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Perspectiva

La policía estadounidense ha asesinado a más de 30.000 personas desde 1980

Un nuevo estudio publicado en The Lancet descubrió que las fuerzas policiales estadounidenses asesinaron al menos a 30.800 personas entre 1980 y 2019.

El estudio, realizado por el Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud de la Escuela de Medicina en la Universidad de Washington, también descubrió un marcado aumento en los asesinatos policiales a lo largo de los casi 40 años. Durante los años ochenta, la tasa de mortalidad asociada a la violencia policial era de 0,25 por 100.000. Para la década de 2010, había aumentado a 0,34 por cada 100.000, un aumento de casi el 38,4 por ciento.

Además, los investigadores descubrieron que más de la mitad de los encuentros letales con la policía en Estados Unidos no fueron reportados en su momento. El estudio estimó que el 55 por ciento de los decesos por violencia policial no habían sido reportados o fueron clasificados incorrectamente en las bases de datos gubernamentales entre 1980 y 2018. Estos asesinatos no reportados representan más de 17.000 muertes a manos de la policía estadounidense que se mantuvieron ocultos del público durante un periodo de casi 40 años. No obstante, esta alarmante estadística sigue siendo probablemente una subestimación del impacto real de la brutalidad policial.

Una manifestante alza su mano mientras se enfrenta a un cordón policial mientras desafían una orden de dispersarse, durante una protesta contra el asesinato policial de Daunte Wright, 12 de abril de 2021, Brooklyn Center, Minnesota (AP Photo/John Minchillo)

El nuevo estudio ofrece una imagen clara de la problemática de la violencia policial en Estados Unidos. Pero no da cuenta completamente del verdadero daño social. Lo que omite este reporte es el incontable número de víctimas brutalizadas por la policía pero que llevan consigo las secuelas físicas y emocionales, infligidas tanto a las familias como a las comunidades que pierden a un ser querido a manos de la policía.

Para medir lo incompletos que son los registros de asesinatos involucrando a la policía, los investigadores compararon los datos del Sistema Nacional de Estadísticas Vitalicias de EE.UU. (NVSS), una base de datos gubernamentales que recopila todos los certificados de defunción, con tres bases de datos de acceso público sobre casos letales de violencia policial: Fatal Encounters [Encuentros Letales], Mapping Police Violence [Mapeando la Violencia Policial] y The Counted [Los Contados]. Las bases de datos de acceso público recolectan información de los reportes noticiosos y a través de solicitudes del registro público, que involucran una amplia gama de incidentes.

El informe cita un Estudio global de la Carga de las Enfermedades, Lesiones y Factores de Riesgo descubrió que hubo 293.000 asesinatos policiales a nivel global entre 1980 y 2019. En 2019, EE.UU. representó 13,2 por ciento de las 8.770 muertes globales a manos de la policía, cuando solo constituye el 4 por ciento de la población global.

“La diferencia que implican estas prácticas en la pérdida de vida es asombrosa: nadie murió por violencia policial en Noruega en 2019 y se registraron tres muertes en Inglaterra y Gales por violencia policial en 2018 y 2019”, escribieron los investigadores.

Además, descubrieron que los cinco estados con los registros más incompletos son Oklahoma, Wyoming, Alabama, Luisiana y Nebraska. Los estados con la mayor tasa de mortalidad a causa de la brutalidad policial fueron Oklahoma, Washington D.C., Arizona, Alaska, Nevada y Wyoming. Adicionalmente, el estudio descubrió que los hombres son asesinados por la policía a una tasa mayor que las mujeres, con 30.600 hombres y 1.420 mujeres entre 1980 y 2019, una diferencia de más de 2.000 por ciento.

El estudio sugirió “varios factores” para explicar los registros incompletos, incluyendo errores secretariales en que el forense o médico examinador no indica la participación de la policía en la causa de muerte del certificado de defunción. No obstante, la realidad sombría es que el encubrimiento de los asesinatos policiales es una política consciente de la clase gobernante y el Estado policial estadounidenses.

Los investigadores señalaron que los forenses y médicos examinadores frecuentemente están integrados en los departamentos de policía y pueden sentir “importantes conflictos de interés” que los desincentivan de indicar que hubo participación policial en una muerte. El estudio citó una encuesta de 2011 de miembros de la Asociación Nacional de Médicos Examinadores que descubrió que el 22 por ciento de los encuestados reportaron haber sido presionados por un oficial electo o nombrado para que cambiaran la causa o forma de muerte en un certificado.

