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Las lecciones de la traición del sindicato de maestros de Chicago

El miércoles por la mañana, el Sindicato Docente de Chicago (CTU) anunció que el acuerdo provisorio al que llegaron con Escuelas Públicas de Chicago (CPS) fue ratificado por 13.681 (el 54 por ciento) votos de los miembros a favor y 6.585 (el 26 por ciento) en contra, y 5.092 (el 20 por ciento) no votaron. Maestros de guarderías y de grupos de educación especial tendrán ahora que volver a las aulas este jueves, y olas de docentes y estudiantes volverán hasta que se estipule que todos, docentes desde guardería hasta segundo de secundaria y decenas de miles de estudiantes suyos, vuelvan a las aulas para el 8 de marzo.

El cronograma para la reapertura de escuelas aceptado por el CTU coincide con el "huracán" de contagios y muertes que el dr. Michael Osterholm advirtió que se viene las próximas semanas. La variante de COVID-19 más contagiosa y letal, B.1.1.7, descubierta por primera vez en el Reino Unido, se prevé que sea la variante dominante en los EEUU para finales de marzo.

Docentes de Chicago y simpatizantes se manifiestan durante la huelga (Fuente: CTU Facebook)

Poniendo de relieve los enormes peligros planteados por la reapertura de las escuelas, que han demostrado ser importantes vectores para la difusión del COVID-19, esta semana el gobierno sudafricano detuvo su programa de vacunación porque la vacuna de AstraZeneca ha demostrado ser ineficaz contra la variante dominante en ese país.

Durante las dos últimas semanas, la reapertura de las escuelas en Chicago fue el principal asunto político en los Estados Unidos. Hubo una campaña de propaganda concertada que implicaba a los medios corporativos y el establishment político, que afirmaba falsamente que las escuelas podían reabrirse con seguridad. Tras bastidores, la administración Biden y la presidenta de la la Federación de Maestros Estadounidense (AFT), Randi Weingarten, estaban muy implicados en negociaciones para reabrir las escuelas de Chicago.

El objetivo es sentar un precedente reiniciando las clases presenciales en el tercer distrito más grande del país para reabrir todos los otros distritos que siguen todavía solo con la enseñanza a distancia. Esto, a su vez, tiene por objetivo presionar al mayor número de padres para que vuelvan a sus lugares de trabajo peligrosos para producir ganancias para las corporaciones.

Los dirigentes del CTU —especialmente el presidente Jesse Sharkey y la vicepresidenta Stacy Davis Gates— desempeñaron un papel crítico en presionar a los docentes a aceptar el acuerdo que alcanzaron con Lightfoot y CPS. Así pues, son políticamente responsables de aplicar las políticas del "asesinato social" seguidas tanto por el Partido Demócrata como por el Republicano en nombre de la clase capitalista estadounidense. Cuántos docentes, padres, estudiantes y miembros de la comunidad más mueran o sufran debilidades de por vida como resultado de la reapertura de las escuelas, será responsabilidad del CTU.

En un comunicado de prensa del lunes, el sindicato escribió que los resultados los colocan "en un camino hacia reabrir las aulas de las escuelas con seguridad". Sabiendo que esta política llevará a más contagios y muertes en Chicago, Sharkey escribió cínicamente, "Miles de estudiantes han perdido por lo menos a un ser querido por el COVID-19. Esos niños —nuestros estudiantes— merecen seguridad".

Lo que ha venido sucediendo en esta ciudad a lo largo del mes pasado es la exposición más condenatoria del carácter reaccionario del "sindicalismo de justicia social" de la pseudoizquierda. Bajo la dirección de la facción Asamblea de Comités de Base de Docentes (CORE), compuesta por miembros de la disuelta Organización Socialista Internacional (ISO), los Socialistas Democráticos de América (DSA) y otros grupos pseudoizquierdistas, el CTU ha sido el arquetipo de los sindicatos que fomentan políticas identitarias de clase media como tapadera de sus traiciones durante más de una década.

