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Perspectiva

¡Se necesitan cerrar todas las escuelas de EE.UU. como parte de estrategia para erradicar el COVID-19!

La reapertura de escuelas de prescolar a doceavo grado en todo Estados Unidos ya demostró ser desastrosa y está alimentando un importante repunte de la pandemia de COVID-19. Según datos de la Universidad Johns Hopkins, el promedio de siete días es de 137.270 casos diarios, más que el triple que el Día del Trabajo (7 de septiembre) hace un año. Más de 4 millones de estadounidenses se han contagiado en solo el último mes. Ha habido rebrotes similares en Reino Unido, Alemania, Francia, Brasil y otros países donde reabrieron las escuelas según se estancan las tasas de vacunación y en los que la pandemia no está ni cerca de ser eliminada.

Lo que es más alarmante, 251.781 niños se contagiaron con COVID-19 en la semana que finalizó el 2 de septiembre, según la Academia Estadounidense de Pediatría. Este es el nivel más alto desde que comenzó la pandemia y es cinco veces mayor que hace tan solo un mes.

El director Brad Foss sostiene la puerta de los estudiantes en la escuela primaria Fox Hills el 26 de agosto de 2021, Watford City, Dakota del Norte (AP Photo/Matthew Brown)

La política global de reapertura de escuelas cuando las infecciones de COVID-19 se salen de control refleja marcadamente las diferencias entre las tres estrategias que han surgido ante la pandemia del COVID-19: la “inmunidad colectiva”, la mitigación y la erradicación.

La catástrofe en Estados Unidos deja claro la necesidad de cerrar inmediatamente todas las escuelas como parte de una estrategia más amplia para eliminar el COVID-19 en EE.UU. y erradicarlo a nivel global. Esta estrategia se fundamenta en la ciencia, la cual demuestra que la erradicación puede lograrse a través de la implementación del cierre de las escuelas y los lugares de trabajo no esenciales, las vacunaciones masivas, las restricciones de viaje, el uso de mascarillas, las pruebas universales, el rastreo de contactos, y el aislamiento de los pacientes infectados. Las estimaciones recientes del Economist de que la cifra real de muertes a nivel global por el COVID-19 es de aproximadamente 15,2 millones de personas subraya la urgencia de popularizar esta estrategia en la clase trabajadora.

La inmunidad colectiva a través de la reapertura de escuelas

La reapertura completa de las escuelas, que efectivamente significa atiborrar 40 millones de niños no vacunados en aulas cerradas con mala ventilación para que contraigan COVID-19, es la manifestación más brutal de la estrategia de “inmunidad colectiva” avanzada por secciones de la clase gobernante. Se basa en la afirmación falsa de que las secciones más vulnerables de la población pueden ser “protegidas” de contagiarse si los jóvenes se infectan rápidamente. En la práctica, esta estrategia expone a toda la sociedad al virus y acepta que millones morirán.

Las siguientes cifras muestran la magnitud del crimen social contra los niños, educadores y la población general en EE.UU. por medio de la reapertura de escuelas:

  • Un promedio récord de 365 niños fueron hospitalizados cada día el la última semana y los hospitales de niños alcanzaron su capacidad máxima en los estados de todo el sur del país.
  • En el último mes, 73 niños fallecieron por COVID-19, el mayor nivel de muertes infantiles en EE.UU. desde el comienzo de la pandemia.
  • La página de Twitter #SchoolPersonnelLostToCovid ha registrado más de 197 muertes por COVID-19 entre el personal escolar desde que inició este ciclo escolar.
  • Varios educadores han muerto en la misma escuela o distrito este semestre en Waco, Texas; el condado de Bulloch, Georgia; el condado de Polk, Florida; entre otros.
  • Al menos 15 educadores y personal del distrito de escuelas públicas del condado de Miami-Dade presuntamente fallecieron por COVID-19 en un periodo reciente de 10 días.
  • En Texas, donde está prohibido ordenar el uso de mascarillas en las escuelas, 27.353 estudiantes dieron positivo al COVID-19 en la semana que finalizó el 29 de agosto, un aumento de 51 por ciento en una semana.

