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Mientras se disparan los casos infantiles, los científicos brasileños advierten de "crear una generación" con efectos del COVID a largo plazo

Un mes y medio después de la más amplia reapertura de escuelas en Brasil desde que empezara la pandemia de COVID-19, hay claras indicaciones de que el nuevo coronavirus está infectando a un número creciente de niños, junto a noticias en los medios brasileños de muertes de niños por COVID-19. Esto coincide con la propagación de la variante más contagiosa, Delta, por todo el país, que es causa actualmente del 62,4 por ciento de los casos.

Para los niños contagiados que sobreviven, el daño puede ser desastroso. En una entrevista con el World Socialist Web Site, Lucas Ferrante, un investigador del famoso Instituto Nacional para Investigaciones Amazónicas (INPA), advirtió, 'Estamos creando una generación' que sufrirá múltiples efectos conocidos y desconocidos del COVID-19'.

El investigador del INPA Lucas Ferrante (Fuente: CNPq)

Aunque Brasil está registrando un descenso en el número de casos y muertes por COVID-19, el 15 de septiembre hubo 793 muertes y 14.780 nuevos casos, cifras que representan una enorme subestimación de la situación real. En total, el país ha registrado 590.000 muertes —en segundo lugar tras los Estados Unidos— y más de 21 millones de casos.

En el Distrito Federal, el contagio de niños y jóvenes de menos de 19 años se ha disparado. La incidencia de casos en este grupo etario aumentó del 3 por ciento en marzo de 2020 al 14 por ciento el mes pasado, y dos de las 14 muertes infantiles o juveniles por COVID-19 ocurrieron en agosto. Según el sindicato docente SINPRO, hay ahora 98 escuelas en el distrito con casos registrados, un aumento del 30 por ciento en 10 días.

En Maringá —la tercera mayor ciudad en el Estado sureño de Paraná, con 400.000 habitantes— las camas de UCI pediátricas y de neonatos registraron una ocupación del 100 por ciento la semana pasada. Los medios han informado de la muerte de dos niños, uno de seis y otro de once años de edad, en el Estado en las dos últimas semanas. Para finales de agosto, Paraná había registrado 166.479 casos y 101 muertes por COVID-19 de niños y jóvenes de menos de 19 años.

Priscilla Lucietto, de 11 años de edad, víctima de COVID-19 en Paraná (Foto de la familia)

A principios de agosto, después de que se reanudara la enseñanza presencial, Río de Janeiro registró 64 hospitalizaciones de niños menores de nueve años, el número más alto desde que empezara la pandemia. A mediados de agosto, 36 ciudades del Estado, incluyendo la capital, Río de Janeiro, fueron obligadas a cerrar sus escuelas estatales públicas por el alto número de casos.

En San Pablo, se registraron 3.600 casos en las escuelas públicas estatales en agosto. De este total, el 78 por ciento de los casos fue entre estudiantes. Esta semana, la ocupación máxima de estudiantes en muchas escuelas públicas estatales se incrementó del 50 por ciento al 100 por ciento. Las guarderías de la capital del Estado, San Pablo, también dieron una ocupación del 100 por ciento esta semana.

El 6 de septiembre, la ciudad de Queimadas en Bahía suspendió las clases después de que una niña de seis años, Ana Vitória Oliveira Mercês, muriera de COVID-19. El 12 y el 13 de septiembre, los medios brasileños informaron de la muerte de otros dos niños menores de seis años en los Estados de Mato Grosso do Sul y Minas Gerais.

Ana Vitória Oliveira Mercês, fallecida por COVID a los seis años en Bahia (Foto de la familia)

La reapertura de escuelas en todo el país empeorará sin dudas una situación que ya es dramática en Brasil. El COVID-19 ya ha matado a 1.581 jóvenes de entre 10 y 19 años en la primera mitad de 2021, lo que lo vuelve la principal causa de muerte por enfermedad en este grupo etario. Otros 1.187 niños menores de 10 han sucumbido al virus desde el comienzo de la pandemia, casi la mitad de ellos menores de dos años. Brasil es el país con el mayor número de muertes infantiles por COVID-19 en todo el mundo.

