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América del Sur es un “nuevo epicentro” de la pandemia de COVID-19, advierte la OMS

El continente sudamericano se ha convertido en un “nuevo epicentro” de la pandemia mundial de coronavirus, dijo el viernes en una conferencia de prensa en Ginebra el Dr. Michael Ryan, director ejecutivo del Programa de Emergencias Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud.

Agregó que si bien “hemos visto muchos países sudamericanos con un número creciente de casos ... ciertamente el más afectado es Brasil en este momento”.

Hasta el viernes, el número total de casos confirmados en el continente había aumentado a 578.187, con 29.361 muertes registradas. Brasil, el país más grande del continente, representa 320.000 de los casos confirmados y más de 20.000 de las muertes de Sudamérica. Brasil ahora reporta más de 1.000 nuevas muertes por día.

Ryan apuntó a la concentración de casos tanto en el Estado de São Paulo y en Amazonas, donde dijo que la tasa de infección había llegado a 450 personas por cada 100.000 habitantes, una de las más altas del mundo.

La evaluación de la OMS constituye una advertencia de la catástrofe social que amenaza al continente entero de 430 millones de personas, donde la opresión imperialista y la explotación capitalista han creado las condiciones socialmente más desiguales del planeta.

Brasil

En Brasil, así como en otras partes de América Latina y del mundo, el número de casos confirmados y de muertes es una fracción del costo real del virus mortal. Según un estudio reciente basado en la pequeña cantidad de pruebas realizadas en el país, es probable que el gobierno esté contando solo uno de cada 20 casos. Mientras tanto, hay noticias de personas que mueren en sus hogares e incluso en las calles de las favelas de Río de Janeiro y São Paulo.

La enfermedad se está propagando aún más rápidamente en las zonas más empobrecidas del interior de Brasil. En el caso de Amazonas, esto involucra aldeas remotas, algunas de ellas a dos horas por río desde cualquier hospital, donde las poblaciones indígenas están amenazadas de exterminio.

En términos de infecciones totales reportadas, Brasil ha superado a Rusia para convertirse en el segundo país con más casos del mundo, después de Estados Unidos, a pesar de que su número de muertos reconocido es casi siete veces mayor que el de Rusia.

El sistema de salud del país está al borde del colapso. En la ciudad de São Paulo, los seis hospitales públicos informan que ya tienen ocupadas el 100 por ciento de sus camas de cuidados intensivos, a pesar de que el número de casos continúa aumentando. Los que están llenando las salas de emergencia son, en muchos casos, trabajadores de entre 30 y 40 años, que se han visto obligados a seguir trabajando a pesar de la pandemia.

Los trabajadores de salud en Brasil están sufriendo más los estragos de la enfermedad que en cualquier otro lugar del mundo, con 137 enfermeras muertas por el virus y miles más infectados. Las intolerables condiciones en los hospitales y centros de salud han provocado huelgas y protestas de enfermeras y otros profesionales de la salud en todo el país. Estos trabajadores exigen equipos de protección personal, más personal y equipos médicos adecuados, incluso respiradores. También han exigido que se les pague por arriesgar sus vidas a diario.

La respuesta del presidente fascistizante de Brasil, Jair Bolsonaro, ha sido anunciar un cambio en el protocolo del gobierno para el uso de hidroxicloroquina, el medicamento antipalúdico que también ha sido promovido por su aliado político, el presidente estadounidense Donald Trump. Bolsonaro dijo que el medicamento ahora se recomendaría incluso para casos leves de la enfermedad, mientras que antes se había restringido a aquellos hospitalizados con casos extremadamente graves.

No hay evidencia científica de que el medicamento tenga alguna eficacia en términos de combatir el coronavirus, mientras que los estudios han indicado que quienes lo toman tienen un riesgo significativamente mayor de muerte, incluso por arritmia cardíaca.

Bolsonaro, quien previamente desestimó el coronavirus como una “gripecita”, defendió que se lo recete, al tiempo que reconocía que no hay evidencia científica que lo respalde. Declaró: “Estamos en una guerra. Peor que ser derrotado es la vergüenza de no haber luchado”.

