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Bolsonaro hace un llamado por una masiva manifestación fascista contra Tribunal Electoral en el Día de la Independencia de Brasil

A poco más de 70 días de las elecciones del 2 de octubre en Brasil, el presidente fascistoide Jair Bolsonaro está intensificando los preparativos para una toma violenta del poder en caso de una probable derrota electoral.

El domingo 24 de julio, frente a una audiencia multitudinaria en el gimnasio Maracanãzinho de Río de Janeiro, Bolsonaro llamó a sus seguidores a llenar las calles el 7 de septiembre para respaldar sus afirmaciones fabricadas de que las elecciones de octubre serán amañadas por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) a favor del favorito, el expresidente del Partido de los Trabajadores Luiz Inácio Lula da Silva.

De manera amenazante, Bolsonaro le dijo a la multitud que saliera a las calles “por última vez” para atacar al Supremo Tribunal Federal (STF), a cuyos miembros llamó “unos pocos sordos vestidos de negro que deben entender cuál es la voz del pueblo, deben entender al Ejecutivo junto al Congreso”.

El mitin marcó la apertura oficial de la convención de su Partido Liberal (PL), actualmente el partido más grande en la Cámara brasileña, para lanzar su candidatura a la reelección.

El 7 de septiembre marcará 200 años desde que Brasil declaró su independencia de Portugal en 1822. Contará con desfiles militares tradicionales en todo el país, así como una recepción especial para las delegaciones extranjeras, con demostraciones de tradicionalismo particularmente desagradables y reaccionarias, como el transporte desde Portugal del corazón preservado del primer emperador brasileño, Pedro I.

Bolsonaro apuntó a los jueces del STF específicamente porque presiden el Tribunal Electoral y, por lo tanto, son los responsables en última instancia de la certificación de los resultados electorales.

Bolsonaro ha atacado implacablemente durante cuatro años el sistema de votación electrónica de Brasil, que, según él, puede ser hackeado fácilmente y no puede ser inspeccionado. Tales afirmaciones han sido desacreditadas repetidamente por el propio TSE, así como por otras partes involucradas, como especialistas de la Policía Federal y militares en los años previos al ascenso al poder de Bolsonaro. Las encuestas también han mostrado repetidamente que la gran mayoría de los brasileños rechazan las afirmaciones del presidente.

La convención marcó el final de una agitada quincena en la política brasileña, que proporcionó la exposición más clara hasta el momento del apoyo dentro de las fuerzas armadas a los preparativos del golpe de Estado de Bolsonaro.

El 12 de julio, el ministro de Defensa, el general Paulo Sergio de Oliveira, anunció que las fuerzas armadas están preparando su propio programa de certificación de elecciones paralelas de 'ocho pasos', incorporando principalmente la demanda de Bolsonaro de que se realice un 'conteo de votos paralelo' con boletas de papel en las mesas de votación seleccionadas para verificar los resultados de las máquinas de votación.

El ejército brasileño está facultado constitucionalmente para participar en la organización de las elecciones, pero debe hacerlo públicamente y al lado de organizaciones civiles como el Colegio de Abogados (OAB). Pero hasta el momento, los generales se han negado a respaldar las reuniones convocadas por el TSE. En cambio, el Ministerio de Defensa ha afirmado que sus “preocupaciones” sobre la integridad de las máquinas de votación no pueden ser divulgadas públicamente, manteniendo abierta la posibilidad de que se nieguen a avalar los resultados anunciados por el TSE.

Asimismo, por primera vez desde la introducción de las máquinas de votación en 1996, el Ministerio de Defensa exigió al TSE el envío de informes especiales de las elecciones de 2014 y 2018, a fin de verificar presuntos fraudes en los registros de votantes.

El cuestionamiento de las elecciones de 2014 y 2018 por parte del Ministerio de Defensa representa un alineamiento directo con Bolsonaro. El presidente afirma, sin presentar la más mínima prueba, que hubo un intento de amañar las elecciones de 2018 a favor del PT, impidiéndole cantar victoria en la primera vuelta.

Al dejar la coalición parlamentaria del PT en 2016, después de 10 años como diputado, Bolsonaro también comenzó a apoyar las afirmaciones del finalista presidencial de 2014, Aécio Neves del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), de que la elección de la presidente del PT Dilma Rousseff había sido manipulada. Neves buscó anular la segunda toma de posesión de Rousseff en 2015 acusando al PT de financiamiento corrupto de su campaña, haciendo ilegítima su victoria. Sin embargo, contrariamente a las teorías de conspiración presentadas por Bolsonaro, Neves nunca afirmó que las máquinas de votación hubieran sido manipuladas.

Antes de la convención del PL y solo cuatro días después de la presentación de las demandas sin precedentes por parte del Ministerio de Defensa, Bolsonaro convocó a los embajadores y delegaciones extranjeros a las oficinas presidenciales del Planalto para brindarles 'pruebas' que sustenten sus fabricaciones de fraude electoral. Bolsonaro repitió afirmaciones falsas de manipulación de la votación que ya han sido desacreditadas varias veces.

Finalmente, el jueves pasado, el diario conservador Estado de S. Paulo reveló que los principales miembros del gabinete de Bolsonaro, encabezados por el jefe de gabinete Ciro Nogueira, están presionando al próximo presidente del TSE, el magistrado del STF Alexandre de Moraes, para que respalde la apresurada votación paralela organizada por los militares. El informe reveló que los asesores presidenciales están amenazando a la Corte con que “un solo mensaje de WhatsApp” de Bolsonaro podría desatar una violencia como la que se vio en el golpe de Estado del 6 de enero del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, declarando efectivamente a la corte de que será un válido objetivo si se niega a inclinarse ante Bolsonaro.