Lucas Ferrante, el investigador del Instituto Nacional para Investigaciones Amazónicas (INPA) que habló con el WSWS sobre las muertes y los contagios infantiles, ha sido uno de los científicos brasileños más críticos de la política de la inmunidad colectiva del presidente de tipo fascista Jair Bolsonaro y la reapertura de las escuelas. Ferrante también ha denunciado las políticas genocidas hacia los indígenas y las medioambientales del gobierno federal, por lo que fue amenazado de muerte varias veces.

En agosto del año pasado, tres meses después de una devastadora primera oleada de COVID-19 en Manaos, Ferrante fue el principal autor de una carta publicada en Nature Medicine que advertía del riesgo de una segunda oleada si no se cerraban las escuelas y los servicios no esenciales en la ciudad. En enero de este año, escenas horribles de gente muriendo por falta de oxígenos impactaron al mundo.

A finales de agosto, dirigió un estudio publicado en el Journal of Public Health Policy, titulado 'Cómo el presidente de Brasil convirtió al país en un epicentro mundial del COVID-19'. Estableció que 'El surgimiento de la variante Gamma en Manaos [a finales del año pasado] ocurrió debido a la estrategia del gobierno federal de alentar el contagio de los niños con la vuelta a las clases presenciales para que la población alcance la inmunidad de grupo'. La variante Gamma es responsable de dos tercios de las muertes por COVID-19 en Brasil.

A pesar de haber sido entrevistado por importantes medios nacionales y extranjeros sobre la pandemia en Brasil, Ferrante declaró que sus denuncias del peligro de reabrir las escuelas son casi siempre suprimidas. 'Me entrevistaron todos los grandes medios internacionales — Le Monde, New York Times, CNN International — y la única agenda que no quieren llevar adelante, que nos dimos cuenta que los editores relegan, es la de los riesgos de las clases [presenciales]'.

'El surgimiento de la variante Gamma se debió al regreso a las clases presenciales'

Según Ferrante, una semana después de la reapertura de las escuelas primarias en Manaos a principios de octubre del año pasado, 'hubo un incremento del 40 por ciento en la movilidad urbana ... y estas personas que estaban en aislamiento social empezaron a convivir ... aumentando inmensamente la transmisión comunitaria en la ciudad'.

Prosiguió, 'Exactamente 21 días después del regreso masivo, que es el período del ciclo viral, hubo una explosión de casos, altas hospitalarias y fallecimientos. ... Vemos que el surgimiento de la variante Gamma coincide con esta explosión de casos generada por la movilidad urbana [incrementada]' con la reapertura de las escuelas. En su artículo de agosto, Ferrante descartó el papel de las elecciones de noviembre y de las celebraciones de Año Nuevo en el surgimiento de esta variante, acontecimientos que, según él, solo llevaron adelante la transmisión incrementada.

Este proceso, añadió, no habría sucedido si los niños no desempeñaran un papel en la transmisión: 'Es imposible que sucediera el escenario de Manaos si estas personas [las que iban a las escuelas, incluyendo los niños] no estuvieran participando en la transmisión activa. De hecho, los niños transmiten tanto como los adultos, y eso aceleró la transmisión comunitaria'.

Ferrante denunció la afirmación hipócrita planteada por los gobiernos del mundo de que las escuelas tienen que reabrir por el daño psicológico causado por el aislamiento social. 'Nadie niega que el aislamiento social causa algún daño psicológico', dijo, pero, añadió, '¿Por qué no se menciona el daño psicológico de perder al proveedor de la familia, de la pérdida de un abuelo, una madre?'.

En Manaos, dijo Ferrante, 'Hubo una familia que perdió 12 adultos, [el hijo] perdió al padre, la madre y los abuelos. Mira a los huérfanos por el COVID que están surgiendo. Esas familias están completamente rotas'. Según un estudio publicado en The Lancet en junio, 130.000 niños en Brasil han perdido a por lo menos uno de sus cuidadores.