Una generación de jóvenes está siendo infectada con consecuencias desconocidas a largo plazo. Los hallazgos preliminares del estudio más grande de niños con COVID largo indica que 14 por ciento de los niños que dieron positivo al COVID-19 tenían al menos tres síntomas vinculados al virus 15 semanas después, siendo los más comunes fatiga y dolores de cabeza.

El aumento en contagios, hospitalizaciones y muertes también ha hecho que las reaperturas escolares sean completamente caóticas. Al menos 1.000 escuelas en 35 estados tuvieron que volver a clases a distancia este ciclo escolar debido a brotes entre estudiantes y personal, según el servicio de datos Burbio. En Kentucky, una quinta parte de todos los distritos escolares tuvo que volver a cerrar, mientras que las cifras son comparables en muchos estados donde las escuelas han estado abiertas por varias semanas.

Estos hechos evidencian claramente que las afirmaciones hechas por los políticos, la prensa y los oficiales sindicales de que es posible reabrir las escuelas “de forma segura” y de que su único propósito es mejorar el aprendizaje y el bienestar emocional de los niños no son más que mentiras cínicas.

La reapertura de las escuelas de prescolar a doceavo grado coincide con la reapertura de las universidades para clases presenciales, en las que esencialmente no hay medidas de mitigación. Ya se han reportado brotes importantes en la Universidad Duke, la Universidad de California, la Universidad de Michigan y muchas otras instituciones donde las tasas de vacunación son altas. La reapertura de la Universidad Appalachian State de Carolina del Norte ha contribuido al aumento en la tasa de positividad de las pruebas a niveles récord. Los atestados estadios de fútbol americano, con decenas de miles de estudiantes y fanáticos, como se vio este fin de semana del Día del Trabajo, inevitablemente se convertirán en eventos superpropagadores conllevando incontables casos y muertes.

Desde el principio, el motivo real detrás de la reapertura de escuelas siempre ha sido económico: ha estado definido por las necesidades de las corporaciones de enviar a los padres de vuelta al trabajo. En julio, el asesor económico más importante de Biden, Brian Deese, declaró descaradamente que uno de los principales factores detrás de la continua “escasez de mano de obra” ha sido la falta de “cuido de niños y en las escuelas, particularmente para los padres con hijos de edad escolar”. La apertura de las escuelas coincide con la eliminación de los beneficios federales por desempleo y de la prohibición de desahucios, lo que amenaza a millones de familias con la miseria y la falta de vivienda al menos a que envíen a sus hijos a escuelas inseguras y regresen a lugares de trabajo inseguros.

La estrategia de “inmunidad colectiva” se refleja grotescamente en la prohibición a las exigencias de uso de mascarillas en las escuelas de los estados gobernados por republicanos, incluyendo Arizona, Arkansas, Iowa, Oklahoma, Florida, Carolina del Sur, Texas y Utah, que tienen las mayores tasas de infecciones y muertes, incluso entre niños. Un estudio científico publicado a inicios de agosto estima que, en dichas escuelas, aproximadamente el 91 por ciento de los estudiantes podría contagiarse de COVID-19 en tres meses desde el inicio del ciclo escolar, con la mayoría de los estudiantes infectándose antes de que acabe el primer mes debido a un aumento exponencial en casos.

Las mitigaciones en las escuelas: “inmunidad colectiva” con cuidados paliativos

La segunda estrategia pandémica —la mitigación— avanza la afirmación falsa de que el uso de mascarillas y la vacunación del personal y los niños elegibles mayores de 12 años basta para reabrir las escuelas “de forma segura”. Mientras que se alega que la mitigación es una alternativa a la “inmunidad colectiva”, en realidad solo es una modificación de esa estrategia que busca amortiguar sus filosos bordes.

Los políticos del Partido Demócrata, los oficiales sindicales y los representantes en la prensa que promueven las reaperturas de escuelas con “mitigaciones” saben que esta política contagiará inevitablemente a millones de niños y exacerbará la propagación del COVID-19. Tan solo buscan que esto suceda a un paso más lento para prevenir que se saturen los hospitales y otros servicios sociales. Sus esfuerzos de mitigación no están dirigidos contra el virus, sino en contra de las consecuencias de las políticas de “inmunidad colectiva”.

