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Los socialistas del Departamento de Estado: las siniestras operaciones de Jacobin y el DSA en Brasil

El World Socialist Web Site publicó una carta abierta a los Democratic Socialists of America (DSA; Socialistas Demócratas de Estados Unidos) respondiendo a los ataques neoestalinistas de los líderes del DSA contra León Trotsky y los actuales representantes de su legado revolucionario: el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) y sus afiliados Partidos Socialistas por la Igualdad.

El WSWS reveló que esta campaña —de memes y declaraciones celebrando el asesinato de Trotsky y a su asesino, Ramón Mercader, y reviviendo las calumnias antitrotskistas que sirvieron como pretexto para el asesinato masivo de revolucionarios bajo el Terror de Stalin— fue coordinada meticulosamente por figuras líderes del DSA con amplios vínculos al Partido Demócrata.

Atacando el trotskismo a través de sus agentes del DSA, el Partido Demócrata, un defensor despiadado de Wall Street y el imperialismo estadounidense, está reaccionando al movimiento cada vez mayor de la clase obrera en EE.UU. Como parte de un resurgimiento global de la lucha de clases, este movimiento está enfrentándose al aparato sindical reaccionario y al sistema político burgués en su conjunto. La clase gobernante reconoce que este movimiento se ve reflejado conscientemente en el WSWS, cuya audiencia de trabajadores militantes y jóvenes de tendencia socialista está creciendo, incluso dentro de las filas del DSA.

El desenvolvimiento de un movimiento socialista auténtico, no solo en Estados Unidos sino internacionalmente, requiere que la clase obrera aprenda a reconocer el papel político siniestro de organizaciones como DSA, cuya política refleja los intereses de la clase media acomodada. En cada país, las organizaciones que comparten este mismo carácter de clase y política pseudoizquierdista están dedicándose a dividir a la clase obrera a lo largo de líneas nacionales, étnicas, raciales y de genero y a subordinarla al capitalismo y su Estado.

El expresidente Lula del PT mostrando copias de Jacobin (Twitter)

Esta lucha tiene una importancia particular en Brasil y Latinoamérica, donde los trabajadores han vivido, en décadas recientes, la experiencia de los Gobiernos de la “Marea rosa” burguesa, que más allá de su retórica populista no resolvieron las profundas contradicciones sociales, económicas y políticas que han afectado históricamente la región.

El DSA también es la fuerza política detrás de la revista Jacobin, fundada y editada por su miembro Bhaskar Sunkara. Jacobin se ha dedicado consistentemente a sembrar ilusiones en el carácter supuestamente progresista —e incluso “socialista”— de los Gobiernos de la Marea rosa. En los últimos años, Jacobin ha intentado incursionar en Brasil y el resto de Latinoamérica. En 2019, lanzó una edición brasileña en portugués y una latinoamericana en español.

Estas operaciones internacionales tienen un carácter siniestro. El DSA es una facción del Partido Demócrata, que ha oprimido históricamente a Latinoamérica, emprendiendo docenas de invasiones, golpes de Estado e intervenciones en la región a lo largo del último siglo.

El currículo histórico del DSA

La propia historia del DSA está vinculada a estos crímenes. Sus orígenes se remontan al Democratic Socialists Organizing Committee (DSOC; Comité Organizador de los Socialistas Democráticos) fundado por Michael Harrington a inicios de los años setenta. Harrington era un discípulo de Max Shachtman, quien giró fuertemente a la derecha tras renunciar su defensa de la Unión Soviética contra el imperialismo y romper con el movimiento trotskista en 1940. Shachtman abrazó el anticomunismo de la Guerra Fría y asumió un cargo de asesor político de la burocracia sindical de la AFL-CIO.

Uno de los principales dirigentes del movimiento shachtmanista fue Tom Kahn, quien se convertiría en director del Departamento de Asuntos Internacionales (predecesor del Solidarity Center) de la AFL-CIO en los años ochenta, cuando defendería las operaciones del imperialismo estadounidense, particularmente las sangrientas guerras contrainsurgentes en El Salvador y Guatemala y la guerra de la CIA-Contra con Nicaragua.

El papel anticomunista de la burocracia de la AFL-CIO en Centroamérica fue una continuación de su intervención previa en Brasil a través de su Instituto Estadounidense por el Desarrollo del Trabajo Libre (AIFLD, por sus siglas en inglés), un frente de la CIA. El AIFLD entrenó y financió a dirigentes sindicales derechistas, incluyendo al sindicato de telefonistas y telegrafistas, que respaldó en 1964 el golpe militar que derrocó al presidente Joao Goulart y dio paso a dos décadas de dictadura.

Otra figura que salió de esta tendencia fue Carl Gershman, quien se convertiría en presidente del Fondo Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) en 1984, un puesto que ocupa hasta el día de hoy. El NED fue creado para llevar a cabo el tipo de financiamiento encubierto de partidos y sindicatos proestadounidenses que antes llevaba a cabo la CIA. Desempeñó un papel clave en las operaciones de cambio de régimen de Washington en la región, desde Nicaragua en los años ochenta hasta Venezuela, donde ha financiado a los líderes del golpe de Estado de 2002 contra Hugo Chávez y al títere estadounidense Juan Guaidó en la actualidad.

