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Perspectiva

El viaje de Biden a Arabia Saudita desenmascara la hipocresía de la guerra imperialista contra Rusia

El mandatario estadounidense Joe Biden viajará a Arabia Saudita este mes para visitar al príncipe heredero Mohamed Bin Salman. Un objetivo principal del viaje, que involucrará reuniones con otros líderes árabes y una excursión a Israel, será ampliar el apoyo para la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia en Ucrania.

El New York Times, en su artículo sobre el tema, comenta que “representa el triunfo de la realpolitik sobre la indignación moral, según los expertos en política exterior”. Esta fue una forma amable del Times y los “expertos en política exterior” de abordar la hipocresía innegable de que EE.UU. afirma defender la “democracia” en Ucrania mientras corteja a una de las dictaduras más brutales del mundo.

No se sabe si Biden tocará el asunto de Jamal Khashoggi, el columnista del Washington Post que fue asesinado brutalmente bajo órdenes de Bin Salman en 2018, o si le preguntará sobre el paradero de los restos desmembrados de Khashoggi. Es incluso menos probable que Biden aproveche la ocasión para expresar su “indignación moral” sobre la ejecución de 81 prisioneros el 12 de marzo, principalmente de oponentes políticos del sangriento régimen saudí.

El Gobierno de Biden acusó a Rusia de “crímenes de guerra” e incluso “genocidio” en Ucrania, tras matar aproximadamente a 4.200 civiles en los 100 días desde la invasión del 24 de febrero, según las Naciones Unidas. Sin embargo, si el término “genocidio” pudiera aplicarse a una guerra en curso, sería la guerra saudí apoyada por EE.UU. contra Yemen, que comenzó en 2015 bajo el Gobierno de Obama.

Los cálculos de las muertes causadas por el bombardeo sistemático y los esfuerzos para matar de hambre al empobrecido país varían, pero el mínimo actual es de 400.000. No obstante, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) emitió un informe en noviembre de 2021, hace siete meses, de que 377.000 personas habían muerto. Esto es un poco más de 1 por ciento de la población yemení de 30 millones.

El PNUD estima que más de 260.000 de estas muertes han sido en niños menores de cinco años, en gran medida por el hambre y la enfermedad producidas por el bloqueo saudí respaldado por los Emiratos Árabes Unidos y EE.UU. El reporte también estima que las muertes alcanzarán 1,3 millones para 2030 y que le 70 por ciento será por el impacto social y económico catastrófico de la guerra. Se espera que la cifra de personas que viven en extrema pobreza alcance 22 millones para 2030.

Otro reporte publicado por la UNICEF en marzo descubrió que 538.000 niños en Yemen ya se encuentran gravemente desnutridos, pero que esperan que esta cifra se dispare a 2,2 millones para el fin de este año, en parte debido al fuerte alza de los precios de los alimentos en todo el mundo. La UNICEF también estima que más de 10.000 niños han sido asesinados o heridos directamente por las bombas y otras acciones militares desde 2015.

La guerra ha estado caracterizada por los ataques repetidos de la coalición saudí contra la infraestructura civil. El 21 de enero de este año, un bombardeo (presuntamente utilizando misiles guiados por láser y suministrados por Raytheon) mató al menos a 82 personas e hirió a 266 más en un centro de detención con migrantes africanos en Saada. El ataque siguió a bombardeos contra edificios civiles en la capital de Saná, incluyendo una instalación de tratamiento de aguas residuales que dejó a 120.000 personas sin agua potable.

No hubo ninguna condena en la prensa estadounidense de “crímenes de guerra” saudíes contra Yemen, ni hubo alaridos de protesta por parte de los partidarios pseudoizquierdistas del imperialismo estadounidense por el crimen. Sin embargo, dos meses y medio después, un bombardeo contra una estación de tren ucraniana que mató a 50 — que se atribuyó cuestionablemente a Rusia — fue utilizada para exigir un gran aumento en el apoyo militar estadounidense a Ucrania. Esto es “genocidio”, declaró Biden.

Cuando llegó al poder en enero de 2021, Biden dijo que haría que el régimen saudí “pague el precio”, particularmente por el asesinato de Khashoggi, y que su Gobierno “los volvería en la paria que son”. También hizo una declaración ambigua de que su Gobierno finalizará “el apoyo estadounidense a las operaciones ofensivas” en la guerra en Yemen.

Sin embargo, esto fue puramente simbólico. Las armas han seguido fluyendo sin tregua al país. Estados Unidos es el principal suministrador de armas a Arabia Saudita (representando el 73 por ciento de las importaciones de armas, según Brookings Institution). Según el sitio web del Departamento de Estado de EE.UU., “Arabia Saudita es el mayor cliente de las ventas militares al extranjero (FMS, por sus siglas en inglés) de EE.UU., involucrando más de $100 mil millones en casos activos de FMS. A través de las FMS, EE.UU. ha apoyado a tres organizaciones clave de asistencia de seguridad en Arabia Saudita: el Ministerio de Defensa, la Guardia Nacional y el Ministerio del Interior”.

Es decir, EE.UU. no solo está suministrando armas para bombardear Yemen y aplicar su bloqueo económico, sino para apuntalar el aparato de represión interior. El Ministerio del Interior está a cargo de las ejecuciones.

Anticipando el viaje de Biden, el Gobierno está buscando reformular su evaluación oficial del régimen saudí. Tan recientemente como la semana pasada, la Casa Blanca reafirmó que Biden consideraba a Bin Salman una “paria”. No obstante, el jueves, la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre aclamó a Arabia Saudita por “ayudar a consolidar” una tregua temporal en Yemen, es decir, una pausa parcial a la carnicería que ha llevado a cabo con el respaldo del imperialismo estadounidense.

Más allá del tema de Rusia, EE.UU. discutirá con Arabia Saudita una nueva ofensiva estadounidense e israelí contra Irán. También está buscando que los saudíes acuerden a aumentar la producción petrolera, dado que la clase gobernante estadounidense se enfrenta a una ola cada vez mayor de enojo social en el país por el incremento meteórico de los costos de la gasolina y otros bienes de consumo. Según el secretario de Estado, Antony Blinken, la reunión abordará “la totalidad de nuestros intereses en esa relación”.

Podemos estar seguros de que la hipocresía descarada del imperialismo estadounidense no hará que los moralistas de la clase media-alta en la prensa y la academia dejen de apoyar plenamente la cruzada imperialista contra Rusia, ondeando sus desgastadas y ensangrentadas banderas de los “derechos humanos”.

(Publicado originalmente en inglés el 3 de junio de 2022)

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