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Los acontecimientos recientes en Manaos, Brasil, presentan muchas interrogantes sobre el rumbo futuro de la pandemia de COVID-19

El sistema sanitario en la ciudad brasileña de Manaos, la capital del Estado de Amazonas, lleva varias semanas en estado de colapso al devastar la región una segunda ola de coronavirus. La matanza empezó a finales de diciembre y estuvo sobrecargando los limitados recursos del centro urbano industrializado en expansión, situado en el medio de la selva tropical amazónica.

El 8 de enero, la ciudad declaró el estado de emergencia ante los casos que aumentaban rápidamente. Contenedores frigoríficos eran devueltos a los hospitales para ayudar a almacenar cadáveres. Funcionarios locales informaron al ministerio de sanidad, advirtiendo de que los suministros de oxígeno se acabarían en una semana, en balde.

En un vídeo publicado online, que describía la asfixia de pacientes por falta de oxígeno medicinal, Mario Vianna, el presidente del Sindicato Médico de Amazonas, dijo, "los pacientes se mantienen con vida debido a los esfuerzos de los profesionales médicos, las enfermeras y los técnicos. ... esta es una situación terrible que temimos que podría producirse y denunciamos. En este momento, apelo a todas las autoridades para que se unan para que encontremos una solución urgentemente".

El puerto de Manaus (Wikimedia Commons)

Solo la vecina Venezuela respondió inmediatamente a la crisis, ofreciendo al gobernador de Amazonas, Wilson Lima, un títere del presidente fascista Jair Bolsonaro, "todo el oxígeno necesario para atender la crisis de salud pública en Manaos".

Según el diario Folha de S. Paulo, para el 4 de febrero, estaban ocupadas 366 de las 379 camas de UCI en Manaos. La tasa de ocupación de camas de UCI para adultos está en el 101 por ciento, con 285 camas disponibles y 288 pacientes que están siendo tratados. Aunque la reciente crisis de oxígeno ha sido estabilizada temporalmente, hay una capacidad limitada para producir más. La tasa de mortalidad de la ciudad de 190 por 100.000 es la más alta de todo Brasil. La incidencia acumulada para el Estado de Amazonas es de más de 280.000 casos y más de 8.800 muertes.

Con el sistema sanitario de Manaos abarrotado de pacientes, pueblos lejanos río arriba en la región amazónica rural no pueden derivar a los pacientes críticamente enfermos a la metrópolis y tienen que apañárselas solos. Según Médicos Sin Fronteras, esto está "creando un devastador efecto colateral en estas comunidades".

La semana pasada, la lista de transferencia de pacientes que están esperando una cama subió a 568 personas, de las cuales 120 estaban esperando un lugar en la UCI. Además, el ministerio de sanidad está contemplando derivar aproximadamente 1.500 pacientes a Manaos para aliviar a las unidades de los Estados brasileños vecinos que están todavía menos desarrollados, como Rondônia.

Selva tropical del Amazonas (Wikimedia Commons)

En una noticia publicada el 22 de enero en Globo, el gobierno de Amazonas predijo que la carga del sistema sanitario empeoraría todavía más este mes. Estimaba que la demanda de oxígeno medicinal subiría por lo menos un 70 por ciento más que el 14 de enero, cuando los hospitales de Manaos se quedaron sin oxígeno, lo que llevó a muchos pacientes a la muerte. Al empezar la temporada de lluvias, se espera que otras enfermedades respiratorias agraven las cosas.

Algunas familias que pueden permitirse comprar los tanques de oxígeno necesarios y suministros se han hecho salas de UCI improvisadas en sus casas, contratando a cuidadores para asistir en el cuidado de sus seres queridos. El caos que rodea los hospitales ha dejado a la población desconfiada. Muchos protestaron contra Bolsonaro y la falta de cualquier respuesta apreciable de su gobierno caceroleando desde sus balcones.

La atención de científicos y epidemiólogos se ha estado centrando últimamente en esta región. Un estudio de seroprevalencia citado a menudo, llevado a cabo en Manaos, presentado primero en versión preimpresa en septiembre, seguido de revisiones menores, y luego publicado en la revista Science a mediados de diciembre, ha calculado la tasa de ataque del COVID-19 para la ciudad metropolitana en tres cuartos de la población.

