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El peronista Massa gira aún más a la derecha ante segunda ronda en Argentina contra fascistoide Milei

Javier Milei, una personalidad televisiva fascistizante, y el ministro de Economía peronista Sergio Massa llegan empatados en las encuestas a la segunda vuelta presidencial del domingo en Argentina.

Sergio Massa y Javier Millei [Photo: Marcos Corrêa, Wikimedia Commons/Vox España, Flickr]

Los comicios han dejado claro que el capitalismo argentino no ofrece nada a los trabajadores. Ambos candidatos presidirían Gobiernos de extrema derecha comprometidos con imponer mayores recortes a los salarios reales, el gasto social y los impuestos corporativos, subordinados al imperialismo estadounidense y cada vez más dictatoriales. Tienen diferencias meramente tácticas y, en condiciones de crisis extrema y desigualdad, no queda ninguna base de apoyo a la democracia en la burguesía.

Mientras Milei propone disolver el Banco Central, dolarizar la economía y eliminar los ministerios de Salud, Educación, Trabajo y otros, Massa aboga por un Gobierno de “unidad nacional” para hacer valer el “orden fiscal” y pagar al FMI y a otros acreedores.

En el contexto de una escalada militar del imperialismo contra Rusia, China e Irán y un castillo de naipes financiero en Estados Unidos, las élites financieras y corporativas esencialmente ven a Argentina como una piñata con gas natural, litio, soja y otros cultivos, y lo que queda de fondos de pensiones y activos estatales y sindicales.

En el último tramo, Massa destacó que los argentinos están votando “a favor o en contra de Milei”, al mismo tiempo en que da un bandazo a la derecha y demuestra cómo las tradiciones fascistizantes, que tienen profundas raíces históricas en el peronismo, están entrando cada vez más en primer plano. Massa ha dado garantías a los sectores más reaccionarios de la clase dominante y el imperialismo de que les ayudará a saquear el país y aplastar a la oposición tan agresivamente como Milei, y ha extendido una hoja de parra a la extrema derecha.

“La salida de Argentina es con un acuerdo de unidad nacional que nos permita la reducción del sistema de impuestos incluidas las retenciones” a las exportaciones agrícolas, dijo Massa en el último debate el domingo pasado, apelando particularmente al lobby fascistizante de la agroindustria.

Esa noche, Massa respondió: “Me alegra que por fin coincidimos en algo” después de que Milei expusiera su programa fascista para un Estado policial. Milei acababa de decir: “El Estado se ocupa de la seguridad, pero como todo lo que hace el Estado lo hace mal. Argentina es un baño de sangre. No creemos en la lógica de que el delincuente es una víctima”.

Cuando el genocidio sionista en Gaza establece un nuevo punto de referencia sobre el apoyo de las élites gobernantes a los crímenes asociados con el fascismo, Milei ha ondeado la bandera israelí en los mítines. Mientras tanto, Massa se jactó de haber pedido que se declarara a Hamás una organización terrorista incluso antes de la reciente guerra y condenó al actual Gobierno de Alberto Fernández por no respaldar lo suficiente el genocidio.

La élite capitalista favorece en gran medida a Massa, quien recibió más de 90 millones de pesos en donaciones en la primera ronda, desde sectores que van desde la banca hasta el comercio minorista, importadores, exportadores y medios de comunicación, en comparación con los 14 millones de pesos de dos empresarios para Milei.

Un director de una asociación empresarial argentina explicó al Financial Times: “Massa no quiere un cambio de raíz, pero si le envías un WhatsApp, se encargará de resolver tu problema. Milei no responderá a tu mensaje, excepto tal vez para insultarte”.

Sin embargo, la clara favorita de la élite fue la derechista “moderada” Patricia Bullrich de la coalición liderada por el expresidente Mauricio Macri, dándole 589 millones de pesos. Pero, después de quedar tercera en la primera ronda, Bullrich respaldó a Milei (sin duda con la aprobación de sus principales patrocinadores).

Vale la pena añadir que Milei fue un asesor remunerado del partido de Massa, Frente Renovador, mientras que varios individuos de círculos gobernantes han indicado que el propio Massa ayudó a patrocinar a Milei.

