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Perspectiva

Bernie Sanders y el DSA cumplen un papel crucial en la aprobación de la ley antihuelga contra los ferroviarios

El jueves por la tarde, el Senado estadounidense votó 80 a 15 a favor de imponer los términos de un contrato nacional ferroviario que decenas de miles de trabajadores rechazaron. El voto en el Senado siguió a la aprobación del proyecto de ley el miércoles en la Cámara de Representantes.

La legislación, que ni siquiera incluye la hoja de parra de siete días por baja por enfermedad remunerados que fue aprobada estrechamente en la cámara baja como una medida adicional, es un gran ataque a los derechos democráticos de todos los trabajadores en Estados Unidos.

Mientras Wall Street mostró su alivio, el voto no resuelve nada para los ferrocarrileros. Los trabajadores aún no han aceptado nada y no pueden aceptar como legítimo un voto dictatorial arraigado en el “derecho” que el Congreso se dio a sí mismo para anular la voluntad de los trabajadores.

De forma aún más directa y explícita que antes, los trabajadores están inmersos en una lucha contra el propio Estado capitalista. En la medida en que pueda salir algo “positivo” de todo esto, es que el voto desenmascara completamente a todas las facciones de la élite política.

Esto incluye a Joe Biden, quien se autoproclamó “el presidente más prosindical en la historia estadounidense”. Pero las facciones pseudoizquierdistas del Partido Demócrata también desempeñaron un papel crítico, incluyendo al senador Bernie Sanders y a los cuatro diputados afiliados a los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés).

Esta medida proempresarial, antiobrera y dictatorial no pudo haber sido aprobada en su forma actual ni con tal prisa sin su apoyo.

El martes, los diputados demócratas introdujeron una resolución separada que fue redactada originalmente por Sanders en el Senado para adicionar siete días de baja por enfermedad remunerados al contrato que estaban imponiendo. Esta era una farsa para darles una cubierta política. No era posible que alcanzara los 60 votos necesarios para superar las medidas obstruccionistas del Senado. Incluso si ambas cámaras la aprobaran, no haría nada para satisfacer seriamente las demandas de los trabajadores.

Antes del voto de la resolución sobre las licencias por enfermedad, tres de los cuatro miembros del DSA en la Cámara de Representantes votaron junto a la gran mayoría de demócratas a favor de imponer el contrato. Esto incluyó a Alexandria Ocasio-Cortez, quien defendió su voto alegando sin sentido que su voto para bloquear una huelga e imponer el contrato era para permitirles a los demócratas a luchar por las bajas por enfermedad en el Senado.

El senador Bernie Sanders, a la izquierda, y la diputada neoyorquina Alexandria Ocasio-Cortez asumieron un papel protagónico para imponer forzosamente los acuerdos ferroviarios mediados por Biden que no incluyen ningún día de baja por enfermedad remunerado. [AP Photo/Seth Wenig]

En el Senado, después de que se rechazara una propuesta republicana para extender la fecha límite a febrero, votó en contra de la propuesta de las licencias por enfermedad, como era de esperarse, con un voto casi partidista. El demócrata Joe Manchin cumplió su papel asignado de votar junto a los republicanos y en contra de su propio partido.

La propuesta derrotada de Sanders en el Senado había sido presentada como una enmienda al proyecto de ley antihuelga, cuando la propuesta de la Cámara de Representantes sobre añadir bajas por enfermedad fue votada por separado. Esto significa que, dado que ambas cámaras aprobaron una legislación idéntica con respecto a imponer el contrato en sí, el proyecto de ley pudo ser enviado al escritorio de Biden sin contratiempos. Cualquier atraso habría sido completamente inaceptable para la clase gobernante, que está exigiendo que el contrato entre en vigor inmediatamente, mucho antes que el emplazamiento a huelga del 9 de diciembre.

El aspecto más importante del voto en el Senado fue su procedimiento agilizado, el cual fue negociado por ambos partidos y la Casa Blanca en la trastienda y que ocupaba el consentimiento unánime de los 100 senadores. Si Bernie Sanders, la “progresista” Elizabeth Warren o alguien más se hubiera opuesto, el voto se hubiera postergado.

En otras palabras, el apoyo de Sanders fue decisivo, en condiciones en que el resultado de la votación ya se sabía. Y hay más. Él fue el principal arquitecto de las maniobras parlamentarias para su aprobación.

