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Perspectiva

Sueldo de ejecutivos se dispara durante la pandemia

Para la mayoría de la población, la pandemia de COVID-19 ha sido una catástrofe a una escala no vista desde la Segunda Guerra Mundial. Con una cifra de muertes de más de 586.000 solo en EE.UU., millones de familias han perdido a sus seres queridos, después de que sus padres, esposos, hermanos e incluso hijos se enfermaran y sucumbieran al virus en una cuestión de días. Millones más han sobrevivido el contagio solo para descubrir consecuencias debilitantes y de largo plazo para su salud.

El presidente y director ejecutivo de Norwegian Cruise LineHoldings, Frank Del Rio, derecha, aplaude el campanazo de inicio de la Bolsa de Valores de Nueva York (AP Photo/Richard Drew)

Para los empleados de las fábricas, los almacenes y otros innumerables lugares de trabajo que han permanecido abiertos, la jornada laboral se ha convertido en una apuesta con la muerte. Para los millones de personas que se han visto arrojadas al desempleo y privadas de ingresos adecuados, la amenaza de la indigencia, el hambre y la falta de vivienda está siempre presente.

Pero para un pequeño sector de la sociedad, el último año ha producido una lluvia de ganancias.

Las compensaciones de los directores generales de las principales empresas estadounidenses se dispararon en el transcurso de la pandemia, según los informes anuales de las empresas publicados en las últimas semanas. Y algunos ejecutivos recibieron pagos mucho mayores que otros, “ganando” una compensación estratosférica que superó la cantidad hasta hace poco inédita de 100 millones de dólares:

• Chad Richison, director general de Paycom, una empresa de software con sede en Oklahoma, se embolsó más de $211 millones en salarios y opciones sobre acciones.

• Amir Dan Rubin, director general de 1Life Healthcare, una cadena de clínicas de salud en San Francisco, recibió más de $199 millones.

• John Legere, director general del proveedor de telefonía móvil T-Mobile —que consumó una fusión con su rival Sprint el año pasado— recibió más de $137 millones.

En las empresas que cotizan en el índice S&P 500, que incluye a muchas de las mayores firmas estadounidenses, la compensación promedio de los directores ejecutivos alcanzó la relativamente más “modesta” cantidad de $13,3 millones en 2020, lo que supone, no obstante, un récord histórico y el undécimo aumento anual consecutivo, según ISS EGG, un grupo asesor de accionistas.

Se entregaron enormes sumas incluso a los directores generales de empresas que sufrieron pérdidas sustanciales debido a la pandemia:

• James Murren, presidente y director general de MGM Resorts, el gigante de los hoteles y casinos con sede en Las Vegas, recibió un paquete de compensación de salida de $32 millones cuando se marchó el año pasado, lo que le convirtió en el decimocuarto ejecutivo mejor pagado en 2020, a pesar de las pérdidas de $1.000 millones de la empresa.

• Chris Nassetta, director de la cadena hotelera Hilton, recibió $55,9 millones, ocupando el quinto lugar en la lista de ejecutivos mejor pagados. La empresa registró unas pérdidas de $720 millones en el año.

• David Calhoun, presidente y director general del gigante de la fabricación aeroespacial Boeing, recibió más de $21 millones en compensación, a pesar de que la compañía reportó una pérdida colosal de $12 mil millones.

Empresas como Boeing, Hilton y Norwegian Cruise Lines despidieron a miles o decenas de miles de trabajadores, mientras solicitaban rescates multimillonarios del Gobierno. Finalmente, Boeing pudo conseguir fondos privados, pero solo gracias al apoyo directo de la Reserva Federal al mercado de bonos corporativos y al mantenimiento de tipos de interés ultrabajos.

