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Nuevo récord de casi 308.000 casos diarios de COVID-19 en el mundo

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó el lunes un récord diario de 307.930 casos nuevos de COVID-19. Según todos los paneles de seguimiento de COVID-19, el mundo pronto superará los 30 millones de infecciones. Estados Unidos, Brasil e India se han mantenido en el epicentro de la pandemia mundial durante varias semanas consecutivas, representando la mayoría de los casos nuevos diarios.

El tablero del Worldometer COVID-19 estima que ha habido casi 930.000 muertes en poco más de ocho meses desde que la primera víctima murió el 11 de enero en Wuhan, un hombre de 61 años que era un cliente habitual en el ahora infame “mercado húmedo”. El promedio móvil de siete días de muertes diarias ha superado las 5.000 desde mediados de julio, lo que significa que, en aproximadamente dos semanas, el número total de muertes en todo el mundo superará el millón.

Enfermeros y doctores en una unidad de COVID-19 en Texas (Crédito: Miguel Gutierrez Jr.)

La tasa bruta de letalidad mundial (el total de muertes dividido por el total de casos) se sitúa en un asombroso 3,18 por ciento. Sin embargo, esto tampoco tiene en cuenta el exceso de muertes que se han informado sistemáticamente en casi todos los países, lo que aumentaría mucho la mortalidad. No existe un debate legítimo sobre la letalidad del virus ni las advertencias de los epidemiólogos y otros científicos médicos de que los recursos de la sociedad deben movilizarse plenamente para contener y erradicar esta pandemia.

Las predicciones para los próximos meses son nefastas. Si las clases trabajadoras de todas las naciones no se resisten a la política de inmunidad colectiva que las clases dominantes han implementado a fondo para garantizar que la economía funcione a toda velocidad, solo acelerará el costo de vidas y salud.

Han pasado más de seis meses desde que el presidente Trump le admitió a Bob Woodward, un reportero principal del Washington Post, después de su conversación con el presidente chino Xi Jinping, “Esto es algo mortal. También es más mortal que ... incluso una fuerte gripe ... esto es cinco por ciento, tasa de letalidad, versus uno por ciento y menos del uno por ciento”.

Tasa de letalidad de casos globales de la continua pandemia de COVID-19 (Crédito: Our World in Data)

Como señaló el WSWS, esta conspiración para ocultar la naturaleza mortal de la pandemia involucró al gabinete de Trump, los demócratas y republicanos en el Congreso y la cúpula de los medios de comunicación. También es obvio que China brindó advertencias similares a los líderes europeos, cuya retórica engañosa y acciones malignas han sido casi idénticas a las de Estados Unidos.

Estados Unidos está a punto de superar las 200.000 muertes antes del fin de semana, lo que, en cifras brutas, supera el número de muertes estadounidenses en la Primera Guerra Mundial, la Guerra de Corea y Vietnam juntas. Para fines de este año, según una proyección conservadora de la Universidad de Washington, esa cifra podría llegar a 410.000, el equivalente al total de muertes estadounidenses en combate en la Segunda Guerra Mundial.

A pesar de estas cifras desgarradoras, Trump declaró que el país ha “doblado la esquina” respecto a la pandemia, un comentario que encontrará un lugar en la historia junto a “la luz al final del túnel” durante la Guerra de Vietnam, o el alarde de George W. Bush de “misión cumplida”, tres meses después de la invasión y ocupación estadounidense de Irak.

Casos confirmados acumulados de COVID-19 en el mundo (Crédito: Our World in Data)

En cuanto a los demócratas, su candidato presidencial espera beneficiarse políticamente del colosal fracaso y la evidente indiferencia de Trump. Pero los gobernadores demócratas están llevando a cabo las mismas políticas a nivel estatal, promoviendo la reapertura de fábricas y otros lugares de trabajo, y la campaña de regreso a clases que ya ha desencadenado una nueva ola de contagios y muertes.

Y en el Congreso, ambos partidos capitalistas demuestran su insensibilidad hacia las decenas de millones que se han quedado sin trabajo por el impacto de la pandemia. Los beneficios suplementarios federales por desempleo expiraron el 31 de julio para 20 millones de trabajadores, y ni los demócratas ni los republicanos han movido un dedo para ayudarlos, después de que movieron cielo y tierra para aprobar una legislación que otorgó un rescate de $3 billones a las grandes corporaciones y bancos.

