El bombardeo israelí de la Embajada iraní en Damasco el lunes, en el que murieron tres altos dirigentes del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) y otras tres personas, es un acto de guerra contra Irán del que Washington y sus aliados de la OTAN son políticamente responsables.
El bombardeo marca el comienzo de una nueva etapa importante en la guerra israelí contra Irán porque atacó lo que constituye territorio iraní según el derecho internacional. El régimen israelí ha llevado a cabo durante mucho tiempo una política exterior anárquica de asesinatos selectivos, bombardeando en repetidas ocasiones a funcionarios iraníes y sirios, especialmente después de que Estados Unidos asesinara en Irak al general Qasem Soleimani del CGRI en 2020. Su última acción, sin embargo, amenaza con provocar una guerra directa entre Irán e Israel, junto a los patrocinadores imperialistas de Israel en la OTAN.
Ayer, las autoridades iraníes prometieron represalias. “Haremos que [Israel] se arrepienta de este crimen y de otros que ha cometido”, declaró el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei. Las Cancillerías de Rusia, China y Arabia Saudí también condenaron el ataque.
Al parecer, la Administración de Biden se puso en contacto con funcionarios iraníes justo después del ataque, negando la responsabilidad y alegando que los funcionarios israelíes solo le habían notificado el ataque hasta minutos antes de que tuviera lugar. Sin embargo, que Israel sintiera que podía emprender tal acción, se lo notificara o no a Biden, se debe a que Washington y sus aliados imperialistas de la OTAN le han dado un cheque en blanco a lo largo de seis meses de genocidio contra Gaza.
Estados Unidos, Reino Unido y Francia se negaron anoche a denunciar el ataque israelí en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU. Respaldando la justificación israelí del ataque, el embajador de Estados Unidos ante la ONU, Robert Wood, se declaró “preocupado por los informes que indican la presunta presencia de dirigentes y elementos terroristas en esta instalación y condena que Irán siga coordinando, entrenando y armando a terroristas y otros extremistas violentos”.
Esta semana, funcionarios estadounidenses defendieron descaradamente la masacre perpetrada por el ejército israelí contra 400 personas en el hospital Al Shifa de Gaza. La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, declaró sin rodeos: “Hamás no debería operar desde los hospitales”. El portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Mike Matthews, también indicó que respaldaría un asalto israelí contra Rafah, donde 1,5 millones de refugiados palestinos viven en ciudades de carpas, declarando que un escenario en el que “Israel no haga nada respecto a los combatientes de Hamás que siguen en Rafah” es “inaceptable”.
Washington y sus aliados de la OTAN han dado luz verde al genocidio israelí, que ha matado a 32.000 palestinos, porque están preparando crímenes similares en todo Oriente Próximo. Al comienzo del genocidio de Gaza, Washington envió a la región grupos de combate con portaaviones y submarinos con misiles nucleares amenazando explícitamente a Irán. Hoy, mientras los funcionarios israelíes discuten invadir el Líbano para atacar a la milicia de Hezbolá, los planes están muy avanzados para que las potencias imperialistas de la OTAN utilicen a Israel como fuerza indirecta para nuevas guerras neocoloniales contra el Líbano, Siria y más allá.
Durante una década, las fuerzas rusas, iraníes y de Hezbolá han luchado en Siria junto a las fuerzas gubernamentales contra las milicias “rebeldes” islamistas o nacionalistas kurdas respaldadas por la OTAN. Los 13 años de guerra de la OTAN por el cambio de régimen en Siria han devastado el país, dejando medio millón de muertos y más de 10 millones de refugiados.
Israel decapitó el lunes al mando militar iraní en Siria y Líbano en medio de una guerra global que las potencias imperialistas libran por el dominio de Eurasia. Mientras Washington y sus aliados de la OTAN combaten a Rusia en Europa, armando al régimen ultraderechista ucraniano de Kiev, también están atacando a Rusia y a sus aliados en Oriente Próximo. Cubriendo los combates entre Estados Unidos y las fuerzas iraníes de la CGRI en Siria, el columnista del New York Times, Thomas Friedman escribió recientemente:
Puede que los estadounidenses no sepan que están en guerra con Irán, pero la Guardia Revolucionaria iraní saben con certeza que están en una guerra en la sombra con Estados Unidos a través de las fuerzas que patrocina. Y si una de estas fuerzas patrocinadas por Irán tiene “suerte” y crea un evento de víctimas masivas atacando un buque de guerra estadounidense o los cuarteles de una de las bases estadounidenses en Jordania o Siria... [se convertiría] en una guerra de disparos en la región de la que el mundo más depende para su petróleo. Solo quería que lo supieran.
Los trabajadores de América y el mundo deben ser alertados del peligro inminente de una escalada militar catastrófica. La guerra de la que habla Friedman tendría consecuencias devastadoras incluso más allá del colapso económico mundial causado por el bloqueo del comercio de petróleo del golfo Pérsico. En medio de la guerra de OTAN con Rusia en Ucrania y tras la firma de un tratado comercial y militar chino-iraní de 400.000 millones de dólares en 2017, correría el riesgo de arrastrar a todas las grandes potencias nucleares a un conflicto global.
De hecho, los funcionarios estadounidenses se despreocupan cada vez más de ocultar que la confrontación con China es ahora su principal preocupación. El mes pasado, el jefe del Comando Central estadounidense, el general Michael Kurilla, denunció la inestable alianza defensiva que está surgiendo contra la OTAN entre los regímenes iraní, chino y ruso.
“Colectivamente, Irán, Rusia y China están reforzando sus relaciones y fomentando un panorama caótico favorable para sacarles provecho”, afirmó Kurilla. “Las ramificaciones de esta asociación tendrán implicaciones mundiales”. Refiriéndose a las exportaciones de drones iraníes a Rusia para la guerra de Ucrania y a las exportaciones de petróleo ruso e iraní a China, se quejó: “Irán vende el 90 por ciento de su petróleo, todo sancionado por Estados Unidos, a China”.
El apoyo de las potencias imperialistas al genocidio de Gaza se debe a su afán por subyugar al mundo mediante la guerra contra Rusia, China e Irán. Esto se reveló crudamente en el reciente arrebato del congresista estadounidense Tim Walberg, quien pidió arrojar bombas nucleares sobre Gaza “como Nagasaki e Hiroshima” y hacer “lo mismo en Ucrania” para “acabar con las fuerzas rusas”. Incapaces de resolver los conflictos creados por décadas de guerras y saqueo, los políticos imperialistas no ven otra salida fuera del asesinato en masa de quienes se interponen en el camino.
La oposición al genocidio de Gaza debe desarrollarse como un movimiento internacional de la clase obrera contra la guerra imperialista de EEUU-OTAN y el sistema capitalista. En su declaración de Año Nuevo, el World Socialist Web Site advirtió:
En su conjunto, la normalización de las diferentes formas de barbarie social significa que la clase capitalista ha llegado a un callejón sin salida. Una clase cuyas políticas consisten en diferentes formas de sociocidio ha agotado claramente su legitimidad histórica, económica, social y política.
La cuestión decisiva es armar con una perspectiva socialista la creciente oposición entre los trabajadores y la juventud al genocidio de Gaza, revelada en las protestas masivas en Israel y en todo Oriente Próximo, así como en los países de la OTAN. Esto requiere la construcción de una dirección trotskista en la clase obrera, secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, en todos los países. Esta es la tarea básica y urgente que plantea la escalada de la guerra en Oriente Próximo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 2 de abril de 2024)