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¡Detengan la guerra en Ucrania! ¡Movilicen a la clase obrera internacional contra el imperialismo!

Los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (IYSSE, por sus siglas en inglés) han emitido la siguiente declaración antes de las manifestaciones convocadas para el 18 de marzo contra la guerra en Ucrania.

Los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (IYSSE, por sus siglas en inglés), el movimiento estudiantil y juvenil del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, da su apoyo crítico a las manifestaciones convocadas para el 18 de marzo contra la guerra en Ucrania.

Animamos a los estudiantes, jóvenes y trabajadores a que asistan de la forma más amplia a estas protestas, que se celebrarán en Washington D.C. y otras ciudades del país.

La manifestación del 18 de marzo, que coincide con el vigésimo aniversario de la invasión estadounidense en Irak, ha sido convocada por un amplio abanico de organizaciones progresistas y reformistas, entre ellas Answer Coalition, Code Pink y The People’s Forum. Las reivindicaciones de la manifestación incluyen el llamamiento a la abolición de la OTAN, la oposición a la guerra con China y el apoyo a la asignación de recursos para satisfacer las necesidades sociales en casa. Estas reivindicaciones se dirigen al Partido Demócrata, con el objetivo de presionar a esta organización imperialista de la clase dominante para que negocie el fin de la guerra que instigó. El IYSSE se opone a esta orientación. No obstante, el IYSSE considera la manifestación, a pesar de sus limitaciones políticas, como una muestra positiva del aumento y crecimiento del movimiento contra la escalada de la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia.

Hay una diferencia fundamental entre esta manifestación y el mitin reaccionario “Rage Against the War Machine” celebrado el mes pasado, que se organizó a partir de una alianza con la extrema derecha y fuerzas abiertamente neonazis. El IYSSE denunció y se opuso a ese acto. La afirmación de que se puede construir un movimiento contra la guerra con antisemitas y fascistas es absurda y políticamente reaccionaria y peligrosa. El principal efecto de la manifestación del 19 de febrero fue desorientar y contaminar la conciencia pública y enturbiar el abismo político, social y de clases fundamental que separa a la oposición de izquierdas de la extrema derecha.

Al respaldar y participar en la manifestación del 18 de marzo, el IYSSE busca impulsar una estrategia socialista revolucionaria que dirija el movimiento contra la guerra hacia una lucha abierta contra el capitalismo, basada en la movilización política de la clase obrera.

La historia y las fuerzas impulsoras de la guerra

La guerra que libran Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en Ucrania contra Rusia es, en su esencia económica y geopolítica, imperialista. Al igual que la Primera y la Segunda Guerra Mundial, el propósito fundamental de la guerra es reorganizar el planeta y repartir sus recursos entre las potencias imperialistas

La guerra en Ucrania ya es el conflicto más sangriento en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial. A principios de febrero, los oficiales militares estadounidenses estimaron que Ucrania sufrió más de 100.000 bajas, sin duda una subestimación significativa. Las pérdidas en el lado ruso se estiman en hasta 200.000.

Toda la presentación de la guerra en los medios de comunicación se basa en mentiras. A Estados Unidos y a la OTAN les importa un bledo la democracia en Ucrania y la suerte del pueblo ucraniano, que utilizan como carne de cañón.

La invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero de 2022 fue reaccionaria, pero es falso que no hubo provocaciones. Fue instigada por las potencias imperialistas, que en las últimas tres décadas han expandido la OTAN hasta las fronteras de Rusia y, en 2014, orquestaron una operación de cambio de régimen en Ucrania encabezada por organizaciones fascistas y de extrema derecha.

Como parte de la campaña contra Rusia, las potencias imperialistas han seguido promoviendo y armando a estas fuerzas fascistas en Ucrania, que ahora se han integrado completamente en el aparato militar y estatal. Se despliegan no solo contra el ejército ruso, sino también contra los opositores internos a la guerra y al régimen ucraniano.

La guerra amenaza con convertirse en un cataclismo nuclear a gran escala. Tras haber suministrado decenas de miles de millones de dólares en equipamiento militar a Ucrania, Estados Unidos y la OTAN han apostado toda su credibilidad en la derrota militar de Rusia. Entre bastidores, se debate la necesidad de otra escalada masiva, incluyendo el despliegue directo de tropas de la OTAN.

Mientras intensifican la guerra contra Rusia, las potencias estadounidenses y europeas se preparan para un conflicto aún mayor con China. Los estrategas imperialistas consideran que la derrota y el desmembramiento de Rusia son la condición previa esencial para la guerra con China. El objetivo fundamental es garantizar su dominio sobre el continente euroasiático, que es estratégicamente crucial, y sus vastos recursos naturales y humanos.

La semana pasada, la Administración de Biden reveló los planes para su presupuesto de 2024 de 1 billón de dólares para la guerra, el mayor gasto jamás realizado en el ejército. Alemania, que invadió Ucrania y Rusia dos veces en el siglo veinte y asesinó a 27 millones de ciudadanos soviéticos en la Segunda Guerra Mundial, ha triplicado su presupuesto militar y está reactivando sus ambiciones imperialistas. Reino Unido y Francia también están inmersos en una campaña masiva de rearme militar.

