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Perspectiva

El viaje de Biden a Arabia Saudita y el fraude del imperialismo de los derechos humanos

El viernes, el presidente estadounidense Joe Biden se reunirá con Mohammed bin Salman, el príncipe heredero de la dictadura teocrática de Arabia Saudita. Han pasado menos de cuatro años desde que Bin Salman orquestó el asesinato a sangre fría de Jamal Khashoggi, un ciudadano estadounidense y columnista para el Washington Post, uno de los periódicos más leídos en EE.UU.

El asesinato de Khashoggi fue un acto monumentalmente criminal y provocó un clamor internacional. Se reconoció de forma universal que fue masacrado a sangre fría por la monarquía saudí.

En esta foto de archivo del 15 de diciembre de 2014, el periodista saudí Jamal Khashoggi habla durante una rueda de prensa en Manama, Bahréin. El columnista del Washington Post, quien hacía críticas del príncipe heredero saudí, fue asesinado dentro del Consulado saudí en Estambul en octubre de 2018 (AP Photo/Hasan Jamali, archivo)

La propia Administración de Biden reconoce que Bin Salman es un asesino. Es alguien que sería arrestado inmediatamente en cualquier país con el mínimo compromiso con el estado de derecho. Incluso los opositores más intransigentes de la pena capital harían una excepción para él.

Aun así, ignorando las súplicas de la prometida de la víctima y su familia, Biden ampara públicamente al asesino de Khashoggi. Cuando regrese a la Casa Blanca, dejará un rastro de la sangre de Khashoggi con sus pisadas.

El anuncio de Biden no provocó ninguna protesta pública en los medios de comunicación estadounidenses. El mes pasado, la junta editorial del Washington Post tildó de “desalentadores” los rumores del viaje pero no pidió que se cancelara. Desde entonces, ha guardado silencio al respecto.

En febrero del año pasado, el Gobierno de Biden publicó un reporte que concluye que Bin Salman “aprobó” personalmente en 2018 el asesinato de Khashoggi, quien fue engañado para que fuera a la Embajada saudita en Estambul, Turquía, para obtener documentos relacionados a su próximo matrimonio. Dentro de la Embajada, un grupo de asesinos lo mató. Una grabación subsecuentemente publicada por el Gobierno turco parece documentar cuando lo descuartizan con una sierra.

En un debate presidencial demócrata en noviembre de 2019, Biden fue tajante al prometer que, de ser elegido, su Gobierno detendría la venta de armas a Arabia Saudita para su guerra contra Yemen y “castigaría” a los funcionarios sauditas que asesinaron a Khashoggi.

Le preguntaron, “El presidente Trump no ha castigado a ningún líder saudí de alto rango. ¿Usted lo haría?”.

Biden respondió:

Sí y lo dije en ese momento. De hecho, Khashoggi fue asesinado y descuartizado, y creo que fue ordenado por el príncipe heredero. Dejaría muy claro que, de hecho, ya no vamos a venderles más armas; los haremos pagar y convertirlos, de hecho, en la paria que son…

También, como lo señalé, finalizaré los subsidios que tenemos y finalizaré la venta de material bélico a los sauditas, donde van y asesinan a niños y están asesinando a personas inocentes. Tienen que ser obligados a rendir cuentas.

Además del asesinato de Khashoggi, Biden se refirió a la guerra en Yemen, en la que Arabia Saudita ha utilizado bombas estadounidenses para atacar deliberadamente a la población civil, a la cual ha sometido masivamente al hambre. Como concluyó un oficial de Naciones Unidas, “Los civiles en Yemen no se están muriendo de hambre, los están matando de hambre”. El oficial llamó a que Arabia Saudita sea imputada en la Corte Penal Internacional.

Según el Departamento de Estado, “las problemáticas significativas de derechos humanos” en Arabia Saudita incluyen:

homicidios ilegales; ejecuciones por delitos no violentos; desapariciones forzadas; tortura... injerencia sustancial en la libertad de reunión pacífica y la libertad de asociación... incapacidad de los ciudadanos para elegir pacíficamente a su gobierno mediante elecciones libres y justas; violencia y discriminación contra las mujeres... penalización de la actividad sexual consentida entre personas del mismo sexo; y restricciones a la libertad de asociación de los trabajadores, incluida la prohibición de los sindicatos y la negociación colectiva.

En marzo, solo cuatro meses antes del viaje de Biden, Arabia Saudita ejecutó a 81 personas en un solo día, la mayor cantidad en la historia moderna del reino.