En cuanto a los militares, El País entrevistó a varios oficiales activos y encontró cierta renuencia a apoyar la política dictatorial de Milei y su compañera de fórmula Victoria Villarruel, quien dirige una organización fascista dedicada a negar o minimizar los asesinatos en masa y tortura bajo la dictadura militar respaldada por Estados Unidos de 1976 a 1983.

Sin embargo, el diario español concluye: “La candidata a vicepresidenta les ha prometido una importante subida del presupuesto en caso de llegar a la Casa Rosada. Está por ver si eso será suficiente para sumar apoyos en los cuarteles”.

Luego está el voto de ocho millones de argentinos por Milei en la primera vuelta. Algunos sectores de la juventud y de trabajadores sin duda emitieron un voto de protesta confuso. Sin embargo, por primera vez desde mediados de la década de 1970, amplios sectores de la clase media devastados por la inflación y la crisis económica están siendo movilizados con éxito por una declaración de guerra civil contra la clase trabajadora, lo que presenta el enorme peligro de un movimiento fascista emergente.

La burguesía ha respondido a lo largo de la historia y está respondiendo en todas partes a la creciente oposición de las masas hoy promoviendo el fascismo. Los trabajadores deben tomar urgentemente las lecciones históricas sobre el imperativo de oponerse a cualquier intento de subordinar sus luchas revolucionarias a secciones supuestamente “democráticas” de la clase dominante y cualquier forma de frente popular.

En Argentina, sin embargo, los partidos pseudoizquierdistas del Frente de Izquierda y los Trabajadores – Unidad (FIT-U) están haciendo exactamente lo contrario y repitiendo el papel criminal desempeñado por sus predecesores de encadenar políticamente a los trabajadores a un aparato peronista cada vez más fascistizante.

Izquierda Socialista (IS) ha dicho que votará por Massa. Su dirigente sindical Rubén “Pollo” Sobrero ha declarado: “Yo entiendo que si voy a una marcha en contra del Gobierno y si está Massa, seguramente me van a cagar a palos, me van a cagar a gases, me van a meter en cana… Milei directamente me va a hacer desaparecer”.

El Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) respaldó absurdamente a Massa al pedir “No votar a Milei” y oponerse a cualquier llamado a votar en blanco. El Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) ha insistido repetidamente en que “entiende” a los que votan por Massa mientras hace declaraciones que buscan sedar y desarmar a los trabajadores ante el inmenso peligro del fascismo y una dictadura. El PTS había llamado a votar al candidato burgués Fernando Haddad del Partido de los Trabajadores en Brasil en 2018 contra el fascistizante Jair Bolsonaro.

El Partido Obrero llama a votar en blanco, pero recientemente formó un “frente único” con el MST y la facción peronista liderada por Juan Grabois y Emilio Pérsico.

“La izquierda no puede darle ningún apoyo político ni electoral a un dirigente de la embajada yanqui”, escribe el PTS, mientras que el PO afirma que “Las posiciones de IS y el MST son 100% oportunistas”. Sin embargo, los repetidos casos en los que IS y el MST han respaldado abiertamente al imperialismo estadounidense —sus guerras en Libia, Siria y Ucrania e incluso el intento de golpe en Venezuela— no han impedido que estas fuerzas sigan trabajando juntas en el FIT-U y los sindicatos para canalizar la oposición detrás de los títeres peronistas de los yanquis en casa.

Los peronistas vuelven a preparar el terreno para el fascismo con el apoyo del morenismo

Paralelamente a la elección, el primer juicio comenzó esta semana en Rosario sobre la histórica represión de marzo de 1975 contra los trabajadores siderúrgicos en Villa Constitución.

Poco después de que los trabajadores de Acindar eligieran una nueva dirección sindical opuesta a la Confederación General de Trabajadores (CGT) peronista, el Gobierno peronista desplegó alrededor de 4.000 soldados armados y policías, los Ford Falcon insignia, helicópteros y perros para secuestrar, torturar, detener o matar a unos 300 trabajadores militantes en la fábrica y en sus hogares. La represión siguió contra la ocupación de la planta y una huelga de 59 días en toda la ciudad. Los testigos indican que participaron fuerzas paramilitares peronistas y miembros de la Juventud Sindical Peronista, de tendencia fascista y uno de los contingentes del escuadrón de la muerte Triple A.

