Tras dos elecciones celebradas en poco tiempo, la despreciada constelación política del Partido Socialdemócrata (SPD) y la Unión Cristianodemócrata (conocida como 'Gran Coalición') vuelve a Berlín. La ejecutiva estatal del SPD decidió el miércoles por 25 votos a favor y 12 en contra poner fin a su actual alianza con los Verdes y el partido La Izquierda en el gobierno estatal de Berlín, el Senado, e iniciar negociaciones de coalición con la CDU.
Franziska Giffey, presidenta estatal del SPD, había amenazado con dimitir si el comité no aceptaba la propuesta. Cederá el cargo de alcaldesa del gobierno a Kai Wegner, líder de la CDU en Berlín, y asumirá otro cargo en el Senado si las negociaciones de la coalición llegan a buen puerto.
El regreso de la Gran Coalición en Berlín reafirma que ya es imposible influir en los acontecimientos políticos mediante las urnas.
El término 'Gran Coalición' es en sí mismo engañoso. La expresión se remonta a un periodo del pasado en el que el SPD y la CDU obtenían juntos más del 80% de los votos y la participación electoral se situaba entre el 80% y el 90%. Sin embargo, en las elecciones parlamentarias del 12 de febrero, la CDU y el SPD juntos sólo consiguieron el 46,6% de los votos emitidos, con una participación electoral del 63%. Teniendo en cuenta a los no votantes y a los residentes en la ciudad que no tienen pasaporte alemán, menos de una cuarta parte de los berlineses adultos votaron a la CDU o al SPD. Entre los jóvenes, el resultado fue aún más pronunciado. Entre los jóvenes de 18 a 24 años, sólo el 23% de los votos emitidos fueron para el SPD o la CDU.
El SPD y la CDU se han alternado en el poder, o compartido el poder, durante décadas en Berlín. En la ciudad de la primera línea de la Guerra Fría, subvencionada por razones políticas, se desarrolló una cultura del chanchullo y la corrupción que superaba con creces lo habitual en otras grandes ciudades y que continuó tras la reunificación en 1990. Los cambios de gobierno no fueron pocas veces provocados por escándalos de corrupción.
El último alcalde gobernante de la CDU, Eberhard Diepgen, perdió su cargo en 2001 a raíz del escándalo bancario de Berlín. Tras un breve periodo de gobierno SPD-Verdes, el Senado 'rojo-rojo' (SPD y PDS, precursor este último del Partido de Izquierda), dirigido por Klaus Wowereit, tomó el relevo de Diepgen.
Como uno de sus primeros actos oficiales, la alianza del SPD y el PDS decidió garantizar la deuda de €21.600 millones contraída por los criminales negocios inmobiliarios de la Bankgesellschaft Berlin. El presupuesto del Estado quedaba así arruinado para siempre. El Senado roji-rojo se pasó el resto de su mandato de 10 años recuperando la financiación del banco a costa de la población de la ciudad. Recortó salarios y eliminó decenas de miles de puestos de trabajo en el sector público, privatizó hospitales y clínicas, recortó la financiación de las escuelas y vendió cientos de miles de pisos de propiedad pública a tiburones inmobiliarios.
En 2011, la coalición 'rojo-roja' perdió la mayoría y Wowereit volvió a la Gran Coalición, esta vez bajo liderazgo socialdemócrata. La Gran Coalición perdió su mayoría en 2016 y Michael Müller, que había sustituido a Wowereit, formó entonces un Senado compuesto por una alianza del SPD, el partido La Izquierda y Los Verdes.
Durante este tiempo, el enriquecimiento masivo de los que se encontraban en la cima de la sociedad, a expensas de la mayoría, no cesó. Los que tenían buenas conexiones con el Senado consiguieron altos cargos con sueldos anuales de varios cientos de miles de euros en empresas estatales, como la empresa de transportes BVG y la emisora RBB, mientras Berlín se convertía en el principal centro de pobreza del país al dispararse los alquileres y el coste de la vida. Uno de cada cinco habitantes de Berlín se considera pobre.
El regreso de la Gran Coalición es una garantía de que este proceso de descomposición social continuará. Tras 16 años de gobierno de la CDU en el gobierno federal de Angela Merkel —12 de ellos en una Gran Coalición con el SPD—, esta forma de gobierno es odiada por la clase trabajadora.
En Berlín, el tema de la 'seguridad' —es decir, armar a la policía y al aparato represivo del Estado— va a ser prioritario en la agenda de las negociaciones de coalición entre la CDU y el SPD. La CDU de Berlín, que siempre ha defendido la 'ley y el orden', y Franziska Giffey, la protegida política del tristemente célebre alcalde del distrito de Neukölln, Heinz Buschkowsky, comparten la misma perspectiva a este respecto. Se están preparando para la supresión violenta de la oposición social.
El regreso de la Gran Coalición subraya la importancia de la reciente campaña electoral berlinesa del Sozialistische Gleichheitspartei (SGP, Partido Socialista por la Igualdad). El SGP situó en el centro de su campaña electoral la lucha contra el rearme y la guerra de Ucrania, que apoyan todos los partidos con representación parlamentaria.
Dejó claro que sólo hay una forma de detener la guerra, los salarios y los recortes sociales: la movilización de la clase obrera internacional sobre la base de un programa socialista. Junto con sus partidos hermanos de la Cuarta Internacional, está construyendo un movimiento socialista en todo el mundo contra la guerra y su causa fundamental, el capitalismo. La guerra y los ataques sociales asociados sólo pueden detenerse rompiendo el poder de los bancos y las corporaciones y poniéndolos bajo control democrático.
Esta perspectiva es ahora crucial. En todo el mundo y en toda Europa —desde Francia a Gran Bretaña, pasando por España y Alemania— se está desarrollando la mayor oleada de luchas de clases desde la década de 1970, que enfrenta a millones de trabajadores con el sistema capitalista. Es hora de unirse al PEC y construirlo como el nuevo partido de la clase obrera.
(Publicado originalmente en inglés el 3 de marzo de 2023)