En contraste con estos peligros intensos y crecientes, que no tienen precedentes desde la caída de la dictadura militar respaldada por Estados Unidos entre 1964 y 1985, los medios corporativos brasileños y la oposición parlamentaria encabezada por el PT han minimizado deliberadamente la amenaza que representa la conspiración militar de derecha.

La “prueba” de la “resiliencia” de la democracia brasileña utilizada tanto por la prensa como por el PT consiste en una serie de declaraciones de banqueros nacionales y belicistas extranjeros, como el secretario de Defensa de los EE. UU., Lloyd Austin, quien declaró de la manera más superficial el martes pasado en una reunión en Brasilia con funcionarios de Defensa de los países miembros de la Organización de los Estados Americanos que “las autoridades militares deben someterse al gobierno civil”.

Una reacción típica a los comentarios de Austin provino del miembro principal del PT en la Cámara, el diputado Paulo Pimenta, en una entrevista con el sitio web Fórum alineado con el PT titulado “Incluso los banqueros y Biden defienden la democracia contra Bolsonaro”.

El expresidente Lula también repitió sus elogios a las fuerzas armadas de Brasil, ignorando su historia sangrienta, y dijo a UOL el miércoles: “Creo que debemos tener en cuenta el hecho de que las fuerzas armadas son más confiables que Bolsonaro”, y agregó: “(Bolsonaro) fue expulsado del Ejército por mal comportamiento. Entonces, ¿cómo podemos pensar en un golpe?”.

En oposición a las ilusiones difundidas por Lula, el ejército brasileño celebra todos los años el derrocamiento del presidente electo del Partido Laborista, João Goulart, y la instalación de la dictadura de 1964-1985. Mientras tanto, los centros de estudios conectados a éste ya han elaborado planes para la supresión total de la militancia de izquierda en Brasil hasta 2035.

Por su parte, los sindicatos controlados por los partidos de la coalición electoral del PT, incluidas las dos mayores federaciones sindicales, la CUT y la Fuerza Sindical, han decidido apoyar dos documentos prácticamente idénticos “en defensa de la democracia” que se presentarán en dos semanas.

Ambos documentos están apoyados por asociaciones empresariales como la Asociación Brasileña de Bancos (FEBRABAN) y la Federación de Industrias de São Paulo (FIESP) —“Carta en defensa de la democracia y la justicia”— y grandes banqueros y magnates propietarios de algunas de las empresas más grandes de Brasil como el Banco Itaú y los imperios industriales Klabin, Suzano y Votorantim—“Carta a los brasileños en defensa de un estado democrático de derecho (Estado Democrático de Direito)”.

Ambos documentos serán presentados con horas de diferencia el mismo día, 11 de agosto, en la Facultad de Derecho de São Paulo (FDUSP). La redacción de estas dos cartas pone en ridículo cualquier pretensión de que representan una defensa genuina de las formas democráticas de gobierno, y mucho menos de los derechos sociales y democráticos de los trabajadores. Como reveló Folha de S. Paulo el jueves, la redacción de la carta encabezada por los jefes de Suzano, Klabin y Votorantim fue redactada repetidamente para excluir cualquier mención de la palabra 'golpe' para evitar conflictos con los partidarios de Bolsonaro en el Congreso y círculos de negocios.

De la mano de los intentos de promover ilusiones en estos gestos vacíos está la supresión de cualquier movilización de la clase trabajadora en resistencia a la conspiración de Bolsonaro. El PT ya canceló sus tradicionales manifestaciones del “Grito de los Excluidos” (Grito dos Excluídos) del 7 de septiembre por temor a fomentar una oposición masiva a Bolsonaro. Los ha aplazado al 10 de septiembre.

La oposición liderada por el PT, mientras busca el apoyo de los banqueros y las potencias imperialistas contra Bolsonaro, promueve ilusiones en las falsas “cartas por la democracia” para encubrir el estado terminal de la democracia burguesa en Brasil e internacionalmente. Presenta a los principales reaccionarios, como el imperialismo estadounidense y los industriales y banqueros de Brasil, como fuerzas a favor de la democracia. El partido también busca encubrir su responsabilidad por 13 años de gobierno en los que se permitió que personas como Bolsonaro prosperaran en el Congreso, mientras que sus seguidores en el alto mando militar fueron permitidos de hacer bañar en sangre a sus tropas en las masacres que el partido supervisó en las favelas de Brasil y en la misión de “paz” de la ONU en Haití.

La afirmación de que el imperialismo estadounidense, actualmente involucrado en los disparos iniciales de una tercera guerra mundial potencialmente nuclear contra China y Rusia, tiene algún papel democrático que desempeñar en Brasil es absurda. Pero sus raíces políticas radican en la necesidad de desarmar a la clase trabajadora, que es profundamente hostil a la austeridad, el manejo asesino de la pandemia y los planes autoritarios de Bolsonaro.

Como lo demuestra la amarga experiencia histórica, en su compromiso inquebrantable con el gobierno capitalista, las fuerzas “democráticas” burguesas como el PT temen a la clase obrera muchísimo más que a la reacción fascista.

La marcha constante hacia la derecha del PT, presentándose como baluarte de la estabilidad capitalista y herramienta confiable de las mismas fuerzas que apoyaron a Bolsonaro durante cuatro años, solo puede terminar en un desastre para los trabajadores brasileños. Una verdadera oposición al impulso internacional hacia la austeridad, la guerra y la dictadura solo puede montarse de forma independiente y en oposición a todo el sistema burgués 'democrático', incluidos el PT y sus sindicatos afiliados.

(Publicado originalmente en inglés el 29 de julio de 2022)

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