La guerra de Estados Unidos y la OTAN en Ucrania representa la continuación y la escalada a un nivel nuevo y más peligroso de las guerras emprendidas por Estados Unidos desde la disolución estalinista de la Unión Soviética en 1991. Esto incluye la primera guerra contra Irak en 1990-91; el desmantelamiento de Yugoslavia, que culminó en la guerra contra Serbia en 1999; la invasión de Afganistán en 2001; la segunda guerra contra Irak en 2003; y el bombardeo de Libia y el comienzo de la guerra civil apoyada por Estados Unidos en Siria en 2011.

Buscando revertir el declive económico a largo plazo del capitalismo estadounidense y suprimir las crecientes tensiones internas, la clase dominante estadounidense considera la guerra y la búsqueda desesperada de la hegemonía mundial como la única solución a sus problemas.

Cualquiera que crea que la clase dominante no está dispuesta a sacrificar decenas de millones de vidas en la búsqueda de sus intereses geopolíticos solo tiene que considerar la experiencia de la pandemia de COVID-19. La oligarquía empresarial y financiera rechazó las medidas de salud pública más básicas necesarias para contener la propagación del virus porque hubieran afectado sus ganancias. Como resultado, murieron más de 21 millones de personas, incluyendo a más de un millón solo en Estados Unidos.

La oposición a las potencias imperialistas en esta guerra no implica ningún apoyo al chovinismo nacional y a las acciones militares del Gobierno de Putin. En última instancia, la guerra es la desastrosa consecuencia de la traición estalinista a la revolución socialista de octubre de 1917, que culminó con la disolución de la Unión Soviética en 1991, la restauración del capitalismo y la creación de un régimen oligárquico de exburócratas corruptos que se enriquecieron robando activos que antes pertenecían al Estado soviético. Putin es el representante de esta mafia capitalista reaccionaria. La invasión de Ucrania fue un esfuerzo desesperado del régimen de Putin por presionar a Estados Unidos para que hiciera concesiones a los “intereses de seguridad” de Rusia, es decir, al derecho de los oligarcas a saquear los vastos recursos del país sin una excesiva interferencia de las potencias imperialistas.

La base política de un nuevo movimiento contra la guerra

Los participantes de las manifestaciones quieren detener la guerra. Pero detener la guerra requiere la construcción de un movimiento político que ataque sus causas subyacentes. No se trata de suplicarle a la clase dominante y a sus representantes políticos, como afirman los organizadores de las manifestaciones en su consigna principal: “Negociaciones, no escalada”.

El IYSSE propone el siguiente programa para un movimiento de masas contra la guerra.

¡Opónganse a los demócratas y a los republicanos, los partidos de la clase dominante!

En Estados Unidos, la guerra cuenta con el apoyo tanto de los demócratas como de los republicanos. Para el Partido Demócrata, es una continuación de la histérica política antirrusa que ha promovido durante más de una década. La razón principal de la oposición de los demócratas a Trump era su política exterior. En particular, le exigían una confrontación más agresiva contra Rusia. Esta es la razón por la que los demócratas concentraron deliberadamente el primer juicio político contra Trump en el retraso de Trump en proporcionar ayuda militar a Ucrania.

En la medida en que haya diferencias dentro de la clase dominante, atañen a cuestiones tácticas de los objetivos primarios y el calendario de la agresión imperialista. Aquellos que abogan por una alianza con la derecha republicana y los fascistas en este conflicto en nombre de oponerse a la guerra tendrán al final tanto fascismo como guerra.

Un papel fundamental en el apoyo a la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia ha sido desempeñado por grupos pseudoizquierdistas como los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés), cuyos representantes en el Congreso, entre ellos Alexandria Ocasio-Cortez y el “Escuadrón”, han votado repetidamente a favor de financiar la guerra.

El DSA y sus afiliados de pseudoizquierdistas y copensadores internacionales están repitiendo todas las mentiras utilizadas por la OTAN para promover la guerra. Al mismo tiempo, los representantes del DSA votaron a favor de ilegalizar la huelga de los trabajadores ferroviarios, confirmando que el apoyo al imperialismo en el extranjero exige la supresión de la lucha de clases en casa. El DSA no es una organización socialista, sino una facción del Partido Demócrata

¡Movilicen a la clase obrera contra la guerra imperialista!

La guerra no se detendrá con llamamientos a la clase dominante ni a sus Gobiernos para que “negocien” el fin del conflicto, que es una demanda central de las protestas del 18 de marzo. Cualquier negociación no sería más que una pausa o una transición hacia un conflicto aún más explosivo.

