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Honduras rompe lazos con Taiwán a favor de China

La presidenta hondureña Xiomara Castro anunció el martes que su Gobierno finalizará sus lazos diplomáticos con Taiwán y los establecerá con China.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de China respondió manifestando su voluntad de establecer lazos con Honduras “bajo el principio de Una Sola China”.

El president chino Xi Jinping y la president hondureña Xiomara Castro [Photo: Kremlin.ru, Office of the President of Taiwan]

Honduras se sumará a Gambia, Santo Tomé y Príncipe, Panamá, República Dominicana, El Salvador, Burkina Faso, la Islas Salomón, Kiribati y Nicaragua, que hicieron el cambio en los últimos diez años.

La decisión reduce los aliados diplomáticos de Taiwán a solo 13, una medida de la pérdida de influencia económica y política de Washington en Latinoamérica en relación con China, que el Pentágono ha calificado como la mayor amenaza en la región. Cuando comenzó el milenio, todos los siete países del istmo centroamericano reconocían a Taiwán. Ahora, solo quedan Guatemala y Belice. Los aliados restantes de Taipéi son Paraguay, un grupo de pequeñas naciones isleñas en el Caribe y Pacífico y la Santa Sede.

En el segundo país más grande, Paraguay, el presidente saliente Mario Abdo Benítez advirtió a su sucesor que sería un “error” romper lazos con Taiwán, pero en Septiembre pidió a Taiwán que invirtiera al menos $1 mil millones en el país para resistir a las presiones internas de cambiar relaciones.

Un estudio de 2021 de Foreign Policy Analysis concluyó que Paraguay estaba perdiendo 1 por ciento de su PIB cada año que mantiene lazos con Taiwán.

El canciller hondureño Eduardo Reina explicó en televisión el miércoles que la decisión que romper lazos con Taipéi está basada en consideraciones económicas después de que Taiwán se rehusara a aumentar su asistencia y préstamos. “La cooperación de Taiwán equivale a 50 millones de dólares [anuales], es lo que en un día se recauda en Honduras”, dijo y añadió: “La idea es buscar mecanismos para mayor inversión, comercio”.

Reina afirmó entonces que el establecimiento de mayores lazos económicos con China tiene como objetivo último satisfacer las necesidades urgentes del “pueblo hondureño”. Sin embargo, la decisión no altera la posición de Honduras en el capitalismo mundial como una plataforma de mano de obra barata con acceso cercano al mercado estadounidense.

En el contexto del “nearshoring” impulsado por Washington para incentivar a las empresas a trasladar la producción de Asia más cerca de Estados Unidos, el afán por competir por el capital chino no hará sino aumentar las presiones para mantener la pobreza generalizada que permite mantener los salarios bajos. Actualmente, más de siete millones de los 10 millones de hondureños viven por debajo del umbral oficial de pobreza.

A pesar de su demagogia de “izquierda”, el Gobierno capitalista de Castro tomó esta decisión a instancias de la oligarquía hondureña. Así lo demostró la reacción de Armando Urtrecho, titular del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), que anteriormente respaldó los lazos con Taiwán para mantener el apoyo de EE.UU. Hablando frente a un cartel de USAID y la bandera estadounidense en un acto el miércoles, Urtecho dijo a periodistas que ni apoya ni rechaza los lazos con Beijing.

Estados Unidos ha coaccionado histórica e hipócritamente a otros países para que mantengan lazos diplomáticos con Taiwán con el fin de contrarrestar la influencia china a nivel mundial, a pesar de que el propio Washington reconoce formalmente a Beijing y no a Taipéi desde 1979.

Las relaciones entre Taiwán y Centroamérica se cimentaron originalmente sobre la base del anticomunismo y la sangre, ya que Taipéi proporcionó ayuda, armas y entrenamiento militar a una serie de dictaduras militares y movimientos de derechas respaldados por Estados Unidos que llevaron a cabo una represión asesina en la región.

Los legisladores de ambos partidos estadounidenses respondieron al anuncio de Castro con amenazas. “La presidenta hondureña Xiomara Castro está acercando su país a la China comunista mientras el mundo se aleja. El pueblo hondureño sufrirá por su mal liderazgo”, tuiteó el senador republicano Bill Cassidy.