En particular, la afirmación de que la vacunación es una solución universal a la pandemia les atribuye a las vacunas propiedades que no tienen. No solo hay secciones sustanciales de la población aún sin vacunarse, incluyendo todos los niños menores de 12 años, sino que la propagación continua del virus crea las condiciones para la evolución de variantes nuevas, más contagiosas y más resistentes a las vacunas. Los individuos vacunados todavía pueden contraer y transmitir el virus, y la aparición de la variante delta ha resultado en un aumento de contagios posvacuna que ha visto a individuos completamente vacunados enfermándose e incluso muriendo.

La vacunación es una herramienta poderosa. Sin embargo, fuera de una estrategia más amplia para reducir rápidamente los contagios a cero y erradicar así el COVID-19, la vacunación y otras mitigaciones no son más que cuidados paliativos.

La defensora más ferviente de las reaperturas de escuelas con “mitigaciones” es la presidenta del sindicato American Federation of Teachers (AFT), Randi Weingarten, que ha dedicado el último mes a una gira de 20 estados llamada “Un regreso a la escuela para todos”, en la que ha tomado vuelos por todo EE.UU. para promover esta política homicida. En una declaración extraordinaria publicada el Día del Trabajo, Weingarten afirmó que los miembros de la AFT están “felices de que estamos volviendo a un nuevo ciclo escolar de forma presencial”.

Escribió, “La variante delta no ha cambiado nuestra determinación de mantener nuestras escuelas abiertas y garantizar de que sean seguras, saludables y acogedoras para todos. Sin embargo, ha hecho aún más crítico que utilicemos las herramientas que sabemos que protegerán nuestras comunidades escolares: las vacunaciones, el uso de mascarillas, la ventilación, el lavado de manos, el distanciamiento, las pruebas y protocolos claros en caso de un brote”.

Weingarten escribió su declaración después de que la mayoría de los distritos escolares ya reabrieron, sabiendo que en el grueso de las escuelas estas medidas no se han implementado. Las vacunaciones no son obligatorias; el uso de mascarillas es poco sistemático; hasta 30.000 escuelas en el país tienen sistemas anticuados de ventilación; muchas escuelas carecen de suministros como jabón y toallas de papel; el distanciamiento es inexistente en las aulas con 30 estudiantes o más; los niveles de pruebas son inadecuados; y los protocolos para brotes son caóticos.

Muchos científicos, trabajadores de base, padres y personas involucradas en el campo de la salud pública creen personalmente que la eliminación y eventual erradicación del COVID-19 deben ser la base y el objetivo de las políticas. Sin embargo, enfrentándose a una inmensa oposición gubernamental e institucional, han concluido que nunca se implementará esta política correcta y necesaria. Incluso con las mejores intenciones, dan marcha atrás y adoptan la estrategia de mitigación, promoviendo el conjunto más amplio de medidas como ventilación, distanciamiento social, pruebas diarias, rastreo de contactos y más. Independientemente de que busquen justificar esto, este enfoque es falso.

Cualquier repliegue a la estrategia de mitigación, incluso con la esperanza de salvar tantas vidas como sea posible, es un error y evade la realidad científica de la transmisión viral en las escuelas. Solo se podrá poner fin a la pandemia a través del desarrollo de una consciencia masiva y un entendimiento científico respecto a la estrategia de erradicación en capas amplias de la clase obrera.

El papel de los cierres escolares en la estrategia de erradicación

Se ha sabido por mucho tiempo que las escuelas son centros de transmisión viral. Un estudio publicado en enero mostró que el COVID-19 no es la excepción. Los investigadores descubrieron que los contagios de COVID-19 en los niños de 10 a 19 años anticiparon un aumento en los casos de adultos de 30 a 49 años, lo que significa que los niños infectados contagiaban a sus padres y no al revés.

El precepto fundamental de la estrategia de eliminación-erradicación es que el COVID-19 depende de un portador humano para propagarse y que la única manera de suprimirlo es cortarle todas las avenidas de transmisión. Esto exige el cierre de las escuelas y los lugares de trabajo no esenciales, las restricciones de viaje, las pruebas masivas, el uso de mascarillas, el rastreo de contactos, el aislamiento seguro de los pacientes infectados y otras medidas básicas de salud pública, combinadas con vacunaciones masivas.

