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La importancia de la exigencia del DSA de una guerra estadounidense contra Rusia hasta “la victoria ucraniana”

La decisión de la entera lista de candidatos al congreso de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés) y de los representantes respaldados por el DSA de rescindir una carta dirigida a Joe Biden en la que se pedían conversaciones de paz con Rusia aumenta la probabilidad de un conflicto directo entre Estados Unidos y Rusia y eleva el riesgo de una guerra nuclear.

La aprobación del DSA por la guerra del imperialismo estadounidense contra Rusia en Ucrania no es una ruptura con su historia. Por el contrario, es la iteración más reciente (y más peligrosa) de la esencia proimperialista de la organización.

Menos de 24 horas después de que 30 de sus miembros publicaron una carta a Biden el lunes pasado, la Bancada Progresista de la Cámara de Representantes emitió una declaración en que no solo rescindía la carta, pero exigía que la guerra continuara “hasta la victoria ucraniana”. Ha pasado una semana desde que la carta firmada por miembros del DSA Alexandria Ocasio-Cortez (demócrata de Nueva York), Rashida Tlaib (demócrata de Míchigan), Cori Bush (demócrata de Missouri) y Jamaal Bowman (demócrata de Nueva York) fue retirada, y ninguno ha hecho ninguna declaración sobre la revocación cobarde o tuiteado sobre el tema.

El 25 de octubre, el WSWS contactó a la oficina de prensa de Ocasio-Cortez y preguntó, “¿Se opone la congresista Ocasio-Cortez a la decisión por la dirección de la Bancada Progresista de retirar la carta que llamaba por una solución negociada a la guerra en Ucrania? Si es que sí, nos gustaría darle la oportunidad de decirlo en acta”. La oficina de la congresista confirmó la recepción de la pregunta, pero no dio una respuesta.

La representante respaldada por el DSA Ilhan Omar ha hablado públicamente sobre la revocación que tardó 24 horas, y afirmó que retiró su firma de la carta original a causa del “momento” y porque “la carta era una respuesta a la inteligencia que recibíamos” en los finales del junio, evidentemente del Pentágono y la CIA, sobre el peligro de una escalada. Esta explicación es deshonesta, pues el peligro de guerra nuclear solo ha aumentado, mientras Biden más temprano en octubre declaraba que el mundo estaba al borde del “Armagedón”. En realidad, la lista de candidatos del DSA retiró sus firmas porque Nancy Pelosi les dijo que lo hiciera en nombre de Wall Street y el ejército.

Notablemente, Omar respondió a las preguntas sobre su retiro por atacar a los oponentes de la guerra. En una serie de tuits, ella dijo que los que afirman que los miembros del DSA son “belicistas” por rescindir sus firmas son meros promotores de la “desinformación virtual” de Rusia.

Omar compartió un tuit por un reportero del Huffington Post que denunciaba a “los flecos [por] intentar sugerir… que progresistas que apoyan a Ucrania –la vasta mayoría, desde Bernie a Ilhan a AOC– son belicistas”. Ella también ha prometido votar por unos gastos militares adicionales para la guerra, incluso mientras la administración de Biden no hace nada para dar ayuda a las decenas de millones de estadounidenses que confrontan la inflación creciente, la pobreza, y la propagación en curso de COVID-19 en sus escuelas y lugares de trabajo.

A Bernie Sanders (independiente de Vermont), otro candidato respaldado por el DSA, le preguntaron sobre la carta inicial que exigía negociaciones: “No estoy de acuerdo con eso, y aparentemente ellos no están de acuerdo con eso”, dijo, quizá sin la intención de insultarlos.

El llamamiento de guerra hasta la “victoria ucraniana” es indistinguible de la posición de los elementos más extremos del aparato de inteligencia militar del que el DSA es una parte. De hecho, su silencio le pone a la derecha de personajes como Ro Khanna (demócrata de California), miembro de la Bancada Progresista que representa a Silicon Valley, quien defendió la carta y exigió las negociaciones.

El único intento semioficial de controlar el daño por un cuerpo directivo del DSA sobre la revocación de 24 horas fue emitido por el Comité Internacional del DSA vía su cuenta de Twitter el 28 de octubre.

“Es decepcionante que la carta se retirara bajo presión”, escribió el CI-DSA. “Tenemos que seguir organizando y alzando la voz contra la común retórica peligrosa que intensifica la guerra y pone al mundo cada vez más cerca de la catástrofe nuclear. Renunciar a los llamamientos a la diplomacia no hace sino envalentonar a los belicistas en detrimento de un discurso crucialmente necesario”.

