El juicio penal del expolicía de Minneapolis Derek Chauvin, acusado del asesinato de George Floyd, ha proporcionado una visión de la sombría realidad de la sociedad estadounidense.

El juicio penal del exagente de policía de Minneapolis Derek Chauvin, acusado del asesinato de George Floyd, ha permitido conocer la cruda realidad de la sociedad estadounidense.

La historia de George Floyd es una que los trabajadores estadounidenses conocen trágicamente. Floyd creció en el infame Third Ward de Houston, una de las comunidades más empobrecidas de la ciudad. Pudo asistir al South Florida Community College con una beca de dos años para jugar al fútbol antes de trasladarse a la Texas A&M University. Sin embargo, los estudiantes de entornos más pobres se enfrentan a multitud de dificultades en la universidad, y Floyd acabó abandonando los estudios.

Con escasas oportunidades económicas y el ancla de la pobreza, Floyd se vio obligado a saltar de un trabajo a otro durante toda su vida adulta, además de actuar como rapero con el nombre artístico de "Big Floyd". En ocasiones, Floyd recurrió a la delincuencia para salir adelante. Cumplió ocho condenas breves entre 1997 y 2005 por delitos menores, como robo y posesión de drogas. En 2007, Floyd fue encarcelado por robo con agravantes, pero empezó a dar un giro a su vida tras ser liberado en enero de 2013.

En una audiencia del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, Philonese dijo al Congreso: "George siempre se sacrificó por su familia. Y se sacrificó por completos desconocidos. Dio lo poco que tenía para ayudar a los demás. Era nuestro gigante amable. Lo recordé cuando vi el vídeo de su asesinato. Tenía un comportamiento suave; no se defendió. Escuchaba a los oficiales. Los llamaba "señor". Los hombres que le quitaron la vida. ... Todavía los llamaba 'señor' mientras rogaba por su vida".

En 2014, Floyd se mudó a Minneapolis para empezar de nuevo. Allí encontró un trabajo en un centro del Ejército de Salvación, donde conoció a su novia Courteney Ross, que testificó sobre su vida durante el juicio. Ross, que es blanca, describió cómo ella y Floyd lucharon contra la adicción a los opiáceos, al igual que otros millones de trabajadores, después de que se les recetaran opiáceos para el dolor crónico. Se quedó sin trabajo cuando la pandemia obligó a cerrar la economía en marzo de 2020. Él mismo contrajo COVID-19 en abril, pero se recuperó al cabo de unas semanas. Un mes después, fue asesinado, inmovilizado bajo la rodilla de Chauvin durante más de nueve minutos.

La historia de Floyd es profundamente trágica, especialmente porque encarna las experiencias de los sectores más oprimidos de la clase obrera estadounidense. Cuando decenas de millones de trabajadores salieron a las calles el verano pasado, lo hicieron porque vieron su asesinato como una expresión concentrada de la crueldad, la injusticia y la opresión que impregnan la sociedad estadounidense. En el asesinato de Floyd, la gente vio una sociedad que no valora la vida humana. Personas de diferentes ámbitos se unieron para exigir el fin de la brutalidad policial y una sociedad mejor.

La clase dominante estadounidense lleva más de 40 años en una guerra brutal contra los trabajadores. Esta contrarrevolución social ha visto cómo los trabajadores eran despojados de su seguridad económica y de sus perspectivas de futuro. Pasar de un trabajo a otro no es raro, y muchos trabajadores tienen que trabajar en varios empleos para llegar a fin de mes. Las capas superiores de la sociedad estadounidense han visto cómo se dispara su riqueza, mientras que la posición económica de la clase trabajadora se ha deteriorado. Incluso los trabajadores que tienen la suerte de ir a la universidad se enfrentan a dificultades casi insuperables, ya que sólo el 14% de los estudiantes del cuartil de ingresos más bajos obtienen una licenciatura en seis años.