Sanders y los demócratas están utilizando cínicamente la oposición republicana a los días de bajas por enfermedad remunerados para presentarse como amigos de los trabajadores después de votar a favor de imponer el contrato por un margen incluso mayor que los republicanos, muchos de los cuales votaron en contra por razones facciosas. Pero incluso el New York Times, el órgano oficial del Partido Demócrata, no pudo admitir lo obvio.

“En una declaración que captura perfectamente la gran brecha entre la retórica y el comportamiento del Partido Demócrata”, señaló el miembro de la junta editorial del Times, Binyamin Appelbaum, en un artículo de opinión, “la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, denunció a las empresas ferroviarias como especuladores rapaces que ‘han estado vendiéndose a Wall Street para aumentar su saldo final, obteniendo ganancias obscenas mientras exigen más y más de los trabajadores ferroviarios’. Luego, solo una oración después, anunció que los diputados demócratas se alinearían con los especuladores”.

Sin embargo, no hubo una admisión como esta en la revista Jacobin, que opera como portavoz del DSA. Tras el voto en la cámara baja pero horas antes del voto en el Senado, publicó apresuradamente un comentario con el titular triunfante: “Los demócratas titubearon sobre los derechos de los ferroviarios. La izquierda acaba de obligarlos a tomar acción”, escribió Branko Marcetic.

Todo el artículo de Marcetic se dedicó a inventar el relato absurdo de que la intervención de Sanders, Ocasio-Cortez y compañía logró empujar a toda la élite política hacia la izquierda gracias a maniobras políticas brillantes y de principios. Después de que esta pretensión colapsara menos de 24 horas después del voto del senado, Jacobin discretamente reubicó el artículo del lugar más destacado a lo más bajo de la portada de su página web.

En este proceso, ha quedado plenamente al descubierto la función política y la visión de la pseudoizquierda. No hay nada socialista sobre ellos. Son un elemento importante en el control político de los capitalistas sobre la clase trabajadora. Empleando una demagogia populista vacía, su función es acorralar y difuminar la oposición desde abajo, darle una cubierta “izquierdista” al Partido Demócrata mientras gira hacia la derecha y mantener a los trabajadores atrapados dentro de los confines de la política capitalista. En términos francos, les importa un comino cuántos trabajadores ferroviarios sufran muertes tempranas por las políticas brutales de asistencia.

Su política refleja la perspectiva y defiende los intereses de una sección privilegiada de la clase media, que incluye en sus filas a elementos sustanciales del propio aparato sindical.

El DSA, Labor Notes y otros grupos pseudoizquierdistas defienden incondicionalmente el aparato sindical, el cual ha desempeñado un papel crucial en la lucha ferroviaria y toda otra lucha en sofocar, desviar y bloquear los esfuerzos de los trabajadores para oponerse a las empresas. En oposición a la iniciativa de los ferroviarios de formar el Comité de Base de los Trabajadores Ferroviarios, que ha liderado la movilización de la oposición, la pseudoizquierda responde con hostilidad abierta.

La pseudoizquierda, en oposición a un internacionalismo socialista auténtico, es nacionalista, proguerra y procapitalista. Lo que predomina en estas capas es una riña intensa por privilegios. Una característica principal de esta corriente es el uso de la política racial y de género, tanto para distraer de la cuestión más fundamental de las clases y como un apalancamiento para disputarse posiciones entre ellos mismos.

Por ende, la pseudoizquierda es profundamente hostil a la clase trabajadora, cuya lucha por la igualdad no amenaza con redistribuir, sino abolir los privilegios. Habiendo dicho algo, luego dirán lo contrario. Si los propios ferroviarios desafían la orden estatal en su contra, el próximo paso de la clase gobernante será la represión física por medio de arrestos y violencia. La pseudoizquierda también respaldará tales acciones.

Todo el sistema político, incluyendo a tanto la supuesta “izquierda” como la derecha, está demostrando ser un instrumento de dominio de clase. Las precarias maniobras sobre las licencias por enfermedad no pueden ocultarles a los trabajadores el significado de lo ocurrido. Por mano propia, Washington les ha mostrado a los trabajadores que no pueden luchar incluso por sus demandas mínimas dentro de este entramado.

Inconscientemente presentaron un argumento poderoso a favor de una revolución social en Estados Unidos. Para ello, los trabajadores necesitan el socialismo real, no el falso ofrecido por la pseudoizquierda. Esto significa luchar por la independencia política de la clase trabajadora y la lucha por un Gobierno obrero que organice la sociedad en aras de satisfacer las necesidades humanas, no el lucro privado.

(Publicado originalmente en inglés el 2 de diciembre de 2022)

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