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Candidato respaldado por EE.UU., Bernardo Arévalo elegido presidente en Guatemala

Bernardo Arévalo, un candidato promovido tanto por la pseudoizquierda como por el imperialismo estadounidense, ganó la segunda vuelta presidencial en Guatemala el domingo con el 58 por ciento del voto contra Sandra Torres, una ex primera dama apoyada por la mayoría de la élite política guatemalteca.

El president electo guatemalteco Bernardo Arévalo [Photo by Sandra Sebastián, openDemocracy / CC BY 4.0]

Una figura en gran medida desconocida por la población general, el exdiplomático y legislador Arévalo fue visto por defecto como una opción para expresar el enfado popular a las fuerzas políticas tradicionales que han gobernado desde la supuesta “transición a la democracia” y el fin de la guerra civil en 1996.

Los votos para Arévalo provinieron principalmente de la clase media urbana y secciones de la clase trabajadora, incluyendo el 75 por ciento de los votos en la Ciudad de Guatemala.

La elección estuvo marcada por un intento abierto de secciones del Estado y grupos fascistas apoyados por el Gobierno de turno del presidente Alejandro Giammattei para suspender el partido Semilla de Arévalo y anular el resultado electoral, entre otras irregularidades.

Tres candidatos prominentes fueron descalificados por motivos espurios y la primera ronda fue testigo de numerosos reportes de compra de votos, la quema de papeletas, represión policial y violencia contra funcionarios electorales. Posteriormente, los tribunales permitieron que el Ministerio Público y la policía avanzaran una investigación penal inconstitucional contra Semilla en materia de firmas y financiamiento, que involucró varios allanamientos del Tribunal Supremo Electoral y las oficinas del partido.

Torres, quien se ha rehusado a reconocer su derrota, recurrió a una desquiciada propaganda anticomunista e intolerante previamente empleada por la ultraderecha en contra de sus dos propias campañas presidenciales previas. Sus declaraciones incluyeron tildar a los miembros de Semilla de “comunistas” que son “todos afeminados y una partida de hijos de p***”.

A pesar de las amenazas fascistizantes, Arévalo solo pudo movilizar un apoyo activo limitado al responder con garantías que su Gobierno no atentaría con los intereses de la patronal y con ataques al matrimonio gay y el aborto.

Las protestas contra las amenazas golpistas fueron dispersas y pequeñas. Además, el 55 por ciento del electorado se abstuvo en la segunda ronda, similar al porcentaje que se abstuvo o emitió votos nulos o en blanco en la primera ronda.

Cualesquiera que sean las ilusiones populares en Arévalo entre los trabajadores y profesionales jóvenes, son producto de la campaña de la pseudoizquierda, la prensa corporativa internacional y el Departamento de Estado de EE.UU. para promover a Semilla como una fuerza “progresista”.

Varios medios capitalistas como el Washington Post y El País escribieron que su elección significará una “primavera democrática”, refiriéndose al levantamiento popular masivo en 1944 que resultó en la primera elección popular de un presidente en el país, el padre de Arévalo, Juan José.

No existe ningún fundamento para describir a Arévalo y Semilla como una alternativa de izquierda, democrática o progresista al clientelismo de la élite gobernante guatemalteca, cuya subordinación al capital extranjero y el imperialismo estadounidense es la principal causa de la generalizada pobreza, desigualdad, autoritarismo y corrupción que caracterizan la vida social guatemalteca.

Incluso la llamada “primavera democrática” bajo J.J. Arévalo y su sucesor Jacobo Árbenz, que a diferencia de Bernardo llegaron al poder basándose en un programa de reformas democráticas, agrarias y sociales, demostró fundamentalmente que no existe una vía pacífica o reformista para que las masas de Guatemala y otros países semicoloniales aseguren sus derechos democráticos y sociales.

La CIA, que hoy respalda a Semilla, orquestó el derrocamiento de Árbenz en 1954, que desembocó en tres décadas de dictaduras militares.

En esa época, el principal papel en el desarme de la clase obrera guatemalteca contra el imperialismo estadounidense y la burguesía compradora fue desempeñado por el estalinista Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), que fue fundado en 1949 bajo la política frentepopulista de la burocracia de Moscú, orientándose abiertamente hacia una alianza de “la clase obrera, los campesinos, el sector patriótico de la burguesía nacional y la pequeña burguesía”.

El PGT se unió al régimen de Árbenz y abogó exclusivamente por reformas capitalistas, rechazando cualquier lucha por el poder obrero y el socialismo. Árbenz luego se rehusaría a armar a los trabajadores para resistir el golpe.

En 1958, el PGT apoyaría al régimen militar sobre la base de una “línea de conciliación nacional” en la que “los guatemaltecos de derecha e izquierda, conservadores o comunistas puedan convivir”. Tras la Revolución cubana de 1959 y la despiadada represión contra los obreros, campesinos e intelectuales de izquierda en Guatemala, el PGT se disolvió en bandas guerrilleras suicidas, que fueron aplastadas prontamente por el ejército y los escuadrones de la muerte de militares y policías entrenados por Estados Unidos. La represión incluyó una campaña genocida contra los pueblos indígenas mayas.

