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Perspectiva

La violencia policial se dirige contra el pueblo trabajador y los jóvenes de todas las razas y orígenes étnicos

  • Betty Francois, 91, falleció el 11 de enero, dos días después de recibir disparos en su hogar en Victorville, California, a manos de un oficial del sheriff en el condado de San Bernardino. La policía alega que Francois, quien era legalmente ciega y sorda, apuntó una escopeta a los oficiales después de que le ordenaran bajar el arma, dejándolos sin opción más que dispararle a la anciana. Francois había llamado a la policía a su casa por temor de un intruso y pedía socorro.
  • Un velorio con candelas y una protesta se realizaron el 11 de marzo en Syracuse, Nueva York, para el joven de 17 años, Judson Albahm, quien fue asesinado por la policía una semana antes, cerca de su hogar en el suburbio de Dewitt. Cuatro oficiales de tres departamentos distintos abrieron fuego contra Albahm. Según la versión policial, el adolescente los apuntó repetidamente un arma negra de balines de metal y se rehusó a acatar órdenes de soltar el arma después de una extensa persecución a pie, llevándolos a dispararle.
    Albahm había sido diagnosticado con síndrome de Aperger y trastorno negativista desafiante cuando era niño y era bien conocido por el Departamento de Policía de Dewitt, dado que la familia llamaba para pedir ayuda a la policía cuando él se encontraba en dificultades o sufriendo por una crisis mental. Estaba sufriendo un episodio como este cuando fue asesinado por la policía.
  • Los policías del condado de Anne Arundel asesinaron a Leonard John Popa de 79 años, en su hogar en Pasadena, Maryland el 18 de marzo. La policía fue llamada al hogar por un cheque de bienestar de un miembro de una instalación de rehabilitación después de que Popa realizara declaraciones suicidas al trabajador médico por el teléfono. La policía entró en el hogar de Popa por una puerta desenllavada y lo encontró en la cama con un arma entre colchones. La policía afirma que intentaron “bajar la tensión”, pero el oficial “temió que su vida se encontraba en peligro inmediato” después de que Popa alzara el arma, obligándolo a dispararle, matando al anciano en su cama.

En cada uno de estos asesinatos, la víctima era blanca. Ninguna de estas trágicas muertes fue reportada por la prensa nacional, la cual no ha desafiado la versión policial de los eventos. No se han puesto en cuestión las afirmaciones de los policías de que temían por sus vidas y que era necesario matar en defensa propia. Ninguna atención se ha dado a la razón por la cual suceden tales asesinatos con regularidad y cómo estos eventos pudieron manejarse de manera diferente.

En el 2021 hasta el 14 de abril, hubo al menos 265 asesinatos policiales en todo EE.UU. La policía continúa asesinando sin tregua a un paso de tres personas por día, una cifra sangrienta que ha mantenido por años, a pesar de las protestas populares y el enojo después de un asesinato tras otro.

Policía de Filadelfia arresta a un hombre durante una protesta de Justicia por George Floyd Filadelfia, 30 de mayo de 2020 (AP Photo/Matt Rourke)

El juicio del expolicía Derek Chauvin de Minneapolis, Minnesota, quien es blanco, por el asesinato de George Floyd, un hombre negro, que actualmente está siendo deliberado por un jurado, ofrece una oportunidad para examinar el fenómeno de la violencia policial en Estados Unidos. El repaso forense horripilante del asesinato a sangre fría, transmitido en vivo, ha captado la atención de millones en EE.UU. y todo el mundo en el tema.

Mientras los principales medios de comunicación y el Partido Demócrata proclaman que el país está experimentando un “ajuste de cuentas nacional” con la raza y la policía, presentan el incesante reino del terror por parte de la policía como una cuestión exclusivamente racial, ignorando su impacto en personas de todos los orígenes raciales y étnicos.

El presentador de CNN, Chris Cuomo, durante un monólogo el viernes por la noche, declaró que la reforma policial solo se producirá cuando “los hijos de los blancos empiecen a ser asesinados”. Como el perezoso e ignorante presentador de noticias sabría si se molestara en investigar un poco, decenas de “hijos de blancos” son abatidos por la policía cada año. Busquen en Google el nombre de Mykel Dexter Jenkins, un hombre blanco abatido por la policía en Chattanooga, Tennessee, el 19 de marzo a la edad de 29 años, y leerán mensajes desgarradores publicados por familiares y amigos en la página creada tras su muerte:

“¡A mi querido hijo! ¡Te quiero y siempre te llevaré en mi corazón! ¡Te quiero! De mamá”.

“Continúa brillando sobre nosotros hermano”.

“Mykel Jenkins trajo tantos regalos a nuestra vida. Nunca lo olvidaremos. Siempre estaba tan feliz y lleno de vida. Podía hacer reír a cualquiera”.

“¡Eras un verdadero amigo Mykel y nunca te olvidaré! Te quiero y descansa en paz, hasta que nos volvamos a encontrar. Esto no es un adiós, ¡solo un hasta luego!”