La única base social viable para la oposición a la guerra imperialista es la clase obrera internacional, cuya explotación es la fuente de todos los beneficios y de toda la riqueza de la sociedad. Son los trabajadores, y en particular los jóvenes trabajadores, quienes servirán de carne de cañón en una nueva guerra mundial. Además, la guerra ya ha producido un deterioro masivo del nivel de vida de los trabajadores, que ha espoleado el estallido de huelgas y manifestaciones masivas en una escala mundial.

En el último mes, millones de trabajadores y jóvenes en Francia han protestado contra los esfuerzos del gobierno de Emanuel Macron para pagar el creciente gasto militar mediante el aumento de la edad de jubilación. En el Reino Unido, cientos de miles de trabajadores se han declarado en huelga por la inflación y los ataques al derecho de hacer huelga. En Sri Lanka, decenas de miles de personas han salido a la calle contra las medidas de austeridad, un año después del estallido de las protestas masivas que expulsaron al gobierno odiado de Gotabhaya Rajapakse.

Estados Unidos, centro del imperialismo mundial, es un polvorín social. La administración de Biden propone gastar un billón de dólares en el próximo presupuesto para intensificar la guerra contra Rusia y preparar la guerra contra China. Al mismo tiempo, la infraestructura social carece de recursos, produciendo desastres como el descarrilamiento del tren en East Palestine, Ohio.

Los trabajadores del automóvil, del ferrocarril, de la logística, los profesores, los trabajadores de la sanidad y otros sectores de la clase obrera están intentando romper el dominio del aparato sindical corporativista y luchar contra la desigualdad social sin precedentes y el deterioro masivo de los salarios reales, que es una política deliberada de la clase dominante.

¡Abajo el capitalismo! ¡Por la igualdad y el socialismo!

Tanto la guerra imperialista en el exterior como la guerra contra la clase obrera en el interior son el resultado de la naturaleza del sistema capitalista, que está arraigado en la subordinación de toda la sociedad a los intereses de los ricos. No puede haber una lucha seria contra la guerra si no es a través de una lucha para acabar con la dictadura del capital financiero y el sistema económico, que son la causa fundamental del militarismo y la guerra.

La guerra en sí no se debe a la fuerza del capitalismo estadounidense, sino de su profunda crisis. Esta crisis se ha visto enormemente intensificada por la pandemia del COVID-19, que ha desestabilizado profundamente la sociedad capitalista en EE.UU. y en todo el mundo. Mientras toda la élite política y los medios de comunicación afirman que la pandemia ha terminado, cada semana mueren casi 3.000 personas a causa del COVID solo en EEUU.

A pesar de todas sus pretensiones de expandir la “libertad” y la “democracia” en todo el mundo, hace solo dos años Estados Unidos fue testigo de una intentona fascista, encabezada por Trump, cuyo objetivo era anular las elecciones presidenciales y establecer una dictadura. El resurgimiento de los movimientos fascistas y de extrema derecha en todo el mundo es un componente de la política de guerra y austeridad de la clase dominante, que no puede aplicarse sin las formas más violentas de represión política.

¡Por la unidad internacional de la clase obrera!

Los trabajadores y los jóvenes deben rechazar toda justificación de la guerra basada en el obsoleto concepto de “defensa nacional”. Esto aplica tanto para Rusia como para Ucrania. El impulso del imperialismo hacia una Tercera Guerra Mundial no se detendrá mediante el apoyo a ningún Estado-nación capitalista. Esto se debe a que la guerra imperialista surge del conflicto fundamental entre una economía global y el propio sistema capitalista de Estados nación.

El IYSSE lucha por la unidad de los trabajadores de todo el mundo, incluyendo de Rusia y Ucrania, en un movimiento revolucionario común por el socialismo. Esto hará posible el desarrollo racional y planificado de los recursos mundiales y, sobre esta base, la erradicación de la pobreza y la elevación de la cultura humana a nuevas alturas.

La guerra plantea grandes peligros para los jóvenes y para toda la humanidad. Sin embargo, el IYSSE no basa su programa en la desesperación, sino en el optimismo revolucionario que deriva de la comprensión de que las mismas contradicciones del capitalismo que producen la guerra imperialista producen también el crecimiento de la lucha obrera internacional, la base para la revolución social.

El gran reto es conectar este creciente movimiento objetivo de la clase obrera con la lucha contra la guerra, combinar la oposición al imperialismo con la oposición a la desigualdad, la explotación, la degradación ambiental, la dictadura y el sistema capitalista que da origen a todas las crisis a las que se enfrenta la humanidad.

El IYSSE está celebrando actualmente reuniones en los EE.UU. y en todo el mundo para discutir una estrategia socialista e internacionalista para oponerse a la guerra de Ucrania. Instamos a quienes participen en las manifestaciones del 18 de marzo a ponerse en contacto con la IYSSE y el Partido Socialista por la Igualdad.

¡Únanse a los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social! ¡Detengan la temeraria carrera hacia una guerra nuclear! ¡Asuman la lucha por un futuro socialista sin pobreza, explotación, guerra y todas las formas de opresión!

(Publicado originalmente en inglés el 14 de marzo de 2023)

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