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Perspectiva

El asesinato de Daunte Wright y las cuestiones de clases en la lucha contra la violencia policial

El martes fue la tercera noche de protestas cada vez más extensas por el asesinato policial de Daunte Wright, quien tenía 20 años, en Brooklyn Center, un suburbio de Minneapolis, Minnesota. Las protestas comenzaron poco después de que Wright fuera asesinado durante una parada de tráfico el domingo por la tarde y se expandieron por todo el país el lunes, desde la ciudad de Nueva York a Portland, Oregón.

Wright, un padre joven, se encontraba desarmado cuando lo mataron con un tiro. Lo mató Kimberly Potter, una policía con 26 años de experiencia y titular del Sindicato Policial de Brooklyn Center, quien le disparó una vez en el pecho. La madre de Wright, Katie Wright, les dijo a los reporteros que la policía abandonó el cuerpo de su hijo en el suelo. “Nadie nos dice nada. Nadie nos quiere hablar… Dije que por favor levanten a mi hijo del suelo”.

Una manifestante alza sus manos frente a un cordón policial, mientras desafían órdenes de dispersarse durante una protesta contra el asesinato policial de Daunte Wright, 12 de abril de 2021, Brooklyn Center, Minnesota (AP Photo/John Minchillo)

El asesinato se produce en medio de un aumento en el malestar popular contra la violencia policial, después de que se publicara un video de policías en Virginia atacando a un teniente negro del Ejército durante una parada de tráfico en diciembre del año pasado y el asesinato de un niño de 13 años a manos de la policía de Chicago a fines de marzo.

También se produce durante el juicio del expolicía de Minneapolis, Derek Chauvin, por el asesinato hace casi un año, el 25 de mayo de 2020, de George Floyd. El asesinato de Floyd, grabado en un vídeo por un transeúnte y publicado en Internet, desencadenó protestas multirraciales masivas en todo Estados Unidos y a nivel internacional para exigir el fin del racismo y la violencia policial.

Desde las protestas del año pasado, las tensiones se han mantenido altas en la zona de Minneapolis, con la clase dirigente extremadamente nerviosa por la reacción al juicio de Chauvin. Como preparación para el juicio de Chauvin, el centro gubernamental en Minneapolis fue fortificado con vallas, barreras de concreto y alambre de púas. La Guardia Nacional fue desplegada en los puestos de control y está preparada para responder rápidamente ante protestas.

Los manifestantes que se reunieron el domingo cerca del lugar del asesinato de Wright y frente a la comisaría de la ciudad fueron enfrentados por la policía antidisturbios, que disparó gases lacrimógenos, proyectiles de pimienta y balas de goma. Se enviaron rápidamente tropas de la Guardia Nacional para respaldar a la policía. La policía detuvo a 40 personas durante las protestas del lunes por la noche, muchas de ellas por violar el toque de queda impuesto a las 7 de la tarde en toda la región de las Ciudades Gemelas.

La policía de Brooklyn Center se apresuró a declarar que el disparo efectuado por Potter en el pecho de Wright fue una “descarga accidental” después de que ella confundiera su arma de fuego con su pistola eléctrica o táser. En el vídeo de las cámaras corporales se oye a Potter gritar “voy a aplicarte la táser” antes de abrir fuego y exclamar: “¡Mierda! Le he disparado”. Potter fue dada de baja administrativa con pago antes de renunciar el martes.

Potter, que tiene una larga experiencia en la policía, estaba ejerciendo como agente de entrenamiento en el momento del disparo, lo que hace improbable que confundiera su pistola con una táser. La policía fabricó un argumento similar de “confusión con la táser” para justificar el asesinato de Oscar Grant en Oakland (California) en 2009.

Wright es la sexta persona asesinada por la policía de Brooklyn Center desde 2012. La ciudad pagó $490.000 para resolver siete casos de mala conducta policial entre 2007 y 2017. El estado de Minnesota ha registrado 207 asesinatos policiales en las últimas dos décadas, para un promedio de casi una muerte por mes. A nivel nacional, la epidemia de violencia policial ha mantenido el ritmo en 2021 de casi tres personas asesinadas cada día.

Esta interminable ola de violencia policial ha continuado día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, independientemente de quién esté en el poder, demócratas o republicanos. La violencia policial es una característica del sistema capitalista, un orden social y económico que explota el trabajo de la clase obrera en beneficio de una pequeña minoría en la cima de la sociedad.

