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Otro acto de guerra: Israel sabotea oleoductos iraníes

En medio del conflicto en escalada en todo el Medio Oriente, alimentado por su genocidio en Gaza, Israel realizó esta semana un gran acto de sabotaje dentro de Irán, calculado para inflamar aún más las tensiones y provocar una respuesta de Teherán.

En las primeras horas de la mañana del miércoles, Israel realizó ataques encubiertos que hicieron estallar dos oleoductos en las provincias de Chaharmahal-Bakhtiari y Fars, interrumpiendo el suministro a hogares, oficinas y fábricas en pleno invierno.

Fotografía de archivo del 16 de marzo de 2019, muestra refinerías de gas natural en el campo de gas South Pars en la costa norte del Golfo Pérsico, en Asaluyeh, Irán [AP Photo/Vahid Salemi]

El ministro de Petróleo iraní, Javad Owji, le dijo a la televisión estatal que el objetivo era cortar el gas a las principales provincias del país, pero “excepto por el número de aldeas que estaban cerca de las líneas de transmisión de gas, ninguna provincia sufrió un corte”.

Sus comentarios fueron contradichos, según el New York Times, por “los comentarios de los gobernadores locales y los funcionarios de la compañía nacional de gas de Irán, quienes habían descrito interrupciones generalizadas del servicio en cinco provincias, lo que obligó al cierre de edificios gubernamentales.”

Si bien Israel no ha comentado, el artículo del New York Times de ayer, basado en dos funcionarios occidentales y un estratega militar iraní, declaró que Israel era responsable del sabotaje. Señalaron que “los ataques al oleoducto de gas por parte de Israel requirieron un profundo conocimiento de la infraestructura de Irán y una coordinación cuidadosa, especialmente porque se golpearon dos oleoductos en múltiples ubicaciones al mismo tiempo.”

Anteriormente, los separatistas árabes en el suroeste de Irán se habían atribuido la responsabilidad de los ataques contra los oleoductos de petróleo. Sin embargo, los ataques a la infraestructura de gas y petróleo en otras partes del país han sido raros y no en esta escala.

Citando al estratega militar iraní, el New York Times escribió que el gobierno iraní creía que Israel estaba detrás del ataque debido a “la complejidad y el alcance de la operación.” Y que “casi con seguridad requería la ayuda de colaboradores dentro de Irán para averiguar dónde y cómo golpear.”

Ambos oleoductos afectados, cada uno de unos 1.200 kilómetros de longitud, proporcionan gas a las principales ciudades, incluidas Teherán, Isfahan y, en el norte, Astara. En conjunto, suministran alrededor del 15 por ciento de la producción diaria de gas de Irán.

“El nivel de impacto fue muy alto porque estos son dos oleoductos significativos que van de sur a norte”, dijo Homayoun Falakshahi, analista senior de energía en Kpler, al periódico. “Nunca hemos visto nada como esto en escala y alcance.”

El sabotaje israelí es una provocación deliberada destinada a añadir más combustible a una guerra liderada por Israel y Estados Unidos que se está expandiendo rápidamente por todo el Medio Oriente. A medida que el régimen sionista ha llevado a cabo su ofensiva genocida en Gaza, respaldada plenamente por Washington, los Estados Unidos e Israel han aprovechado la acción militar de las milicias simpatizantes con los palestinos para llevar a cabo ataques más amplios en toda la región.

El principal objetivo de la administración Biden es Irán, que el imperialismo estadounidense considera como el principal obstáculo para su hegemonía en Medio Oriente. Los Estados Unidos y Gran Bretaña ya están llevando a cabo ataques aéreos y con misiles contra la milicia hutí en Yemen que han intentado interrumpir los suministros para Israel que pasan por el mar Rojo.

