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Perspectiva

El colapso de FTX: una prueba de la criminalidad del capitalismo

Uno de los aspectos más relevantes del colapso de la plataforma de intercambio de criptomonedas FTX, que se declaró en quiebra el viernes pasado, es que sus operaciones esencialmente fraudulentas se llevaban a cabo en gran medida a vista de todos.

La arena FTX, de la firma de criptomonedas en bancarrota, donde juega el equipo de baloncesto Miami Heat, 11 de noviembre [AP Photo/Marta Lavandier]

En abril, en una entrevista con Bloomberg, el dueño y fundador de FTX, Sam Bankman-Fried reconoció que su empresa esencialmente es un esquema Ponzi, es decir, un sistema en el que se puede ganar dinero con tal de que siga entrando dinero.

Describiendo la operación, afirmó, “comienzas con una empresa que construye una caja” y luego “la adornas para que parezca un protocolo que cambiará tu vida, ya sabes, que cambiará el mundo, que remplazará todos los grandes bancos en 38 días o lo que sea”.

Después de escuchar su discurso, el entrevistador le dijo que acababa de describir un esquema Ponzi. Bankman-Fried le respondió que “es una respuesta bastante razonable” que tiene “una cantidad deprimente de validez”.

Esto suscita inmediatamente la interrogante: ¿cómo pudo tener éxito tal fraude? La respuesta es clara. No habría llegado ni siquiera a primera base si no fuera por su promoción desde lo más alto de la élite mediática, política, financiera e incluso deportiva.

Por ejemplo, en agosto, Bankman-Fried estuvo en la primera plana de la revista Fortune, que lo aclamó como posiblemente el próximo Warren Buffett, el milmillonario dueño de Berkshire Hathaway y sexta persona más rica en el mundo.

Hace dos meses, la firma de capital riesgo Sequoia, dijo en un artículo de casi 14.000 palabras sobre Bankman-Fried que era “una leyenda” con “una visión del futuro del propio dinero”.

Bankman-Fried tenía lazos con los niveles más altos del Partido Demócrata como donante importante. Participó en entrevistas televisivas con el expresidente estadounidense Bill Clinton y el ex primer ministro británico Tony Blair.

También fue promovido en el mundo deportivo. El famoso mariscal de la NFL, Tom Brady, le dio su respaldo el año pasado y Bankman-Fried compró los derechos del nombre del estadio del equipo de baloncesto de los Miami Heat.

Y varios sectores de la clase media se unieron al coro, promoviendo la ilusión de que el mercado de criptomonedas representaba el camino para que “el hombre pequeño” desafíe e incluso ponga fin al poder de los gigantes financieros.

La descarada promoción del fraude de FTX por las figuras más ilustres en la cima de la sociedad se debe a que su modus operandi tiene raíces profundas. Era un microcosmos de las operaciones del sistema financiero en su conjunto.

El esquema Ponzi de FTX dependía de una entrada continua de dinero en sus arcas. Pero este proceso representa una de las bases principales del mercado bursátil y el sistema financiero por más de tres décadas, comenzando con la decisión de la Reserva Federal de EE.UU. de entregarle dinero a Wall Street en respuesta al derrumbe bursátil de octubre de 1987.

Todas las crisis siguientes resultaron en el suministro de más dinero esencialmente gratis para financiar la siguiente ronda de especulación. Después de la crisis financiera de 2008, la Reserva Federal inició la expansión cuantitativa, reduciendo los tipos de interés a mínimos históricos mientras compraba activos financieros. Y el flujo de dinero hizo que la bolsa de valores se disparara.

Después de la crisis de marzo de 2020, cuando los mercados se congelaron a inicios de la pandemia de COVID-19, se implementó una expansión cuantitativa en esteroides, aumentando los activos de la Reserva Federal a casi $9 billones casi de la noche a la mañana. Esto resultó en otra alza del mercado bursátil.

FTX fue uno de los beneficiarios de la orgía de especulación. Para fines de 2021, el valor de mercado de Bitcoin, la principal criptomoneda, alcanzó casi $70.000.