La brutalización diaria de las comunidades de clase obrera y la juventud no es una cuestión racial, sino de clase. Las protestas que estallaron por el asesinato de Wright deben desarrollarse como un movimiento de clase. Ya están en aumento las manifestaciones de oposición, con el desarrollo de huelgas exigiendo mejores salarios y condiciones de trabajo por parte de los mineros de Warrior Met Coal en Alabama, los trabajadores del acero en ATI en Pensilvania y entre los estudiantes de posgrado de la Universidad de Columbia y la Universidad de Nueva York en la ciudad de Nueva York.

Al mismo tiempo, el desarrollo de la oposición a la explotación capitalista tiene que ir de la mano de la oposición a la violencia policial. Los trabajadores no deben quedarse quietos y permitir que la policía mate impunemente. Las fuerzas policiales militarizadas que acosan y matan a individuos se utilizarán contra toda la clase obrera.

Minnesota tiene una poderosa tradición de la lucha de clases que ha involucrado amargas experiencias con la policía, desde las huelgas de los mineros del hierro a principios del siglo XX, hasta la Huelga General de Minneapolis de 1934, cuando los trabajadores dirigidos por organizadores sindicales socialistas lucharon con éxito contra la policía y los matones de las empresas, hasta la amarga batalla de los trabajadores de Hormel de 1985 a 1986. La policía y la Guardia Nacional siempre están del lado de los patrones, operando como rompehuelgas al golpear y matar a los trabajadores, mientras protegen a los esquiroles.

A pesar de los reclamos del Partido Demócrata y de Black Lives Matter (Las vidas negras importan), que abogan por una mayor diversidad racial, supervisión civil y el uso de cámaras corporales, la policía ha demostrado ser impermeable a cualquier reforma. Las demandas populares de “desfinanciar a la policía” han sido rechazadas por los demócratas, con el presidente Joe Biden pidiendo un aumento de la financiación y canalizando $33 millones en equipamiento militar para la policía en sus primeros meses de mandato.

Mientras que la vicepresidenta Kamala Harris, la antigua “jefa policial” de California, tuiteó el lunes que “nuestra nación necesita justicia y curación”, la epidemia de violencia policial continúa igual que bajo el presidente Donald Trump. La retórica puede haber cambiado, pero el reino de la violencia policial sigue siendo el mismo.

Las protestas por el asesinato de Wright expresan una auténtica indignación por la violencia policial y la brutalización diaria de la población. Las tensiones sociales han estallado tras un año de la pandemia del COVID-19, que ha matado a más de 576.000 estadounidenses y ha perturbado la vida de millones de personas. Mientras tanto, la sociedad estadounidense se ha vuelto aún más desigual. Los más ricos aumentaron su riqueza en $4,1 mil millones, cuando millones de personas no tienen trabajo y se han visto obligadas a vivir de la limosna o a regresar a fábricas, almacenes y escuelas donde el virus se está propagando.

La policía tiene la tarea de defender precisamente estos niveles históricos de desigualdad social. Los demócratas, mientras apoyan a la policía y orden la represión de las protestas como en Minnesota, han promovido el cuento de que la violencia policial es fundamentalmente una cuestión de raza, intentando de este modo dividir y enfrentar a los trabajadores, quienes son las víctimas principales.

Si se ha de sacar una sola conclusión de este periodo de protestas policiales, es que no pueden permanecer aisladas ni verse desviadas detrás de la política de clase media de identidad racial. Las secciones más amplias de trabajadores deben brindar su apoyo a las manifestaciones contra el asesinato de Wright, y las protestas deben ser dotadas con un entendimiento de las cuestiones de clase involucradas. La policía es una institución que opera para proteger los intereses de la clase capitalista y defender el Estado frente a la clase obrera.

Las lecciones de la lucha de clases deben extraerse. Las protestas no son suficientes. La oposición a la violencia policial debe ser vinculada con las problemáticas más generales que enfrenta la clase trabajadora, desde la desigualdad social a la pandemia de coronavirus, a la cual se deja aquejar a los trabajadores y sus familias a instancias de los ricos. La lucha por acabar con la brutalidad policial significa asumir la lucha por acabar con el capitalismo y establecer el socialismo en Estados Unidos e internacionalmente.

(Publicado originalmente en inglés el 13 de marzo de 2021)

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