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Discurso del mitin del IYSSE contra la guerra

El futuro de la humanidad está en manos de los jóvenes

Este es el discurso de Barbara Slaughter, miembro del Partido Socialista por la Igualdad en Reino Unido y, con 95 años, es la miembro activa por más tiempo de la Cuarta Internacional, en el mitin 10 de diciembre, “¡Por un movimiento de estudiantes y jóvenes para detener la guerra en Ucrania!” organizado por los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (IYSSE, por sus siglas en inglés). Para más información sobre unirte al IYSSE, visita la siguiente página.

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Barbara Slaughter | Discurso em el evento del IYSSE contra la guerra el 10 de diciembre

Tengo 95 años. Nací en agosto de 1927, nueve años después del final de la Primera Guerra Mundial. Fue una guerra en la que, como dijo la declaración del IYSEE, “El imperialismo introdujo al mundo a los horrores de la guerra de trincheras, el gas venenoso y las asesinas innovaciones técnicas de los bombardeos aéreos, los submarinos armados con torpedos y los tanques. Fue una guerra que mató a 20 millones de personas y dejó a 21 millones de heridos más”.

Para la generación de mis padres se suponía que era “la guerra para acabar con todas las guerras”. Pero mi infancia transcurrió en un contexto de lenta preparación para la Segunda Guerra Mundial. Tenía seis años cuando los nazis tomaron el poder en Alemania y nueve cuando las fuerzas fascistas combinadas de Alemania, Italia y España, asistidas por la traición de los estalinistas, ahogaron en sangre la revolución obrera española.

Cuando tenía 12 años, el mundo se vio envuelto en un conflicto aún más sangriento, descrito como una “guerra total”. Fue una matanza industrializada a una escala inimaginable, que causó la muerte de más de 70 millones de personas o 3,5% de la población mundial.

Los crímenes del imperialismo alemán son inmensos. La Guerra de Aniquilación contra la Unión Soviética, fue el centro de la “guerra racial” de Hitler. El Holocausto, el asesinato sistemático de seis millones de judíos en los campos de exterminio, en Auschwitz-Birkenau, Treblinka y otros lugares.

Pero esta fue una guerra de barbarie universal. De 1942 a 1945, una campaña de “bombardeos de terror” indiscriminados a manos de EE.UU. y Reino Unido destruyó la mayoría de las ciudades en Alemania y mató a 600.000 personas, principalmente mujeres y niños.

El acto final de criminalidad absoluta fue el lanzamiento de las bombas atómicas por parte de Estados Unidos sobre Japón. El 6 de agosto de 1945, una bomba atómica arrojada sobre Hiroshima mató a 80.000 personas. Decenas de miles más morirían por exposición a la radiación. Y una segunda bomba, dos días después, fue arrojada sobre Nagasaki, matando a más de 40.000 personas.

Los crímenes de las potencias imperialistas perpetrados en las dos guerras mundiales y en todos los demás conflictos de los últimos cien años, en Corea, Vietnam, las Malvinas, Afganistán, Irak, Siria, Libia y otros lugares todos han sido justificados con invocaciones hipócritas de la defensa de la libertad y la democracia, toda una sarta de mentiras.

Hoy el mundo se encuentra de nuevo al borde del abismo. La guerra por delegación de EE.UU. y la OTAN contra Rusia en Ucrania se intensifica en dirección a una Tercera Guerra Mundial, una catástrofe que amenazaría la existencia misma de la humanidad. Una guerra así comenzaría donde terminó la Segunda Guerra Mundial, con el uso de armas nucleares. Pero la capacidad destructiva de estas armas ha aumentado a un grado inimaginable. Una bomba nuclear con una potencia de un megatón podría destruir un área de 80 millas cuadradas [207 km cuadrados] Y, sin embargo, la reciente amenaza de Biden de un Armagedón contra Putin deja claro que no solo se contemplan planes de una guerra nuclear, sino que ya están elaborados.

¡Hay que detener esto! Solo la clase obrera internacional puede detener esta locura. La clase obrera es la fuerza más poderosa del planeta. El desarrollo de la tecnología, que ha hecho que la guerra mundial sea cada vez más mortífera, también ha ampliado y unificado la clase obrera a escala mundial.

He hablado de un siglo de guerras sangrientas pero he vivido mi vida dentro del movimiento socialista de las masas obreras que ha buscado poner fin a la guerra y al capitalismo.

Los horrores de la Guerra Mundial me llevaron a volverme socialista. Me inspiró la Revolución de Octubre, el acontecimiento histórico que puso fin a la Primera Guerra Mundial y abrió la posibilidad de un mundo mejor.

Pero el porvenir de mi generación y de otras en el siglo veinte estuvo definido por el dominio del estalinismo y la socialdemocracia, que contaron con millones de partidarios. Fueron fundamentales en la defensa del capitalismo ante las luchas revolucionarias masivas que estallaron después de las dos guerras mundiales a un coste inmenso para la humanidad.

La denuncia de los crímenes del estalinismo me llevó a afiliarme al movimiento trotskista, a dedicar mi vida a construir una auténtica dirección socialista de la clase obrera mundial.

Desde el punto de vista de una vida que ha abarcado casi un siglo, incluyendo ocho décadas de lucha por el socialismo, puedo decirles a los jóvenes que asisten a esta reunión que aunque los peligros a los que nos enfrentamos son inmensos, las condiciones para superarlos nunca han sido tan favorables.

Hoy el estalinismo y la socialdemocracia se encuentran desacreditados a los ojos de millones de personas. La lucha de León Trotsky contra el estalinismo por defender la perspectiva del socialismo mundial ha demostrado ser la única base para superar la guerra.

Este es el momento en que esa perspectiva puede ganarse la lealtad de la clase trabajadora, la cual es mucho más grande que cuando entré en la política y está objetivamente unida por procesos productivos globales y por extraordinarios avances tecnológicos, incluida la comunicación instantánea, que muestran el enorme potencial de construir un mundo unificado.

Pero hay que luchar por ello. Hago un llamado a los jóvenes en esta reunión. Su generación tiene ahora el futuro de la humanidad en sus manos. Acepten este reto. ¡Únanse y construyan el IYSSE! ¡Detengan el temerario impulso hacia la guerra nuclear! ¡Luchen por un futuro socialista sin pobreza, explotación, guerras ni cualquier forma de opresión!

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