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Rusia y Francia denuncian a Turquía mientras la guerra armenio-azerí se intensifica

Cuatro días después de que estallaran los enfrentamientos entre Armenia y Azerbaiyán por la disputada región de Nagorno-Karabaj, las tensiones entre las principales potencias están aumentando. En medio de informes de que Turquía y las milicias islamistas sirias están enviando mercenarios a Azerbaiyán para librar una guerra en las fronteras de Rusia, crece el riesgo de un enfrentamiento entre Rusia y Turquía, que desencadenaría una guerra regional o global.

Si bien las fuerzas azeríes no parecen haber avanzado mucho en Nagorno-Karabaj, las bajas aumentan a medida que las armas de precisión caen sobre las ciudades de la región. Funcionarios armenios dijeron ayer que habían perdido 104 soldados y que al menos siete civiles habían muerto desde que comenzaron los combates. Los funcionarios azeríes no proporcionaron estadísticas sobre pérdidas militares, pero confirmaron que murieron 15 civiles azeríes.

Un soldado armenio dispara artillería durante un combate con las fuerzas azeríes en la región separatista de Nagorno-Karabaj

Los videos en línea muestran ataques aéreos y con drones que causan pérdidas sustanciales a unidades y equipos militares. Los funcionarios armenios afirman haber destruido 83 drones, siete helicópteros, 166 vehículos blindados, un avión de combate y una batería de misiles, y haber causado 920 bajas. Azerbaiyán afirma haber destruido 130 vehículos blindados, 200 sistemas de lanzamiento de artillería y misiles, 25 baterías de misiles de defensa aérea y un sistema de defensa aérea S-300, y que infligió 2.300 bajas.

Arayik Harutyunyan, presidente de la autoridad armenia no oficial en Nagorno-Karabaj, advirtió: “Debemos estar preparados para una guerra larga. … La guerra terminará con la derrota de Azerbaiyán, o al menos no con su victoria”.

Significativamente, Harutyunyan agregó que Irán es uno de los principales blancos de las operaciones azeríes respaldadas por Turquía. Dijo: “Quiero decir que uno de los blancos de esta guerra (luchando en la línea de contacto) es Irán porque esta guerra está dirigida, entre otras cosas, contra Irán. Somos conscientes de los problemas regionales relacionados, en particular, con el norte de Irán”, donde hay una población azerí considerable. Los funcionarios iraníes temen que pueda surgir un sentimiento separatista entre los azeríes iraníes a favor de una posible separación de Irán e integración a Azerbaiyán.

Esta es la lucha armenio-azerí más sangrienta desde la guerra de 1988-1994 entre las dos exrepúblicas soviéticas, que estalló poco antes de que el régimen estalinista disolviera la Unión Soviética en 1991. Sin embargo, ahora está profundamente enredada en las innumerables rivalidades geopolíticas, las guerras imperialistas y conflictos étnicos locales que se han extendido por Oriente Próximo y Asia Central en las tres décadas transcurridas desde la disolución de la Unión Soviética. En particular, la guerra se desarrolla en medio de una creciente campaña del imperialismo estadounidense para aislar y amenazar tanto a Irán como a Rusia.

Los funcionarios turcos están apoyando agresivamente a los azeríes de etnia turca contra Armenia. El presidente Recep Tayyip Erdogan pidió a los azeríes que expulsaran a Armenia de Nagorno-Karabaj y prometió que “el pueblo turco apoya a sus hermanos azeríes con todos nuestros medios”. Esto ha agravado las tensiones con el principal patrocinador regional de Armenia, Rusia, en condiciones en las que Rusia y Turquía ya están librando sangrientas guerras indirectas entre sí, patrocinando fuerzas rivales en las guerras civiles desencadenadas por las operaciones de cambio de régimen de la OTAN en Libia y Siria durante la última década.

Los funcionarios armenios dijeron que están discutiendo la ayuda militar con Rusia y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que incluye a las repúblicas postsoviéticas de Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán. El primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, llamó al presidente ruso Vladimir Putin y al presidente francés Emmanuel Macron para discutir la guerra. En el canal ruso Rossiya1, calificó la guerra como “una amenaza para la existencia misma del pueblo armenio”.

La semana pasada, las negociaciones ruso-turcas sobre la provincia de Idlib, noroeste de Siria, se interrumpieron. Hay expectativas de una ofensiva respaldada por Rusia de las tropas del Gobierno sirio contra los rebeldes islamistas apoyados por Turquía y las potencias de la OTAN. Sin embargo, los sistemas de defensa aérea y drones turcos han demostrado ser un obstáculo para el despliegue de aviones y artillería pesada rusos y sirios para apoyar a la infantería siria e iraní contra las milicias islamistas respaldadas por la CIA y vinculadas a Al Qaeda.

