kennedy, los destructores de la Armada de EE.UU. comenzaron a arrojar cargas de profundidad al submarino soviético B-29 cerca de Cuba para obligarlo a salir a la superficie. Lo que no sabían los buques estadounidenses era que el B-59 estaba armado con un torpedo nuclear. Como lo describió un oficial del submarino:

Nos rodearon y comenzaron a estrechar el cerco, realizando ataques y arrojando cargas de profundidad. Explotaron directamente a la par del casco. Se sentía como estar dentro de un barril de metal con alguien golpeándolo constantemente con un mazo.

El capitán del bote, Valentin Grigorievich Savistky ordenó que se alistara el torpedo nuclear del buque. “¡Vamos a hacerlos estallar ahora! Vamos a morir, pero vamos a hundirlos a todos ellos —no vamos a manchar el honor de nuestra Armada”, gritó Savitsky.

Sin embargo, el lanzamiento del torpedo nuclear solo se evitó por suerte, dado que el jefe de brigada Vasili Arjípov se encontraba a bordo del submarino y revocó la orden. Daniel Ellsberg escribió en The Doomsday Machine:

Si Arjípov hubiera estado en otro de los submarinos, todo indica que el portaaviones USS Randolph y varios, quizás todos, los destructores que lo acompañaban habrían sido destruidos por una explosión nuclear minutos después del acuerdo entre Savitsky y [su vicecomandante]…

Esto implicaba claramente que la causa de la destrucción nuclear de este grupo de caza antisubmarinos había sido el lanzamiento no detectado de un misil de mediano alcance desde Cuba. Ese es el evento que el presidente Kennedy había anunciado el 22 de octubre que conduciría a un ataque nuclear de plena escala contra la Unión Soviética.

Estados Unidos y la Unión Soviética evitaron por poco una catástrofe hace 60 años. El resultado fue atribuible tanto a la horrenda memoria de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, que había ocurrido tan solo 15 años antes, como al hecho de que Jrushchov y Kennedy no tenían ninguna duda de que una guerra nuclear amenazaba con destruir la civilización humana.

Si bien el mundo se encontraba al borde del abismo hace 60 años, las acciones de Kennedy y Jrushchov parecen moderadas a la luz de la guerra en marcha.

Tras haber hecho un masivo error de cálculo sobre el grado de compromiso de la OTAN con una guerra cuando lanzó la invasión, Putin ha sido arrinconado, amenazando con utilizar armas nucleares para prevenir una derrota rusa.

El Gobierno ucraniano, que incluye fuerzas de extrema derecha y cuyas acciones —si se le cree a la prensa estadounidense— no están completamente controladas por sus patrones estadounidenses, podría llevar a cabo en cualquier momento una provocación a una escala incluso mayor que la del asesinato de Daria Dugina el 20 de agosto en las afueras de Moscú.

Y las potencias de la OTAN, sumidas en crisis económicas, sociales y políticas para las cuales no tienen ninguna solución, están intensificando rápidamente su participación en el conflicto.

Varias fuerzas poderosas dentro de la élite política estadounidense están presionando para que la OTAN intervenga directamente y están buscando algún pretexto para hacerlo, sea real o inventado. El diario francés L’expresse le preguntó al exdirector de la CIA, David Petraeus, “¿Cuál es el límite más allá del cual la OTAN debe intervenir en el conflicto?”.

Petraeus replicó: “Creo posible que Rusia cometa una acción en Ucrania tan impactante y horrible que EE.UU. y los otros países puede que reaccionen… como fuerza multinacional”.

No está claro a cuál acción se estaba refiriendo Petraeus, pero el presidente ucraniano Volodímir Zelenski dio una pista cuando dijo que cualquier ataque de Rusia contra los líderes ucranianos debería provocar un ataque contra Rusia por parte de EE.UU. y la OTAN.

Miren, si atacan Bankova [la calle en Kiev donde se ubica la oficina presidencial], va a haber un ataque donde ustedes están”, dijo Zelenski. “Si lo hacen, entonces en cuestión de un segundo, sin importar el resultado de su ataque, va a haber un bombardeo en el centro de autoridad decisoria de su Estado”.

Más temprano este mes, Zelenski llamó a que la OTAN llevara a cabo bombardeos preventivos contra Rusia ante la “posibilidad de que Rusia utilice armas nucleares”.

El viernes, CBS documentó el despliegue de la división 101ª División Aerotransportada en la frontera con Ucrania, concluyendo, “Si el combate se intensifica o si la OTAN es objeto de cualquier ataque, están completamente preparados para cruzar la frontera y entrar en Ucrania”.

Incluso en un escenario en el que la OTAN no aumenta dramáticamente su participación en la guerra, este invierno amenaza con el frío, el hambre y la inanición no solo a los combatientes directos de la guerra, sino a las clases obreras de todo el mundo que se enfrentan a alzas en los precios de los alimentos y los combustibles.

Pero, cada vez más, la intervención de la clase trabajadora será un factor decisivo en la crisis. En un artículo intitulado, “Según la inflación acosa a Europa, los líderes tiemblan”, el New York Times advirtió: “La caída de la primera ministra británica sirvió como una advertencia sobre todo el peligro político que espera a aquellos que no aborden la erosión de los niveles de vida, sin importar su causa”.

Advirtió que “las huelgas y las protestas por el aumento en el costo de vida se están proliferando, dando paso a un periodo de malestar social y laboral no visto desde la década de 1970”.

Los políticos en Washington y los oligarcas en Moscú han demostrado que no están nada interesados en evitar el desastre que se avecina. Ya añadieron a la pandemia que ha matado a 20 millones una guerra que amenaza con causar una conflagración nuclear. Independientemente del resultado inmediato de la guerra actual, no existe ninguna otra salida a la catástrofe social creada por la crisis del capitalismo fuera de la intervención de la clase obrera.

En una reunión celebrada el 9 de octubre, los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social llamaron a desarrollar un movimiento de las masas obreras y de jóvenes contra la guerra. En todo el mundo, existe una intersección cada vez mayor entre el estallido de la lucha de clases por parte de la clase obrera y la perspectiva del socialismo; este poderoso movimiento ofrece la fuerza social para el desarrollo de un movimiento global contra la guerra.

(Publicado originalmente en inglés el 23 de octubre de 2022.)

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