El estudio estimaba que el 76 por ciento de la población había desarrollado inmunidad al coronavirus del COVID-19 en los meses transcurridos desde que llegara la pandemia a la región en marzo, lo que hizo que algunos afirmaran que Manaos había pasado el supuesto umbral de la inmunidad colectiva del 65 por ciento, y por lo tanto estaba a salvo de futuros brotes. Cuando la segunda ola azotó la comunidad tras las Navidades, llegó como un impacto completo y devastador, especialmente para los científicos que llevaron a cabo la investigación.

La confluencia del Río Negro y el Solimões (Wikimedia Commons)

Manaos, la séptima ciudad más grande de Brasil, alberga a más de 2,2 millones de personas. Se encuentra en la confluencia del Río Negro con el Solimões, donde forman el Amazonas propiamente dicho. Es una base manufacturera de motocicletas, electrónica, productos químicos y jabón, con un puerto libre y un aeropuerto internacional. Los productos agrícolas incluyen exportaciones de frutos secos, caucho, yute y aceite de jacarandá brasileños.

El río Amazonas y sus muchos afluentes son esenciales para la vida de América del Sur, que mantiene a más de 30 millones de personas, principalmente en Brasil pero que incluye partes de seis países vecinos. Ferris y varios barcos navegan por estos canales a lo largo de cientos de millas, que conectan a comunidades transportando bienes y suministros a regiones boscosas imposibles de recorrer por tierra. Pasajeros apretujados en estos botes, que duermen en hamacas, uno al lado del otro durante días antes de llegar a destino, han sido un factor crítico en la extensión del coronavirus.

La pandemia llegó a Manaos a principios de marzo, según se dijo, por una señora de 49 años de edad que había vuelto de Londres. A las seis semanas, las cifras de esta ciudad alcanzaban proporciones horrorosas. La incidencia de casos alcanzó su pico a principios de mayo y luego fue disminuyendo a lo largo de la mayor parte del año.

En un intento por calcular el impacto de la primera ola en la región, el Dr. Lewis Buss y la dra. Ester Sabino, colegas de la Universidad de San Pablo, y junto a colaboradores de otros países, llevaron a cabo un estudio de seroprevalencia usando suero de donantes de sangre en Manaos de febrero a octubre para determinar el porcentaje de la población que ha desarrollado anticuerpos al virus.

El título provocativo de su estudio, que llamó la atención de los medios, era "Tasa de ataque de tres cuartos de SARS-CoV-2 en el Amazonas brasileño durante una pandemia en gran medida no mitigada".

Los autores escribieron, "Aunque el diseño ideal de determinar la prevalencia de contagio por SARS-CoV-2 es una muestra basada en la población, este abordaje toma tiempo y es caro". En vez de una muestra aleatoria, usaron donantes de sangre que habían sido animados a dar sangre con la promesa de un test de COVID-19. El resultado inevitable de tal procedimiento era encontrar una "tasa de ataque" extremadamente alta, es decir, encontrar que mucha gente, si no la mayoría, de Manaos había desarrollado anticuerpos al coronavirus.

La primera detección del linaje del P.1 (Fuente: The Lancet)

El estudio, basado en casi 1.000 nuevas muestras cada mes, encontró que la incidencia de COVID-19 era solo el 5 por ciento en abril pero había subido abruptamente para mayo al 40 por ciento. Para junio, la tasa de ataque había alcanzado el 66 por ciento, y en octubre, había llegado al 76 por ciento.

Los críticos le reprocharon al estudio que usara una muestra de donantes de sangre motivados por la promesa de un test gratuito de COVID-19. Argumentaron que los pacientes infectados podrían preferir donar sangre para averiguar su condición. En contraste, los que sabían que no estaban infectados podían potencialmente no exponerse. Por lo tanto, los resultados del estudio están sesgados hacia los contagiados, y sobreestimaría la tasa de ataque real.

El epidemiólogo de la Universidad de San Pablo, Paulo Lotufo, lo dijo de la manera más resumida, "Hay una sola investigación llevada a cabo en donantes de sangre con muchas asunciones, que lleva a varias limitaciones en la generalización de los hallazgos ... leer ese artículo no permite llegar a la conclusión ya expuesta en el título". Advirtió de que la ignorancia "o la mala fe" caracterizaba a los que estaban usando el estudio para argumentar que se había llegado a la inmunidad colectiva en Manaos.