Además del daño causado por la pérdida de un ser querido, Ferrante enfatiza, 'Para los niños, en general, hay un daño renal, neurológico, motor o coronario. ... Estamos creando una generación con secuelas de COVID-19. ¿Tendremos seguridad social para estas personas en el futuro? No seremos capaces de jubilar a la gente por discapacidad, y muchas personas no serán capaces de trabajar y desarrollar las actividades que deberían haber desarrollado, a causa del COVID-19'.

Aunque los niños pueden transmitir el virus con la misma facilidad que los adultos incluso siendo asintomáticos, Ferrante explicó, 'De hecho los niños tienen una tasa de mortandad más baja que los adultos. Pero con el avance de nuevas variantes y la exposición creciente al virus con la reapertura de las escuelas, los niños se están volviendo más infectados y eso crea una mayor mortandad'. Advirtió, 'No hay absolutamente ninguna seguridad para los niños'.

'Mientras la variante Delta se propaga por Brasil, será mucho peor que en otros países'

Ferrante disputó las afirmaciones que están siendo diseminadas por los medios brasileños de que la situación en Brasil es diferente a la de la experiencia del mundo con la variante Delta, dado que el país ha registrado una reciente tendencia a la baja en casos y muertes. Insistió en que 'de hecho, Brasil va a ser diferente a esos otros países, [pero] va a ser mucho peor porque tenemos la mitad de la tasa de vacunación' de los países recientemente azotados por la variante Delta. Hoy, solo el 35 por ciento de la población brasileña está totalmente vacunada.

'Brasil ... debería estar tomando medidas restrictivas para enlentecer la propagación de la variante Delta', dijo Ferrante. Habría que hacer esto con una combinación de vacunas y aislamiento social, dijo: 'Hemos sido bastante francos al decir: la vacunación es extremadamente importante. Pero necesitamos aislamiento social también porque una vez que la transmisión comunitaria supere en ritmo a nuestra tasa de vacunación, tenemos que parar eso, lo que solo se puede hacer con el aislamiento social'.

'Bolsonaro convirtió a Brasil en el epicentro mundial del COVID-19'

La política abierta de Bolsonaro de la inmunidad colectiva, así como las varias medidas atenuantes adoptadas por gobernadores de todos los partidos políticos y los sindicatos, han hecho de Brasil el 'epicentro global de la pandemia porque nosotros concentramos el mayor número de variantes', según Ferrante.

'Tenemos 92 cepas circulando por Brasil. Con ellas transmitiéndose y mutando, hay un riesgo de recombinación. Si hay una persona que tiene una infección doble, triple ... se puede recombinar el material genético entre una variante y otra ... y puede aparecer una súper variante entre la Beta y la Delta. Ello sería catastrófico porque la Beta es la variante que se diferencia más de las vacunas, y la Delta es la más transmisible'.

Como con Manaos y la variante Gamma, la reapertura amplia de las escuelas puede acelerar este proceso y extender la pandemia por años. 'Lo peor que vemos del regreso a las clases presenciales es un incremento en la transmisión comunitaria que puede generar nuevas variantes', advirtió Ferrante. 'No solo estás matando gente hoy ... estás extendiendo la pandemia por otros dos o tres años porque va a surgir una variante resistente a la vacuna en algún momento, lo que es muy serio'.

La lucha por cerrar escuelas en Brasil como parte de una estrategia global por erradicar el coronavirus está siendo planteada por los Comités de Base por una Educación Segura en Brasil (CBES-BR). Esta lucha requiere la movilización independiente de la clase trabajadora para que todas las medidas conocidas por los científicos se utilicen para parar la pandemia y salvar vidas. Ninguna muerte puede ser 'normalizada'. Sigue la página de Facebook del CBES-BR y contáctanos para formar parte de esta lucha.

(Publicado originalmente en inglés el 17 de septiembre de 2021)

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