En varios casos, las empresas llevaron a cabo recortes con el tenue pretexto de que es un “sacrificio compartido”, declarando engañosamente en el caso de Hilton que Nassetta renunciaría a su salario durante gran parte del año. Sin embargo, en el caso de Nassetta y de muchos otros, la entrega de acciones de la empresa constituye ahora una parte mucho más importante de la remuneración de los ejecutivos que su salario base.

De hecho, el abismo entre la remuneración de los ejecutivos y la del empleado medio se ha ampliado drásticamente. En las empresas del S&P 500, la compensación media de los empleados se redujo en un 17 por ciento, de modo que la relación entre la remuneración de los directivos y la de los empleados pasó de 182-1 a 227-1, según el Financial Times .

Durante décadas, el proceso de acumulación de riqueza en la cúspide se ha separado cada vez más del proceso productivo y, en su lugar, se ha derivado de la especulación bursátil y la manipulación financiera, una transformación que se ha producido tanto bajo Administraciones republicanas como demócratas. De hecho, la Presidencia de Biden ha supervisado el aumento más rápido del S&P 500 de cualquier Administración en los últimos 75 años, remontándose a Eisenhower.

Para los trabajadores, el interminable estancamiento o deterioro de los salarios y las condiciones de trabajo ha producido un creciente estado de ánimo de oposición y el resurgimiento de huelgas en las últimas semanas. En todos los casos, las demandas de los trabajadores para satisfacer sus necesidades esenciales —incluyendo la reversión de los recortes salariales y recuperación de beneficios anteriores, niveles adecuados de personal y, en particular, la aplicación de medidas serias para hacer frente al COVID-19— han sido resistidas amargamente por los ejecutivos de las empresas, que han cosechado a su vez pagos multimillonarios:

• En el Hospital St. Vincent de Worcester (Massachusetts), propiedad de Tenet Healthcare, unas 700 enfermeras se encuentran en el segundo mes de huelga, luchando por niveles seguros de personal de enfermería por paciente y por el fin de las peligrosas cargas de trabajo. El director general de Tenet, Ronald Rittenmeyer, percibió $16,7 millones en 2020. Bajo la dirección de Rittenmeyer, la empresa, una corporación multimillonaria, despidió a unos 11.000 trabajadores el año pasado y obtuvo casi $399 millones de ganancias.

• En la empresa siderúrgica Allegheny Technologies Incorporated (ATI), 1.300 trabajadores siderúrgicos de cinco estados se han declarado en huelga contra las exigencias de la empresa de realizar importantes concesiones en materia de puestos de trabajo, prestaciones sanitarias y pensiones, aunque el sindicato United Steelworkers ha tratado de evitar plantear cualquier demanda concreta, llevando a cabo el paro como una “huelga de prácticas laborales injustas”, alegando que ATI no está negociando de “buena fe”. El director general de ATI, Robert Wetherbee, recibió una compensación de $5,7 millones en 2020, un aumento del 3 por ciento respecto al año anterior.

• En la planta de Volvo Trucks de New River Valley, en el suroeste de Virginia, casi 3.000 trabajadores están en huelga desde el 17 de abril. Martin Lundstedt, presidente y director general de Volvo AB, la empresa matriz sueca de Volvo Trucks North America, cobró unos 5,2 millones de dólares (43.926.000 coronas suecas) en 2020, mientras que su adjunto, Jan Gurander, recibió unos 2,5 millones de dólares.

• En Warrior Met Coal, en Alabama, 1.100 mineros llevan más de tres semanas en huelga, exigiendo revertir el recorte salarial de 6 dólares la hora y las concesiones de beneficios negociadas por el sindicato United Mine Workers of America en 2016. El director general de Warrior Met, Walter J. Scheller, III, recibió más de $4,3 millones en su sueldo en 2020, un aumento del 8 por ciento respecto al año anterior.

• Y en la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York, unos 3.000 estudiantes-trabajadores de posgrado han estado luchando por un salario decente, cobertura médica y otros beneficios. Al igual que muchos de sus colegas administradores universitarios, que proceden cada vez más del mundo empresarial estadounidense, el presidente de Columbia, Lee Bollinger, tiene un paquete salarial multimillonario de $4,5 millones.

