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“Tuvimos un tipo que murió y dos o tres que casi murieron”

Según se intensifica la batalla contractual, los trabajadores de Dana describen haber trabajado durante la pandemia de COVID

Durante una llamada de conferencia sobre las ganancias del segundo trimestre de la empresa Dana el mes pasado, el director ejecutivo James Kamsickas les dijo a los inversores de Wall Street: “Continuamos manejando la situación activamente a través de una coyuntura desafiante en la cadena de suministro, y nuestro equipo ha hecho un trabajo excelente de manera proactiva, respondiendo a los impactos regionales del COVID-19”.

Mientras que el director ejecutivo, cuya riqueza neta es de al menos $25 millones, sin duda trabaja seguramente desde su hogar lujoso, los trabajadores de Dana se han enfermado y un número desconocido ha fallecido por OVID-19 en las plantas de la empresa por todo EE.UU. y el mundo. Con la colaboración de los sindicatos United Auto Workers (UAW) y el United Steelworkers (USW), Dana ocultó información sobre brotes y mantuvo sus fábricas abiertas con pocas o ninguna medida de seguridad.

Planta de Dana en Ft. Wayne

Los trabajadores le han informado al World Socialist Web Site que algunas de sus plantas, incluyendo una en Ft. Wayne, Indiana, incluso permanecieron abiertas utilizando trabajadores temporales “voluntarios” durante el cierre de dos meses de la industria automotriz entre mediados de marzo y mayo de 2020. Después de una ola de huelgas en Italia, España y otros países, los trabajadores en Michigan, Ohio, Indiana y otros estados obligaron que la industria cerrara a través de una serie de huelgas salvajes en desafío al UAW.

Alrededor de 8.500 trabajadores de Dana están involucrados en una lucha para prevenir que Dana, el UAW y el USW impongan nuevamente otro acuerdo colectivo proempresarial que perpetúe los salarios de pobreza y las condiciones superexplotadoras. Los trabadores que hablaron con el WSWS también están preocupados por la continua propagación del mortal virus dentro de sus fábricas y en las escuelas de sus hijos.

“Es absolutamente terrible en nuestro taller”, dijo un trabajador de 20 años de antigüedad de Dana en la planta de Ft. Wayne. “Probablemente tenemos más de 50 casos entre menos de 900 personas. La planta de GM aquí en Ft. Wayne tiene más de 200 casos, y ellos tienen más de 2.000 personas en su planta. Estando en la planta no sabes quién lo tiene y quién no. El sindicato solía publicar los casos en un folleto los jueves, pero desde principios del año pasado no hemos visto nada. Para saber quién está enfermo nos enteramos por los compañeros de la planta”.

Un compañero de Ft. Wayne añadió: “Muchas veces [la dirección y el sindicato] ni siquiera nos dicen quién está infectado hasta días después. Eso es después de que nos enteramos a través de otros empleados, que han hablado con el empleado infectado. Llamamos a la empresa y alguien nos dice: 'No lo sabíamos'. En un caso hablamos con un trabajador después del hecho. Nos dijo que había hablado con la persona de seguridad. Así que, básicamente, nos mintieron en la cara todo el tiempo”.

Otro trabajador de la planta dijo: “Durante la primera parte de la pandemia trabajé 12 horas y seis días a la semana. Luego la empresa proporcionó dos meses a algunos trabajadores. Los trabajadores del segundo nivel no podían permitirse el lujo de tomarse un tiempo libre durante el cierre. Tuvieron despidos durante el cierre con turnos voluntarios. Muchas personas se vieron obligadas a trabajar debido a su situación económica.

“Más de 80 años después de la fundación del UAW, el sindicato es ahora como el esclavista. No deberíamos tener que trabajar 60-70 horas a la semana. La empresa pide más piezas, mientras que el sindicato no hace nada. Estoy harto del sindicato y de la empresa. Lo siento por los trabajadores del segundo nivel. La mayoría gana apenas 20 dólares, que es un salario de pobreza. Leí que los trabajadores de las plantas del UAW querían el United Steelworkers, ¡pero son todos iguales! Los funcionarios del sindicato ganan siete cifras, mientras nosotros nos partimos el lomo por el salario mínimo”.