La incursión actual del DSA —un defensor servil del aparato corporativista de la AFL-CIO— y Jacobin en Latinoamérica necesita verse entro de este contexto histórico. Si bien presenta un rostro “izquierdista”, son parte de la respuesta del imperialismo estadounidense al estallido de una crisis política sin precedentes en la región.

Los últimos cinco años, desde el colapso del breve auge de los precios de las materias primas, han estado marcados por un acelerado aumento en la pobreza, el desempleo y una intensificación de los niveles ya grotescos de desigualdad social. Los partidos de la Marea rosa, que se volcaron a imponer programas de reajuste capitalista, han quedado ampliamente desacreditados, junto a toda la élite burguesa.

La oposición de los trabajadores y jóvenes al sistema existente capitalista estalló en la forma de protestas masivas y huelgas en distintos países de la región, particularmente desde el 2019. Tanto la catástrofe social como la radicalización de las masas se han visto dramáticamente exacerbadas por la pandemia de COVID-19, que está dejando un rastro de muerte y destrucción en toda América Latina.

Los trabajadores latinoamericanos solo pueden ganar sus demandas sociales destruyendo de forma definitiva el control político de los partidos que representan los intereses de las burguesías nacionales, independientemente de la retórica “izquierdista” con la cual intenten disfrazarse. Esta es la única forma en la que podrán unir sus luchas más allá de las fronteras nacionales, dirigiendo sus llamados a sus hermanos de clase en la región y en los países imperialistas, y adoptando una dirección y un programa socialistas revolucionarias. Los esfuerzos de Jacobin buscan precisamente prevenir este desarrollo revolucionario

La amalgama política reaccionaria de Jacobin Brasil

Desde su fundación en 2019, la edición brasileña de Jacobin ha intentado introducirse en el país como una voz de referencia para el socialismo. Con este objetivo, reunió a los representantes brasileños del revisionismo pablista y sus variantes morenistas —que se presentan falsamente como trotskistas— con el estalinismo y los promotores académicos de la política de identidades.

La persona elegida para encabezar el proyecto político de la revista, en estrecha coordinación con Sunkara del DSA, fue Sabrina Fernandes, quien ya había contribuido al Jacobin estadounidense. Además de ser una prominente figura en YouTube en Brasil y una académica, Fernandes es una miembro líder de la tendencia Subverta del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), afiliada a la internacional pablista y autodescrita como “un colectivo ecosocialista y libertario”.

Cabe mencionar los vínculos internacionales de Fernandes. Inició su carrera académica en Canadá, donde se afilió al reaccionario Nuevo Partido Democrático (NPD). Actualmente es una investigadora posdoctoral en la Fundación Rosa Luxemburgo, una institución vinculada al Estado alemán y al partido pseudoizquierdista Die Linke (La Izquierda), que también financia Jacobin Brasil.

La revista popular brasileña Época (usualmente no interesada en la política de izquierda) publicó un perfil largo y halagador de Fernandes. Hablándole a la revista sobre sus bases políticas, declaró: “Es común que la izquierda radical diga ‘Oh, porque Lenin escribió esto, porque Trotsky escribió aquello’ e intentan dar estas respuestas a los distintos problemas que tenemos hoy. Yo reclamo ese legado, pero no podemos ser anacrónicos”.

Esta emblemática declaración está completamente en línea con los propósitos reaccionarios de Jacobin. La revista quiere reclamar el legado de Lenin y Trotsky solo para repudiarlo y combatirlo en todos sus aspectos esenciales, particularmente su lucha por establecer un partido político independiente de la clase obrera, hostil a las influencias de la pequeña burguesía y a la lucha por derrocar el Estado burgués. Los objetivos de Jacobin aparecieron en su primer número brasileño intitulado “Marx & Co.”. La portada era una imagen de tipo historieta con figuras históricas recortadas, colocando a antimarxistas notorios en “compañía” de Marx: nacionalistas burgueses como Salvador Allende, los líderes del estalinista Partido Comunista de Brasil y al propio Stalin. Algunos de los autores han manifestado sentirse incómodos particularmente con la publicación de un artículo del miembro del PCB, Jones Manoel, un defensor abierto de Stalin y sus “contribuciones” históricas.

Este episodio arroja luz sobre las operaciones que precedieron a la publicación de Jacobin en Brasil. Respondiendo a estas inquietudes planteadas por los profesores Sean Purdy del PSOL y Ruy Braga, un exmiembro del morenista PSTU, quien escribió en Facebook que “debieron haber advertido con anticipación” sobre la participación de Jones Manoel, Sabrina Fernandes declaró: “Pero hubo una advertencia… cuando Bhaskar vino, expliqué que la revista tiene un amplio espectro que se extiende al PCB en varios temas. El artículo no se trata de Stalin, ni siquiera lo han leído. El anticomunismo nos criminaliza a todos, esa es la lección de nuestra situación política”.

