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Tras audiencia sobre el 6 de enero

Los republicanos rechazan testimonios de violencia fascista, los demócratas continúan los llamados de “unidad”

La audiencia del martes del Comité Selecto sobre el Ataque del 6 de Enero de la Cámara de Representantes ofreció varios testimonios desgarradores y de primera mano sobre el asalto fascista al Capitolio de los Estados Unidos dirigido por el entonces presidente Donald Trump. Los testigos, dos policías del Capitolio y dos agentes de la Policía Metropolitana de D.C., resultaron gravemente heridos en el intento de golpe de Estado. Describieron con detalles gráficos el violento asalto de milicianos armados y partidarios rabiosos de Trump instigado por la Casa Blanca en un intento por bloquear la certificación del resultado de las elecciones, derrocar la Constitución y mantener a Trump en el poder.

Cada uno de los cuatro hombres —el sargento de la Policía del Capitolio, Aquilino Gonell, el oficial de policía del Capitolio Harry Dunn y los oficiales de la Policía Metropolitana, Michael Fanone y Daniel Hodges— describieron la violencia homicida de los insurrectos tal como la experimentaron, así como los sentimientos fascistizantes y racistas que inspiraron a la turba de Trump. Expresaron la creencia de que el objetivo de los atacantes era matar a los legisladores demócratas que Trump había puesto en la mira, así como al entonces vicepresidente Mike Pence.

Los simpatizantes de Trump intentan cruzar una barrera policial el 6 de enero en el Capitolio en Washington (AP Photo/John Minchillo)

Su testimonio subrayó lo cerca que estuvo el golpe de tener éxito. Planteó agudamente la total falta de preparación y la retirada de facto de la seguridad policial y militar, a pesar de los llamamientos abiertos de Trump para que sus partidarios fascistizantes se reunieran en Washington D.C. en el día establecido constitucionalmente para que el Congreso ratificara la victoria electoral de Biden.

Con mucha más seriedad y pasión que cualquiera de los demócratas del comité, los testigos condenaron la complicidad del Partido Republicano —antes, durante y después del intento de golpe— y exigieron que todos los que estaban en el poder y que planearon y supervisaron el asalto rindieran cuentas.

La respuesta del Partido Republicano fue inequívoca. Se estaba transformando en el partido fascista de su aspirante a Führer, Trump, en torno a la mentira de “una apuñalada por la espalda” de las “elecciones robadas”, y no daría marcha atrás.

El miércoles, los dos principales republicanos en el Congreso, el líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, y el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, anunciaron que no se habían molestado en ver la audiencia de tres horas y media, desestimándola como una caza de brujas partidista.

En una audiencia del Comité de Reglas de la Cámara de Representantes el martes por la noche, horas después de la audiencia sobre el 6 de enero, el representante republicano Andrew Clyde de Georgia defendió su caracterización anterior del ataque del 6 de enero al Capitolio como una “visita turística normal”. Cuando el representante demócrata Jamie Raskin de Maryland, miembro del Comité Selecto del 6 de enero, le pidió que declarara si aún mantenía su posición a la luz del testimonio de los oficiales de policía, Clyde dijo: “Me atengo a esa declaración exacta, así como la manifesté”.

El día anterior, McCarthy había organizado una conferencia de prensa antes de la apertura de la audiencia del 6 de enero. Él y otros importantes republicanos de la Cámara de Representantes, incluidos cinco miembros que había retirado del Comité la semana pasada en un intento de estropear cualquier investigación sobre el golpe, denunciaron al Comité Selecto como un ataque partidista. Exigieron que el Congreso, en cambio, investigara a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a quien declararon responsable de la falta de seguridad en el Capitolio el 6 de enero, ignorando el hecho de que los insurrectos de Trump habían asaltado el edificio durante horas gritando: “¿Dónde está Nancy?”.

Lo que es aún más revelador fue una conferencia de prensa y un mitin celebrados el martes después de la audiencia de la facción abiertamente fascista de los republicanos de la Cámara de Representantes, encabezada por la defensora de la conspiración QAnon y negadora del Holocausto, Marjorie Taylor Greene de Georgia. A Greene se le unieron otros cuatro diputados defensores del intento de golpe del 6 de enero: Paul Gosar de Arizona, Matt Gaetz de Florida, Louie Gohmert de Texas y Bob Good de Virginia, quienes se reunieron frente al Departamento de Justicia para defender a los “presos políticos” encarcelados por su papel en el ataque al Capitolio.

Los representantes republicanos fueron acompañados por un hombre con un disfraz gigante de Trump con el mensaje “TRUMP GANÓ”, así como por un pequeño número de simpatizantes que portaban banderas y carteles estadounidenses que decían, “El 6 de enero fue un trabajo interno” y gritaban, “¡Liberen a los presos políticos del 6 de enero!”.

La conferencia de prensa se interrumpió cuando un grupo de personas abucheándoles, que superaba en número a los partidarios de la turba, se acercaron al micrófono. Sin embargo, Gosar tuvo tiempo de declarar: “Estos no son criminales violentos, rebeldes ni peligrosos. Hay presos políticos que ahora están siendo perseguidos y soportando el dolor del sufrimiento injusto”.

