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Perspectiva

Biden utiliza la narrativa del “racismo sistémico” para ocultar el carácter de clase de la violencia policial

En respuesta al veredicto de culpable en el juicio del expolicía Derek Chauvin de Minneapolis, Minnesota, por asesinar a George Floyd, el Gobierno de Biden y la prensa han avanzado la narrativa de que la violencia policial es producto del “racismo sistémico” y de la “supremacía blanca”.

El martes por la noche, poco después del veredicto anunciado, Biden declaró que la muerte de Floyd ha expuesto “el racismo sistémico que es la macha sobre el alma de nuestra nación. La rodilla sobre el cuello de los estadounidenses negros… El dolor, el cansancio que los estadounidenses negros y morenos viven todos los días”. Insistió en que suprimir los asesinatos policiales requiere “reconocer y enfrentar el racismo y las disparidades raciales” en cuestiones policiales y del sistema de justicia.

Los oficiales involucrados en el asesinato de George Floyd (Crédito: Oficina del Alguacil del condado Hennepin)

Sin excepción, la violencia policial en Estados Unidos se presenta en la prensa y le élite política como un conflicto racial. La falta de relación entre este cuento y la realidad de la violencia policial es impactante.

Según los datos recolectados por el Washington Post, 6.222 personas han sido asesinadas por la policía desde el principio del 2015. Casi tres veces más personas han sido asesinadas en encuentros con la policía en tan solo seis años que los soldados estadounidenses fallecidos en Afganistán durante las últimas dos décadas.

En cuanto a las víctimas identificadas por su raza, 2.885 eran blancas, 1.499 eran negras, 1.052 eran hispanas, 104 eran asiáticas, 87 eran nativas americanas y 47 fueron identificadas como otros. Desde el punto de vista de porcentajes, el 46,4 por ciento eran blancas, 24 por ciento negras, 17 por ciento hispanas, 1,7 por ciento asiáticas, 1,4 por ciento nativas americanas, 0,75 por ciento otras y 8,8 por ciento sin identificar.

En relación con la población general, existe una desproporcionalidad en la cifra de afroamericanos y nativos americanos, mientras que los blancos, hispanos y asiáticos son asesinatos a una tasa menor a la de su porcentaje en la población. Los nativos americanos son asesinados a una tasa que es siete veces mayor que su porcentaje en la población, mientras que es aproximadamente dos veces mayor para los negros.

No cabe duda de que el racismo es un factor en muchos de los asesinatos policiales, pero no representa el racismo de toda la sociedad. Es el racismo de un segmento particular de la sociedad, a saber, la policía y las fuerzas militares. La clase gobernante fomenta todo tipo de concepciones fascistizantes y reaccionarias en su aparato represivo.

No obstante, una vez que las condiciones socioeconómicas de las víctimas se toman en cuenta —típicamente de ingresos medios-bajos por hogar y tasas altas de pobreza— los factores económicos representan la mayor parte de la diferencia.

De acuerdo con los datos sobre los asesinatos policiales, el enfoque exclusivo en las víctimas negras no es solo una distorsión de la realidad, sino que subestima enormemente la escala de la brutalidad policial en Estados Unidos. Explicar este fenómeno social a través de un solo factor, el racismo, ignora a la mayoría de las víctimas. Su presentación en los medios sugiere que los asesinatos policiales de blancos y otros son legítimos.

El Estado y la prensa —y mucho más explícitamente el Proyecto 1619 del New York Times — han invertido muchísimo en promover una narrativa racialista de la sociedad estadounidense, de que el país está dividido en “el EE.UU. negro” y “el EE.UU. blanco”. ¿A qué se debe este esfuerzo de interpretar toda la historia estadounidense y la política contemporánea a través del prisma de la raza y reinterpretar todos los problemas sociales como cuestiones raciales?

La alternativa al análisis racial de la sociedad estadounidense es un análisis de clase. Atribuir la culpa a un “racismo sistémico” y a una “supremacía blanca” hace desaparecer la realidad del capitalismo y la opresión de clase. La cuestión de la desigualdad social ya no se trata de los ricos contra los pobres, sino de los blancos contra los negros.