La prensa nacional y el Partido Demócrata presentan la violencia policial como una cuestión puramente racial. Después del anuncio de la sentencia contra el exoficial de Minneapolis, Derek Chauvin, el presidente Joe Biden alegó que el asesinato de George Floyd “arrancó las venda de los ojos de todo el mundo para que vieran el racismo sistemático” incrustado en la sociedad estadounidense.

La mitología de que la cuestión es “la raza, no la clase” en los asesinatos policiales ha sido promovida incansablemente por el Partido Demócrata y sus satélites políticos. Independientemente del color de piel de la víctima, la epidemia de la violencia policial en Estados Unidos devasta a familias e impacta a comunidades enteras. No obstante, así no es como la prensa nacional presenta la brutalidad policial.

No cabe duda de que el racismo tiene un papel en muchos asesinatos policiales y explica el hecho de que las minorías son asesinadas a tasas desproporcionalmente altas en comparación con su porcentaje en la población nacional. Sin embargo, un análisis más detallado muestra que el asesinato de minorías a manos de la policía es tan solo un aspecto del reino de terror de la policía estadounidense contra la clase obrera.

Un análisis de 2018 sobre estadísticas de violencia policial publicado por el World Socialist Web Site descubrió que, cuando se toman en cuenta los factores demográficos económicos y sociales de las ciudades y los condados en los que la policía ha matado a personas, las obvias disparidades raciales que son el foco de la prensa y de los demócratas desaparecen en gran medida.

En cambio, la violencia policial se concentra en los hombres y mujeres más pobres y desfavorecidos. Escribimos:

La violencia policial se concentra abrumadoramente en los hombres al fondo de la pirámide socioeconómica: en las áreas rurales fuera del sur, son predominantemente hombres blancos; en el suroeste, son desproporcionalmente hombres hispanos; en las ciudades medianas y grandes, son desproporcionalmente hombres negros. Significativamente, en el sur rural, donde la población es racialmente mixta, los hombres blancos y los hombres negros son asesinados a tasas casi idénticas. Lo que une a todas estas víctimas de la violencia policial no es su raza, sino su clase (además, por supuesto, de su género).

En 2020, la policía asesinó a 475 personas blancas, 241 personas negras y 169 personas hispanas, así como a 126 personas de raza desconocida. La violencia policial afecta a todos los sectores de la clase obrera. Presentar la violencia policial como una cuestión racial tan solo sirve para dividir a la clase obrera y confundir los procesos sociales detrás de los asesinatos policiales. En verdad, la epidemia de violencia policial en Estados Unidos refleja una sociedad definida por niveles inmensos y cada vez mayores de desigualdad social.

Por décadas, las condiciones para los trabajadores estadounidenses se han vuelto más graves en la medida en que se han estancado sus salarios reales y en que se han eliminado los programas sociales en pro de los objetivos militaristas del imperialismo estadounidense. La crisis financiera de 2008-09 exacerbó la miseria de la clase obrera, así como los asesinatos policiales. Cabe notar que el estudio publicado en The Lancet registró un aumento fuerte en los asesinatos policiales en ese momento, demostrando aún más el vínculo entre la crisis social estadounidense y los asesinatos policiales.

La experiencia de la pandemia de COVID-19 rinde otro testimonio más. Si bien los trabajadores y niños se ven obligados a permanecer en ambientes inseguros, se ha puesto a disposición de los ultrarricos cantidades incansables de dinero para que continúen su auge de la especulación financiera en Wall Street. Mientras tanto, la pobreza, el hambre, la falta de vivienda y las muertes han sido fenómenos generalizados para la clase obrera.

El aumento en los asesinatos policiales en Estados Unidos refleja la desigualdad social que permea la sociedad estadounidense. En vez de ser una cuestión de “negros vs. blancos”, se trata de representantes armados del Estado capitalista (frecuentemente minorías) que están cumpliendo su función social: proteger la propiedad de los ricos y suprimir violentamente la oposición de la clase obrera al sistema capitalista. Poner fin a la violencia policial exige la abolición del sistema capitalista, que la policía defiende despiadadamente y con un puño ensangrentado.

(Publicado originalmente en inglés el 1 de octubre de 2021)

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