En el transcurso de la audiencia del Comité Selecto de la Cámara de Representantes, los policías que testificaron hablaron de la gran presencia de milicias fuertemente armadas, incluidas aquellas con conexiones militares o policiales. El sargento de la Policía del Capitolio Gonell, un veterano de la guerra de Irak, dijo que su batalla con los terroristas de Trump fue peor que cualquier cosa que haya experimentado en las zonas de guerra de Irak.

“Parecía que muchos de los atacantes tenían experiencia policial o militar”, dijo y enumeró las armas que blandían, incluidos martillos, cuchillos, escudos, spray para osos, gas pimienta, martillos y patas de mesa”.

Describió su combate cuerpo a cuerpo con los atacantes como una “batalla medieval”. “Podía sentir que perdía oxígeno y recordar que pensaba: 'Así es como voy a morir'”, dijo.

Denunció a Trump directamente, así como a todos los que lo defendieron y que han restado importancia a los eventos del 6 de enero. “En lugar de enviar a los militares o decirles a sus partidarios que se detuvieran”, dijo Gonell al Comité, “los instó a continuar. Todos nos decían que Trump nos envió. Ni Antifa, ni Black Lives Matter. Pudo haberles dicho que se detuvieran ...

“Fue un golpe de Estado. ... Si fuera otro país, Estados Unidos habría enviado ayuda”.

Añadió: “Tenemos gente ahora mismo frente al Departamento de Justicia pidiendo que se libere a los insurrectos. Ya no deberían ser funcionarios electos”.

El oficial de la Policía Metropolitana de D.C., Fanone, fue sometido repetidamente a electrocuciones y golpes hasta dejarlo inconsciente, sufriendo un ataque cardíaco, una conmoción cerebral y un trauma cerebral. Disputó las afirmaciones de que los insurrectos estaban desarmados.

“En cuanto a las armas de fuego, en los días inmediatos anteriores, se recuperaron armas de fuego de personas que planeaban participar el 6 de enero”, dijo.

El oficial de la Policía del Capitolio, Harry Dunn, un afroamericano, describió el racismo de la turba. Dijo: “Una mujer con una camiseta rosa de MAGA gritó: '¡Escuchen eso, chicos, este (palabra con N) votó por Joe Biden!' Nadie me había llamado nunca con la (palabra con N) mientras vestía mi uniforme de la Policía del Capitolio”.

Sobre el papel de los líderes de la Policía del Capitolio, dijo: “Nuestra cadena de mando no nos había preparado para lidiar con algo como este nivel de violencia. No estábamos preparados para lo que enfrentamos ese día”.

Al señalar el papel de Trump, Dunn fue enfático y dijo: “Cuando las personas se sienten envalentonadas por las personas en el poder, piensan que tienen razón. Eso crea una perspectiva aterradora para el futuro ...

“Les pido que lleguen al fondo de lo que sucedió. Si contratan a un sicario y mata a alguien, va a la cárcel. Pero no solo él, sino el hombre que lo contrató”.

El policía metropolitano de D.C., Hodges, hizo eco de la urgencia de exponer el papel de Trump y sus cómplices en la orquestación del golpe. “Necesito que se refiera a si alguien en el poder tuvo algo que ver en esto o trató de restarle importancia o evitar una investigación sobre este ataque. La mayoría de los estadounidenses esperan eso”, dijo al Comité.

Sin embargo, estos sentimientos, que son compartidos por la gran mayoría del pueblo estadounidense, contrastan con la cobardía y la duplicidad del Partido Demócrata. En la audiencia en sí, ninguno de los siete demócratas pudo reunir el coraje para siquiera pronunciar el nombre de Trump.

Fue la fanática militarista de derecha Liz Cheney, una de los dos republicanos anti-Trump nombrados para el Comité por Pelosi, quien subrayó la necesidad de investigar a fondo las acciones de Trump y su Casa Blanca antes, durante y después del intento de golpe. Cheney también fue la única miembro del Comité que pidió el uso agresivo de citaciones y su pronta ejecución.

En una breve conferencia de prensa después de la audiencia, se le preguntó al presidente del Comité, Bennie Thompson de Mississippi, cuándo se llevaría a cabo la próxima audiencia. No pudo dar una respuesta, solo dijo que el comité consultaría y consideraría si convocar una sesión antes de que finalice el receso de agosto del Congreso. En otras palabras, no se tomará ninguna decisión a la espera del resultado de las discusiones tras bambalinas con los cómplices fascistizantes de Trump.

Es instructivo ir al sitio web oficial del Comité Selecto y hacer clic en “Committee Activity” [Actividad del Comité]. Bajo el título “Hearings” [Audiencias], dice “There are no upcoming hearings” [No hay próximas audiencias].

En cuanto al llamado ala “progresista” del Partido Demócrata, ni Alexandria Ocasio-Cortez ni Bernie Sanders publicaron un tuit sobre la audiencia o los eventos que la rodearon.

Para el miércoles por la noche, en los círculos del Partido Demócrata y los medios de comunicación alineados, la audiencia del 6 de enero había sido eclipsada (sin aparecer ni siquiera en las noticias nocturnas televisivas) por el voto del Senado para comenzar el debate sobre un proyecto de ley de infraestructura bipartidista, que hará poco para revertir la degeneración de la infraestructura social del país, pero proporcionará grandes ganancias para los contratistas corporativos privados.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de julio de 2021)

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