Desestima la responsabilidad que tiene el capitalismo, un sistema político y socioeconómico específico que dicta las vidas de miles de millones en todo el mundo, por tales niveles de violencia policial. En su lugar, se atribuye a todo un segmento de la población una cualidad psicológica, el odio racial. Chauvin es presentado como nada más que una expresión particularmente abierta de un odio universal de los blancos hacia los negros. Dicha perspectiva omite cualquier movimiento colectivo entre blancos y negros, colocando un muro masivo en la clase obrera y disolviendo los antagonismos de clase en el odio racial.

Los comentarios de Biden también minimizan el crimen perpetrado por Chauvin para darle una cubierta a la policía, transformándolo en un crimen de la nación que recae en su “propia alma”. No obstante, la nación no se arrodilló en el cuello de Floyd, fue Chauvin quien lo mató. Y tuvo cómplices. Los otros tres policías que le ayudaron a asesinarlo incluían a uno blanco, otro afroamericano y otro de origen asiático. Ninguno actuaba de acuerdo con su color de piel, sino en capacidad de defensores uniformados y armados del Estado y la propiedad privada.

Aquellos que invoquen el “racismo sistémico” como la causa de la brutalidad policial no puede explicar por qué el mayor porcentaje de personas asesinadas por la policía cada año corresponde a víctimas blancas. Tampoco pueden explicar por qué la policía sigue asesinando a tres personas por día en promedio, a pesar de todas las protestas y promesas de reforma.

Durante el juicio de Chauvin, que comenzó el 29 de marzo, hubo al menos 56 asesinatos policiales en todo EE.UU. Entre las víctimas identificadas por su raza, 9 eran blancas, 9 eran negras, 7 eran hispanas y una originaria de las islas del Pacífico. El día del veredicto, un policía mató a tiros a Ma’Kiah Bryant de 15 años en Columbus, Ohio. También la policía mató a personas a tiros en Detroit, Michigan; Lakewood, Colorado; y Worcester, Massachusetts.

En condiciones de una desigualdad social inmensa, acelerada por la pandemia, la principal preocupación del Partido Demócrata es bloquear la aparición de un movimiento unificado de clase contra el capitalismo. Mientras que el fascistizante Trump respondió a las protestas multirraciales de masas contra la violencia policial desencadenadas por el asesinato de Floyd con una campaña feroz de ley y orden, desplegando a agentes de la Patrulla Fronteriza federal a reprimir las protestas, los demócratas tienen su propio método.

De manera tan despiadada como los republicanos, los demócratas movilizaron a la Guardia Nacional para patrullar las calles y acompañar la represión policial, mientras empleaban la política racial para enfrentar a unos trabajadores contra otros. Buscan ocultar el carácter de clase de la oposición a la violencia policial y socavar un movimiento de clase contra la violencia policial.

Para este fin, se han derramado varias decenas de millones de dólares en el movimiento Black Lives Matter y en organizaciones asociadas para promover la idea de que el problema con la policía es una cuestión de blancos contra negros.

El juicio de Chauvin refuta esta narrativa racial. Un jurado compuesto por personas de razas mixtas pronto llegó a la decisión de que era culpable de asesinato. Los testigos, tanto negros como blancos, rindieron testimonio del horror que sintieron al presenciar un asesinato a sangre fría. Cuando se leyó el veredicto, estalló una celebración de una multitud multirracial fuera del tribunal.

Como fenómeno social, la violencia policial no proviene de la “supremacía blanca” o del “racismo sistémico”; está fundamentalmente arraigada en el orden capitalista, que los departamentos policiales fueron creados para defender. Solo un movimiento de la clase obrera, unido más allá de todas las divisiones raciales, étnicas y nacionales, que luche por derrocar el capitalismo y establecer el control obrero y democrático de la sociedad, y poner fin al reino de terror de la policía.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de abril de 2021)

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