Español

Gobierno de AMLO falsifica datos de COVID-19 para evitar cierres en Ciudad de México

El Gobierno del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) falsificó los datos sobre la propagación de la pandemia de COVID-19 en la Ciudad de México para prevenir que se aumentara el nivel de alerta a “rojo”, lo que conlleva el cierre de las “actividades económicas no esenciales”.

En la segunda mayor área metropolitana de América con 21,6 millones de personas, la Ciudad de México y el vecino Estado de México han sido el epicentro de la pandemia en el país. Ambas entidades han registrado 458.000 casos y 34.700 muertes de los 1,39 millones de casos y 123.000 muertes confirmadas a nivel nacional.

Desde el inicio de la pandemia, el Gobierno ha confabulado con las empresas y los sindicatos para encubrir los brotes en las fábricas y otros centros laborales. Los niveles de pruebas están tan bajos que México tiene la mayor tasa de positividad—el porcentaje de pruebas que dan positivo—en el mundo, de 40,6 por ciento. Más allá, se espera que el año finalice con 280.000 muertes en exceso.

Trabajadores del Hospital General Ajusco Medio protestan el 30 de noviembre (Facebook: Myriam Lira)

Las cifras oficiales consiguientes, que minimizan mucho la verdadera propagación y muertes pandémicas, se introducen en una fórmula con 10 indicadores para definir los niveles de alerta y restricciones de cada estado en un sistema de “semáforo”.

El 4 de diciembre, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, quien encabeza la respuesta a la pandemia, le ofreció a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien pertenece al partido Morena de López Obrador, un reporte con cifras más bajas que las oficiales.

Según documentos reportados por el New York Times la semana pasada, el reporte de López-Gatell indicó que el 45 por ciento de las camas hospitalarias con ventiladores estaban ocupadas y que la tasa de positividad era de 25 por ciento en la capital. Los datos oficiales, no obstante, decían que el 59 por ciento de las capas estaban ocupadas y que la tasa de positividad era de 35 por ciento.

Si se hubieran utilizado las cifras oficiales, la fórmula del semáforo habría superado los 32 puntos para activar la luz roja. Contactada por el Times, la Secretaría de Salud y Previsión Social se rehusó a explicar la fuente de las cifras más bajas.

Las autoridades no declararon la luz roja en Ciudad de México hasta que se entregó un nuevo informe el 18 de diciembre. “Sin embargo, los oficiales mantuvieron los negocios abiertos por dos semanas extra, con sus calles repletas de compradores, sus restaurantes llenos de comensales”, reportó el Times.

Incluso para el 4 de diciembre, cuantiosos hospitales se habían llenado. Ese día, la prensa local informó que el Hospital General Ajusco Medio había alcanzado un 122 por ciento de capacidad general y 116 por ciento para camas de UCI. Esta importante instalación administrada por la ciudad en el sur de la capital fue testigo de manifestaciones de trabajadores a lo largo de noviembre.

Para el 18 de diciembre, los pacientes de coronavirus en varios hospitales estaban siendo atendidos en las afueras de los edificios o dentro de vehículos, mientras que los tanques de oxígeno comprados por las familias para tratar a pacientes en sus hogares se estaban agotando en varias tiendas de la capital. Tan temprano como septiembre, solo uno de cada cinco pacientes que fallecieron de coronavirus en el país habían recibido un tratamiento en UCI.

La semana pasada, el Centro de Investigación y Docencia Económicas y la Universidad de Stanford proyectaron, asumiendo mayores medidas de distanciamiento social, que la demanda de camas hospitalarias para pacientes de coronavirus superará la capacidad en 50 por ciento para mediados de enero.

El 24 de diciembre, la ocupación en los hospitales había alcanzado 90 por ciento en Ciudad de México. Había 5.559 pacientes de COVID-19 hospitalizados, 1.455 de ellos intubados, mientras que solo había 619 camas disponibles en total y 205 camas de UCI.