Los comentaristas que notaron que las acciones del DSA eran una parte de la “común retórica peligrosa que intensifica la guerra” fueron rápidamente bloqueados.

El tuit por el CI-DSA contenía un enlace al artículo de Jacobin del 27 de octubre por Branko Marcetic titulado “Ahora que miembros progresistas retiran su carta sobre Ucrania, la diplomacia es una mala palabra”. El artículo señala correctamente que la decisión de retirar la carta era “peligroso en cualquier momento, mucho menos cuando las tensiones nucleares son tan intensas”, pero ni siquiera menciona que cuatro de los representantes que rescindieron su firma eran miembros del DSA.

La reversión de 24 horas no es una ruptura con su trayectoria. Es una parte integrante de su papel de largo plazo como una facción proimperialista del Partido Demócrata imperialista.

En marzo, los miembros del DSA en el Congreso votaron unánimemente a dar unos $40 mil millones en ayuda militar al gobierno ucraniano, incluidos miles de misiles de variedad Stinger, la artillería pesada y equipaje usados por el Batallón de Azov neonazi en la guerra contra Rusia. El voto era un bono para los fabricantes de armas, que han vista sus ganancias dispararse como resultado de la prolongación de la guerra. El director financiero de Lockheed Martin Jay Malave dijo en el momento que estaba “agradecido” a la aprobación del proyecto de gasto militar.

El DSA también ha promovido a un grupo ucraniano probélico llamado “Sotsialnyi Rukh” (Movimiento Social), una organización cuya dirección se consta de individuos que trabajan con la Fundación Nacional para la Democracia y el Centro de Solidaridad del AFL-CIO, dos organizaciones con vínculos a la CIA con un historial largo de aplastar la resistencia obrera al imperialismo estadounidense en lo extranjero. Unos miembros del DSA como Ashley Smith repetidas veces han denunciado a los opositores izquierdistas de la guerra respaldada por EE.UU. y la OTAN por llamarles “antiimperialistas falsos” que desean “traicionar a Ucrania”.

Pero no es que el papel probélico del DSA sólo emergió recientemente. El DSA originó en una tendencia política liderada por Max Shachtman, un destacado miembro del movimiento juvenil del Partido Comunista durante los años 1920 que, con James P. Cannon, ayudó fundar la sección estadounidense de la Oposición Izquierda después de que los defensores de Trotsky fueron expulsados del Partido Comunista en 1928.

Sin embargo, Shachtman rompió con el movimiento trotskista cuando inició la Segunda Guerra Mundial en 1939-40, y se movió hacia la adopción de posiciones proimperialistas en una ruptura con su pasado socialista. En particular, Shachtman argumentó que la izquierda debía defender el imperialismo estadounidense “democrático” durante la Guerra Fría contra la Rusia “autoritaria”, que, según él, ya no era un estado obrero.

Shachtman presentó las guerras brutales del imperialismo estadounidense en el medio del siglo XX como justificadas por la necesidad de una América 'democrática' para contrarrestar la 'agresión comunista”. Sus artículos que apoyaban la Guerra Coreana fueron lanzados en un panfleto desde los aviones militares estadounidenses sobre la península de Corea como propaganda. Apoyó la invasión de Bahía de Cochinos de Cuba de la administración de Kennedy, y se convirtió en un defensor fuerte de la guerra en Vietnam.

El discípulo de Shachtman, Michael Harrington, el que más tarde fundó la organización predecesora del DSA, el Comité de Organización de Socialistas Democráticos, también presentó el imperialismo estadounidense como un contrapoder “democrático” a la Rusia “autoritaria”. Operaba con el principio de que la izquierda estadounidense debiera jugar “un papel proamericano y la Guerra Fría del tipo del Departamento de Estado”, según historiador Todd Gitlin.

En la época de la guerra en Vietnam, Harrington era miembro, como Shachtman, del Partido Socialista. El PS, bajo la influencia política de Shachtman, apoyó la guerra estadounidense y exigió la derrota de la lucha del pueblo vietnamita por independencia del imperialismo francés y estadounidense.

Durante varios años, mientras el imperialismo estadounidense lanzaba el napalm y las bombas sobre Vietnam, Harrington apoyaba la opinión mayoritaria del PS. Denunció el Frente de Liberación Nacional como “comunista” y “autoritario” en la línea de la administración de Lyndon Johnson, en la que Harrington había servido como miembro de un grupo operativo doméstico. En 1965, mientras los Estados Unidos escalaba la guerra, Harrington dijo, “Soy anticomunista de principio, pues soy prolibertad”.

