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Discurso del mitin del IYSSE contra la guerra

La posición de América Latina en el reparto imperialista del mundo

Este es el discurso de Eduardo Parati, miembro del IYSSE en Brasil, en el mitin 10 de diciembre, “¡Por un movimiento de estudiantes y jóvenes para detener la guerra en Ucrania!” organizado por los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (IYSSE, por sus siglas en inglés). Para más información sobre unirte al IYSSE, visita la siguiente página.

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Eduardo Parati | Discurso em el evento del IYSSE contra la guerra el 10 de diciembre

América Latina, como el resto del planeta, no quedará fuera de una Tercera Guerra Mundial. Mientras libra su guerra por delegación contra Rusia en Ucrania, EE.UU. también se prepara para una guerra contra China, a la que considera un rival económico intolerable. Los países de América Latina, que tienen profundos vínculos económicos y políticos con ambos, se verán necesariamente arrastrados al seno de este conflicto.

La guerra en Ucrania ya está afectando a los trabajadores y jóvenes de toda la región aumentando explosivamente la pobreza.

Un reciente informe de la CEPAL proyecta que, para el final de 2022, un tercio de los latinoamericanos vivirán en la pobreza, y más del 13% en la pobreza extrema. Hasta la fecha, los trabajadores no han recuperado sus condiciones económicas anteriores a la pandemia, a pesar de que los más ricos aumentaron considerablemente sus ingresos.

Desde el comienzo de la pandemia, los que no quedaron desempleados se vieron obligados a trabajar en condiciones inseguras arriesgando infectarse y transmitir el COVID-19. Esta situación continúa hoy en día. Según The Economist, América Latina acumula un exceso de mortalidad de 2,6 millones desde que comenzó la pandemia, o una décima parte de las muertes por COVID en todo el mundo.

La crisis social en esta región es el resultado de los crímenes históricos del imperialismo estadounidense y de la burguesía latina. El siglo veinte en América Latina estuvo marcado por sucesivos golpes de Estado y regímenes fascistas apoyados por la CIA en nombre de Wall Street.

La clase dirigente latina está respondiendo a las enormes presiones del imperialismo buscando un equilibrio imposible en sus relaciones exteriores. El apretón de manos simbólico entre el presidente venezolano Nicolás Maduro, heredero político del chavismo, y el exsecretario de Estado estadounidense John Kerry, quien busca apoyo para la ofensiva imperialista en Ucrania, ilustra la crisis de la burguesía latinoamericana.

No solo Maduro, sino todos los representantes de la “marea rosa” que han vuelto al poder en los últimos años son defensores implacables del capitalismo. Gabriel Boric en Chile, Pedro Castillo en Perú, y Gustavo Petro en Colombia, todos han respondido a las huelgas y protestas de los trabajadores y jóvenes con una violenta represión policial y militar.

En Brasil, cientos de miles de trabajadores y, sobre todo, jóvenes salieron a la calle en 2021 contra la política de “inmunidad colectiva” del Gobierno fascistoide de Jair Bolsonaro. El Partido de los Trabajadores (PT) y la pseudoizquierda, con sus sindicatos y organizaciones estudiantiles, han desviado esta lucha lejos de una confrontación necesaria con el sistema político capitalista.

En cambio, han orientado toda la oposición a la elección de un nuevo y tercer Gobierno del exsindicalista Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores. El principal objetivo del nuevo Gobierno del PT es encubrir la crisis mortal del capitalismo brasileño y rehabilitar a las fuerzas políticas y militares involucradas activamente en las conspiraciones dictatoriales de Bolsonaro.

Para luchar contra la miseria capitalista y la amenaza del fascismo, y por garantizar un futuro, la juventud debe adoptar una perspectiva socialista e internacionalista. Deben romper con el PT y los demás partidos de la marea rosa, que defienden a las burguesías nacionales, y orientarse a la clase obrera internacional.

Especialmente en América Latina, la nueva generación que está entrando en lucha se enfrenta a diversas organizaciones pseudoizquierdistas, los herederos del pablismo y sus variantes, incluido el morenismo.

Se trata de tendencias políticas que se hacen pasar por revolucionarias e incluso trotskistas, pero hace tiempo repudiaron los principios de la Cuarta Internacional. Su propósito es desorientar las aspiraciones socialistas de la juventud y atraparlas dentro de la política nacional burguesa, los sindicatos y las burocracias académicas.

Estas organizaciones pseudoizquierdistas son hoy los defensores más abiertos en América Latina de la guerra imperialista en Ucrania y de los intereses de la OTAN. La principal línea política de los morenistas de la LITCI, la UIT y la LIS es presionar a las potencias imperialistas para que envíen más armas a Ucrania y prosigan la guerra contra Rusia “hasta el final”.

En las universidades y los sindicatos brasileños, dichos partidos celebraron campañas de recaudación de fondos para la llamada “resistencia ucraniana”, y dijeron que la existencia de fuerzas fascistas en sus filas era mentira. El PSTU morenista, que lidera el Sindicato de Metalúrgicos de SJC, hace campaña para subordinar la lucha de los trabajadores de Avibras en defensa de sus empleos a inversiones masivas en la industria de defensa brasileña. Están dispuestos a llevar a los trabajadores brasileños a la guerra.

Esto debe sonar la alarma para los jóvenes. La reaccionaria política proimperialista de la pseudoizquierda actual es consecuencia de la traicionera trayectoria política del pablismo,bajo la bandera del Secretariado Unificado. Desde 1953, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional ha librado una lucha sistemática contra el revisionismo pablista. La lucha por un socialismo auténtico es imposible sin el estudio y la asimilación de esta historia.

En América Latina, el pablismo se encargó de impedir que toda una generación de jóvenes y trabajadores radicalizados comprendiera la perspectiva histórica y los principios del trotskismo y de la Cuarta Internacional.

Los pablistas promovieron la Revolución cubana y los métodos del Che Guevara como una guía actualizada de la revolución socialista, basándose en un repudio de la concepción de Lenin sobre una dirección revolucionaria consciente y de la centralidad de la clase obrera. Esto llevó a miles de jóvenes a la vía catastrófica de la guerra de guerrillas.

Cuando las dictaduras latinoamericanas se derrumbaron bajo las poderosas olas huelguísticas de la clase obrera, esas organizaciones alejaron a los trabajadores de una lucha revolucionaria abogando únicamente por reformas democráticas del Estado burgués.

La crisis hoy en América Latina, cuyas economías nacionales están destrozadas y cuya burguesía vuelve a formas dictatoriales de gobierno, subraya el callejón sin salida de esas perspectivas nacionalistas.

La integración de la economía mundial ha exacerbado las contradicciones y la crisis del capitalismo. Pero también ha unido y fortalecido a una clase obrera internacional más interconectada y numerosa que en cualquier otro momento de la historia. Esta fuerza social, si se unifica a través de los países imperialistas y oprimidos, s capaz de evitar una catástrofe nuclear y reorganizar la economía mundial sobre la base de los principios socialistas.

Estas mismas fuerzas sociales subyacen al crecimiento del movimiento trotskista mundial, la Cuarta Internacional dirigida por el Comité Internacional, que representa la dirección revolucionaria en América Latina y el mundo. ¡La juventud debe recurrir a la poderosa fuerza de la clase obrera internacional y al programa revolucionario del CICI!

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