Después de que dos de sus ministros de salud renunciaran por desacuerdos con sus políticas, el excapitán puso a un general del ejército en el cargo, mientras que varios oficiales militares se han adueñado de al menos una docena de los puestos más importantes en el ministerio.

La promoción de la hidroxicloroquina como una cura milagrosa va de la mano con el impulso criminal del gobierno brasileño para poner fin a las cuarentenas y reanudar la producción, con lo que se envía a los trabajadores de regreso a plantas de automóviles, empacadoras de carne y otras instalaciones industriales para producir ganancias para la clase dominante al costo de sus vidas.

Mientras tanto, los trabajadores de cementerios están luchando por cavar suficientes tumbas para enterrar a las miles de personas que mueren cada semana.

Perú

En Perú, que tiene el segundo número más alto de casos confirmados de coronavirus después de Brasil, más de 111.000, con más de 3.100 muertes registradas, el presidente Martín Vizcarra anunció el viernes que el estado de emergencia y aa cuarentena de 68 días se extenderán hasta el 30 de junio, con algunas “modificaciones y flexibilidades”. El anuncio provocó protestas dispersas en barrios pobres, donde los trabajadores que dependen del “sector informal” se han quedado sin ingresos y se enfrentan al hambre creciente.

Entre las “flexibilidades” introducidas por el gobierno de Vizcarra se encuentran las del sector minero, que está dominado por las empresas transnacionales y constituye la principal fuente de ingresos del país. Las operaciones continuaron y, como resultado, las propias compañías informaron de que 603 trabajadores mineros peruanos estaban infectados con el virus, aunque el número real es indudablemente mucho mayor.

El ministro del Interior proporcionó indicaciones sobre el alcance real de la cifra de muertos en Perú, e informó de que 106 policías han perdido la vida por el virus, y de una declaración de las autoridades penitenciarias del país que reconoce que 182 presos han muerto por la enfermedad. La propagación incontrolada del virus en las cárceles del país ha provocado levantamientos, incluido uno en el que nueve reclusos perdieron la vida.

Un informe en el Financial Times estableció que el gobierno de Vizcarra no ha contado unas 8.000 muertes por COVID-19. Un portavoz del gobierno no cuestionó el informe, pero negó que hubiera un intento deliberado de subestimar las muertes. Afirmó que los “instrumentos anacrónicos” utilizados para realizar un seguimiento de los muertos condujeron a demoras para mantenerse al día con la contabilización.

Como en otros lugares, el sistema de salud se está derrumbando bajo el peso de la propagación del virus. “Es como una película de terror, dentro (del hospital) parece un cementerio para cadáveres; los pacientes mueren en sus sillas o en sillas de ruedas“, dijo a la AFP Miguel Armas, un enfermero del Hospital Hipólito Unanue de Lima.

Chile

Chile tiene el tercer mayor número de infecciones, más de 61.000, y una de las tasas más rápidas de aumento en la propagación del virus, reportando más de 4.000 nuevos casos confirmados y 45 muertes más el viernes. Como el 90 por ciento de las camas de cuidados intensivos están ocupadas, el gobierno derechista del presidente Sebastián Piñera ha ordenado al ejército que abra hospitales de campaña para hacer frente al desbordamiento de pacientes, mientras que en Santiago se han excavado 1.000 tumbas nuevas para manejar las crecientes muertes.

A fines de abril, Piñera anunció que el país había superado el pico del virus e instó a la reapertura de la economía, incluido el sector minorista. Desde entonces, el número de casos se ha disparado.

El hecho de que el gobierno no haya brindado apoyo social a las masas de trabajadores y pobres en cuarentena ha provocado un estallido de protestas y confrontaciones con la brutal fuerza policial militarizada del país, los Carabineros. Los trabajadores del área de El Bosque en el extremo sur de Santiago volvieron a las calles el viernes, luego de enfrentamientos previos con las fuerzas de seguridad. “Esto no es contra la cuarentena, es contra el hambre”, dijo uno de los manifestantes a un locutor de noticias chileno.