Sin embargo, mientras los sentimientos antibélicos crecían durante los años 1960, Harrington intentó hacer la posición probélica del PS más agradable. Un defensor de Harrington, Maurice Isserman escribe en su biografía El otro americano que en la primavera de 1967:

Michael [Harrington] ayudó a Shachtman y a otros a organizar un nuevo grupo llamado Negociaciones Ahora, que se promovía como una alternativa moderada y responsable a los grupos radicales e irresponsables que exigían el retiro inmediato de las fuerzas estadounidenses de Vietnam… Pero la función principal de Negociaciones Ahora era servir como el marcador de posición del SP en el movimiento antiguerra –algo que podían señalar cuando fueron desafiados a demostrar que trabajaban para acabar con la guerra. Negociaciones Ahora también servía como un podio conveniente del que los defensores de Shachtman podían criticar al resto del movimiento antiguerra como, en contraste, extremista, equivocado, y objetivamente procomunista.

En 1970, Harrington pidió la retirada de las tropas estadounidenses de Vietnam y rompió con su antiguo tutor sin repudiar la política proimperialista de Shachtman.

Lo que siempre ha existido durante la prehistoria del DSA y su papel actual es el esfuerzo de suprimir el sentimiento antiguerra y facilitar la realización de los intereses del imperialismo estadounidense.

Harrington inventó la frase oportunista “la ala izquierda de lo posible” y afirmó que esto significó que la derecha debía luchar para lograr lo que fue posible en el momento. Lo que realmente quiso decir era que la “izquierda” no puede hacer nada que “posiblemente” decepcionaría al Partido Demócrata. La llamada de Harrington por las negociaciones hace cincuenta y cinco años correspondía a la posición de una sección significante del Partido Demócrata, que encontró un reflejo en la campaña presidencial de Robert Kennedy y Eugene McCarthy en 1968, dos campañas que Harrington apoyó.

El DSA de hoy retiró la carta en que pedía negociaciones porque el Partido Demócrata no puede tolerar la expresión de ningún sentimiento antiguerra dentro de su aparato. No es un producto de la fortaleza de su posición política, sino de su debilidad y su alienación de la población, que por una mayoría amplia quiere que EE.UU. negocie para evitar la guerra nuclear.

Esta experiencia demuestra que el DSA no ha movido a la izquierda desde los días de Harrington y la fundación del DSOC en 1972 y del DSA en 1982. Por el contrario, durante décadas el DSA ha sido una facción del Partido Demócrata que trabaja dentro de esta organización imperialista mientras se ha movido cada vez más a la derecha. Sus intentos de presionar al Partido Demócrata para que se mueva hacia la izquierda sólo han conseguido dar cobertura política a su movimiento hacia la derecha.

El DSA no es un vehículo para oponerse a la guerra imperialista. Es un área de captación para el sistema bipartidista. Su papel es atrapar a la oposición socialista y darle cloroformo dentro del Partido Demócrata.

La capitulación cobarde e inmediata de los miembros del DSA también refleja el hecho de que la capa social de clase media-alta por la que habla el DSA es un electorado a favor de la guerra imperialista. Como escribió el Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.) en una resolución para su séptimo congreso:

La guerra ha expuesto completamente a las organizaciones pseudoizquierdistas que representan sectores privilegiados de la clase media alta, incluidos los Socialistas Democráticos de América en los Estados Unido (DSA). Bajo el pretexto de oponerse al “imperialismo” ruso, el DSA, junto con varias organizaciones pablistas y “capitalistas de Estado” a nivel internacional, se han alineado con los EE.UU. y la OTAN y han pedido el armamento imperialista de Ucrania. Su apoyo a la guerra contra Rusia es la culminación de una política que han seguido en relación con la guerra imperialista contra Libia, Siria y otros países.

La resolución del PSI (EE.UU.) afirma: “La base social de la oposición a la guerra es la clase obrera internacional”. La lucha contra la guerra “no es posible sino a través de la movilización política de la clase obrera en oposición a toda la clase dominante, los demócratas y los republicanos. El desarrollo de un movimiento antibélico en EE.UU. debe estar vinculado a la lucha por la unión de los trabajadores en todos los países, incluidos Rusia y Ucrania, contra la guerra y el imperialismo”. Ésta es la perspectiva de los socialistas.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de octubre de 2022)

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