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Burócratas sindicales morenistas se reúnen con militares y promueven la industria de guerra en Brasil

Tras el asalto contra los edificios gubernamentales en Brasilia el 8 de enero por seguidores fascistas del expresidente Jair Bolsonaro, el Gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) del presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha hecho sucesivas concesiones a sectores virulentamente derechistas de las fuerzas armadas y el aparato estatal. Busca acomodarse a los promotores de lo que equivalió a un intento de golpe de Estado.

Los partidos de pseudoizquierda y los sindicatos están desempeñando un papel clave en los esfuerzos reaccionarios del PT, procurando no solo suprimir la lucha de clases, sino también dar una apariencia de “izquierda” al militarismo y chovinismo brasileño. Al frente de esta política de derecha está el morenista Partido Socialista Unificado de los Trabajadores (PSTU, por sus siglas en portgués).

Mientras se empeñaron en aislar durante los últimos cinco meses una huelga en la fábrica de armas Avibras, el Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos de São José dos Campos (SindMetalSJC), liderado por el PSTU, encabezó una campaña para identificar la defensa de los salarios y derechos de los trabajadores con el armamento masivo del Estado brasilero.

En marzo de 2022, Avibras inició un proceso de bancarrota luego de declarar una deuda acumulada de R$ 640 millones (US$ 124 millones). La empresa anunció 420 despidos el mismo día como parte de un “plan de recuperación” de su planta principal en Jacareí, cerca de la ciudad industrial de São José dos Campos, que emplea a 1.400 trabajadores.

Los dirigentes del sindicato SindMetalSJC guardaron silencio durante días, solo para anunciar un viaje a Brasilia para exigir que el entonces presidente Bolsonaro y sus generales acordaran una reunión. Mientras tanto, impidieron que la oposición llegara a los trabajadores en otras fábricas y promovieron a los tribunales como los únicos árbitros de los recortes de empleo.

En septiembre, cuando quedó claro que la oposición a años de precariedad laboral y salarios atrasados no podía contenerse y que el gobierno de Bolsonaro no haría concesiones, el sindicato convocó una huelga para desahogar el enojo.

Una vez que Lula ganó las elecciones, el SindMetalSJC inmediatamente llamó a una reunión con la nueva Administración del PT para discutir un aumento en el gasto militar. En la tercera semana de enero, junto con representantes de la CSP-Conlutas, dirigida por el PSTU, y otras federaciones sindicales, los sindicalistas de SindMetalSJC viajaron a Brasilia para reunirse con Lula y otros funcionarios del Gobierno.

Lula abraza a Luiz Carlos Prates “Mancha”, líder del PSTU y oficial de SindMetalSJC, 15 de enero de 2023 [Photo: CSP-Conlutas, Facebook]

Las conversaciones del Gobierno con los sindicatos se produjeron en un momento crítico, cuando Lula se reuniría con los mandos militares para, en sus propias palabras, “discutir el fortalecimiento de la industria de defensa en este país”. Entre los probables temas de conversación con los generales estaba, según Estado de São Paulo, la compra de un nuevo lote de misiles desarrollados por Avibras.

El 25 de enero, se les concedió a funcionarios de SindMetalSJC una reunión con jefes militares del Ministerio de Defensa en la que presentaron un documento de 50 páginas titulado “Dossier Avibras”. Según el presidente del sindicato, Weller Gonçalves, “les gustó mucho el expediente porque contiene datos técnicos que necesitan para sentarse con el ministro de Defensa. Basta con decirles que inviertan en Avibras. Quieren saber cuáles son las inversiones y los proyectos”.

El dossier producido por los morenistas es una declaración agresivamente militarista y nacionalista. Su lenguaje emite un conspicuo hedor fascista.

El PSTU elogia a la empresa como el “fabricante líder de material bélico pesado: misiles, lanzacohetes, vehículos blindados, bombas inteligentes, sistemas de comunicación satelital y vehículos aéreos no tripulados (UAV)” de Brasil, y celebra su posición como un gran competidor en el mercado mundial del comercio de armas. “Domina el 25 por ciento del mercado mundial de sus productos, similar al mercado que tiene Estados Unidos, seguido de Rusia, con el 20 por ciento, y China, con el 10 por ciento”, afirma el documento.

Pero se quejan de que “hoy el 85 por ciento de sus ingresos provienen de las exportaciones a las Fuerzas Armadas de otros países”, y que esto “subyuga todo el desarrollo tecnológico producido durante décadas… a la voluntad e inestabilidad del mercado mundial”.

En respuesta, el PSTU propone un programa masivo de inversiones públicas y una gran reorientación de las actividades económicas e intelectuales del país hacia la construcción de una gigantesca maquinaria de guerra. Ellos declaran:

La planificación estratégica de la defensa nacional implica nacionalizar las empresas del sector, integrándolas con los institutos científicos y universidades federales, para permitir la fabricación de aviones de combate, armamento pesado, cargueros militares, buques de guerra, helicópteros de combate, cohetes, misiles, submarinos, su propia tecnología aeroespacial y naval, sistemas electrónicos y sistemas de mando y control. Una empresa de este tipo con fondos estatales podría incluso diseñar aviones de combate modernos y aviones grandes para competir con Boeing y Airbus.