Las protestas en El Bosque se han extendido a otras partes del país, lo que aumenta la posibilidad de que el fracaso absoluto del gobierno para combatir el coronavirus o brindar apoyo a los millones que se quedan sin empleo o ingresos reavive el levantamiento masivo contra la desigualdad social que hizo que millones se volcaran a las calles en octubre del año pasado.

Ecuador

Si bien Ecuador sigue a Chile en el número de casos confirmados, en gran parte como resultado de menos pruebas, ocupa el tercer lugar en el número de muertes. Hasta el viernes, había unos 36.000 casos confirmados y 3.056 muertes. La ciudad más grande del país, el puerto de Guayaquil en el Pacífico, fue la escena espantosa en marzo y abril de los desbordamientos de hospitales y cuerpos que quedaban en las casas de la gente y que permanecían tirados en las calles. Si bien el número de muertes ha disminuido en Guayaquil, ha aumentado en la capital Quito, en las tierras altas, donde ha muerto gente en las calles.

El gobierno derechista y proestadounidense del presidente Lenín Moreno ha explotado la pandemia para impulsar nuevas medidas de austeridad diseñadas para satisfacer las demandas del FMI y el capital extranjero. Bajo la apariencia cínica de una “Ley de Apoyo Humanitario”, el gobierno aumentó los subsidios a los precios del combustible e impuso recortes en las horas y salarios de los trabajadores. Los principales sindicatos, asociaciones campesinas y grupos sociales han convocado protestas masivas el lunes.

Colombia

Colombia también ha visto un aumento en los casos y muertes de coronavirus, con 18.330 y 652, respectivamente, confirmados hasta el viernes. Los trabajadores de la salud salieron a las calles de Bogotá el jueves en protestas contra el fracaso del gobierno del presidente derechista Iván Duque para proporcionar suministros y equipos adecuados para los hospitales del país. El Instituto Nacional de Salud reportó la muerte de 12 trabajadores de la salud y la infección de casi 1.000. Los manifestantes informaron de la falta de equipo de protección personal y también denunciaron al gobierno por no pagarles durante meses.

Los números de casos y las muertes también están aumentando bruscamente en Argentina y en Bolivia. En este último país, el gobierno dictatorial instalado el año pasado en un golpe respaldado por Estados Unidos se ve envuelto en un escándalo de corrupción por la compra de respiradores inadecuados al doble de su costo real por parte de un ministro de salud que es un aliado político cercano de la presidenta no electa Jeanine Áñez.

Junto con la salvaje pérdida de vidas por el coronavirus está el devastador impacto económico de la pandemia en las masas de trabajadores en América Latina. La Comisión Económica para América Latina y el Caribede las Naciones Unidas  ha pronosticado que la pobreza abarcará el 34,7 por ciento de la población de América Latina, 215 millones de personas, con el 13 por ciento, 80 millones, reducidos a la pobreza extrema.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que el número de desempleados en el continente aumentará a 305 millones en el segundo trimestre de 2020. Los 158 millones de personas que trabajan en el sector informal de América Latina y el Caribe, el 54 por ciento de la población económicamente activa, verán sus ingresos reducidos en más del 80 por ciento como resultado de la crisis.

Intensificando drásticamente las condiciones de explotación capitalista, opresión imperialista, desigualdad social y gobierno autoritario que existían antes de la pandemia de coronavirus, la crisis actual está creando las condiciones para una agitación revolucionaria en todo el hemisferio. La crisis revela cada vez más abiertamente que la cuestión decisiva en la lucha contra la pandemia y su impacto en las masas es la movilización política independiente y la unificación internacional de la clase trabajadora en la lucha por el socialismo.

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Latinoamérica emerge como nuevo epicentro del COVID-19
[15 de mayo de 2020]

(Publicado originalmente en inglés el 23 de mayo de 2020)

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