Sheinbaum anunció que habrá 1.240 camas nuevas disponibles el 31 de diciembre, lejos de lo necesario. Es más, varios hospitales han reportado escasez de medicinas, personal especializado y equipos de protección personal, mientras que el agotamiento entre los trabajadores médicos es generalizado.

En este contexto, la prensa corporativa y los oficiales gubernamentales han concentrado su atención en las primeras vacunaciones en la Navidad y en los contratos de compra de 198 millones de dosis para la población de 127 millones. Según los avisos actuales, que no son nada fiables, México tan solo recibirá 3 millones de dosis para fines de marzo.

Las mentiras en torno a las cifras en la Ciudad de México son otra muestra más de la política consciente del Gobierno de AMLO de sacrificar cientos de miles de vidas para no afectar las ganancias de la oligarquía financiera y corporativa.

Para principios de enero y febrero, las autoridades chinas y las agencias de inteligencia en EE.UU. y Europa les dieron informes a los Gobiernos sobre el desastre sanitario que se avecinaba. Sus contrapartes mexicanas sin duda tuvieron acceso a esta información, pero AMLO continuó celebrando mítines grandes y llamando a que las personas a “seguir haciendo la vida normal”.

El 30 de noviembre, se hizo evidente el resurgimiento de casos en México, la Organización Mundial de la Salud pidió específicamente al Gobierno de López Obrador que “se pusiera muy serio” y que los “líderes de México dieran el ejemplo”. El presidente mexicano respondió a la OMS que continuaría negándose a usar mascarillas ya que “no son indispensables”.

El cierre del comercio, particularmente durante la época navideña, constituyó un gran golpe para la economía, con más bancarrotas que llevaron a pérdidas en el sistema financiero. La organización patronal COPARMEX estimó a principios de diciembre que cerca de 50.000 empresas habían cerrado este año en la Ciudad de México, y que unas 10.000 más podrían cerrar si se declaraba la luz roja.

Por otra parte, temen que estos cierres aumenten el malestar social, ya que la Administración de AMLO se niega a proporcionar cualquier ayuda a los trabajadores y a las pequeñas empresas, la mayoría de las cuales operan en el devastado sector informal.

En lugar de proporcionar ingresos para que los trabajadores y los propietarios de pequeñas empresas se refugien en sus casas, el Gobierno ha dado prioridad a la austeridad social para cumplir con los pagos de intereses a los buitres financieros de Wall Street y aumentar el presupuesto militar.

En una decisión ofensiva, el Gobierno de la Ciudad de México anunció la semana pasada préstamos de 10.000 pesos (500 dólares) para pequeños negocios y un pago único de 2.200 pesos (110 dólares) para los trabajadores de restaurantes que puedan probar que fueron suspendidos o despedidos debido a la pandemia. Un sinnúmero de trabajadores de los sectores “no esenciales” cerrados, incluidos los restaurantes, se verán obligados a trabajar para mantener a sus familias.

Al mismo tiempo, muchas actividades económicas que no son esenciales para el mantenimiento de la vida humana ni la lucha contra la pandemia seguirán abiertas. El 1 de junio, el Gobierno de López Obrador declaró “esenciales” todos los servicios de transporte, manufactura, construcción y finanzas para asegurar el suministro de piezas, productos acabados y servicios para las empresas transnacionales y los bancos.

El resultado conocido de estas políticas ha sido la muerte de trabajadores y sus familias en una escala masiva. Según el investigador Héctor Hiram Hernández Bringas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el 90 por ciento de las muertes confirmadas por coronavirus se producen entre trabajadores de la industria manufacturera o manuales, conductores, trabajadoras del hogar y pensionados, y el 75 por ciento de las víctimas no tenía estudios más allá de la secundaria. La pandemia también ha matado a más de 2.000 trabajadores de la salud, la cifra más alta del mundo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de diciembre de 2020)

Loading