Dos años antes, la clase gobernante había decidido que el nacionalista burgués Juan Domingo Perón debía regresar a Argentina desde el exilio en España, donde los peronistas habían cultivado la relación más estrecha con el dictador fascista Francisco Franco desde la Segunda Guerra Mundial.

Perón fue rápidamente instalado en el poder para usar las ilusiones populares en su reformismo de una época anterior para sofocar un levantamiento revolucionario de las masas obreras que formaba parte de una ola global de luchas que comenzó con la huelga general de mayo-junio de 1968 en Francia. Perón y, después de su muerte en julio de 1974, su esposa Isabel, implementaron un “Pacto Social” elaborado por el economista estalinista José Ber Gelbard y acordado por la CGT. Incluía una congelación salarial que resultó en una importante pérdida de poder adquisitivo, estimada en alrededor del 20 por ciento, debido a la inflación.

En comparación, entre diciembre de 2015 y septiembre de 2022, los salarios reales cayeron un 21,4 por ciento, según cifras oficiales. Este año, se espera que la inflación alcance el 185 por ciento y los acuerdos salariales alcanzados por los sindicatos se están quedando atrás rápidamente.

Ya en febrero de 1975, Isabel Perón firmó un decreto secreto que ordenaba a los militares “neutralizar y/o aniquilar a los elementos subversivos”, comenzando con la guerrilla en Tucumán.

La represión que siguió, incluyendo en Villa Constitución, fue vista como un requisito previo para el “Rodrigazo” de junio de 1975, un ajuste económico radical que lleva el nombre del ministro de Economía Celestino Rodrigo. El peso se devaluó y hubo tarifazos de la gasolina, las utilidades y los alimentos.

Frente a una rebelión de las bases, la CGT se vio obligada a convocar una huelga general para contener el movimiento y canalizarlo detrás de negociaciones para un aumento salarial del 100 por ciento (más tarde ese año igualó la inflación al 180 por ciento). Rodrigo y el ministro de Bienestar Social, José López Rega, el líder de la Triple A, se vieron obligados a renunciar, y los peronistas acordaron su primer acuerdo con el FMI.

Durante las luchas de 1969-1975 en Argentina, el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), fundado y dirigido por Nahuel Moreno y perteneciente al Secretariado Unificado pablista, jugó un papel clave en canalizar la oposición detrás de los peronistas y desarmar políticamente a los trabajadores antes del golpe fascista militar de 1976.

Las apologías y los llamamientos a votar por Massa, citando la amenaza del fascismo, se hacen eco de la decisión del PST de unirse al “Bloque de los 8” en 1974. El bloque fue una muestra de unidad política de varios partidos capitalistas en apoyo al Gobierno de Perón, explícitamente para defender la democracia burguesa contra las amenazas de un golpe militar. Moreno también había protagonizado el fomento del guerrillerismo suicida castrista.

Mientras los peronistas planean su propio “Massazo” contra los derechos sociales y un giro fascistizante hacia la represión abierta, la pseudoizquierda ha demostrado que representa a capas de la clase media-alta preocupadas únicamente por proteger sus posiciones privilegiadas en los sindicatos, la academia, la política y las ONG, donde en última instancia sirven para bloquear la independencia política y las aspiraciones internacionalistas y revolucionarias de la clase trabajadora. Todas las afirmaciones sobre la necesidad de defender la democracia burguesa y mantener una falsa “unidad” bajo el control político de los peronistas reflejan sus propios intereses nacionales.

La advertencia proféticamente hecha por Trotsky cuando se desarrollaba la Revolución española es tan vigente hoy en Argentina e internacionalmente como en ese momento: “El Frente Popular creó las condiciones favorables para la victoria del fascismo al adormecer a obreros y campesinos con ilusiones parlamentarias, paralizando su voluntad política. La política de coaliciones con la burguesía va a costarle caro a la clase obrera, años de sufrimientos, de sacrificios, si no décadas de terror fascista”.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 17 de noviembre de 2023)

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