La pandemia del COVID-19 ha proporcionado un ejemplo contemporáneo de la relación parasitaria entre los ricos y los trabajadores. La riqueza colectiva de los milmillonarios del mundo se disparó en más de un 60% el año pasado, pasando de $8 billones a $13,1 billones. Mientras miles de personas morían cada día y el desempleo aumentaba a niveles no vistos desde la Gran Depresión, los mercados de valores se dispararon a niveles récord.

Estos niveles de desigualdad social son fundamentalmente incompatibles con la democracia. La atomización de la clase trabajadora requiere la creciente militarización de la policía, ese perro guardián del capital. Los departamentos de policía han sido inundados con armamento y equipos de grado militar, que se utilizan regularmente para reprimir la oposición de los trabajadores. La policía, que tiene casi vía libre para hacer lo que quiera, asesina a una media de tres personas cada día.

La policía cumple una función social definida al actuar como herramienta de opresión contra la clase trabajadora. Entendiendo esto, los departamentos reclutan regularmente de las capas más atrasadas de la población para brutalizar a otros. Esto incluye a racistas, fascistas y a quienes les gusta ejercer el poder y dominar a los demás. Derek Chauvin utilizó regularmente la fuerza excesiva a lo largo de su carrera, acumulando 18 denuncias en sus 19 años como agente. Cuando los transeúntes suplicaron por la vida de Floyd, Chauvin sólo se animó a seguir torturando a Floyd.

¿Qué condiciones socioeconómicas llevaron al desarrollo de un hombre que ignoraba las súplicas para salvar la vida de alguien?

El padre de Chauvin era contable público y su madre era ama de casa. A los siete años, sus padres se divorciaron y le dieron la custodia compartida. Se puede deducir que Chauvin tuvo una infancia difícil, ya que no terminó la escuela secundaria y más tarde recibió un certificado de GED.

Chauvin no siempre quiso ser policía. Estudió preparación de alimentos en el Dakota County Technical College, recibiendo clases como "preparación de alimentos para despensas" y "habilidades para buscar empleo". Más tarde, pasó a trabajar como cocinero de preparación en McDonald's y cocinó costillas y pollo en un restaurante buffet. Sin embargo, pronto siguió un camino que miles de jóvenes han intentado para escapar de la monotonía de la vida de la clase trabajadora. A los 20 años, se alistó en la Reserva del Ejército de Estados Unidos en 1996.

Durante los años de desarrollo de Chauvin, Estados Unidos invadió Irak en la Guerra del Golfo Pérsico. El asunto fue muy televisado, y los medios de comunicación glorificaron el poderío tecnológico de la maquinaria militar estadounidense. Se utilizaron imágenes de misiles de precisión que daban en el blanco y aviones de combate que despegaban de portaaviones para producir un "drama de guerra".

En 2001, Chauvin se incorporó al Departamento de Policía de Minneapolis, que consideró oportuno premiarle por sus acciones violentas en numerosas ocasiones. En 2006, recibió una medalla al valor por disparar a un sospechoso, que supuestamente apuntó con una escopeta a los agentes. En 2008, recibió otra medalla por derribar una puerta y disparar a un sospechoso, que había echado mano a su pistola en una disputa por violencia doméstica.

Teniendo en cuenta su paso por la policía y el ejército, la evolución de Chauvin siguió una lógica particular. Era el producto directo de un orden socioeconómico que cultiva las características más bárbaras en una persona: el imperialismo estadounidense. Comprometido en continuas guerras durante tres décadas, Estados Unidos ha abrazado abiertamente la violencia. Ha desplegado su ejército por todo el mundo para mantener su posición hegemónica. El sangriento reino de la policía en Estados Unidos sirve para reprimir la oposición interna a las prerrogativas de la clase dominante estadounidense.

No se puede defender un sistema basado en la violencia y la opresión, que destruye la vida de los trabajadores y apela abiertamente a lo peor de la humanidad. El juicio de Chauvin ha expuesto al capitalismo estadounidense como el sistema podrido que es.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 9 de abril de 2021)