A pesar de sus promesas al asumir el cargo, Biden siguió ampliando los envíos de armas de Estados Unidos a Arabia Saudita para llevar a cabo su guerra contra la población civil de Yemen, vendiendo otros 650 millones de dólares en misiles en 2021.

Al reunirse con Bin Salman y seguir financiando la guerra homicida en Yemen, mientras discute una intensificación de las amenazas contra Irán, Biden también está repudiando aún más su promesa falsa de “cerrar este período de guerras interminables”.

Incluso cuando Biden estaba haciendo sus declaraciones vacías sobre Arabia Saudita mientras era candidato, ya estaban en marcha los planes de gran alcance para armar sistemáticamente a Ucrania en preparación para la actual guerra por delegación de Estados Unidos contra Rusia. En nombre de esta guerra, Biden ha justificado el abandono total de cualquier pretensión de distanciarse de las masacres saudíes en Yemen y del asesinato de Khashoggi.

El sábado, Biden publicó una opinión en el WashingtonPost, el periódico de Khashoggi, intitulado “Por qué viajaré a Arabia Saudita”. En gran medida, Biden descartó cualquier debate sobre los derechos humanos y cualquier pretensión de que la política exterior estadounidense es altruista. En cambio, definió los objetivos de Estados Unidos en Oriente Próximo totalmente en términos de los “intereses estadounidenses”.

Solo aparecen una vez las palabras “derechos humanos” y “Khashoggi”. Más bien, Biden justificó el viaje, incluyendo una reunión personal con Bin Salman, como acciones críticas para avanzar los intereses comerciales y militares de EE.UU., “importantes intereses estadounidenses”, en las palabras de Biden.

Explicó, de entrada, que viaja a Oriente Próximo porque “sus vías fluviales son esenciales para el comercio mundial y las cadenas de suministro de las que dependemos. Sus recursos energéticos son vitales para mitigar el impacto en los suministros mundiales de la guerra de Rusia en Ucrania”.

Biden añade que, aunque sus “puntos de vista sobre los derechos humanos son claros y de larga data”, los imperativos militares y económicos son primordiales. Escribe:

Como presidente, mi trabajo es mantener nuestro país fuerte y seguro. Tenemos que contrarrestar la agresión de Rusia, situarnos en la mejor posición posible para ganar la competencia con China y buscar una mayor estabilidad en una región del mundo de gran importancia. Para hacer estas cosas, tenemos que comprometernos directamente con los países que pueden influir en esos resultados. Arabia Saudita es uno de ellos, y cuando me reúna con los líderes saudíes el viernes, mi objetivo será reforzar una asociación estratégica de cara al futuro que se base en intereses y responsabilidades mutuas.

En un artículo de opinión publicado el mes pasado en el Washington Post, Hatice Cengiz, la prometida de Khashoggi, apeló al Gobierno de Biden para que “cancele su viaje y cumpla su promesa de buscar justicia para Jamal”, diciendo que el viaje “agravará significativamente nuestro dolor y desesperanza”.

Preguntó a Biden: “Usted condena a Rusia por perseguir a los disidentes y cometer crímenes de guerra en Ucrania”, pero ¿por qué la familia real saudí “recibe un pase?”

“¿Es ese el precio del petróleo?”.

Evidentemente, lo es.

Los medios de comunicación estadounidenses han vendido la guerra estadounidense contra Rusia en Ucrania alegando que está impulsada puramente por motivos altruistas y que Estados Unidos está dispuesto, por pura benevolencia, a gastar recursos ilimitados en una guerra justa en defensa de la “democracia”.

Para aquellos lo suficientemente ingenuos para creer que la guerra estadounidense contra Rusia tiene algo que ver con defender “derechos humanos” y oponerse a crímenes de guerra, el viaje de Biden a Arabia Saudita debería abrirles los ojos. Este episodio vuelve a dejar en claro que las preocupaciones humanitarias no forman parte de la política exterior estadounidense. Son solo una fachada de relaciones públicas.

La política exterior de Estados Unidos está impulsada por el afán de hegemonía mundial del imperialismo estadounidense, para lo cual es fundamental destruir y subyugar a Rusia, que a su vez es el preludio de un conflicto militar con China.

¿Por qué, como dice el artículo de Biden, “viajará a Arabia Saudita”?

Porque es un hipócrita descarado. Porque es capaz de cualquier crimen.

En nombre del petróleo, dinero, ganancias para sus patrones en la oligarquía estadounidense y la industria armamentista y para que puedan librar una guerra con Rusia, Biden está legitimando el asesinato de Jamal Khashoggi y dando carta blanca a sus asesinos.

(Publicado originalmente en inglés el 11 de julio de 2022)

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