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VW coludido en tortura militar contra trabajadores durante la dictadura militar en Brasil

El Grupo Volkswagen trabajó de manera cercana con la dictadura militar en Brasil, apoyada por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés), que estuvo en el poder entre 1964 y 1985. Asimismo, colaboró en la persecución, tortura y asesinato de militantes trabajadores de la industria automotriz. Estos son los resultados de una investigación sobre VW do Brasil, publicada por la Oficina del Fiscal Federal de Brasil a mediados de noviembre pasado.

El documento de 406 páginas producido por el investigador Guaracy Mingardi es una denuncia irrecusable sobre el gigante automotriz de origen alemán. No sólo confirma una investigación publicada por la emisora NDR y el periódico Süddeutsche Zeitung en julio pasado, sino que revela mucho más. Mingardi concluye que “VW tuvo un rol activo. No fue forzada. La empresa tomó parte porque así lo quiso”.

Los trabajadores de VW do Brasil que fueron perseguidos por la junta militar unieron fuerzas conformando el “Foro de Trabajadores por la Verdad, la Justicia y la Reparación” (Fórum de Trabalhadores por Verdade, Justiça e Reparação). Presentaron una demanda el 22 de septiembre de 2015, con cinco alegatos contra Volkswagen do Brasil:

Primero, que la empresa activamente participó en el arresto de los empleados de la VW. Segundo, que acosó y despidió trabajadores opositores. Tercero, que colaboró y fue cómplice del gobierno en la tortura. Cuarto, los oficiales de VW financiaron el centro de tortura Operação Bandeirante (OBAN) y el DOI-CODI (Departamento de Operações de Informações-Centro de Operações de Defesa Interna). Quinto, VW es culpable de conspirar y participar en el golpe militar de 1964 así como en las dos décadas de régimen militar posteriores.

El centro de tortura OBAN se estableció en 1969. Un año después fue renombrado DOI-CODI y fue subordinado directamente al ejército. Se estima que 2000 personas fueron detenidas allí, la mayor parte de ellas sin juicio previo. Al menos 66 fueron asesinadas, 39 de ellas fueron torturadas.

Las acusaciones de los trabajadores ahora han sido plenamente demostradas por la investigación.

La investigación de Mingardi también confirma las afirmaciones de los ex-trabajadores de VW Lúcio Bellentani y Heinrich Plagge que fueron arrestados por la policía secreta en su lugar de trabajo bajo la supervisión de la seguridad armada de la planta de VW y conducidos al centro de tortura DOPS.

Al saber que el fiscal federal en São Paulo ha estado investigando VW desde 2015 y presentaría sus conclusiones en otoño de 2017, el consejo de administración de VW, en octubre de 2016, comisionó al historiador Cristopher Kopper, hijo de un ex-jefe del Deutsche Bank, Hilmar Kopper, para que investigara el caso y remitiera sus hallazgos hacia el final de 2017.

El informe de la VW se publicó el jueves pasado en São Bernardo do Campo. Originalmente, la VW deseaba montar un evento de relaciones públicas con el director de recursos humanos de la VW, Karlheinz Blessing, personalmente estrechándole la mano a Lúcio Bellentani, una víctima de tortura. No obstante, esto no sucedió porque los trabajadores se negaron aparticipar en la farsa.

“Ninguno de los trabajadores aparecerá en este evento”, declaró Bellentani. “Estaremos de pie afuera de la puerta de la fábrica expresando nuestro descontento con el comportamiento de la empresa. Hasta ahora la VW se niega a contactarnos oficialmente”. Foro de Trabajadores en una carta expuso que “Pese a los reportajes internacionales, el VW no ha comentado sobre las acusaciones… Durante las diversas audiencias de testigos, en que los ex-empleados reportaron la represión por parte de la seguridad de la planta de VW, los vínculos con los órganos represivos del estado, así como en su tortura y arresto, los abogados de VW permanecieron callados… Hasta ahora no hay señal de VW de que la empresa realmente quiera colaborar con los investigadores”.

El Grupo VW, aparentemente, todavía cree que puede escapar cualquier tipo de rendición de cuentas.

En el comunicado de prensa publicado el jueves pasado, el consejo de administración de VW volvió a intentar evadir responsabilidad. “En la luz de las fuentes evaluadas científicamente, el profesor Kopper concluye que hubo cooperación entre individuos de seguridad de la planta de Volkswagen do Brasil y el pasado régimen militar. Pero, al mismo tiempo, no se halló evidencia clara de que la cooperación haya sido institucionalizada por la empresa”.

La declaración de la empresa cita la afirmación de Kopper sobre que la transformación cultural y en las relaciones laborales comenzó en 1979 cuando Volkswagen do Brasil se volvió pionero en la “participación de los empleados” al establecer un consejo de trabajo. Por 1982, sostiene el historiador, la existencia del consejo de trabajo, elegido democráticamente por los trabajadores a través de una boleta secreta, significó “el fin de la discriminación contra miembros del sindicato”.