En las discusiones, los trabjadores preguntan frecuentemene al World Socialist Web Site y el Partido Socialista por la Igualdad: ¿Cómo es que la dirección no reconoce que estamos expuestos al COVID-19, que la gente está muriendo, que necesitamos más para vivir? ¿Por qué no ven que tenemos que cerrar para hacer frente al virus? ¿Y por qué los sindicatos, que dicen representarnos, siempre se ponen del lado de la dirección?

La respuesta es que los ingresos y las fortunas de los grandes ejecutivos de las empresas, y detrás de ellos los financistas y los grandes inversores, dictan que los centros de trabajo deben seguir abiertos y que se sigan generando ganancias a través de la explotación de la clase trabajadora, tanto en EE.UU. como en el resto del mundo. No solo eso, los intereses materiales de la clase capitalista exigen que esta explotación se intensifique a través de nuevas rondas de recortes salariales, despidos y reestructuraciones empresariales que se están planificando e implementando.

Y los propios jefes de las empresas corporativistas llamados “sindicatos” se han convertido en partes integrales en la aplicación de estas políticas, actuando como ejecutivos subalternos en los sistemas de gestión laboral, y son compensados como tales. Desde la presidenta de la American Federation of Teachers, Randi Weingarten (con un sueldo anual de $564.236), hasta Stuart Applebaum del RWDSU ($344.464), pasando por la presidenta del Service Employees International Union, Mary Kay Henry ($279.126), y los innumerables ejecutivos sindicales con abultadas cuentas de gastos y sueldos de seis cifras, todos tienen una riqueza y unos intereses que los sitúan en un estrato social separado y hostil a los trabajadores. La integración de los sindicatos en la gerencia ha tenido lugar a nivel internacional, con Bernd Osterloh, jefe del comité de empresa conjunto de Volkswagen y miembro destacado del sindicato IG Metall, que recientemente se anunció que había aceptado un puesto de dirección en la filial de camiones y autobuses de VW, con unos ingresos previstos de alrededor de un millón de euros.

Los intereses de los ejecutivos corporativos y de la aristocracia financiera, defendidos lealmente por sus ayudantes en los sindicatos, se han convertido en un cáncer para la sociedad. Todo su orden social, el capitalismo, es el principal obstáculo para satisfacer cualquiera de las necesidades esenciales de la mayoría de la población y está impidiendo que se tomen las medidas necesarias para acabar con la pandemia, incluyendo un cierre de emergencia de la producción no esencial y la compensación total de los trabajadores y el apoyo a las pequeñas empresas.

Cada vez más capas de la clase obrera se están movilizando en luchas que plantearán cada vez más la cuestión de quién controla la sociedad: ¿los capitalistas y los especuladores de la pandemia, cuyos intereses exigen ganancias y muerte, o la clase obrera, cuyos intereses exigen la defensa de la vida y la satisfacción de las necesidades sociales, es decir, el socialismo?

Para dotar a estas luchas de la perspectiva, el programa y la organización internacionales necesarios, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) ha hecho un llamamiento a la creación de una Alianza Obrera Internacional de Comités de Base (AOI-CB), una red mundial de comités de base de fábricas y centros de trabajo controlados democráticamente por los trabajadores e independientes de los sindicatos y de todos los partidos burgueses. Este año, el CICI celebra el sábado 1 de mayo su Mitin Internacional del Primero de Mayo en línea, con el fin de explicar la lógica de la crisis global del capitalismo y hacer avanzar esta iniciativa entre los trabajadores de todo el mundo. Instamos a todos nuestros lectores a que se unan a este esfuerzo y se inscriban para asistir al Mitin Internacional del Primero de Mayo hoy mismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 27 de abril de 2021)

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