Un trabajador de Dana de París, Tennessee, habló del COVID-19 dentro de su planta. “Ha habido un montón. Tuvimos un tipo que murió y dos o tres que casi murieron. Algunos todavía están en la UCI. Tienen [protocolos], pero son muy poco estrictos y no son nada coherentes. Si alguien se va a casa con COVID, no limpian la prensa en la que estaban trabajando ni nada, y vuelven a poner a otra persona”. Y añadió: “A las señoras que sí limpian les dijeron que sólo limpiaran la sala de descanso”.

Un trabajador de la planta de Dry Ridge Dana en Kentucky dijo al WSWS que los trabajadores están siendo obligados a trabajar 12 horas al día, siete días a la semana. “He trabajado 84 horas y no he tenido un día libre en casi tres semanas. La última vez que falté al trabajo fue después de ponerme la segunda vacuna COVID, y me dieron un aviso por ello. Pude hablar con alguien de RRHH y hacer que me quitaran el punto, pero aun así fue bastante molesto sabiendo que animaban a la gente a ir a vacunarse. Tuve efectos secundarios graves y tuve que ir al hospital para que me trataran por migraña grave y síntomas de gripe. Me dieron un punto y me enojó muchísimo. Me rompo el lomo por esta empresa y me tratan así”.

Uno de los trabajadores de Ft. Wayne describió las condiciones de explotación en su planta. “En cuanto a nuestras condiciones de trabajo, supongo que son tan malas como en cualquier otro lugar. Si no cumplimos nuestra cuota en cada línea, los supervisores se enfadan muchísimo. El director de la planta se pone furioso, y entonces empiezan a meterse con nosotros y a amenazarnos con escritos. O simplemente te critican todo y empiezan a gritarles a nuestros trabajadores. El director de planta que hemos tenido durante el último año es el peor director de planta que he visto en mis 28 años en Dana. Ya no lo tenemos. Fue trasladado para ser un jefe superior por encima del gerente de la planta”.

Incluso mientras el UAW y el USW buscan imponer otro contrato a favor de la empresa, confabulan con Dana y los fabricantes de automóviles de Detroit para mantener a los trabajadores en las fábricas generándoles ganancias, incluso cuando las tasas de contagios y las muertes debido a la variante más virulenta delta se están disparando. En el condado de Allen, Indiana, que incluye Ft. Wayne, se produjo un pico de 2.714 infecciones entre el 11 y el 24 de agosto. El lunes, el Departamento de Salud de Indiana (IDOH) informó de que casi 2.000 escuelas de Indiana habían reportado casos de COVID-19, con 3.504 nuevos casos entre estudiantes y 172 entre profesores y personal. En la capital, Indianápolis, hay 36 niños en las UCI del hospital Riley.

El domingo, el WSWS auspició el foro “Por una estrategia global para detener la pandemia y salvar vidas”, que incluyó las presentaciones de tres científicos que explicaron que una coordinación de emergencia desde el principio de la pandemia habría eliminado el virus en cuestión de meses. En cambio, los dos partidos controlados por las corporaciones rechazaron las medidas necesarias para erradicar el virus porque interferirían con los intereses de lucro de las gigantescas empresas. Mientras repartían trillones a Wall Street y a corporaciones como Dana, la Administración de Trump y ahora la Administración de Biden permitieron que murieran innecesariamente más de 630.000 personas en Estados Unidos.

A pesar del impacto de la pandemia, Dana tuvo 7.100 millones de dólares en ventas y ganancias brutas de 593 millones de dólares en 2020. Con un aumento fuerte en la demanda por parte de las ensambladoras automotrices este año, la empresa reportó un récord de 4.500 millones de dólares en ventas y 484 millones en ganancias brutas en solo los primeros seis meses del 2021. Ahora la empresa, con el respaldo completo del UAW y el USW, está buscando poner más presión a través de jornadas de trabajo más largas y aumentos salariales por debajo de la inflación.

El Comité de Base de los Trabajadores de Dana se formó para tomar la conducción de la lucha, quitándosela de las manos a los sindicatos patronales, y para luchar por lo que los trabajadores necesitan. La batalla contra los salarios de pobreza y la explotación brutal necesita combinarse con la lucha de los trabajadores por cerrar las escuelas y las industrias no esenciales y garantizar el pago completo de los salarios para todos los trabajadores y dueños de pequeñas empresas afectados hasta que la pandemia pueda erradicarse. La gran expansión de las vacunaciones a nivel global debe ir de la mano de medidas estrictas de confinamiento, rastreo de contactos y pruebas universales para poner fin a la propagación del virus y sofocarlo completamente.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 25 de agosto de 2021)

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