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Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.)
Las bases históricas e internacionales del Partido Socialista por la Igualdad

La revolución traicionada

65. En 1936 Trotsky escribió La revolución traicionada, libro que estableció la necesidad socioeconómica de luchar por una Cuarta Internacional. En esta obra monumental, Trotsky reveló las leyes que regían el nacimiento, el desarrollo y la destrucción inevitable de la burocracia soviética, a la cual rehusó atribuirle todo papel progresista histórico. Al analizar las contradicciones que determinaron la existencia de la burocracia como casta privilegiada en un estado obrero, Trotsky estableció que las conquistas de la Revolución de Octubre de 1917 sólo se podían conservar y extender por medio de una revolución política, en la cual los trabajadores soviéticos derrocarían a la burocracia a través de una insurrección violenta, al tiempo que mantenían y desarrollaban las relaciones de propiedad nacionalizada establecidas por la revolución bolchevique. Trotsky catalogó al régimen soviético como transicional, cuyo destino dependía de la revolución mundial. Trotsky escribió:

“La URSS es una contradictoria sociedad intermedia entre el capitalismo y el socialismo, en la que: a) Las fuerzas productivas todavía son insuficientes para dar a la propiedad del Estado un carácter socialista; b) La tendencia a la acumulación primitiva nacida de la carencia se manifiesta a través de innumerables poros de la economía planificada; c) Las normas de la distribución conservan un carácter burgués y son la base de la diferenciación social; d) El desarrollo económico, al mismo tiempo que mejora lentamente la condición de los trabajadores, contribuye rápidamente a formar una capa de privilegiados; e) Al explotar los antagonismos sociales, la burocracia se ha convertido en una casta incontrolada, extraña al socialismo; f) La revolución social, traicionada por el partido gobernante, aún existe en las relaciones de propiedad y en la conciencia de los trabajadores; g) Desarrollos futuros de las contradicciones acumuladas puede conducir al socialismo o de vuelta al capitalismo; h) En el camino hacia el capitalismo, la contrarrevolución tendrá que romper la resistencia de los obreros; i) En el camino hacia el socialismo, los obreros tendrán que derrocar a la burocracia. A fin de cuentas, el problema será resuelto definitivamente por la lucha de dos fuerzas vivas en la esfera nacional e internacional”. [40]

66. Una objeción al análisis de Trotsky de la sociedad soviética, la cual se identifica con la teoría generalmente conocida como el “capitalismo estatal”, es que la burocracia representa una nueva clase gobernante. Trotsky rechazó esa teoría, la cual, con todas sus variantes, fracasó en ofrecer una prueba marxista de que la burocracia podía clasificarse como clase. Para el marxismo, una clase se distingue por sus raíces independientes en la estructura económica de la sociedad. La existencia de una clase se relaciona con formas históricas específicas de propiedad y con las relaciones de producción, las cuales, a la vez, se integran a ese estrato social. La burocracia soviética no representaba tal fuerza histórica. Había usurpado el poder político, administraba el estado; y devoraba una porción significante de la riqueza de la Unión Soviética. Pero las formas de propiedad habían surgido de la revolución obrera. Trotsky admitió que el poder aplastante que la burocracia ejercía sobre el estado había creado “una nueva —y hasta ahora desconocida— relación entre la burocracia y las riquezas de la nación”. [41] Trotsky advirtió que esto podía conducir, a menos que una revolución social se le adelantara, a una liquidación total de las conquistas sociales de la revolución proletaria. [42] Eso fue lo que eventualmente sucedió a fin de cuentas 55 años después de la publicación de La revolución traicionada. Sin embargo, las consecuencias de la disolución de la URSS confirmó decisivamente la definición de Trotsky de la burocracia como casta y no como clase. La destrucción de la URSS rápidamente condujo a la liquidación de la propiedad estatal y a su transformación en propiedad privada. Burócratas bien situados convirtieron en activos personales a las industrias y a los recursos naturales y financieros que le habían pertenecido al estado y que anteriormente habían administrado. Se establecieron leyes de separación de bienes que le permitían a esta nueva burguesía ceder sus propiedades —adquirida en su mayor parte a través del robo— de los bienes estatales, a sus cónyuges y vástagos. Establecieron una bolsa de valores. El trabajo se convirtió en una mercancía regulada por la ley del valor. Lo poco que quedaba de la planificación estatal se desboronó. En la URSS no sobrevivió ni una de las categorías sociales o especiales con las cuales se pudo haber definido legítimamente a la burocracia como clase. Si lo que existía antes de la disolución de URSS era “capitalismo de estado”, ¡éste desapareció rápidamente junto con el estado obrero! La “teoría” del capitalismo de estado no contribuyó nada a la comprensión sociológica de la sociedad soviética o a una estrategia política de luchas revolucionarias contra el estalinismo.

67. La burocracia estalinista asesinó a casi toda la dirigencia de la Revolución de Octubre. Entre 1936 y 1938 organizó juicios propagandistas contra líderes bolcheviques tales como Zinoviev, Kamenev, Bukharin y Rakovsky. Estos horribles procedimientos judiciales, en que los acusados fueron obligados a acusarse a sí mismos de crímenes falsos (después de asegurarles que sus confesiones los salvarían a ellos y a sus familias) terminaban invariablemente con anuncios de sentencia de muerte que se cumplían en pocas horas. En aquellos pocos casos en que el castigo de cárcel se impuso —como con Rakovsky y Radek— los acusados luego fueron asesinados en secreto. Los juicios representaron la imagen pública de una campaña sin precedentes de asesinatos en masa cometidos a escondidas del público. Cientos de miles de socialistas, los mejores representantes de varias generaciones de intelectuales y trabajadores marxistas, fueron exterminados. El dictador fascista Mussolini una vez comentó con admiración, ¡qué el régimen de Stalin había matado a mucho más comunistas que el suyo mismo! Casi un millón de personas fueron eliminadas en una ola de violencia contrarrevolucionaria de 1936 a 1939. Esta liquidación —que confirmó, en el sentido más directo posible, la definición de Trotsky en cuanto a Stalin como “el sepulturero de la revolución”— fue un golpe tan duro a la conciencia de la clase trabajadora soviética que ésta nunca más se pudo recuperar. La historia y el récord de esos crímenes sin paralelo incontestablemente refutan las afirmaciones de incontables propagandistas burgueses de que el estalinismo se basaba en el patrimonio político y teórico del marxismo, para no decir que el estalinismo y el trotskismo apenas eran variantes del marxismo. Trotsky describió mejor que nadie la relación entre el estalinismo y el trotskismo. Los separa, escribió, “un río de sangre”.


[40]

Leon Trotsky, The Revolution Betrayed: What Is the Soviet Union and Where Is It Going? (Detroit: Labor Publications, 1991), p. 216.

[41]

Ibid., p. 211.

[42]

Ibid.