El mensaje es claro. En primer lugar, la participación de un representante del estalinismo en la revista no fue accidental, sino una guía deliberada decidida con el DSA. En segundo lugar, cualquier intento de educar a una nueva generación radicalizada sobre la división histórica entre el estalinismo y el marxismo —una división que, en palabras de Trotsky, es un río de sangre— será atacado ferozmente por Jacobin, tildándolo de “anticomunismo”.

La búsqueda de Jacobin a Lula

Jacobin ha concentrado sus esfuerzos en los últimos meses a una campaña para presentar al expresidente del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva (conocido como Lula) y la posibilidad de un nuevo Gobierno del PT como la solución de la profunda crisis social y política de Brasil.

Por 14 años, el PT gobernó Brasil defendiendo los intereses de la clase capitalista y en alianza de las fuerzas más reaccionarias dentro de la élite política, incluyendo al presidente fascistizante Jair Bolsonaro. El inmenso descrédito del PT entre los trabajadores y la promoción del ejército y las fuerzas derechistas por parte del propio PT allanaron el camino al ascenso de Bolsonaro a presidente.

Después de que Lula fuera sentenciado por cargos de corrupción involucrando a importantes constructoras brasileñas, le prohibieron presentarse para la última elección presidencial en 2018. Sin embargo, en marzo de ese año, la Corte Suprema declaró que el proceso contra Lula era judicialmente viciado y anuló las condenas en su contra, restaurando sus derechos políticos en vista de los comicios presidenciales del 2022.

Estas noticias fueron intensamente celebradas por Jacobin, que ha publicado una serie de artículos con títulos como Lula ha vuelto—y puede salvar a Brasil de Bolsonaro”. Cuando Lula asuma “la conducción de los movimientos sociales y las fuerzas izquierdistas”, enfrentará la crisis social, restaurará la democracia en Brasil e incluso “encabezará la lucha global por el acceso universal a las vacunas”, o esto afirma el editor de Jacobin Brasil, Hugo Albuquerque. En su opinión, todas estas maravillas son posibles sin romper con el capitalismo. Todo lo contrario.

Albuquerque deja claro que sus esperanzas se basan en las señales de que Lula está siendo rehabilitado por la oligarquía financiera brasileña. Declara que “el rápido avance de la crisis brasileña bien podría pregonar una nueva perspectiva en la oligarquía del país… [L]a clase gobernante podría comenzar a cambiar la visión de su prolongada preferencia de todo menos del Partido de los Trabajadores”.

No cabe duda que, dentro del Gobierno del Partido Demócrata bajo el presidente Joe Biden y el Departamento de Estado, también hay figuras que consideran que los intereses del imperialismo estadounidense estarán más seguros en las manos de Lula que en las de Bolsonaro. Como una facción del Partido Demócrata, el DSA ofrece una fachada “izquierdista” para estas consideraciones tácticas en Washington.

Para encubrir esta política procapitalista con palabras pseudorrevolucionarias, Jacobin reclutó los servicios de un especialista, Valério Arcary. Arcary ha tenido cargos en la dirección del PT, antes de que su organización Convergência Socialista fuera expulsada del partido a principios de los noventa y formara el PSTU. En la actualidad, lidera la tendencia morenista Rêsistencia del PSOL.

En su artículo “Por un frente único con un programa anticapitalista”, distorsiona grotescamente la política de Lenin y Trotsky, y falsifica descaradamente la historia de la Revolución rusa. Intenta justificar el apoyo del PSOL a la candidatura de Lula equiparándolo con la demanda de “Todo el poder a los sóviets” presentada por los bolcheviques después de la Revolución de Febrero de 1917. “¿Quiénes controlaban los sóviets?”, pregunta Arcary, y responde, “Los dirigentes de los mencheviques moderados y de los eserres [Revolucionarios socialistas]”. Conscientemente omite la existencia de un Gobierno Provisional burgués que la conducción traicionera de los sóviets apoyaba, y contra el cual estaba diseñada la consigna de Lenin. El objetivo es presentar a los bolcheviques como su opuesto: ¡simpatizantes izquierdistas débiles de la burguesía, que intentan presionar a sus líderes a la izquierda! En otras palabras, intentan equipararlos con el PSOL.

El significado de las operaciones de Jacobin para interrumpir el desarrollo de un movimiento socialista auténtico en Brasil fue reconocido por el propio Lula. Aproximadamente hace dos semanas, Lula tuiteó fotografías de él mismo con copias de Jacobin Brasil y preguntando a sus partidarios, “¿Ya lo leíste?”.

Pero estos esfuerzos están condenados al fracaso. Cada nuevo paso en la evolución de la crisis del capitalismo mundial está empujando a la clase obrera en Brasil e internacionalmente al camino de la revolución socialista y exponiendo al mismo tiempo y cada vez más profundamente la hostilidad visceral de estos impostores pequeñoburguesas hacia el socialismo auténtico.

La lucha del Comité Internacional por esclarecer la naturaleza antimarxista de estas tendencias y los orígenes históricos de sus traiciones, y por promover un programa internacionalista socialista real está sentando las bases para la creación de una nueva dirección revolucionaria en la clase obrera brasileña que la conducirá al poder político.

(Publicado originalmente en inglés el 30 de mayo de 2021)

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