Ya ha habido informes de que milicias islamistas y empresas de seguridad privada turcas están contratando combatientes para desplegarlos en Azerbaiyán. El martes, The Guardian entrevistó a sirios de Idlib contratados por milicias islamistas por 7.000-10.000 liras turcas (900-1.300 dólares estadounidenses) mensuales, para trabajos de “seguridad” en Azerbaiyán. “No hay trabajos disponibles. Solía trabajar como sastre en Alepo, pero desde que nos desplazaron a Azaz [después de que Alepo cayó ante Asad en 2016], he intentado muchas veces practicar mi oficio, pero mi familia y yo no podemos ganar lo suficiente”, explicó uno al Guardian .

El grupo de expertos del Center for Global Policy en Washington DC le confirmó fríamente la historia al Guardian: “La comunidad internacional considera que la vida de los sirios es prescindible, y Siria sirve como escenario para ajustar cuentas geoestratégicas y promover los intereses de países que intervienen en el país a expensas de los sirios. … [L]a ruina económica derivada de la guerra y la reciente depreciación de la moneda siria significan que la mayoría de los sirios ahora están teniendo dificultades para alimentarse. Ante pocas opciones, muchos ahora están dispuestos a venderse al mejor postor”.

El Gobierno turco respondió con una declaración ambigua de que “el Ministerio de Defensa turco no se ocupa del reclutamiento o traslado de milicianos a ninguna parte del mundo”, sin referirse al papel de las empresas privadas ni las milicias.

Estos informes aumentan drásticamente las tensiones diplomáticas y militares entre las principales potencias. En la década de 1990, a medida que aumentaban las tensiones étnicas en Rusia después de la disolución de la Unión Soviética, estallaron guerras civiles en áreas cercanas de Rusia de mayoría musulmana, como Chechenia y Daguestán. Sin duda, Moscú ve con alarma la llegada de las milicias islamistas sirias a su puerta en Azerbaiyán.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia publicó ayer un comunicado en el que declara: “Militantes de grupos armados ilegales, en particular de Siria y Libia, han viajado a Azerbaiyán para participar directamente en las hostilidades”. Subrayó que estaba “profundamente preocupado” por los despliegues de milicias islamistas, que crean “amenazas a largo plazo para la seguridad de todos los países de la región”. Sin nombrar a Turquía ni a Azerbaiyán, exigió que los “líderes de los Estados interesados” detengan tales envíos y retiren “inmediatamente” las tropas islamistas de Azerbaiyán.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien respalda a los bandos opuestos a Turquía en la guerra civil libia y apoya las reclamaciones marítimas griegas contra Turquía en el Mediterráneo, también atacó ayer la política turca en el Cáucaso. “Francia está muy preocupada por las declaraciones bélicas de Turquía en las últimas horas, que básicamente dan luz verde a Azerbaiyán a reconquistar Nagorno-Karabaj. Eso no lo aceptamos”, dijo Macron en una conferencia de prensa en Riga, Letonia, donde viajaba para discutir la crisis electoral en Bielorrusia.

Un aspecto sorprendente de esta guerra armenio-azerí ha sido el silencio de Washington, que junto con Moscú y París preside nominalmente el Grupo de Minsk encargado desde 1992 de supervisar las negociaciones en el conflicto armenio-azerí. Sin embargo, Washington no hizo ningún llamamiento significativo a la moderación. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, hizo solo una breve declaración, diciendo: “Veremos si podemos detenerlo”.

Thomas de Waal, de la Fundación Carnegie-Europa, calificó a Washington como “inusualmente desconectado” y afirmó que “el riesgo de una mayor escalada y destrucción masiva es alarmantemente alto”. Añadió: “Washington fue el último actor internacional importante en hacer una declaración, lo que indica un retroceso del interés en esta región. Podría decirse que también es una señal de que el presidente Donald Trump, patrocinador de la Trump Tower nunca terminada en Bakú, ve a Armenia y Azerbaiyán únicamente desde una perspectiva empresarial”.

De hecho, Washington ha buscado durante décadas dominar Oriente Próximo y Asia central como la clave de su estrategia geopolítica hacia Europa, Rusia y Asia oriental. Mientras las fuerzas estadounidenses amenazan a Rusia con ejercicios militares en la vecina Ucrania y bombardean milicias alineadas con Irán en Irak, parece que Washington se contenta con dejar que este conflicto se intensifique mientras se concentra en amenazar a Moscú y Teherán.

La guerra en el Cáucaso es una severa advertencia de la bancarrota del sistema de Estados nación y el creciente peligro de una guerra a gran escala que acompaña los conflictos nacionales y étnicos en Eurasia. Es urgente movilizar y unificar a la clase trabajadora en un movimiento internacional contra el imperialismo, el nacionalismo y la guerra.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 2 de octubre de 2020)