Han engendrado réplicas que ahora dirigen el United Teachers Los Angeles (UTLA), la Asociación de la Educación de Oakland (OEA), y otros sindicatos docentes pseudoizquierdistas locales en diferentes partes de EEUU que han traicionado huelgas y ahora están colaborando con funcionarios demócratas para mandar de vuelta a educadores y estudiantes en condiciones mortales. Todos ellos están totalmente sometidos al Partido Demócrata y el sistema capitalista.

Cada aspecto de las negociaciones del CTU y el proceso de la votación fue totalmente antidemocrático. Desde el otoño pasado, el sindicato mantuvo más de 80 sesiones de negociaciones secretas con la directora ejecutiva de CPS Janice Jackson, la alcaldesa demócrata de Chicago Lori Lightfoot y otros funcionarios, aceptando el marco básico de que las escuelas tienen que reabrir. Se mantuvo a los miembros del sindicato en la oscuridad mientras procedía esta conspiración.

Con miembros de la base anticipando un cierre potencial por parte de Lightfoot el lunes, el CTU celebró una reunión apurada con todos los miembros el domingo para presentar su aceptación a reabrir las escuelas, durante la cual la sala de chat estuvo cerrada y no se le dejó hablar a ningún profesor miembro. Sharkey leyó una lista interminable de razones para no ir a la huelga, que incluía, "Hay una pandemia. Hace frío. Esta no sería una huelga fácil. Sería una huelga en la que el panel estaría llamando a la gente a que trabaje a distancia. Así, necesitamos que ustedes sepan que la gente podría cruzar una línea de piquete yendo a casa y entrando desde su computadora".

Haciendo de esbirro de Lightfoot, y tras ella de Biden y Weingarten, Sharkey luego usó la amenaza de una huelga como arma contra los profesores, diciendo que se ganaría poco yendo a la huelga y que los docentes podrían verse sometidos a duras multas.

Según noticias del Second City Teachers, Sharkey repitió estos mismos puntos de discusión en dos reuniones privadas de la Cámara de Delegados que tuvo lugar el domingo y el lunes. En la última de esas reuniones, el 85 por ciento de estos delegados, muchos de los cuales están más cerca de la facción CORE que dirige el CTU, votó aceptar el acuerdo mortal. Después, plantearon la falacia de que solo votaron a favor del acuerdo para que los miembros puedan "decidir democráticamente" mientras seguían diciendo que esta era la mejor oferta que los profesores podían pretender.

Entre los destacados dirigentes sindicales que apoyaron el plan de reapertura estaba la vicepresidenta de área del CTU Sarah Chambers, quien luego publicara en redes sociales, "Voté SÍ basada en el apoyo de mi escuela a la propuesta. Este acuerdo no es lo que nos MERECEMOS pero se diferencia de todos los acuerdos sindicato/distrito que yo haya visto en los EEUU". Chambers, codirectora de CORE desde hace mucho tiempo, se considera "socialista" y la entrevistan a menudo en Labor Notes y Jacobin, la publicación oficiosa del DSA.

Después de la reunión del lunes, a los profesores miembros les dieron un día para votar sobre el acuerdo y no se les brindó ningún foro para discutir el acuerdo ni plantear objeciones. Hubo noticias el martes de que algunos profesores recibieron notificaciones de que habían votado cuando en realidad no lo habían hecho, mientras más de 5.000 o bien no pudieron votar o bien estaban tan asqueados por todo el proceso que decidieron abstenerse.

Hay una enorme oposición al acuerdo entre los docentes miembros. Un post del miércoles por la mañana en la página de Facebook de CTU que anunciaba los resultados de la votación ha generado más de 300 comentarios, la mayoría negativos y muchos denunciando al sindicato. Uno decía, "¡Una rotunda desgracia! No me vuelvan a hablar jamás de luchar por el CTU. ¡Qué jeta, decir que no es un buen plan y luego aceptar el plan DE TODAS MANERAS!".