Los restos de las guerrillas estalinistas y maoístas y los grupos nacionalistas indígenas se transformaron en partidos burgueses y se unieron a la burocracia estatal tras los acuerdos de “paz” de 1996, que facilitaron la impunidad de los criminales de guerra y dejaron intacto el poder de la oligarquía terrateniente, bancaria y comercial tradicional respaldada por el imperialismo.

La coalición de la exguerrillera URNG-Maiz y el partido indigenista Winaq apoyaron a Arévalo, junto con el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) y otras organizaciones pseudoizquierdistas. La morenista Liga Internacional de los Trabajadores (LIT) y La Izquierda Diario se abstuvieron de apoyar abiertamente a Semilla, pero presentaron falsamente al partido como de “centroizquierda” y “reformista” y ocultaron el historial proimperialista de Arévalo y su partido.

Al apoyar a Arévalo, las organizaciones pseudoizquierdistas de la clase media están repitiendo el papel desempeñado por el PGT de desarmar políticamente a la clase obrera, aun cuando la burguesía guatemalteca y el imperialismo estadounidense recurren cada vez más a las fuerzas armadas y a formas dictatoriales de gobierno para reprimir la lucha de clases e intensificar la explotación capitalista.

La principal razón detrás de la oposición de sectores de la élite gobernante a Arévalo radica en la asociación de su partido con la Comisión Internacional contra la Impunidad (CICIG), una agencia financiada por Estados Unidos y respaldada por la ONU que persiguió casos de corrupción selectivos para alinear forzosamente a la élite gobernante con los dictados políticos de Washington.

A pesar de que la oligarquía lograra deshacerse de la CICIG en 2019, el Gobierno de Giammattei continuó acatando servilmente las demandas de Estados Unidos, incluidos los despliegues militares para atacar a los migrantes, la apertura de una oficina piloto en Guatemala donde los migrantes se verán obligados a solicitar asilo a Estados Unidos, el mantenimiento de relaciones diplomáticas con Taiwán y de su Embajada en Jerusalén.

Pero el imperialismo estadounidense no estará contento con nada menos que peones políticos en un contexto internacional de inestabilidad económica, la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia y los preparativos de guerra contra China. Y Arévalo ha dado todos los indicios de que planea aplicar con aún más fuerza los dictados de Estados Unidos. El propio partido Semilla solo se fundó tras consultas con funcionarios demócratas y republicanos, sobre la base de apoyar a la CICIG. Además, Arévalo se ha opuesto a poner fin a las relaciones con Taiwán y ha exigido sanciones contra el Gobierno y las empresas rusas.

Incluso una entrevistadora de France24 reconoció que “Arévalo ha sido calificado como el candidato más progresista de esta camada de candidatos mientras que Sandra Torres se ha autodenominaba incluso como liberal pero en la práctica ambos candidatos son conservadores”. Luego preguntó a Eduardo Núñez Vargas, director para Centroamérica del National Democratic Institute (NDI): “¿Fue la victoria de Arévalo realmente un castigo al establishment político de Guatemala?”.

Tras elogiar la retórica anticorrupción de Arévalo, Núñez Vargas insistió en que lo importante es que Arévalo canalizó exitosamente la oposición al establishment y, cabría añadir, con la ayuda cómplice de la pseudoizquierda.

“Por lo que vimos en campaña la disposición del señor Arévalo sería tener una mayor cercanía” con Washington, concluyó. El NDI forma parte de la National Endowment for Democracy (NED), creado para llevar a cabo abiertamente las operaciones políticas que la CIA dirigía antes de forma encubierta, incluyendo el entrenamiento y la financiación de títeres estadounidenses en toda América Latina.

Por su parte, Stephen McFarland, embajador de Estados Unidos en Guatemala durante el Gobierno de Obama, respaldó abiertamente a Arévalo en las redes sociales y, en una entrevista con Prensa Comunitaria, dijo que goza de un amplio apoyo bipartidista en el Congreso estadounidense. “Se interpreta que el argumento de que Arévalo supuestamente es un izquierdista peligroso, no tiene tracción ni resonancia dentro de los círculos más o menos conservadores de Washington”, explicó.

“Estados Unidos ha tenido menos éxito en utilizar su influencia o hacer que su influencia tenga impacto en los países centroamericanos, incluyendo Guatemala, en los últimos años”, añadió, apuntando a la esperanza de que Arévalo facilite un giro a favor del imperialismo estadounidense.

A su vez, McFarland dejó claro que el Gobierno de EE.UU. presionó a la élite gobernante guatemalteca para permitir la elección de Semilla advirtiendo que, “Yo esperaría que, si realmente se concreta un tipo de golpe jurídico contra los candidatos en la segunda vuelta, podría haber algún tipo de sanción”.

(Publicado originalmente en inglés el 23 de agosto de 2023)

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