Mientras millones morían y cientos de millones se infectaban, muchos de los cuales sufrirán las secuelas del COVID persistente todas sus vidas, FTX y un conjunto de otras firmas fueron impulsadas hasta la estratosfera. Esto ocurrió literalmente con Jeff Bezos de Amazon, quien utilizó el dinero extraído de la superexplotación de su fuerza laboral y el aumento de su cartera de acciones para lanzarse al espacio.

El episodio de FTX plantea otra pregunta decisiva: ¿dónde estaban los reguladores?

Después de que la crisis de 2008 revelara que el sistema financiero, en las palabras de un reporte del Senado en 2011, era un “nido de víboras” sumido en conflictos de interés y en algunos casos actividades abiertamente criminales, se prometió que “nunca volverá a ocurrir”.

Se prometieron regulaciones para prevenir que volviera a ocurrir tal crisis, cuyo impacto en forma de despidos y dificultades financieras sigue siendo sentido por millones.

Así que, después de que Bankman-Fried admitiera que estaba esencialmente llevando a cabo un esquema Ponzi, ¿dónde estaba la senadora demócrata Elizabeth Warren, la supuesta defensora de las personas ordinarias ante las depredaciones de los bancos y del capital financiero? ¿Por qué no golpeó la mesa e hizo sonar la alarma desde el estrado?

Esta autoproclamada “capitalista hasta la médula” guardó silencio, sin duda reconociendo que las operaciones de Bankman-Fried se encontraban profundamente arraigadas en los mercados financieros y eran intocables, además de que no sería prudente tumbar a un importante donante financiero de su propio partido.

Asimismo, la Comisión de Valores y Bolsa, presidida por Gary Gensler, no tomó ninguna acción.

No podría haber una demostración más clara del hecho de que la llamada regulación es un fraude tan grande como los esquemas ideados por Bankman-Fried y otros. La realidad es que amplios sectores del sistema financiero no operan esencialmente de forma diferente al FTX, habiéndose divorciado completamente de cualquier valor en la economía real.

En el artículo sobre FTX que desencadenó la crisis hace dos semanas, se señalaba que una parte considerable de sus activos eran tokens de criptomonedas creados de la “nada”. Pero esto no es fundamentalmente diferente de las valoraciones atribuidas a los cientos de miles de millones de dólares de activos negociados en los mercados financieros cada día.

Cuando estos activos se compran y se venden, y se obtienen enormes ganancias en la transacción, no se ha creado ni un átomo de valor real. Y este mundo de capital ficticio, donde el dinero y la riqueza se crean de la “nada”, es protegido y defendido por los llamados reguladores que promueven la ficción de que puede ser controlado de alguna manera.

El colapso del FTX, junto con la preocupación cada vez mayor de que todo el castillo de naipes financiero pueda colapsar, significa que se está llegando a un punto de inflexión.

El factor principal es el cambio en el panorama financiero que deviene del endurecimiento de la política monetaria por parte de la Reserva Federal. Esto no se ha llevado a cabo para “combatir la inflación”, sino para aplastar las demandas salariales y las luchas de la clase trabajadora ante las mayores subidas de precios de las últimas cuatro décadas.

La respuesta de las clases dominantes a lo que es claramente una crisis financiera cada vez más profunda no será más regulación. Por el contrario, utilizarán todos los medios disponibles, incluyendo la represión y la fuerza del Estado, para aumentar la explotación de la clase trabajadora –los productores de toda la riqueza real— para dar valor a sus activos financieros.

Esto significa que todas las luchas que están surgiendo ahora la clase obrera se enfrentan a la necesidad de desarrollar su propia estrategia independiente para combatir el desastre creado por la oligarquía gobernante y todas sus agencias.

Su camino hacia adelante la lucha por ejecutar un programa socialista, comenzando por poner fin a la propiedad privada del sistema financiero y sentar las bases de una economía basada en las necesidades humanas, no en el lucro.

(Publicado originalmente en inglés el 14 de noviembre de 2022)

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