En un seminario en línea del WSWS el 22 de agosto, la Dra. Malgorzata Gasperowicz de la Universidad de Calgary dejó en claro que la implementación agresiva de medidas de salud pública pudo haber reducido a cero los nuevos casos en cuestión de 37 días a inicios de 2020, salvando millones de vidas. Dada la transmisión de la variante delta, su modelo estima que la combinación de las vacunas y medidas agresivas de salud pública podía eliminar el virus en un país dado en dos meses. Subrayando que las vacunas por sí solas no son suficientes para detener la transmisión, dijo, “Necesitamos todas las herramientas disponibles para detenerla, para ralentizarla”.

La estrategia de eliminación ha sido sumamente efectiva en China, una sociedad masiva con más de 1,4 mil millones de personas, así como en Nueva Zelanda y otros países, a través del uso de un conjunto de las medidas de salud pública mencionadas. Después de eliminar el COVID-19, estos países han combatido varios brotes de la variante delta importados a través de viajes internacionales.

El brote más reciente en China fue confinado a un solo hotel para cuarentenas en Guangzhou diseñado para viajantes internacionales. El sábado pasado, Xu, un trabajador de 42 años en el hotel, dio positivo al COVID-19 y fue puesto inmediatamente bajo observación médica en un hospital cercano, como ocurre con todos los pacientes de COVID-19 en China. Se llevaron a cabo pruebas masivas en los barrios cercanos y para la medianoche del sábado, todas las 92.185 pruebas tomadas dieron negativo. Todos aquellos que tuvieron contacto cercano con Xu también fueron puestos bajo estricta observación médica en lugares seguros.

La respuesta de China, Nueva Zelanda y otros Gobiernos capitalistas ha demostrado que la pandemia puede combatirse. Las medidas necesarias de salud púbica que han implementado no son de ninguna manera “autoritarias”, como lo alega prácticamente toda la élite política y la prensa en EE.UU. En cambio, demuestran que existe el potencial de movilizar los recursos de la sociedad para eliminar el COVID-19. Si esto se llevara a cabo de una manera globalmente coordinada en cada país, se podría poner fin pronto a la pandemia.

La estrategia de erradicación coincide con un movimiento en curso de la clase obrera contra la subordinación de la salud pública a las ganancias privadas. Durante el último año, la hostilidad de los educadores y padres a las reaperturas de escuelas ha sido deliberadamente sofocada por los sindicatos y el Partido Demócrata, pero está comenzando a desarrollarse en forma de protestas, paros y huelgas, involucrando a padres, estudiantes y trabajadores de la educación en Alabama, Tennessee, Hawái, Georgia y en cada vez más estados. Esta oposición debe concentrarse en la implementación de la estrategia de erradicación.

Por décadas, la clase gobernante estadounidense ha eviscerado la salud pública y promovido el atraso y el individualismo, creando las condiciones en las que millones de personas son ahora escépticos respecto a las vacunas. Todos los esfuerzos son necesarios para educar a la población sobre la ciencia de la pandemia, la necesidad de erradicar el COVID-19 y cómo puede lograrse.

El sacrificio de decenas de millones de vidas frente al altar del lucro corporativo constituye uno de los crímenes más horrendos en la historia moderna. Las políticas de “inmunidad colectiva” y mitigación de las élites gobernantes no se revertirán fuera de la construcción de un movimiento de las masas obreras. En todas las partes del país y globalmente, se deben preparar protestas y huelgas de masas para cerrar escuelas y lugares de trabajo no esenciales.

Ya se han formado comités de base, independientes de los sindicatos docentes y ambos partidos patronales, en todo EE.UU. y globalmente para priorizar las vidas de los trabajadores a las ganancias. Esta red necesita expandirse a todos los distritos escolares y barrios para luchar por el cierre inmediato de las escuelas y los lugares de trabajo no esenciales, en combinación con la provisión de amplios recursos para todos los trabajadores afectados y para ofrecer clases en línea de alta calidad. Tal movimiento pronto se expandirá a otras industrias y países, en la medida en que los comités de base demuestren ser la única forma para implementar las medidas necesarias para eliminar y finalmente erradicar el COVID-19 a escala mundial.

(Publicado originalmente en inglés el 8 de septiembre de 2021)

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