En respuesta a un ataque a una base militar estadounidense en Jordania que mató a tres soldados norteamericanos, la Casa Blanca juró venganza contra la milicia respaldada por Irán. A principios de febrero, las fuerzas estadounidenses ya habían llevado a cabo ataques en 85 objetivos en siete ubicaciones en Iraq y Siria contra “el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) de Irán, la Fuerza Quds y los grupos de milicias afiliados.”

Del mismo modo, Israel ha llevado a cabo múltiples ataques en Líbano y Siria contra Hamas y Hezbolá, ambos alineados con Irán, así como la matanza de dos comandantes de alto rango de la IRGC en Siria. Al tiempo que lleva a cabo un asalto sangriento en Gaza y la Ribera Occidental, el ejército israelí se está preparando para un asalto a gran escala contra las fuerzas de Hezbolá en el sur del Líbano.

Irán ha declarado repetidamente que no quiere la guerra con los Estados Unidos e Israel, y ha negado cualquier implicación directa en las acciones militares de Hamas, Hezbolá y los hutíes. Sin embargo, la administración Biden y su aliado israelí continúan intensificando sus provocaciones contra Irán, con el objetivo de incitar una respuesta que pueda ser utilizada como casus belli para una guerra total.

Es posible que Washington no haya estado directamente involucrado en el ataque del miércoles contra los oleoductos de gas de Irán, pero ciertamente le habría dado luz verde. Es probable que las fuerzas estadounidenses hayan proporcionado asistencia con logística e inteligencia. Un ataque a la vital infraestructura civil de cualquier país es un acto de guerra.

Además, tanto los Estados Unidos como Israel han llevado a cabo repetidamente operaciones encubiertas en el pasado contra Irán, dirigidas contra sus instalaciones nucleares. Durante la administración de Obama, funcionarios de la Casa Blanca sin nombre dieron detalles y presumieron de sus ataques cibernéticos a la planta de enriquecimiento de uranio de Irán en Natanz. Los Estados Unidos infectaron las centrifugadoras de alta velocidad de la planta con el gusano Stuxnet, provocando que se descontrolaran y se autodestruyeran.

Junto con los Estados Unidos, Israel llevó a cabo una campaña asesina contra los principales científicos nucleares iraníes. En 2021, el New York Times proporcionó detalles del asesinato el año anterior del principal físico nuclear de Irán, Mohsen Fakhrizadeh, por un dron controlado a distancia en una operación organizada conjuntamente por Israel y los Estados Unidos. Desde 2007 hasta ese punto, señaló el artículo, Israel había matado a cinco científicos nucleares, herido a otro y asesinado al general iraní a cargo del desarrollo de misiles.

Los Estados Unidos no han limitado sus ataques a las operaciones encubiertas. En 2020, la administración Trump autorizó un ataque en el aeropuerto internacional de Bagdad que mató al general iraní Qasem Suleimani y a otras siete personas en un acto flagrante de guerra. Aunque el presidente Joe Biden puede tener diferencias tácticas con Donald Trump sobre la política exterior, no es menos despiadado en la defensa de los intereses imperialistas de Estados Unidos.

Ya en guerra con Rusia en Ucrania y ampliando el conflicto contra Irán en el Medio Oriente, los Estados Unidos están acelerando su acumulación militar y las provocaciones contra China, a la cual considera el obstáculo existencial para su hegemonía global.

El respaldo incondicional de Biden al genocidio israelí desmiente sus afirmaciones de no querer una guerra más amplia en el Medio Oriente. La Casa Blanca se ha negado a descartar ataques directos contra Irán, supuestamente en represalia por las tres muertes estadounidenses. De hecho, el New York Times informó esta semana que los Estados Unidos llevaron a cabo un ciberataque a principios de febrero contra un buque militar iraní al que acusa de suministrar información a los combatientes hutíes sobre los movimientos de barcos en el mar Rojo y el golfo de Adén.

Los ataques a los oleoductos de gas iraníes el miércoles son una indicación más de la velocidad con la que los Estados Unidos e Israel están sumergiendo a toda la región en la guerra.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 16 de febrero de 2024)

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