Durante el mismo período, otro estudio menos mencionado que realizó un sondeo serológico de hogares en todo el país encontró que para junio solo el 14 por ciento de la población de Manaos había sido contagiada. Aunque este estudio tiene sus preocupaciones metodológicas, la divergencia en los resultados debería haber llevado a un debate científico porque las conclusiones planteaban preocupaciones significativas de salud pública.

Poniendo de relieve las preocupaciones críticas planteadas por estos científicos, el virus ha dado un nuevo giro salvaje en Manaos. En diciembre, el Instituto de Medicina Tropical de San Pablo y el Departamento de Enfermedades Infecciosas, en colaboración con el Imperial College de Londres, detectaron una nueva variante circulando en la población.

Llamaron a este nuevo linaje P.1, que posee varias mutaciones encontradas en las variantes británica y sudafricana. Sin embargo, reconocían que el P.1 se desarrolló independientemente de los otros dos. Encontraron la variante P.1 en 13 de 31 (el 42 por ciento) de muestras de PCRs positivas recogidas entre el 15 y el 23 de diciembre. Cuando actualizaron sus resultados dos semanas después, la frecuencia de la mutación P.1 entre el 15 y el 31 de diciembre había subido al 52,2 por ciento. Detectaron el linaje P.1 en 41 de 48 muestras, o el 85,4 por ciento, para enero.

El mismo grupo que había llevado a cabo el estudio de seroprevalencia publicó un comentario urgente de sus hallazgos sobre el nuevo linaje en el Lanc et el 27 de enero de 2021. Como muestran sus cifras, el aumento en las muertes y hospitalizaciones excesivas parecen seguir el aumento del linaje P.1.

Aunque ofrecen no menos de cuatro explicaciones alternativas posibles para el incremento súbito de casos de COVID-19 en una ciudad que supuestamente había llegado a la inmunidad colectiva, la explicación más simple es que el estudio anterior era altamente problemático y sus cifras fueron utilizadas por razones de conveniencia política, para justificar el levantamiento de procedimientos que restringían la actividad económica para contener la pandemia.

Sin embargo, queda la posibilidad de que el nuevo linaje P.1 sea más peligroso y más contagioso. El estudio más reciente insta: "las características genéticas, inmunológicas, clínicas y epidemiológicas de estas variantes de SARS-CoV-2 tienen que ser investigadas enseguida". Esa es sin dudas una necesidad urgente.

Los asuntos planteados por este foco en Manaos ponen de relieve la importancia de que la ciencia tras la pandemia tiene que ser evaluada completamente y hay que hacerle una crítica apropiada dentro de las comunidades científicas y no tiene que ser escogida por su utilidad política.

La experiencia del Reino Unido con la variante B.1.1.7 demostró que los confinamientos y las estrictas limitaciones de los contactos y los esfuerzos por la distancia social que hicieron disminuir la primera ola de contagios han fracasado totalmente esta vez al triplicarse las tasas de incidencia.

En los EEUU, el Partido Demócrata y la administración de Biden están deseosos por obligar a las escuelas a reabrir y a permanecer abiertas. El reciente descenso en los casos está siendo utilizado como pretexto para empezar a abrir pequeños negocios y recintos también. El Dr. Michael Osterholm ha advertido de que al volverse dominante la variante británica en los EEUU, las condiciones están maduras para un masivo resurgimiento del virus. Sin embargo, los medios corporativos están buscando adormecer a la población para que tenga una confianza exagerada y así promocionar su política de la inmunidad colectiva.

Los acontecimientos de Manaos tienen importancia para el resto del mundo mientras la clase trabajadora está en una lucha existencial con la clase gobernante contra el impulso a volver a la normalidad económica a cualquier precio. Ningún país está siquiera cerca de la inmunidad colectiva como para arriesgar la seguridad y el bienestar de su población. Ya va siendo hora de que se le atribuyan al virus las preocupaciones apropiadas como amenaza a la humanidad. Hay que tomar medidas rápidas y deliberadas para contener la pandemia y poner en marcha una iniciativa de vacunación coordinada mundial sin parangón en la historia humana para poner fin a esta pandemia.

(Publicado originalmente en inglés el 7 de febrero de 2021)

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