Por su parte, el demócrata Bob Menéndez, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, escribió que la decisión “tendrá implicaciones que irán mucho más allá del Gobierno actual... La decisión de reconocer a Beijing no tiene que ver con la competencia entre EE.UU. y China, sino con el tipo de futuro que los hondureños quieren construir para sí mismos y para sus hijos”.

Los congresistas republicanos y demócratas han amenazado anteriormente con presentar leyes que romperían los vínculos diplomáticos y la ayuda a países que hagan el cambio de Taipéi a Beijing. En Honduras, la Administración de Obama respaldó un golpe militar en 2009 que derrocó al presidente Manuel Zelaya (2006-2009), esposo de Castro, quien había expresado a diplomáticos chinos su interés en reconocer a Beijing, además de estrechar lazos económicos con el Gobierno venezolano de Hugo Chávez.

Pero incluso el régimen golpista del presidente Porfirio Lobo (2010-2014) intentó establecer lazos con Beijing, que en ese momento no buscaba interrumpir un acercamiento con Taipei. Posteriormente, el presidente Juan Orlando Hernández (2014-2022), que será juzgado en Nueva York por cargos de narcotráfico el mes que viene, accedió a un préstamo de 300 millones de dólares de Beijing para construir la presa Patuca III.

Castro había prometido durante su campaña electoral que establecería lazos con Beijing. Sin embargo, por temor a las represalias estadounidenses, el 29 de enero declaró que no era una prioridad. Asimismo, el canciller Reina, insistió el 2 de febrero en que las negociaciones con China para construir una nueva presa hidroeléctrica no significaban que fueran a establecer lazos oficiales.

Reina incluso se sintió obligado el miércoles a aclarar: “No buscamos romper nuestra relación con Estados Unidos”.

Según el Banco Central de Honduras, el 30,9 por ciento de las exportaciones y el 31,4 por ciento de las importaciones se realizan con Estados Unidos, frente al 0,2 por ciento y el 17,3 por ciento, respectivamente, con China.

La medida se produce mientras la Administración de Biden se apresura a convertir Taiwán en el frente de batalla de una guerra con China, incluso cuando el Pentágono intensifica su participación en la guerra contra Rusia en Ucrania.

Biden prácticamente ha puesto fin a su “ambigüedad estratégica”, según la cual Washington reconocía formalmente a Taiwán como parte de China en el marco de la política de “una sola China”, al tiempo que armaba y mantenía fuertes relaciones con Taipéi.

En medio de frecuentes visitas mutuas de altos funcionarios de ambos países, la Casa Blanca se comprometió formalmente a armar Taiwán y a entrenar a sus tropas en suelo estadounidense, al tiempo que aumenta drásticamente la presencia de tropas estadounidenses en la isla.

El mes pasado, Washington canceló una visita diplomática prevista a Beijing y derribó un “globo de vigilancia” chino y varios otros objetos no identificados para provocar un frenesí bélico contra China. El miércoles, Australia anunció que comprará submarinos de propulsión nuclear estadounidenses como parte del cerco militar de China liderado por Estados Unidos.

El Gobierno de Xiomara Castro, al igual que los demás regímenes burgueses de la “marea rosa” en América Latina, está totalmente comprometido con la defensa del marco del Estado nación capitalista, utilizado por las élites gobernantes nacionales para institucionalizar sus acuerdos corruptos y por el imperialismo estadounidense para saquear y dominar la región. En consecuencia, ninguna fuerza política burguesa ofrece una alternativa a la opresión imperialista estadounidense y al impulso hacia una Tercera Guerra Mundial.

El reconocimiento de Beijing por parte de Castro solo ayudará a arrastrar aún más al país y toda la región a la conflagración que se avecina entre Estados Unidos y China, ambas potencias nucleares con las mayores economías y ejércitos del mundo.

La única alternativa a la guerra imperialista es la movilización política de la clase obrera internacional contra el capitalismo y su sistema de Estados nación. Como explicó León Trotsky en la declaración de 1934 “La guerra y la Cuarta Internacional”:

América del Sur y Central solo podrán salir del atraso y la esclavitud uniendo a todos sus Estados en una poderosa federación. Pero no es la rezagada burguesía sudamericana, una agencia del imperialismo extranjero completamente corrupta, la llamada a resolver esta tarea, sino el joven proletariado sudamericano, el líder por excelencia de las masas oprimidas.

(Publicado originalmente en inglés el 17 de marzo de 2023)

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