“Este árbol de la vida es para ti dulce hermano. Que crezca tanto que puedas subir a la cima para velar por los que te querían mucho”.

Tanto si la víctima se llama George Floyd o Mykel Jenkins, como si el color de la piel de la víctima es claro u oscuro, la violencia policial desenfrenada deja un profundo dolor a su paso.

Pero esta no es la forma en que se presenta la historia de los asesinatos policiales en los medios de comunicación nacionales.

El sábado, el New York Times, que ha estado a la cabeza de la campaña sistemática de falsificación de la historia a través de un prisma racialista, publicó un análisis de la continua epidemia de violencia policial, del que es coautor John Eligon, corresponsal nacional en temas raciales del periódico. El artículo se centra en las víctimas negras e hispanas, y sólo alude al hecho de que el mayor número de muertos por la policía son blancos. Un lector casual de la cobertura del Times sobre la violencia policial saldrá con la impresión de que todos los muertos por la policía son miembros de minorías raciales.

El silencio deliberado de los medios de comunicación nacionales y del Partido Demócrata sobre los asesinatos de trabajadores y jóvenes blancos implica que estos asesinatos son legítimos, y que no hay razón para que nadie se dé por enterado. Al presentar la violencia policial como una cuestión racial, de blancos contra negros, los medios de comunicación pretenden dividir a la clase trabajadora y encubrir el origen socioeconómico de los asesinados y los procesos sociales que condujeron a sus muertes.

Los datos recogidos por el Washington Post registran 6.214 asesinatos policiales en el periodo comprendido entre el 2 de enero de 2015 y el 14 de abril de 2021. Las víctimas son abrumadoramente masculinas (95 por ciento) y predominantemente blancas (46 por ciento). Los negros constituyen el segundo grupo más numeroso (24 por ciento), seguidos de los hispanos (17 por ciento), los asiáticos (1,6 por ciento), los nativos americanos (1,4 por ciento) y todos los demás (0,7 por ciento). La edad promedio de las víctimas de la violencia policial es de 37 años. En más de uno de cada cinco casos, la persona asesinada presentaba muestras de una enfermedad mental.

La mayoría de los asesinados, si nos atenemos a los informes policiales, estaban sosteniendo una pistola o un cuchillo. Pero en otros casos las víctimas sostenían una botella de cerveza, un bolígrafo, unos binoculares, un aerosol para avispas o una cadena. Al menos 207 fueron asesinados mientras sostenían un arma de juguete. En muchos casos estos asesinatos se justifican como “suicidio por policía”. Aproximadamente el 7 por ciento de las víctimas han sido abatidas mientras estaban desarmadas.

El racismo es un factor en muchos asesinatos policiales y explica el hecho de que los negros y los nativos americanos sean asesinados en una proporción desproporcionada con respecto a su porcentaje de la población nacional. Sin embargo, un análisis previo de los datos de la violencia policial realizado por el World Socialist Web Site descubrió que cuando se toma en cuenta la demografía económica y social de las ciudades y los condados donde la gente es asesinada por la policía, las flagrantes disparidades raciales que son el foco de los medios de comunicación y los demócratas desaparecen en gran medida.

De forma abrumadora, son los trabajadores y los jóvenes –de cualquier color de piel, género, sexualidad y origen nacional— los que son víctimas de la policía. Este fenómeno es una consecuencia de las condiciones sociales y económicas de Estados Unidos.

La sociedad estadounidense se define por una inmensa desigualdad social. Solo 664 milmillonarios controlan 4,1 billones de dólares de riqueza, superando en más de dos tercios los 2,4 billones que posee la mitad inferior de la población, aproximadamente 165 millones de personas. La desigualdad se ha disparado durante la pandemia, ya que millones de estadounidenses se quedaron sin trabajo o vieron reducidos sus salarios, mientras que el mercado de valores se disparó gracias al rescate de la Ley CARES, llevando la riqueza de los multimillonarios a cifras récord. Mientras tanto, millones de personas han hecho colas de kilómetros para alimentar a sus familias, muchas de ellas buscando ayuda por primera vez.

La policía, como señaló Federico Engels, consiste en “cuerpos especiales de hombres armados” creados para defender el sistema capitalista y la desigualdad que engendra. Muchos oficiales son veteranos de las últimas tres décadas de guerras imperialistas en Oriente Medio, y los departamentos de policía han sido equipados y entrenados para utilizar armas de guerra. Con experiencia en la contrainsurgencia, están condicionados a matar. La policía es la primera línea de defensa contra la clase obrera, desplegada por los capitalistas para vigilar el descontento en los barrios empobrecidos, reprimir las protestas y romper las huelgas.

Acabar con la violencia policial requiere poner fin al orden capitalista que la policía defiende. La protesta contra la violencia policial y el racismo debe estar impregnada de una conciencia de clase. La matanza solo terminará cuando la clase obrera tome el poder en sus manos sobre la base de un programa socialista, reorganizando la sociedad para satisfacer sus necesidades, no las de la élite capitalista que domina la sociedad.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 19 de abril de 2021)

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