El comunicado de prensa de la empresa fue cubierto por la mayoría de los periódicos alemanes sin mencionar, mucho menos citar, los hallazgos del investigador brasileño. Pero incluso el informe de Kopper admite que “La gerencia de VW do Brasil exhibió lealtad sin reservas hacia el gobierno militar, y compartió sus objetivos económicos y de política interna”. En otra parte del mismo informe, sostiene que el jefe del servicio de seguridad de la planta, Adhemar Rudge, actuó “bajo iniciativa personal, pero con el conocimiento tácito del consejo”.

El “conocimiento tácito del consejo” sólo puede significar que los miembros del consejo de administración de VW, al menos los de VW do Brasil, eran conscientes y apoyaban al servicio de seguridad de la fábrica cuando entregó a los trabajadores opositores para ser torturados. En términos legales, esto se denomina, como mínimo, instigar y asistir los actos criminales de tortura y asesinato.

El informe de Mingardi es aún más claro. Cita de un documento del 11 de septiembre de 1975, en que el jefe de seguridad de la planta de VW, Rudge, describe con detalle el procedimiento para la preparación y transferencia de información a las agencias de inteligencia. “Claramente demuestra”, afirma Mingardi, “que la organización de seguridad de la planta de Volkswagen coordinó cosas con la SNI [agencia de inteligencia]. Y sobre todo, que la información sobre estos procesos era conocida por el director de la empresa [Wolfang Sauer]”.

De manera que, la cuestión no es cuánto sabía el consejo de administración de VW. La evidencia es clara: toda la información sobre trabajadores activos en el sindicato y políticamente, primero pasaron por la mesa del director de la empresa, Wolfang Sauer. Él decidió qué información se iría a la policía secreta de la junta militar de Brasil, y, por tanto, quién sería arrestado y torturado.

Otra revelación podría tener serias consecuencias legales y financieras para el grupo VW. Mingardi demuestra que VW do Brasil también había apoyado financieramente a la dictadura militar brasileña. En la página 63 de su informe escribe, “No hay duda de que existió apoyo real por parte de Volkswagen para OBAN [centro de tortura] y que tal vez incluso en el DOI-CODI [posterior centro de tortura]”.

Kopper también tuvo que admitir esto. Asegura que “No se ha encontrado evidencia clara que sostenga la suposición de que VW do Brasil proveyó asistencia material a la operación del centro de tortura militar (DOI-CODI)”, pero al mismo tiempo admite: “Es posible que un financiamiento indirecto haya sido aportado a través de las cuotas de membresía pagadas a la confederación industrial FIESP, así como a través de la provisión de vehículos de manera gratuita.

Kopper explica en otra parte: “Como la confederación industrial FIESP activamente apoyó el [centro de tortura] OBAN, y VW era un miembro directivo del FIESP, parece probable que VW do Brasil haya proveído asistencia al OBAN ya sea directamente (a través de proveer vehículos) o indirectamente (a través de sus cuotas de membresía al FIESP)”.

Dado que casi todos los documentos han sido destruidos, la evidencia del involucramiento de empresas como VW e individuos ricos ha estado largamente oculto. Es bien sabido que OBAN fue financiado, especialmente durante sus primeros años, por grandes donativos de personalidades empresariales de Sao Paulo. Se dice que la donación promedio era de $100.000 dólares al año. Con cuánto contribuyó el Grupo Volkswagen es todavía desconocido.

VW es responsable de estos crímenes. Los trabajadores deben demandar que la empresa y los oficiales políticos alemanes que son responsables rindan cuentas y que los ex-trabajadores de VW y todas las víctimas del centro de tortura de OBAN sobrevivientes, así como sus familiares, sean indemnizados, tanto como sea posible.

La semana pasada, el periódico de negocios Handelsblatt reportó que existe voluntad del lado alemán de VW para crear un Fondo de Apoyo para Víctimas de América Latina, comparable al fondo que se creó para compensar a los trabajadores forzados durante el régimen Nazi.

Pero incluso esta propuesta, que tendría como motivación fundamental las relaciones públicas de la empresa, ha sido resistida.

“La idea que provino de Alemania se encontró con poco apoyo de parte de los colegas de Volkswagen Sudamérica”, continúa Handelsblatt. “Advirtieron en contra de pagar compensación en Brasil. ‘Será inagotable, Volkswagen estará abriendo la llave con esto’, informó la gerencia brasileña a su casa matriz en Wolfsburg. Las consecuencias financieras son incalculables”.

El artículo concluyó que “Al final prevalecieron los sudamericanos; no habrá fondo de compensación por el momento”.

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