La campaña belicista de los morenistas en Brasil está directamente ligada a la rápida escalada hacia una nueva guerra mundial por parte de las potencias imperialistas. Junto con la mayor parte de la pseudoizquierda del mundo, el PSTU y su Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI) han apoyado con entusiasmo la guerra de Estados Unidos y la OTÁN contra Rusia en Ucrania.

A medida que la guerra en Ucrania se convierte cada vez más claramente en una confrontación directa entre potencias con armas nucleares, los morenistas exigen una escalada contra Rusia. En su declaración más reciente “El envío de tanques y armas a Ucrania es insuficiente”, la LIT-CI escribe:

Es imperativo que exijamos que se envíe a Ucrania el armamento y la tecnología militar necesarios para derrotar a Putin. Además del sistema de lanzamiento de misiles múltiples HIMARS, los ucranianos exigen misiles MGM-140 ATACMS con un alcance de 300 kilómetros. Los ucranianos también están solicitando aviones de combate F-15, F-16 y A-10 Thunderbolt II (específicamente para apoyo aéreo de infantería). Sin estos aviones, es imposible controlar el espacio aéreo ucraniano.

La LIT-CI concluye que “La campaña ‘Armas para Ucrania para la derrota militar de Putin’ debe ser intensificada y adoptada por todos los sindicatos y organizaciones de trabajadores”. Esta declaración ayuda a arrojar luz sobre los objetivos y oportunidades detectados por el PSTU en la medida en que exige una expansión masiva de la industria de guerra en Brasil.

La semana pasada, el canciller alemán Olaf Scholz visitó Brasil y otros países latinoamericanos en una campaña de apoyo a la guerra de la OTÁN en Ucrania. Aunque cedió a las demandas de culpar a Rusia por la guerra, Lula se negó a enviar armas y municiones a Ucrania. La pseudoizquierda, con el PSTU a la cabeza, es la más firme defensora de que Brasil y otros gobiernos latinoamericanos participen en esta guerra.

A medida que el PSTU y su aparato sindical se orientan a tales actividades contrarrevolucionarias, buscan crear confusión sobre su verdadero carácter político con demandas como el “control obrero” y la “nacionalización” de Avibras. Declaran en su expediente que su objetivo es “hacer de Avibras una empresa de propiedad estatal, controlada con la participación de los trabajadores y que no esté a merced de las inestabilidades del mercado mundial de defensa”.

Con tal retórica, los morenistas intentan dar un barniz de “izquierda” a un programa militarista y absolutamente derechista. Frente a los intereses de la clase obrera, el PSTU y su aparato sindical defienden los intereses de una burocracia privilegiada, que busca ampliar sus ingresos e influencia sobre la administración de las empresas y el Estado. Con el título oficial de “organizaciones de trabajadores”, en realidad son sindicatos corporativistas.

Durante más de una década, los burócratas sindicales de SindMetalSJC declararon que, a través de acuerdos de armas con el Gobierno, las inversiones en Avibras protegerían los empleos y los salarios, al tiempo que ensalzaban el aparato militar. Los programas promovidos como algo fundamental para la “soberanía nacional” incluyen el sistema de lanzamiento de cohetes Astros 2020 y el misil áereo A-Darter proyectado para equipar los aviones de combate Gripen de fabricación sueca, cuya compra se negoció bajo el PT.

Dichos programas se mantuvieron a lo largo de las Administraciones del PT y Bolsonaro a medida que el aparato militar se usaba cada vez más contra la clase trabajadora en importantes “operaciones de orden público” en los distritos pobres y barrios marginales del país. Durante el ataque del 8 de enero en Brasilia, el comando militar utilizó vehículos blindados para proteger a los fascistas en los campamentos pro-Bolsonaro fuera del cuartel general del ejército de ser arrestados.

En condiciones en las que los militares brasileños están siendo expuestos como agentes directos en un reciente intento de golpe y caldo de cultivo para las fuerzas fascistas, el intento del PSTU de ampliar sus conexiones con las fuerzas armadas lo convierte en cómplice directo de los preparativos autoritarios de la clase dominante.

En las próximas semanas, el último acuerdo de cesantía temporal con Avibras está llegando a su fin, mientras que otros trabajadores llevan cuatro meses sin salario. Las maquinaciones de los sindicalistas del PSTU con el Gobierno son completamente opuestas a los intereses de los trabajadores en la lucha por sus trabajos y salarios. Para desarrollar esa lucha, los trabajadores de Avibras no deben apelar a la burguesía y su Estado, sino a sus hermanos y hermanas de clase.

En Brasil e internacionalmente, los trabajadores están librando una creciente ola de huelgas y protestas contra los intentos de las oligarquías capitalistas de hacerles pagar la crisis económica y la guerra. Rompiendo con los sindicatos corporativistas y las fuerzas de pseudoizquierda, este movimiento global requiere una nueva dirección revolucionaria, que encontrará expresión política en la construcción de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional.

(Publicado originalmente en inglés el 5 de febrero de 2023)

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