Los docentes de Chicago y de todas partes tienen que sacar conclusiones de largo alcance de esta experiencia. Entre las principales está la necesidad de romper con la perspectiva del sindicalismo y poner en pie nuevas organizaciones de lucha, comités de base controlados democráticamente por los propios trabajadores y que no respondan ante las corruptas burocracias sindicales. Tales comités deben mantener su independencia respecto del Partido Demócrata y el Republicano, que sirven a los capitalistas, y luchar por unirse con los educadores y con todos los otros trabajadores más allá de las fronteras de distrito, estatales y nacionales.

El Comité de Base por la Seguridad de los Docentes de Chicago se formó para adherir a estos principios y servir de voz de oposición al CTU. Este comité luchó para votar por el NO y apela a la clase trabajadora como su aliada. Profundizará estos esfuerzos yendo hacia adelante y debe ser expandido en cada escuela y barrio de Chicago y el área metropolitana circundante.

Este comité es parte de una red de tales comités que han sido construidos en la ciudad de Nueva York, Los Ángeles, San Diego, norte de California, Michigan, Tennessee, Alabama, Texas, Pennsylvania, así como en el Reino Unido, Alemania, Australia, Sri Lanka y un número creciente de ciudades y Estados a nivel mundial. En cada país, estos comités están preparándose para una huelga general nacional para cerrar todas las escuelas y la producción no esencial para contener la pandemia, lo que los coloca en confrontación directa con los sindicatos y los partidos capitalistas que están imponiendo la reapertura de las escuelas y de todas las industrias.

En un post nervioso en Facebook el miércoles por la mañana, Sharkey escribió, "Vamos a necesitar nuestro sindicato. En la historia del movimiento obrero siempre ha sucedido que la clase gobernante ha hecho cosas de mierda a los trabajadores. Nos mandaron a fábricas y minas inseguras, empezaron guerras injustas y nos mandaron a nosotros a luchar en ellas, para empezar. Las minas eran inseguras y a pesar de ello los miembros del sindicato obrero de la mina aún así tenían que ir. Esta podría ser una razón para seguir organizando, pero no es motivo para abandonar nuestro sindicato".

En esta analogía distorsionada, Sharkey dice más de lo que se propone. Las decididas luchas mineras de los primeros tres cuartos del siglo veinte fueron batallas largas y sangrientas, muchas de ellas libradas contra la burocracia de United Mine Workers, para proteger la vida y la seguridad de los trabajadores y para evitar muertes innecesarias en el lugar de trabajo debidas a las exigencias de ganancia de los propietarios de las minas. Hoy, es el CTU el que desempeña el papel más decisivo en bloquear la resistencia de los docentes y arrearlos hacia las aulas que, como sugiere el comentario de Sharkey, son tan mortales como las minas de carbón.

Esta lucha está lejos de haber acabado. Los profesores de Chicago serán pronto arrojados a nuevas luchas mientras los contagios y las muertes se extienden por la ciudad, y el CTU busca encubrirlas. Al mismo tiempo están surgiendo nuevas batallas en Filadelfia, Los Ángeles, Detroit y otras ciudades, que son parte de una ola mundial de luchas, que incluye la huelga de más de 200.000 docentes brasileños en San Pablo, el segundo mayor distrito escolar del continente americano.

No hay solución progresista a la pandemia excepto la movilización masiva de la clase trabajadora en oposición al capitalismo en los EEUU y en el resto del mundo. Los docentes y toda la clase trabajadora deben adoptar el programa del socialismo, lo cual implica expropiar la enorme riqueza acaparada por la oligarquía financiera, poner fin al sistema de la ganancia basado en la explotación, y la unificación de los trabajadores en todo el mundo para reorganizar la sociedad e implementar una planificación científica para satisfacer las necesidades humanas.

(Publicado originalmente en inglés el 10 de febrero de 2021)

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