La verdadera preocupación de todos los sectores de la élite política es la creciente resistencia entre los trabajadores y los jóvenes a la política de inmunidad colectiva, según la cual la mayoría de la población se infectará y millones morirán o sufrirán daños importantes en su salud, potencialmente de por vida. El foco es ahora la lucha por la reapertura de las aulas de kínder a doceavo y las universidades, donde se han producido huelgas a pesar del esfuerzo de los sindicatos por subordinar todas las acciones de los trabajadores a la campaña presidencial de Joe Biden y Kamala Harris.

Muertes confirmadas acumuladas por COVID-19 (Crédito: Our World in Data)

Mientras los demócratas confían en los sindicatos para reprimir a la clase trabajadora, la Administración de Trump está recurriendo al uso abierto de la fuerza. El propio Trump elogió la ejecución policial de Michael Reinoehl, un manifestante de izquierda contra la violencia policial, y defendió al pistolero de ultraderecha que mató a dos manifestantes de Black Lives Matter en Kenosha, Wisconsin. Ha amenazado repetidamente con invocar la Ley de Insurrecciones de 1807 y desplegar a los militares contra los opositores políticos.

En una señal más de las tendencias fascistas que surgieron de la Administración de Trump, un operativo político de larga data, Michael Caputo, recientemente instalado como subsecretario de Salud y Servicios Humanos para Asuntos Públicos, el principal puesto de comunicaciones en ese departamento, afirmó el domingo que había una “Unidad de resistencia” de científicos dentro de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, siglas en inglés), la principal organización federal de combate a las enfermedades, que estaban involucrados en “sedición” contra el presidente Trump.

Los comentarios aparentemente desquiciados de Caputo se publicaron en un video en vivo en su página personal de Facebook, reportado por el New York Times y luego confirmados por el propio Caputo en una entrevista con el Washington Post. Aparentemente, la diatriba fue provocada por las críticas de los medios al papel de Caputo en la manipulación de los informes de los CDC y el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) sobre el impacto de la pandemia de coronavirus para que el papel de Trump se vea mejor.

Caputo es un exempleado de Trump en varias empresas comerciales. No tenía experiencia en cuestiones médicas cuando fue designado en abril, en medio de la pandemia mundial, para supervisar las comunicaciones del HHS sobre la crisis de salud pública.

En el transcurso de su video, Caputo afirmó que el asesinato a tiros de un contramanifestante de derecha en Portland, Oregón, el mes pasado fue un “simulacro” en preparación para la violencia generalizada de la izquierda contra Trump y sus partidarios. Predijo que Trump ganaría las elecciones, que su oponente demócrata Joe Biden no cedería y que se prepararía una “insurrección armada”.

“Y cuando Donald Trump se niegue a retirarse en la inauguración, comenzará el tiroteo”, dijo. “Si llevan armas, compren municiones, damas y caballeros, porque serán difíciles de conseguir”. Continuó diciendo que él mismo se sentía físicamente amenazado y que su “salud mental definitivamente ha fallado”.

Incluso antes de ser nombrado para el puesto más alto de relaciones públicas en el HHS, Caputo tuiteó, el 11 de marzo, “Para que la estrategia de los demócratas para la victoria en 2020 funcione, más de 100.000 estadounidenses tienen que morir”. Fue la reapertura de la economía estadounidense, impulsada por Trump y llevada a cabo por gobernadores de ambos partidos lo que elevó la cifra de muertos muy por encima de esa cifra antes de finales de mayo.

La política homicida de la élite gobernante estadounidense durante la pandemia del coronavirus y el surgimiento de tendencias fascistas dentro de la Administración de Trump son fenómenos interconectados.

El capitalismo estadounidense se está hundiendo en el abismo, enfrentando crisis sociales, económicas y políticas intratables para las cuales ningún sector de la élite gobernante tiene solución.

Como aseveró el Partido Socialista por la Igualdad en su reciente declaración sobre la crisis del COVID-19:

La lucha contra la pandemia no es principalmente una cuestión médica. Al igual que con todos los grandes problemas que enfrenta la clase trabajadora (desigualdad social y pobreza, guerra, degradación ambiental y dictadura), constituye una cuestión política y revolucionaria que plantea la necesidad de que la clase trabajadora tome el poder en sus propias manos, derroque al capitalismo y reestructure toda la sociedad sobre la base de las necesidades sociales.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 15 de septiembre de 2020)

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